Enigma

Enigma


Naoki

Página 89 de 101

Naoki

El dolor se agota como un corredor de fondo. Su amargor abandona poco a poco el paladar, la lengua, la boca. Durante esos días, no pude comer nada. Todo me abrasaba. Los alimentos más ligeros tenían el espesor y la acidez de un tofu estropeado. Únicamente podía soportar el té. No salí de casa, no llamé a Zoe, pese a mi deseo de sentir que se mitigase la tensión entre nosotras. No pasé por la librería ni abrí mi teléfono para ver si Ricardo me había dejado algún mensaje. Había en el fondo de mi soledad una suerte de bálsamo irradiante que poco a poco me devolvía a la superficie de las cosas, a lo visible, a lo palpable.

Lo que más me sorprendió fue no sentir en ningún momento la menor culpabilidad. Era capaz de matar por amor como otros lo son de componer un poema, una sinfonía. Tan sólo me preguntaba qué habría sucedido de no ser por el brusco movimiento de Zoe. ¿Le habría clavado el cuchillo a Ricardo?

Cuanto más pensé en las circunstancias, más me dio la impresión de que necesitaba rehacer los gestos de mi adolescencia para vaciarlos de su sustancia. Ricardo no había sido el monje zen sino durante unos segundos, Zoe había sido Mishawa lo que le cuesta a la luna envolverse en una nube. Mi gesto se había vaciado de su rabia, es ahora límpido, se ha redimido del peso del pasado, se halla suspendido en el espacio, donde toda cosa desaparece. No tenía el menor resentimiento, el menor rastro de celos.

Existe en todo acto una dinámica que tiende a la blancura, la de la nieve, la del papel de arroz, la que el calígrafo toca con su pincel cargado de tinta negra. Entonces me invadió una asombrosa calma, sentía latir mi pulso, mi corazón despejado, mi boca por fin lista para nuevos besos, mi sexo abierto como una gruta submarina, mi mirada ajustada a la curva del infinito.

Esperaba, confiada. Mi deseo era como una colmena repleta de abejas. La misma noche, conecté mi teléfono y vi que nadie me había enviado un mensaje. Dos minutos después, la voz cálida y dulce de Joaquim terminó de ponerme en contacto con la vida. Me pidió que fuera a verlo, al día siguiente, a las doce menos cuarto de la noche.

Ir a la siguiente página

Report Page