Escape – Capítulo 7. Adiós, Imran – Parte 3

Escape – Capítulo 7. Adiós, Imran – Parte 3


Escape – Capítulo 7. Adiós, Imran – Parte 3

Cuando los subordinados gimieron e intentaron moverse para encontrar a Ilya, Jin hizo que todos se detuvieran diciendo: —Esperen un minuto. — Entonces, arqueó las cejas como si estuviera pensando en algo y luego dejó escapar un largo suspiro.

«Moviliza solo a un número mínimo de personas. Solo unas diez. El resto de ustedes sigan haciendo sus labores.»

Aunque lo dijo él mismo, sintió que sus cejas se arrugaban profundamente, como si no le hubiera gustado lo que había dicho. Andrei eligió rápidamente algunos de los subordinados que se movían más rápido y les indicó donde deberían buscar a cada uno de ellos. Viktor también salió corriendo al jardín y trajo a Duna y a Beck. Solo había unos pocos miembros que podían manejar a los lobos, así que no podía conseguir que alguien más lo hiciera.

Ilya trajo la ropa de Jin e hizo que los lobos la olieran. Y en el momento en que lobos olfatearon la ropa, se les iluminaron los ojos.

«Encuéntrenlo.»

Tan pronto como Ilya les dio la orden, los lobos salieron corriendo de la mansión. Era como si supieran donde estaba Jin desde el principio.

«Síganlos. ¡Dense prisa! —exclamó Viktor.

Los lobos eran tan rápidos que pensó que podían perderlos de vista. Ilya caminó lentamente mientras observaba a sus subordinados salir corriendo.

¡Fuuuuu! —El sonido del viento rozando las hojas lo hizo sentir renovado. Jin estaba de pie con los brazos abiertos, mirando hacia la dirección del viento. —Jaaa. —cuando respiró profundamente, sintió el aire olía a madera y tierra. Sin embargo, no pudo aguantar tanto tiempo en esa posición y comenzó a temblar. La temperatura durante el día todavía estaba cerca de los veinte grados centígrados, así que sentía frío dentro del bosque y bajo la sombra, porque solo llevaba puesto una delgada camiseta de manga corta.

¡Guau! ¡Guau! —Escuchó un perro o a un lobo ladrando a lo lejos. El bosque que estaba ubicado detrás de la mansión, era propiedad de la organización de Ilya, por lo que nadie más podría haber entrado. Así que probablemente ese sonido eran los ladridos de Duna y Beck.

Y como era de esperarse, el sonido se fue acercando gradualmente. Tak, Tak. Estaban tan cerca que incluso podía sentir el sonido de sus pasos rápidos.

¡Guau! ¡Guau! —Dos lobos se detuvieron a un par de pasos de Jin y ladraron con fuerza. Él sospechó que habían venido a buscarlo. Además, tan pronto como Ilya regresaba del trabajo, ponía la mansión patas arriba cuando no podía verlo.

Tuk. Los lobos, que tenían los ojos negros y brillantes, miraron a Jin, le ladraron brevemente y saltaron sobre él.

«¡Duna! ¡Beck!»

Ilya, que los siguió pronunció sus nombres. Les había ordenado que encontraran a Jin, no que lo atacaran. Sin embargo, tan pronto como los lobos lo encontraron, corrieron emocionados. Ilya, que corrió sin importarle que su costoso traje se rozara contra las ramas de los árboles, se detuvo cuando vio a los lobos que habían derribado a Jin.

—¡Jajaja!, me hacen cosquillas, deténganse. Dejen de lamerme.

Las bestias, que generalmente vivían mostrando sus dientes, estaban ocupados lamiendo a Jin. Y al parecer, Jin tampoco le tenía miedo a los lobos. Aunque fue empujado por los enormes animales, simplemente yacía en el suelo y se reía mientras era mimado por ellos.

—¡Deténganse ahora y siéntense!

Cuando Jin se levantó y les ordenó que se sentaran, para su sorpresa, los dos lobos doblaron simultáneamente sus patas traseras y gimieron, mirando a Jin.

—¡Ah!

Ilya se quedó sin aliento, al ver una escena que nunca se había imaginado.

—¿Desde cuándo te hiciste amigo de ellos?

Y no era que solo se pudiera acercar a ellos, sino que parecía haberlos domesticado completamente como unas mascotas. Incluso dentro de la organización, esos lobos no obedecían a nadie, excepto a Ilya, por eso se preguntaba qué diablos había hecho. Pensó que Jin tenía un gran talento para seducir a la gente, pero nunca pensó que también seducía a las bestias.

—Supongo que debo tener un talento inesperado para domesticar animales.

Jin sonrió alegremente mientras miraba a Ilya. —¿Me pregunto por qué parece que la palabra animal me incluye a mi también? —Mientras Ilya pensaba en eso, Jin sonrió gentilmente como si le estuviera leyendo la mente.

—Pero aún no has domesticado nada. Nadie más te tocará… .

Jin, que se había acercado justo frente a Ilya, interrumpió sus palabras, extendió los brazos y los envolvió alrededor del cuello de Ilya. Cuando cerró los ojos ligeramente, pudo ver las sombras de sus largas pestañas sobre sus pupilas. Al levantar la cabeza, se encontró con sus ojos marrones. Jin levantó los talones y se acercó aún más a él. Pero justo antes de que sus labios se superpusieran, Ilya se apartó.

—No intentes borrar lo que hiciste de esta manera.

Entonces sonrió, mientras su rostro se endurecía.

—Cuántas veces te dijo el médico que todavía no podías salir… .

—Estoy justo detrás de la mansión.

—Ese no es el problema.

Jin le dio un beso y se apartó, fingiendo no ver su expresión llena de frialdad.

—Dame un respiro. Estoy tan frustrado que moriré de aburrimiento.

Estaba tan sorprendido de verlo actuar de una manera tan linda, como nunca antes había hecho, y por eso, Ilya no supo como reaccionar ante eso.

—Antes podías quedarte solo en la mansión.

Jin parecía aceptar sus palabras, cuando recordó la primera vez que lo llevaron a Moscú.

—Soy bueno para leer la atmósfera. Además, en ese entonces hacía mucho frío.

Moscú, en pleno invierno, no era un lugar apto para vivir.

—¿En qué estás pensando ahora? —preguntó Ilya de vuelta.

De todos modos, no le gustaba la forma en la que Jin deambulaba por ahí, sin obedecer sus órdenes. Jin lo miró a la cara.

—‘Al menos no creo que me vayas a matar’. —De hecho, la amenaza de ‘matarlo’ había desaparecido hace mucho. — ‘¿Realmente solo vas a dejarme ir después de que muera?’ —.

Cuando se tragó las palabras que quería decirle y sonrió, Ilya frunció el ceño, como si estuviera molesto de nuevo.

—Vuelve a la casa.

—Iba a regresar ahora de todos modos.

Ilya tomó la delantera y Jin caminó unos pasos por detrás, mirándole la espalda.

—Incluso aunque no vengas a buscarme, no huiré. Ya te lo dije. Sin importar a donde vaya, volveré cuando te extrañe.

Ilya no respondió. Él ya lo sabía. Pero pensó que Ryu Jin nunca desaparecería tan claramente ante sus ojos. Al menos cuando dijo eso, Ryu Jin lo decía en serio. Pero aunque fuera solo por un momento, o aunque le informara de antemano a dónde se dirigía, no podía tolerar que Jin estuviera fuera de su vista.

En particular, estaba ansioso si no podía verlo así fuera por un momento, después del incidente que involucró a Imran. Y mucho más ahora, que había confirmado que la mansión no era segura. El solo pensar que Ryu Jin podría morir en un lugar donde no estaba seguro, lo hacía sentir incómodo, como si una parte de su corazón se estuviera paralizando.

‘¿Por qué permitiría que fuera a donde quisiera libremente, y que pudiera hacer lo que quisiera dondequiera que fuera? Si pudiera, al menos me gustaría romperle la pierna para que se quede quieto. Pero tal vez no pueda hacer eso. Siempre que hay un rasguño en la piel de este maldito niño, me siento extrañamente febril. Así que no podré romperle nada con mis propias manos.’

—Oh… espera un minuto.

Cuando se dio la vuelta, notó que el rostro de Jin estaba pálido. Aunque se las había arreglado para llegar tan lejos, ahora parecía estar luchando para seguir el ritmo de Ilya. Incluso aunque no lo escuchaba y fingía estar bien, Jin seguía siendo un paciente. Además, la bala le había dado justo al lado del corazón, por lo que el médico dijo que le tomaría mucho recuperarse después de haber perdido tanta sangre.

Jin extendió la mano y agarró la manga de Ilya. Le temblaban los dedos porque estaba sin aliento y agitado. —Maldito chico. ¿Cuántas veces te he dicho que te quedes quieto? —.

Ilya dejó escapar un suspiro de disgusto. Si lo hubiera escuchado, ahora estaría acostado en su dormitorio.

—¿Quieres que te cargue? —le preguntó con sinceridad, pero Jin le habló exaltado.

—No hagas eso. Me estoy asustando.

Era molesto verlo agitando las manos, diciendo que la broma había sido tan excesiva como si hubiera escuchado algo ridículo. Entonces Ilya, se acercó a él y envolvió sus brazos en sus hombros y sus rodillas. Jin, que gritó, sintió que se iba a caer, y rápidamente puso su brazo alrededor del cuello de Ilya para sostenerse.

Su peso era más ligero de lo que Ilya pensaba. A pesar de que sus físicos eran diferentes porque Jin era asiático, su peso era demasiado ligero considerando su altura. Cuando chasqueó la lengua, pensando que podría pesar mucho menos que Natasha, le dijo a Jin como si lo sentenciara.

—Desde hoy no dejarás nada en el plato.

—¿Eh?

Estaba desconcertado porque no entendía por qué había surgido ese tema de repente.

—Si dejas algo, no podrás dormir esta noche.

—¿Eh?

—Lo digo en serio, así que escúchame.

—¿Así tratas a un paciente?

Jin sonrió con torpeza y fingió estar enfermo, como si hubiera notado que no era una broma. Ilya lo miró con un rostro inexpresivo.

—No puede llamarse paciente a un tipo que deambula de un lado al otro. Y aunque seas un paciente, no hay razón para considerar tu situación.

—Sí, bueno, tienes razón—respondió Jin, haciendo un puchero.

Parecía seguir quejándose solo, pero Ilya no podía entenderlo porque él estaba hablando en coreano. Sin embargo, Ilya lo abrazó suavemente. No sabía si era porque estaba cansado o porque sabía que discutir era inútil.

—Sé amable o frío. Solo haz una cosa. No confundas a la gente. —murmuró Jin, mientras apoyaba la cabeza contra el pecho de Ilya.

Ilya caminó en silencio. Jin no podía ni siquiera imaginar, que su boca, estaba débilmente atraída por el calor y el peso que sentía en sus brazos.

El ritmo de recuperación de Jin definitivamente se aceleró después de ser obligado a alimentarse, a dormir y a no moverse de su habitación. Su rostro volvió a su color original y la herida le había sanado mucho. El médico también dijo que no tendría problemas con su vida cotidiana.

—¿Puedes piratear esto?

Ilya le presentó un programa en su teléfono inteligente al aburrido Jin. Él le preguntó si podía romper la seguridad de un programa sin decirle qué era.

Jin conectó el teléfono inteligente de Illya a su computadora portátil. Tocó un poco el teclado, luego se volvió hacia Ilya y sonrió.

—¿Hay algo que no debería ver aquí? Secretos de la organización, o cosas así.

Evidentemente le hizo esa pregunta con la premisa de que podía desenterrar todo lo que estaba adentro.

—Si ves algo que no deberías ver, finge que no lo has visto. Es lo único que puedo decirte.

Ante su respuesta casual, Jin cerró la boca y sonrió silenciosamente. Estaba un poco preocupado por eso. Ilya no podría perdonarlo tan fácilmente esta vez. Así que aunque se enterara de los secretos de la organización, no tenía intención de ir a ningún lado a hablar de ello. Si hacía eso, no podría salvar su vida sin importar cuánto sexo tuviera con Ilya. — ‘¿Acaso Ilya me volaría la cabeza con una bala en ese momento?’ —.

Sin embargo, sería bueno que pudiera borrar algunas cosas que no puedo ver por mi cuenta, ¿verdad? —La necesidad de saber más ya era suficientemente peligrosa en sí misma. Jin estaba profundamente consciente de aquel viejo dicho que decía que la ignorancia es atrevida.

—Puedes rendirte si no puedes.

Ilya intentó rascar el orgullo de Jin sin que se diera cuenta. Jin sonrió y le respondió que se arrepentiría de sus palabras.

Cuando Jin activó la herramienta de piratería que había creado y utilizado de varias formas en su computadora portátil, toda la seguridad del teléfono inteligente comenzó a romperse. Ilya que estaba mirando desde atrás, chasqueó la lengua. Se dio cuenta que con esa aplicación, Jin había roto todas las restricciones de seguridad de los teléfonos móviles y computadoras por la que tanto pagó y jugado con su propia mente. Era evidente que de ese modo, había violado fácilmente la seguridad del circuito cerrado de televisión y el internet.

Pero solo un programa no pudo ser desbloqueado fácilmente. La risa desapareció del rostro de Jin y luego se dio unas palmaditas en los labios. Pero sus pupilas estaban más brillantes que nunca. Entonces, empezó a concentrarse como un niño que encuentra un juguete interesante. Hasta que pasó casi una hora o dos, Jin parecía haber olvidado que Ilya estaba detrás de él.

—¡Listo!

Jin levantó sus manos de la computadora portátil y solo entonces se volvió hacia Ilya y sonrió con los ojos inclinados. Luego, tomó su teléfono inteligente y tocó la pantalla. Después de un tiempo, la pantalla del teléfono de Ilya, que había colocado en silencio sobre su escritorio, comenzó a cambiar. Ilya intentó manipular algo con su teléfono, pero no funcionó.

—¿Te parece que está bien?

Ilya se rió, mientras miraba a Jin sonriendo con confianza. Su inteligencia iba mucho más allá de su imaginación. Jin ni siquiera podía imaginar qué tipo de programa acababa de piratear.

Era un programa de control para un arma tipo dron, que le habían prometido nunca podría piratearse. El arma por el que Ilya fue llevado a la tierra natal de Imran, porque al parecer tenía un problema de seguridad. La empresa que había desarrollado el arma también le confirmó una vez más que la seguridad del arma nunca podría ser violada y por eso le pidió a Jin que la pirateara. Y no es que tuviera grandes expectativas al principio. Pero pensó que tal vez él iba a ser capaz de lograr algo.

Debido a que era un programa para armas militares, el nivel de seguridad también debería ser el mejor, pero a él solo le tomó dos horas abrirse paso… así que quizás no era consciente de eso, pero Jin debía saberlo todo sobre la organización. Porque en comparación con la seguridad de ese programa, la seguridad dentro de la organización mafiosa debía haber sido pan comido para él.

—Buen trabajo.

Ilya le dio unas palmaditas en la cabeza a Jin y sonrió. Jin quedó aturdido y se llevó la mano a la cabeza. De alguna manera, Ilya parecía bastante feliz.

—¿Puedes simplemente cambiar la forma en la que violaste la seguridad del último programa? —le preguntó casualmente, pero de inmediato pudo ver que esperaba que lo hiciera.

—Puedo, pero… . —en ese punto, Jin comenzó a preguntarse de qué se trataba ese programa.

—¿Qué es esto?

No debería haber preguntado. —lo pensó por un momento. —Sin importar lo amable que esté siendo conmigo recientemente, no debo olvidar que es un jefe de la mafia. —Sea lo que sea, tenía el presentimiento que no lo usaría para cosas buenas. No podía decir que lo sabía, pero quizás fuera lo mejor no saberlo. —Si ayudas a alguien a cometer un crimen sabiendo que es algo ilegal, serás un cómplice, pero si no sabes lo que estás haciendo, no podrán culparte. —Pero su maldita curiosidad era el problema.

—Esa es una manera muy sencilla de devolverle a Imran todo lo que te ha hecho sufrir. —respondió Ilya fácilmente, sin intentar ocultarlo.

¿Imran? No sé por qué está nombrando a Imran ahora, pero eso es mejor a que lo use en otro lugar. Al menos no atacará a una persona inocente.

—Espera un minuto.

Jin se volvió hacia su computadora portátil. Después de 30 minutos de mover afanosamente sus manos, le pidió a Ilya que se acercara. Solo había un ícono en la pantalla.

—Te enviaré esto por correo electrónico. Después de instalarlo en el teléfono inteligente que desees usar, puedes encontrar el programa y romper la seguridad ingresando el número de teléfono de la otra persona. Después de eso, se puede operar con un teléfono inteligente vinculado desde este lado.

Ilya le había pedido cambiarlo de una manera simple, pero no sabía que sería tan fácil hacerlo.

—Como los miembros de tu organización son tan malos para esto, es mejor hacerles las cosas más fáciles.

Jin negó con la cabeza y dijo que cuándo les enseñó el negocio de las monedas virtuales antes, casi pierde la paciencia. Agregó que no sabía que estaba haciendo con ellos, pero que debía hacerlo lo más simple posible para que no se aburrieran y pudieran trabajar correctamente.

Report Page