Enigma
Naoki
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Naoki
El distribuidor que quiero para nosotros representa a casi todas las editoriales literarias, punto imprescindible para Los filósofos del tocador. Le presento la maqueta del libro de Ricardo, el secretario de Traces, con el que es mejor mantener buenas relaciones, pues salta a la vista que ese joven poeta ambicioso puede llegar a ser muy pronto el redactor jefe de la revista. Le explico todo eso y la necesidad de representar al que no tardará en ser reconocido como el único editor prestigioso de poesía. Ni más ni menos. Me escucha, una pizca dubitativo, me expone argumentos comerciales. Ricardo lo tiene todo para convertirse en la nueva imagen de la poesía catalana. Cuenta con poderosos apoyos en la Asociación de Escritores.
Mis argumentos estratégicos, más el excelente porcentaje que le asigno, acaban convenciéndolo. Me invita a visitar la casa, me explica la organización de la red de distribución y le escucho distraída mientras todos mis sentidos están alerta en busca de gente que pueda formar parte de nuestro movimiento. El director me presenta a algunos personajes clave. Por último me invita a visitar las naves y, allí, veo al jefe de almacenaje conversando con una joven que es la gerente del stock. Mi instinto me dicta que hay que contar con ella. El director me la presenta. Le expone nuestro proyecto. El rostro de Cassandra se ilumina. Adora la poesía. Inmediatamente la invito a la fiesta de inauguración de la librería, donde tendrá ocasión de conocer a nuestro primer autor, Ricardo, pero también al resto del equipo. Habrán de pasar unos años para saber si nuestra ambición de ser los mejores editores de poesía se hace realidad.
Salgo de allí, feliz y bastante orgullosa de mi aptitud como negociadora.