Elizabeth

Elizabeth


EL PASADO SALE A LA LUZ

Página 10 de 22

EL PASADO SALE A LA LUZ

18.30 P.M. Moles entraba en el recinto de la piscina. Llevaba todo el día dándole vueltas al caso de Gerard

Brown. Había hablado hacía escasas horas con ambos hijos; estos le insistieron que era imposible que su padre hubiese desaparecido por cuenta propia. Lo peor de todo, es que a pesar de las imágenes, los creía.

Le daba mil vueltas a la cabeza sobre diferentes posibilidades que justificasen un secuestro, sin rescate y que implicase que el rehén se pasease solo en coche en medio de la noche, para dejar posteriormente el coche abandonado. Parecía una locura, pero sin embargo, creía era posible.

La única posibilidad que lo podría hacer real, era un psicópata. Esa noche se reuniría para cenar con el Sr. Blummer. Thompson había pasado el caso al departamento de delitos económicos, no quería perder más tiempo en esa investigación. Iban a hacer una completa auditoria a Brown. A Moles le molesto en principió, dejaba de formar parte de la investigación. No obstante, Thompson no puso impedimentos siguiese con el caso siempre y cuando cumpliese con el resto de las investigaciones como referencia hacia los hijos del político y hacia Moles. Sabia se había convertido en algo personal para él.

Se relajó un buen rato en la piscina y la sauna. Lo necesitaba, así tenía tiempo de pensar, de atar cabos. No tenía nada a lo que aferrarse. Únicamente un listado de casos sin resolver y psicópatas que podrían responder al perfil psicológico. La lista era amplía, tenía la intuición de que nunca había sido cogido pero que si había hecho algo parecido anteriormente.

Sobre las ocho se vistió y salió con el coche camino del restaurante donde se había citado con el Sr. Blummer, a ver si podían poner algo de luz en este caso.

A la misma hora en la mansión de Brigitte. Miguel había pasado el día incomunicado, estaba muy asustado. Sabía que de un momento a otro le iba a pasar algo malo. Se encontraba tumbado en la celda de la que había conseguido escapar encadenado por los pies a la cama, con la camisa de fuerza puesta y sujetado a la cama mediante unas cintas elásticas que lo envolvían. Sabía que habían reforzado la puerta, por la mañana el Francés estuvo trabajando fuera. —

Escápate ahora si puedes—. Le había dicho socarronamente.

Los juegos con el inglés habían continuado durante la mañana; pudo oír como lo sacaban de la celda. Para él, estaban reservando algo especial. No sabia que era, pero estaba seguro de que no le iba a gustar en absoluto.

La puerta de su celda se abrió. allí estaba el Francés y Elizabeth que sostenía una jeringuil a en la mano. Se la inyecto en el brazo sin poder ofrecer él resistencia alguna. No noto nada, por lo de ahora. Se fueron y lo dejaron solo, quedándose Miguel profundamente dormido.

Se despertó horas después, estaba bastante aturdido. Un chorro de agua fría lo acabo de despertar, no sabía bien que es lo que había pasado. La visión la tenia borrosa. Estaba en la sala de torturas y de nuevo inmovilizado de tal manera que no podía ni girar el cuello. Se encontraba de rodillas, con los pies firmemente sujetos al suelo por unas piezas de metal y sus manos y cabeza metido en un artilugio metálico similar al que le habían puesto a Gerard el día anterior.

De repente todo giro a su alrededor, o más bien, era él quien giraba. Su plataforma tenía ruedas, y Dominique le estaba dando vueltas sin parar a bastante velocidad. Pudo ver a Gerard que estaba sentado en uno de los sillones también encadenado. La cámara de vídeo en su trípode con el rojo parpadeante de grabando encendido. Allí estaba ella, la maldita, la sádica, de pie le pareció más amenazante que nunca, había algo en su rostro, no alcanzaba a saber lo que pero había algo que no había visto antes. Iba vestida con un delantal blanco, levantó el hacha que llevaba en la mano para que Miguel la viese. Miguel Gritó —No, no, no—. Su vida corría serio peligro. Es más, se sabía condenado. Las imágenes de su recién celebrado funeral le vinieron a la mente. Apretó tanto los dientes que pudo sentir como se le rompía uno de los incisivos, y empezó a sangrar abundantemente por la boca. Escupió el trozo de diente que vio caer al suelo de la plataforma.

Elizabeth soltó una carcajada —Pagarás por lo que has hecho. Esto servirá de lección no solo a ti sino a Gerard y a muchos otros que vendrán. Todos sabrán lo que les conviene. ¡Llévalo al almacén! que vea lo que le espera. No va a ser tan fácil para ti, vas a sufrir un poco antes. Lo que te mereces, lo que te has buscado.

Gerard que estaba muy pálido sabia de lo que estaba hablando. Le habían enseñado esa habitación por la mañana. Era escalofriante. Elizabeth era un demonio, no era humana, alguien que cometía esas atrocidades no podía serlo. Compadeció a Miguel, se compadeció a si mismo. Algún día pagaría por todo ello. Que no fuese en el infierno, si fuese así, se convertiría en la reina del averno.

Dominique arrastró la plataforma del futbolista por la cadena, y lo llevó en dirección al fondo de la habitación donde había una amplia puerta que solo disponía de una cortina. Elizabeth sacó la cámara del soporte y entró primera en la sombría habitación, apartando de un manotazo la cortina. Dominique empujó a Miguel entrando en la habitación. Estaba totalmente oscuro, no podía ver nada. Miguel creía intuir algo en la pared del fondo justo delante de él. Su corazón apenas latía, lo podía oír, como si retumbase en su interior, como si se estuviese apagando y el fuese consciente de ello. Lo que sí vio fue la lucecita de la impertinente cámara que se suponía llevaba ahora Elizabeth.

Entonces un fogonazo resplandeció, los fluorescentes parpadearon. Vio algo fantasmagórico, por un breve instante. Era como si el tiempo se hubiese detenido para él, no quería mirar, otro fogonazo de los fluorescentes y entonces lo vio claramente, la horrible visión de cabezas y miembros amputados en grandes tarros de formol. Miguel vomitó hasta la bilis ante lo que tenía ante sus ojos. Jamás hubiese podido imaginar que fuese capaz de algo semejante.

—Tu futuro Miguel esta aquí. En estos tarros, donde descansaras esta noche. —Dijo la inhumana Elizabeth, señalandole varios tarros vacíos que había en una lado de la habitación, junto con grandes garrafas de formol. Miguel aun seguía vomitando, trató de moverse empleando todas sus fuerzas.¡Tenia que salir de allí!. Era incapaz, estaba firmemente sujeto a la plataforma. Aún así, lo intento de nuevo, lo único que conseguía era causarse serias heridas en sus pies y manos que sangraban por el contacto con el metal.

—Es inútil Miguel. ¡Se un hombre y acepta tu destino!. —Le gritó Elizabeth, que recogió dos cuchillos de carnicero y los afilaba uno con ell otro apostado junto a una mesa de roble maciza. El delantal era de carnicero....

. Ahora se daba cuenta.

Miguel pensaba que estaba viviendo una pesadil a. —No, No, No—. Repetía una y otra vez. Esto no podía estar pasando, pero sí, estaba pasando e iba a ser peor.

—¿Ves estas dos cabezas de aquí Miguel?. ¿Les encuentras algún parecido?. —Le decía Elizabeth señalandole dos cabezas que estaban juntas en un enorme tarro, una a lado de la otra. Esperaba respuesta. pero Miguel no decía nada, ni siquiera levantaba la vista que tenía fija en el suelo. Elizabeth le levantó la cabeza de un golpe con la mano y Dominique acercó su plataforma tan cerca del tarro, que casi podía tocarlo con la nariz.

Era repugnante.

—Ahora lo ves mejor. Son mis padres españolito. Mi primer trofeo, el más apreciado. Nunca supieron apreciar mi genialidad y ahora son un trofeo más de mi colección. Aquí tienes a Charles, mi primer y más querido esclavo: Lo suyo fue accidental, no quería hacerle tanto daño pero desgraciadamente murió desangrado. Ves este otro, o te gusta más este. Este era un entrometido y curioso vecino. Este chico ¿Qué te parece?. De estos tengo muchos, son tan fáciles de conseguir que ni me preocupo de conservarlos, tan fáciles como tu Miguel. ¿Para qué? No merece la pena, los quemo y entierro sus restos en el invernadero del jardín.

—No tengo mucho espacio aquí Miguel. Como ves las estanterías están casi llenas. Pero he hecho un hueco para ti. Lo ves, justo aquí. Aquí estarás muy bien. Te gusta, si quieres puedo poner un epitafio en tu bote.

Algo así como...... Se queda un momento pensando —Lo intente pero no lo conseguí—. Suelta una carcajada y el francés se ríe también. Miguel aparta la vista de los tarros, nunca pudo imaginarse que vería algo tan horrible. Ahora su corazón latía con frenesí, sonaba como el tambor de una tribu africana en un ceremonial de sacrificio que iba aumentando su ritmo una vez se acercaba al final.

—¡Estas enferma. Arderéis los dos en el infierno!. —Grita Miguel y los mira desafiante con despreció, escondiendo el miedo de su interior—. No estoy enferma estúpido. Te arrepentirás de lo que has dicho.

Dicho esto, la chica se dirige a una de las paredes donde había colgadas herramientas en muy mal estado.

Descuelga una guadaña. Se la queda observando, y la vuelve a depositar en su lugar. Descolgando una oxidada sierra de tamaño considerable. —Sí, esto parece que servirá. ¿Te gusta Miguel? Miguel observa con respeto la enorme sierra. El alma se le cae a los pies.

—Llévalo a la sala. Va a saber lo que es bueno. —Dominique lleva al desesperado chico a la sala en su plataforma y lo deja enfrente de Gerard que no sabe que decir. Gerard esta llorando, y lo mira asustado. No puede ayudarlo, llora de impotencia. Miguel le dice —¡Hubiese vuelto a por ti Gerard!. Me hubiese gustado despertarte con la policía a mi lado. No te iba a dejar abandonado. Te lo juro—. Era la verdad —Lo sé Miguel, lo sé. Gracias de verdad. Lo siento—. Gerard admiraba el valor del chico. Aún en la situación que estaba, mantenía de una forma admirable la compostura. En ningún momento, imploró perdón.

El francés toma su lugar junto al trípode y Elizabeth se sube a la plataforma con la enorme sierra oxidada en la mano —

¿Una última voluntad antes de morir?. Su voz sonaba como la de un verdugo, con el poder de la vida y la muerte sobre sus manos. Aunque un verdugo jamás usaría una sierra.

—¡Quémate viva zorra!. —Grita Miguel, presa del pánico, su respiración como la de un animal agonizante.

Dicho esto, la chica clava los afilados dientes de la sierra en la carne de Miguel y realiza un primer movimiento. Miguel ruge de dolor. Otro movimiento, y la sangre sale disparada al delantal de la psicópata  cubriendolo de sangre, no sentía absolutamente nada. Gerard cae desmayado al instante, pero ella sigue cada vez con mas fuerza, arrastrando la sierra en el cuello de Miguel que cesa de gritar.

La vida le había dejado, afortunadamente. ella seguía dándole duro con la expresión de su cara fuera de si, apretando los dientes, completamente cubierta de sangre. Sus ojos dilatados, como poseída. Cada vez con mas fuerza, hasta que pudo por fin levantar su trofeo alzando la mano al cielo, mostrando la cabeza de

Miguel con la sangre cayendo a chorros a la cámara.

CENA CON BLUMMER

Moles acudió puntual a la cena con el Sr. Blummer. Lo encontró sentado, disfrutando de un aperitivo en el pequeño y acogedor restaurante que él mismo había elegido. El psiquiatra, lo saludo desde su mesa nada más entrar en el restaurante.

Moles acudía con un portafolio en la mano. Había llevado unas copias de casos sin resolver que podían encajar en el perfil psicológico que había trazado el Sr. Blummer. Aunque quizás estaban perdiendo el tiempo los dos. Quizás Brown estaba implicado hasta el cuello en algo tan grande, tan corrupto que tenía que desaparecer para proteger su vida. Si era así, que estallase cuanto antes. Era lo mejor.

—Buenas noches Sr. Blummer. Gracias por su colaboración.

—Siempre es un placer ayudar a la policía, gracias a ustedes por tenerme tan alta consideración. Le aconsejo, sopa de pescado y el salmón al horno. Excelentes.. —En esos momentos, llegaba el camarero a la mesa ofreciéndoles los menús.

—No es necesario: Sopa de pescado y salmón al horno, por favor —Dice Moles— Lo mismo para mí. Una botella de vino blanco, y agua. —El camarero se retira con la comanda.

—Hubiese tirado la toal a en este caso si no fuese por lo que nos comento el otro día. Como ha visto en las noticias, todo parece indicar a una desaparición voluntaria del Sr. Brown. Su opinión Blummer, es importante para mí. Ha sido el único capaz de poner luz en las tinieblas.

—Exacto Moles, que todo el mundo piense que Brown ha desaparecido voluntariamente, es lo que quiere el secuestrador. Salir impune, y desviar la atención para actuar con tranquilidad. Que se archive el caso, y de paso acabar con la reputación de Gerard Brown en sus propias narices.

—¿Usted cree? Una cosa es que engañe momentáneamente a la policía, y otra que lo haga de manera  definitiva. —Le parecía un objetivo demasiado ambicioso. Secuestrar a alguien y que nadie fuese consciente de la verdad.

—Es una posibilidad. No la descartaría, es una característica del perfil que hemos trazado ellotro día. He estado pensando mucho en ello. He consultado los casos de los más significativos psicópatas de la historia.

Los casos sin resolver. Tratando de meterme en la mente de ellos. Me he metido en la mente de un psicópata, Moles. He pensado como uno de ellos, es la única manera de avanzar en este caso.

—Estoy de acuerdo Blummer. Usted es el especialista, yo he tratado con alguno, pero es que ahora mismo no se a lo que me enfrento. Las imágenes de Brown conduciendo me han dejado perdido. Por un lado, no me las quiero creer. Pero están ahí. No existe nada que pueda justificarlas.

—Ese es el objetivo del secuestrador, jugar al despiste con la policía. Centrémonos por lo de ahora en las preguntas sin respuesta: ¿Qué justificaría una desaparición de un parlamentario? ¿Por qué el Sr. Brown conducía el mismo el coche en medio de la noche? ¿Por qué después de dos semanas se molestan en mover el coche de lugar?

Supongo la respuesta a la primera pregunta es un delito económico, algún escándalo político. Por protegerse.

¿Tiene algún dato que me pueda proporcionar en este sentido?

No, hasta el momento. Estamos consultando todos los canales oficiales, también digamos canales no oficiales. Tenemos informadores en paraísos fiscales. De una manera u otra sabremos si estaba desviando fondos. —Contesta Moles mientras el camarero les sirve las sopas de pescado.

Esta bien. Eso corre por su cuenta. Pongámonos en el supuesto que el Sr. Brown no haya desaparecido por voluntad propia que es el que nos interesa, y por ello estamos compartiendo mantel. Tenemos a un Sr. Brown, retenido. Su captor no tiene interés económico, por lo de ahora, lo que sabemos de é,l es que esta muy interesado es estar todo el tiempo posible en los medios.

Sí, eso es evidente. Le gustaba como manejaba la información el Sr. Blummer. El era muy bueno, pero ese tipo era un autentico genio.

Los primeros días, el secuestro fue portada de periódicos y cabecera de telediarios. Usted salió en varias ocasiones en las noticias sin hacer comentarios. El captor lo vio, y se intereso por usted. Se intereso como adversario, lo retó dejándole la felicitación de cumpleaños en su propia casa. Con eso, quiso demostrar, que lo estaba controlando, que era él quien tenía el control de la situación.

No obtuvo el efecto deseado, al no obtener notoriedad. Supongamos eso lo ha decepcionado, se ha sentido molesto. Planeo un plan B, o quizás lo tuviese ya planeado.

¿Usted cree que podría ser tan meticuloso?.

Sí, quiere crear un crimen perfecto. Es muy cuidadoso. Solo ha cometido un error. —Hace una breve pausa para beber un sorbo del vino— Sigamos con su plan B, después de la felicitación de cumpleaños. Necesitaba algo de impacto, algo que fuese portada de todos los periódicos y revistas.

Algo sorprendente. ¿Qué podía hacer? ¿Matar al Sr. Brown?, ¿Cortale un dedo?, ¿Otra nota?..... No nada de eso, demasiado clásico en su opinión. Necesitaba algo nuevo que causase el impacto que buscaba. Necesitaba dar un buen golpe, un golpe maestro, a Brown, a su partido, a la policía.

Prefirió algo mucho más sorprendente, novedoso. Tiene mucha imaginación ese hombre, rozando lo enfermizo. Esto no es tan habitual Sr. Moles.

Comprendo. Siga por favor.-Moles era todo oídos. Apenas probaba bocado y jugueteaba con un trozo de pan.

Tuvo la gran idea que necesitaba, su golpe maestro. Obligar al Sr. Brown a dejar el mismo el coche, asegurándose que fuese grabado en el camino, y que ustedes y todo el Reino Unido viesen esas imágenes. No las que ustedes buscaban del secuestrador, sino las que el quería que encontrasen.

Sembrar dudas. ¿Se da cuenta con quién estamos tratando? Piénselo por un momento, ¿A quién se le podría ocurrir algo semejante? A muy poca gente Sr. Moles.

Moles asentía con la cabeza —Demasiado enrevesado todo esto.

Exacto, tan complicado como su manera de pensar. Es un psicópata Moles. No me cabe duda—.

Sentenciaba Blummer.

No entiendo. ¿Cómo conseguiría obligarlo a realizar algo así?. Sin que huyese me refiero.

Con una amenaza. —Contesta Blummer. El Sr. Brown tiene dos hijos ¿No es así?. Podía haber asustado a Brown con hacer daño a sus hijos esa misma noche. Unas imágenes de ellos en el interior de sus casas podría haber sido más que suficiente.

Hemos pensado en esa opción . De hecho, he hablado con los hijos al respecto. No han notado nada raro en los últimos días. Dos agentes los están siguiendo discretamente solo como medida de precaución.

Bien hecho Moles. Entonces podemos descartar esa opción, es un avance importante, tenemos que descartar opciones.

Creo que sí. Siga por favor.

Tenemos al otro hombre. Apareció justo cuando Gerard trató de dejar el mensaje. Las huellas y el mensaje están exactamente en el mismo lugar. Recordemos que estaba inconcluso. Los secuestradores creo no saben de su existencia. No lo hubiesen dejado ahí. Ahí en ese lugar, el secuestrador tuvo su primer, y único error. Dejo sus huellas . Simplificando, tenemos un coche conducido por el Sr. Brown que se dirige al punto donde le indico el secuestrador. ¿Por qué no huyo Brown si estaba sólo en el coche? Dígame Moles.

¿Porque se sabía vigilado?.

Indudablemente lo estaba. Pero ¿Por qué no huyo?. ¿Qué consecuencias tendría su huida?

Que lo matarían.

Si iba sólo en el coche, tal como vimos en las imágenes, era un riesgo que podía asumir. Creo tenemos una respuesta posible.

Dígame Sr. Blummer.

No es el único secuestrado. Si el huía, el resto morían. No podía, no quería, sentirse responsable de la muerte de inocentes.

Es inquietante lo que me esta diciendo Sr. Blummer. Más rehenes.

Piénselo bien Moles. Póngase en el lugar del secuestrador, trate de pensar como él. Quería dar un golpe encima de la mesa, regocijarse en su narcisismo, demostrar que es el mejor. Esta dos pasos por delante nuestra, no lo dude. Es capaz de asumir riesgos, pero no es tonto. Pone las vidas del resto de los otros rehenes en manos del Sr. Brown. Pero no solo eso, aún así, no se fía de él. Podría escaparse, y ante esa posibilidad, pone a uno de sus hombres o el mismo cerca, muy cerca de Brown en todo este proceso. Por si algo fal aba. Se asegura de no meter la pata. No esta dispuesto a correr un riesgo tan elevado.

Pero ¿Cómo lo ha hecho?. No encontramos huellas de ningún otro coche en el camino.

Centrémonos en la escena. Brown conducía por el camino del bosque. Vio su oportunidad en medio de la noche. Tenía que hacer algo antes de llegar a su destino que estaba ya muy cercano.

Imagíneselo dándole vueltas a la cabeza. Brown es un hombre inteligente, no lo dude. Sabia que estaba vigilado en todo momento. El GPS manipulado le llevaría a pensar que había una cámara al menos. Vio las maderas e inmediatamente, se le ocurrió lo del mensaje. Era una pista definitiva si lo hubiese acabado.

Sí, lo veo.

Si hizo esto, fue porque realmente pensaba que estaba solo en el coche. Tal como vimos en las imágenes. Con el coche apagado, sin ninguna luz, la cámara no podría grabar ninguna imagen por la oscuridad total del bosque. Al menos es lo que pensó él. Merecía la pena correr el riesgo. Lo vio claro, tenía que hacerlo. Paró el coche y apagó las luces, empezó a escribir el mensaje y, de repente oyó pasos detrás suya. —Toma una pausa, mientras toma otro poco de la sopa de pescado.

Tuvo que ser muy rápido, cosa de menos de 15 segundos entre que baja, recoge la madera y encuentra la piedra para escribir en ella. Oye un ruido, alguien venía en su dirección, tira la madera asustado y deja el mensaje como quedó, inconcluso.

Pero.... ¿Cómo es posible que fuese así tan rápido? ¿Cómo iban a seguirle tan de cerca sin que el se diese cuenta? No comprendo.

La única manera de que eso sea posible, Sr. Moles. Es que esa persona estuviese dentro del coche sin que Brown lo supiese. Esa persona, estaba en el maletero. Apostaría mi vida a ello. El asesino se escondía en el maletero sin que Brown pudiese siquiera imaginárselo al igual que nosotros. En todo momento estuvo vigilándolo bien cerca, dispuesto a actuar si era necesario. Disfrutando de su hazaña en primera persona. Enfermizo ¿verdad? Te aseguro que lo estaba disfrutando más que nosotros esta sopa.

Moles se reincorpora en la silla. Lo del maletero le había parecido sorprendente, se imaginó por un momento el susto que se llevaría el Sr. Brown. Lo cerca que tuvo su captor de verlo escribir el mensaje.

Seguramente dejo caer la madera paralizado del miedo al oír el primer ruido.

—Sr. Blummer, ¡Lo que me esta contando es inquietante!. Da miedo realmente. Tiene sentido. Eso lo explica todo, es increíble. Jamás se me hubiese ocurrido. —Moles le daba vueltas a su cabeza a lo que le había dicho Blummer. Todo encajaba a la perfección.

—A grandes rasgos creo estar en lo cierto. Es aventurado lo sé, pero es un supuesto que podría ser muy real.

El único que lo explica, la existencia de más rehenes y que Brown no supiese de que tenia al psicópata dentro del maletero. La pista dejada por Brown, Sr. Moles, es buena. No creo se trate de una pista falsa.

Tiene una posibilidad real en ella. El coche de Brown debía de estar estacionado dentro del garaje de la casa del secuestrador. Encaja en el perfil, suelen vivir en casas individuales con poco contacto con los vecinos.

—Sí, lo de la casa individual lo tengo claro. En algún lugar con el número 17 y el nombre de la calle empieza por Ho. Lo he comprobado tenemos 100.000 coincidencias, estoy trabajando con informática en ello. Es demasiado amplío. Estoy descartando los pisos individuales. Eso reduciría la búsqueda bastante.

Blummer continua hablando. Moles tomaba notas en su agenda.

Moles, si estamos ante este supuesto. Tiene ustedes delante un auténtico hijo de satanás, sin escrúpulos, inteligente. Una persona tremendamente manipuladora que maltrata psicológicamente a sus rehenes para divertirse. Oculta las pruebas, manipula las evidencias tratando de engañar y consiguiéndolo. Metódico, cuenta con un plan muy elaborado que esta ejecutando casi a la perfección.

Nos ha engañado a todos de una manera increíble.

Lo ve claro ahora ¿Verdad?. Moles, una cosa tengo que decirte: No nos ha engañado. Lo hemos descubierto. Juguemos esa baza, ahora tenemos algo de ventaja. Tenemos la pista y el pensará que la policía ha bajado el listón en la búsqueda, engañemoslo a él, cojamoslo desprevenido.

Es cierto. No es demasiada ventaja. Sólo contamos con esa pequeña pista.

Pero lo es. Solo ha cometido dos fal os simultáneos: las huellas de sus pisadas en el camino y el mensaje que dejo Gerard. No es consciente de ellos, jamás lo hubiese dejado ahí.

Por supuesto.

Quiere ser protagonista pero que la sociedad no sea consciente de su presencia. Por eso manipula de esa manera, se dará a descubrir cuando lo considere necesario para sus propósitos. No podrá aguantarse a darse a conocer, lo hará en algún momento, cuando considere que ha hecho lo suficiente para pasar a la historia. Podría pasar un tiempo tranquilo a partir de ahí, y volver a aparecer posteriormente años después. Lleva una vida normal, solitario con pocos amigos. Se considera un cazador, un coleccionista de trofeos. —El Sr. Blummer empezaba a divagar, a veces parecía como si le costase seguir el hilo.

Tengo que hablar con Thompson. Hubiese sido bueno si viniese, pero como le dije ha pasado el caso al departamento económico.

Lo ves. Estamos haciendo lo que el secuestrador quiere. Es más, imagino que ha preparado la jugada del coche para dejaros en fuera de juego. Apostaría a que se imaginaba la cara que pondríais cuando vierais las imágenes de Brown conduciendo.

Así es. —Le vinieron las caras de los compañeros de la oficina y la suya propia al ver las imágenes.

Conclusiones Moles: Tenemos más rehenes. Seguirá con su plan, prepárese para una noticia de impacto que sea portada de los periódicos del país. No va a parar, probablemente prepara otro secuestro. Otro golpe. En cuanto se calmen los noticieros con la desaparición de Brown, no podrá resistirse a actuar de nuevo. El es el protagonista.

Hablare con Thompson, quiero me readmita en el caso. Da un sorbo al vino acabando la copa.

Esta ganando y lo sabe. Lo ha manipulado todo para salir impune, a saber que más ha hecho. No lo sabemos, pero estoy seguro lleva tiempo haciéndolo. Vigile el circulo de Brown, quizás se ponga en contacto con sus hijos, o el partido político, quien sabe lo que podrá hacer.

¿Cree que matara a Brown?.

No lo se. Es su mayor trofeo, lo tratara de disfrutar al máximo. Lo esta haciendo de hecho. Mire el juego que le esta dando. Por supuesto corre peligro. Aunque me temo que más peligro tienen sus otros rehenes. Supongo uno o dos a la vez. Investigue desapariciones de gente famosa de los últimos meses, quizás años. Tenemos una casa del terror. ¿Cuántos rehenes tiene? ¡Quien lo supiera!.

Tenemos que ser discretos. Por el perfil que me dice. Si sabe que lo estamos buscando, no actuará.

Ir a la siguiente página

Report Page