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IX Grandes conspiraciones de la historia » ¿Estuvo implicada la monarquía británica en los asesinatos de Jack el Destripador?

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¿Estuvo implicada la monarquía británica en los asesinatos de Jack el Destripador?

La bruma cubría Londres el 31 de agosto de 1888. Por las calles de Whitechapel vagaba la solitaria Mary Ann Nichols en busca de clientes por cinco peniques. Era una de las múltiples prostitutas que residían en el barrio de East End. A las 3.45 de la madrugada de un viernes fue encontrado su cuerpo en Bucks Row, actualmente la calle Durward: tenía la garganta rajada de oreja a oreja y el vientre abierto desde el abdomen hasta el diafragma. Era la primera víctima de Jack.

Entre 1888 y 1889 varias mujeres fueron atrozmente asesinadas en los barrios más pobres de Londres por un maníaco sexual que, jactanciosamente, se autodenominó Jack el Destripador (Jack the Ripper). Después de más de un siglo, los asesinatos todavía están oficialmente sin resolver. Hubo mucha polémica sobre a cuántas mujeres había asesinado y hoy en día lo más aceptado es que fueran cinco y no nueve, como se estipuló en un principio, ya que esas cinco mostraban rasgos y características comunes que las otras cuatro no tenían. Todas fueron asesinadas en fin de semana y de noche, cuando había luna llena. Se estimó que el asesino no era residente de aquel paraje, si bien conocía a la perfección los callejones y plazoletas de Whitechapel.

Con el paso del tiempo, los investigadores formularon varias hipótesis sobre la identidad de Jack el Destripador. Entre los sospechosos se mencionó a sir William Gull, médico personal de la reina Victoria, a James K. Stephen, tutor del príncipe Albert en Cambridge y a Montague John Druit, un maestro de escuela loco, cuyo cuerpo fue hallado flotando en el río Támesis poco después del último asesinato. En 1993 fue publicado un supuesto diario de Jack el Destripador, escrito por James Maybrick, pero varios estudios han revelado que la tinta empleada es posterior a la época victoriana. Más recientemente, la autora norteamericana Patricia Cornwell publicó en 2003 Retrato de un asesino, donde asegura que el criminal más buscado de todos los tiempos no es otro que el pintor inglés Walter Richard Sickert.

Ninguna de estas hipótesis ha sido comprobada, por lo que hasta la fecha se desconoce quién fue el famoso Jack el Destripador, un misterio que provocó cambios en los métodos de investigación policial, desde la identificación por las huellas digitales hasta el trazado de perfiles psicológicos del asesino. Un misterio recurrente que suscitó varias conjeturas y sospechas que apuntaban a todas las clases sociales, y cuanto más altas, mejor.

Alguien comenzó a difundir el rumor de que el Destripador habría sido el duque de Clarence, el príncipe Alberto Víctor Christian Eduardo, hijo mayor del futuro rey Eduardo VII y nieto, por tanto, de la reina Victoria. Tenía veintiocho años en el momento de los crímenes y murió poco después en una clínica privada. Según parece, el joven príncipe era un apasionado de la caza y asiduo de los prostíbulos, aunque nunca se le consideró como un hombre violento. La causa oficial de su muerte fue una neumonía producida por una epidemia de gripe, pero se sospecha que falleció a causa de la sífilis, que, probablemente, le habría transmitido una prostituta.

La primera mención como posible sospechoso fue hecha pública en 1962 en el libro de Phillippe Jullien, Edouard VIL Más tarde, el doctor Thomas Stowell publicó un artículo en 1970 acusando al príncipe Alberto de ser Jack el Destripador, basando su teoría en algunos documentos de su médico personal, William Gull, quien le estaría tratando la enfermedad. En ellos narraba que su paciente sufría una grave inestabilidad emocional por sus tendencias homosexuales y que se estaba volviendo loco. Por eso, con la intención de vengarse, habría cometido los asesinatos de Whitechapel. Ninguna de estas declaraciones han podido ser probadas, porque Stowell murió poco después de que su libro fuese publicado, y sus notas no han sido halladas.

Como era de esperar, muchos eruditos han arremetido contra esta teoría y la han desacreditado por completo, argumentando que el príncipe Alberto no estaba en Londres en las fechas de los asesinatos más importantes, sino en Escocia.

Esto no ha acallado la teoría popular de que toda una conspiración real estaba detrás de los asesinatos. No sólo es la premisa de la reciente película From Hell (Desde el Infierno), protagonizada por Johnny Depp y Heather Graham, sino que ya antes había dado lugar a gran cantidad de documentales, artículos y libros. De hecho, la película está basada en la novela gráfica escrita por Alan Moore e ilustrada por Eddie Campbell. La trama sugiere que la investigación de los crímenes fue torpedeada por una conspiración de alto gobierno.

Esta idea fue esbozada en un libro escrito por Stephen Knight y publicado en 1976 bajo el título Jack the Ripper, the final solution, donde aseguraba haber recogido las notas de un hombre llamado Joseph Sickert, hijo del pintor Walter Sickert, que decía haber conocido a Jack el Destripador, y que le habría confesado quién era el asesino en su lecho de muerte. La teoría que plantea Knight es que Sickert padre daba clases de pintura al príncipe Alberto y que éste conoció a una modelo que posaba para el pintor llamada Annie Crook, con la que no sólo tuvo sus devaneos amorosos, sino que llegó a casarse con ella. Más tarde, Knight metería también a la masonería inglesa en el tinglado.

Básicamente, el libro plantea que Mary Jeanette Kelly y otras prostitutas del East End trataron de extorsionar a la familia real con la información de que el príncipe Alberto se había desposado en secreto con la católica Annie Crook, cuando ésta se quedó embarazada de una niña a la que llamarían Alice. El primer ministro se alarma y le encomienda a sir William Gull, médico de palacio, que termine de cuajo con este problema. A éste no se le ocurre mejor manera que destripar a las conspiradoras.

Si el pueblo londinense hubiera llegado a conocer la unión del príncipe heredero con una mujer de clase baja, hubiera supuesto un escándalo público. Por ese motivo, la reina Victoria se habría empeñado en resolver el problema antes de que comenzasen a correr los rumores de la boda, delegando la tarea al médico de la casa real, el doctor William Gull. Éste actuó entonces secuestrando a Annie y, tras declararla demente, internándola en un hospital psiquiátrico, en donde fue obligada a vivir por el resto de sus días. Mientras, el príncipe Alberto fue llevado al palacio de Buckingham y se le prohibió abandonar sus dependencias, haciendo correr el rumor de que estaba gravemente enfermo.

Cuando Annie fue secuestrada, Mary Kelly, la última víctima del Destripador, se ocupaba por aquel entonces del bebé. Tanto ella como el resto de las jóvenes prostitutas asesinadas conocían la relación secreta entre el príncipe y su compañera, y sabían que, tras la desaparición de Annie, también sus vidas corrían peligro, por lo que decidieron guardar el secreto. Aun así se llevaron a cabo los asesinatos para impedir que las jóvenes hablasen del matrimonio entre la plebeya católica y el heredero anglicano, y se creó la imagen de un sanguinario psicópata con conocimientos de cirugía.

El cochero de la casa real, John Nestley, se encargó de localizar una a una a las chicas y de convencerlas para que subiesen al carruaje diciéndoles que una persona importante había solicitado sus servicios. Entonces, el doctor Gull, oculto en los callejones, las asesinaba y mutilaba salvajemente para hacer creer que el asesino era un sádico obsesionado con las prostitutas.

Esta teoría es la que mejor se adaptaría, según algunos especialistas, al silencio de Scotland Yard sobre los crímenes. Qué mejor razón para acallar un asunto que proteger el honor de la familia real. Es cierto que en Whitechapel existió una mujer llamada Annie Crook que tenía una hija ilegítima llamada Alice, pero no hay nada que pruebe que mantuvo una relación con el duque de Clarence (hay quien asegura que esta teoría es falsa porque las tendencias del príncipe Alberto se inclinaban más hacia los hombres que hacia las mujeres).

Uno de los más prestigiosos ripperólogos del momento, Stewart Evans, descubrió recientemente que Stephen Knight cometió un error de transcripción en una de las cartas escritas por el Destripador. El error en cuestión hace referencia a Robert James Lees, famoso vidente Victoriano en el que se basó gran parte de la teoría conspiratoria real-masónica que muy bien reflejaron las películas From Hell (2001) o Asesinato por decreto (1979). En la carta no aparece el nombre de Lees, sino la palabra tees, que es un término que utilizaba la policía londinense de la época. Quizá las prisas por culpar a los masones de los crímenes que se estaban cometiendo en uno de los barrios más marginales de Londres le llevaron a cometer este error crucial. Recordemos que Knight también había sido el autor de The Botherhood (1983), donde alertaba de una supuesta conspiración masónica para controlar el país. Denunciaba, entre otras cuestiones, que el 60 por ciento de los oficiales y jefes de la policía de Scotland Yard eran masones, así como numerosos políticos, jueces y otros funcionarios.

Se ha puesto en duda la capacidad del doctor Gull para ser Jack el Destripador, puesto que se dice que en 1887 sufrió un ataque de parálisis severo que le impediría realizar prácticas médicas, por lo que se dedicó exclusivamente a la enseñanza hasta el final de sus días, ocurrido en su casa en 1890, después de otro ataque que le dejaría mudo.

Aun así, las variantes de la conspiración de la monarquía británica en los asesinatos seguirán prosperando, porque es la historia que más se presta a una buena película o un buen libro de suspense…

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