Dreamcatcher

Dreamcatcher


Portada

Página 7 de 12

“Tenemos mucho tiempo sin hablar… ¿Qué pasa?”

“¿Qué pasa de qué?”

¿Por qué eres tan cortante, Evan? Sólo quería ver cómo estabas…”

“No quise ser cortante, lo siento. Es que un amigo tuvo un problema y lo estaba ayudando”

“¿Ya tienes amigos? ¡Qué rápido!”

“Sí… Necesitaba mi ayuda y me ocupé en eso”

“Está bien… ¿Y cuando piensas volver?”

“…”

“¿Qué?”

“No voy a regresar en bastante tiempo y lo sabes, ¿Estás bien, Aquiles?”

“Sí, sólo quería asegurarme de que todo estaba bien…”

“Todo está bien, ¿Estás libre mañana para una video llamada?, Estoy muy cansada”

“Por supuesto, qué descanses”

“Te espero.”

 

Me tiré en la cama y me froté los ojos.

“Deja la intensidad con ese tipo, Evan. Sácatelo ya”.

Pero era más probable que me sacara los ojos antes de sacarlo de mi cabeza, así que en vez de luchar en su contra me quedé pensando en lo que quisiese venir a mi cabeza.

Me recosté, dejé caer mis manos detrás de mi cabeza… Y me dormí.

“¡Tenemos que irnos de aquí!”

“Estás hablando incoherencias, Leví”

“Señor, nos descubrieron… ¡Saben que estamos aquí!”

“No seas estúpido, por supuesto que la gente sabe que estamos aquí, ¡Si no lo supiesen no tendríamos trabajo, idiota!”

“No, señor… Shaw… Sabe que estamos aquí y lo sabe todo”

“¿Cómo demonios podría saber todo? ¿Estuviste tomando agua del retrete? Estás siendo paranoico”

 

Escuché la voz de dos hombres desde lejos. Se escuchaban gritos que iban y venían de los dos, profiriendo insultos a la nada y calentando la discusión.

 

“¡¿Qué coño es lo que pasa contigo, Leví?! La razón por la que te contraté fue porque pensé que eras mejor que esto. No me hagas cambiar de opinión.”

“Mire, señor”

 

El silencio se adueñó del lugar.

“¿Lugar? ¿Qué lugar?”

No había notado que lo único que hacía era escuchar y no veía nada. Tenía la sensación de seguir durmiendo.

Había recordado irme a recostar un rato luego de hablar con Leo y quedarme dormida.

“¡Oh, mierda! ¡Mierda! ¿Quién coño está en mi cuarto?”

Pero era inútil. No podía moverme ni abrir los ojos, no podía hacer nada.

“Un sueño… Maldita sea.”

Alguien rompió el silencio desgarrando algo de papel y escuché pasos apresurados por el lugar.

“Maldito”.

“Sí, señor… Pero como usted dijo: La gente sabe donde estamos, sino no tendríamos trabajo. No sabemos quién fue”

“¡Pues descúbrelo! Nos iremos de aquí ya mismo, envía a alguien a recoger. Terminaré el trabajo.”

 

Algo metálico cayó al piso. Uno de los hombres suspiró y caminó lentamente, haciendo que los pasos se escucharán cada vez más cerca hasta detenerse justo a mi lado.

- Hola, preciosa. No hemos tenido el placer de conversar un rato… Perdona mi mala educación, pero han surgido ciertos improvistos que han provocado mi descortesía.

Dentro de mí una furia inexplicable surgió, y comencé a sentir la urgencia de salir de allí y matar a ese hombre. El odio se arremolinaba dentro de mí, y un escozor en el pecho terminó de estallar haciendo que me removiera sin control en donde fuera que estuviese acostada.

- Ehh, calma cariño. Así sólo lograrás hacerte moretones y nadie quiere que tu piel se vea fea.

Traté de gritar pero me habían amordazado y lo máximo que pude lograr fueron chillidos patéticos que apenas se escuchaban en la habitación. Un sentimiento de impotencia me embargó y las lágrimas comenzaron a resbalar por el rabillo de mis ojos. Sabía que iba a morir… Y que no podía hacer nada para impedirlo.

El hombre me acarició la frente en un intento enfermizo de calmarme pero eso despertaba más mi rabia y mis ganas de asesinarlo a sangre fría.

- No lo tomes personal, preciosa. Eres un espécimen excepcional y costó bastante hacerme tomar el trabajo. Existen personas a las que no les cae muy bien tu papá, y les gusta trabajar al estilo de “El padrino”. Un poco exagerados, diría yo, pero cada quién tiene su manera de operar, no los juzgo.

El hombre comenzó a jugar con mi cabello y me quedé inmóvil. Sólo quería morir, morir de una vez y no tener que seguir escuchándolo.

Sentí su mano cubrir la venda que tapaba mis ojos, y suavemente tirar de ella hasta descubrir mi vista. La luz me cegaba y una silueta se formó delante de mí. En segundos recuperé la visión y observé a un hombre con un gorro quirúrgico y tapabocas, contemplándome con lástima y acariciando mi cabello.

- Es una lástima tener que terminar así. Hubiese sido un placer conocerla, Madeimoselle.[10]

Se retiró y pude observar su cara mirándome con una sonrisa radiante y enfermiza.

- Esto no va a doler.

Abrí los ojos y me sentía entumecida, como la sensación que se tiene luego de salir de una cirugía.

- Maldita sea, malditos sueños. Los odio, ¡Los odioooooooooooooo!

Me tapé la cara con un cojín y escuché la puerta de mi habitación abrirse.

- ¿Otro sueño?

- Sí… No estoy loca.

- Lo sé, eres vidente.

- ¡Cállate!

La sonrisa socarrona de Vica inundaba la habitación. ¡¿Por qué demonios tenía que ser así?! ¿Acaso creía que estaba jugando? No podía lograr que me tomara en serio, y con toda razón. “Si una loca psicópata me dijera ese tipo de cosas la enviaría derechito a un sanatorio”

- ¡Coño! Sé que suena disparatado pero es hora de que me tomes en serio.

- Siempre te he tomado en serio, ¿Por qué dices eso?

- Te ríes de mí cada vez que te hablo de los sueños. Yo sé que es una locura pero por lo menos actúa como si no pensaras que estoy loca.

- ¡No pienso que estás loca! Te dije que mi familia es muy religiosa, pero he visto cosas increíbles toda mi vida, claro que te creo. He conocido gente como tú.

- ¿Qué?

“¡Ehh, Vica! ¡Evan, vengan acá!”

Vica me dirigió un guiño y se encaminó a la puerta llevándome arrastras con ella hasta donde estaba Leo.

- ¿Qué pasa?

- ¿Chicas, podríais acompañarme a casa de Cosette? Quería ver cómo están ella y el inspector Gadget.

Ambos voltearon a verme y les dirigí un gesto maleducado que involucró mi dedo medio.

- No fue suficiente con tu cara de matón herido para que los taxis huyeran de nosotros, ¿verdad? Tenías que olvidar la casa.

- Ya, vale… Tienen razón. ¿No sabes cuál es, Evan?

“Estúpido, idiota.”

- No. ¿Por qué no llamas a Cosette?

- Les he dicho que extravié el móvil.

Tomé el teléfono y se lo atiné a la oreja. Quizá no era lo más prudente por hacer, podía terminar sin teléfono por una niñada pero Leo reaccionó al golpe y aunque profirió varios insultos, logró atajarlo en el aire.

- ¡Definitivamente no sois una persona comprensiva! ¡ME HAN GOLPEADO HOY, COÑO, DEJA DE HACERLO TU TAMBIÉN!

- ¡DEJA DE SER MENSO Y DEJARÉ DE HACERLO!

El vigilante de la urbanización donde se encontraba la casa de Cosette se asomó por la puerta para ver de dónde venía el escándalo y Leo y yo nos quedamos mudos hasta que se concentró en su partido de fútbol nuevamente.

- ¡¿Ven lo que van a lograr?! Niños malcriados. ¿¡Qué esperas para llamar!?

Vica susurraba en gritos y Leo se alejó para hablar con Cosette portando su mejor cara de “regañado por la maestra”.

- ¿Y cuál es el plan?

- ¿Plan de qué?

- Para tus sueños, ¿Qué vas a hacer para resolverlo?

- No hay nada qué hacer.

- Claro que sí, tiene que haber algo qué hacer. ¿No has ido a ver un brujo o algo así?

- ¡No! Esas cosas me dan escalofríos.

- Pero sabes que muchas son ciertas.

- ¿De verdad me vas a decir que el vudú, los videntes y esas cosas existen?

- Quizá mucho sea charlatanería pero créeme, existen más cosas de las que aceptas.

Leo nos hizo un gesto con la barbilla y vimos a Cosette caminar hacia nosotros. Nos dirigimos hacia ella y sin mediar palabra la seguimos a su casa. Su expresión era un tanto seria.

La casa era pequeña y moderna, de color blanco con ventanas negras y un tapete rojo en la entrada… Demasiado seria para dos chicos (Ya que según había entendido vivían solos).

Entramos, todavía sin intercambiar saludos y observé el mismo patrón dentro de la casa. Las paredes en varios tonos de gris y negro dominaban el lugar y los accesorios en blanco, rojo y negro terminaban la decoración.

No se sentía impersonal. Tenían fotos familiares, flores, adornos… Pero seguía sintiendo la sensación de que ese espacio no era en lo más mínimo parecido a ellos dos.

- Está precioso el sitio, Cosette.

- Gracias, Vica. Todavía necesita toques. Mi casa es su casa, siéntanse cómodos, llamaré a Nino.

Sentí la mirada burlona de Leo en mi cara, pero lo ignoré.

“Ya, cálmate. Cálmate, cálmate, cálmate, cálmate… ¡CÁLMATE!”

 

- ¡Ehh, Evan Joder!

- Ehh, ¿Qué pasa?

- ¿Qué si quieres ver el patio trasero? Estás sorda, mujer.

- Voy en un segundo, tengo que hacer una llamada.

Tenía un mensaje de Aquiles esperando en el buzón, pero no pretendía responderle. Apagué la pantalla del celular y me quedé viendo las cortinas como punto fijo para calmar mi respiración.

 

“Estúpida… Eres demasiado estúpida. No tienes perdón de Dios”.

 

La reacción ilógica que afloraba en mi era realmente estúpida, ¡ESTÚPIDA! Y aún peor era mi incapacidad de controlarla.

Caminé en círculos por la habitación, evitando el patio trasero y mi encuentro con algo que desde hace mucho había dicho anhelar pero que en el fondo no quería que sucediera. “¿Será posible?, ¿De verdad… De verdad me gusta?”.

Esperaba con todas mis fuerzas que las mariposas en el estómago fuesen una indigestión por los Calzone que había cenado la noche anterior con Vica, pero sabía muy bien que no era así.

3 encuentros Evan, 3. ¿Por qué habría de ponerme así por tres encuentros, de los cuales NINGUNO fue a propósito?

“Bueno, uno a medias”

- Creo que el patio trasero queda por el otro lado.

Me quedé helada.

Sentí su presencia en la habitación, y no sabía en realidad si estaba pensando en voz alta o en mi cabeza. Si estaba dando tumbos por la sala o si mi cara de “Nuestros hijos serán bellos e inteligentes” era lo suficientemente obvia mientras pensaba para que el notara algo. Pero ya no había nada qué hacer.

- Lo siento, iba a hacer una llamada.

- Por aquí.

Me señaló el camino hacia el patio y me contuve para no mirarlo a la cara. Llevaba unos vaqueros desgastados y unas botas negras, pero no quise levantar la mirada para ver más… O mejor dicho, no pude hacerlo.

- Disculpa mi mala respuesta esta mañana, estaba algo atareado.

- No te preocupes.

Subí la mirada por fin cuando casi entrábamos al patio y pude observar un vendaje cerca de su frente. Tenía raspones en las manos pero no pude ver mucho más porque su sweater color azul cobalto no me lo permitía.

“Ay, de azul no”.

- ¡Ehh! Pero si acá está McGyver[11]

- Qué fea pinta.

- La tuya no es mejor.

El saludo entre Leo y Nino sonaba amistoso, pero con un trasfondo un poco tenso. Y al parecer no fui la única en notarlo porque Cosette, que estaba distraída cerca del estanque que estaba en una de las esquinas del patio, se apresuró hacia nosotros con una sonrisa un tanto ensayada.

- ¿Cómo te sientes, Nino?

- No fue nada, Cosette.

- Lo siento, otra vez…

- Tú y Sherlock debieron pensar en eso antes de querer ser los detectives del año.

- Tú también querías saber qué está sucediendo, papá está extraño y lo sabes o si no me hubieses amordazado para que no fuese a ese sitio.

Nino la observó con cara de pocos amigos, pero no dijo más nada.

- ¿Y ahora?

- ¿Ahora qué?

- ¿Ahora qué haremos? Ya saben quiénes somos y aunque mi papá y Enzo no nos vieron los gorilas sí, no será fácil…

- Para allí un momento. ¿Te has vuelto loca? ¿De verdad piensas que te voy a dejar seguir con estas estupideces, Cosette?

- ¿Desde cuándo yo necesito tu permiso para hacer algo?

- Desde que hiciste que me golpearan para evitar que te masacraran por andar curioseando lo que no debes.

- ¡Yo no te pedí que fueses a ningún lado! Leo y yo estábamos perfectamente bien hast…

- ¡Claro! ¡Por eso es que Leo y yo parecemos salidos de una película de Bruce Lee! ¡Madura Cosette, a veces pasan cosas malas en el mundo y ya eres lo suficientemente grande como para deducir que TU NO ERES QUIEN PARA RESOLVERLAS! Si quieres ser una heroína llama a la policía, porque de resto lo que vas a lograr es una paliza, con suerte.

El silencio reinó en el patio y con él llegó la incomodidad. Cosette fulminó a Nino con la mirada, pero no dijo nada más. Vica se dirigió con Leo hacia al estanque y se sentaron en una orilla, él la observaba mientras ella chequeaba sus heridas.

Y yo me quedé sin saber qué hacer, como siempre.

- Evan…

- ¿Sí?

- ¿Me acompañas a la cocina, por favor?

- Claro, Cosette.

Nos dirigimos hacia otra puerta panorámica, que daba justo a la cocina. Era pequeña pero como todo lo demás, elegante. Los estantes y las alacenas se escondían detrás de puertas que dejaban al descubierto la comida y los platos con un pequeño empujón.

Cosette sacó una caja de bolsitas de té y colocó una tetera con agua para hervir en la estufa.

- Quisiera golpearlo…

- Lo sé, pero parece que sólo quiere protegerte.

- Entiendo eso, pero como el dijo, soy lo suficientemente madura para notar cuando algo está mal. Y quizá yo no pueda resolverlo, pero si descubro qué es tal vez pueda saber quién puede hacerlo.

- ¿Por qué tanto interés en la compañía, Cosette?

- No me interesa la compañía, pero me preocupa mi padre. No le dijimos a Nino pero algo raro está pasando, y creo que están involucrados, Evan. Mi papá y Enzo.

“Ah perfecto, mis primeros amigos son mafiosos”.

- ¿Cómo lo sabes?

- Lo he estado observando. Mi papá y Enzo ahora pasan más de la mitad del tiempo con el Sr. S y eso no es precisamente normal. Mi madre no lo nota porque está… Bueno, está siendo ella, pero yo si lo sé. Algo pasa.

- ¿Sr. S?

- Shaw. El solía trabajar en la empresa también pero ganó un montón de dinero con unas acciones y abandonó el trabajo.

- He escuchado ese nombre en algún lado…

- Quizá lo has visto en las noticias. Hace un año su hija desapareció. Fue noticia mundial, ofreció una recompensa insólita.

- ¿Y qué pasó con ella?

- Nunca apareció. Algunos dice que se fue con un tipo a vivir en Malasia, otros dicen que la asesinaron, pero nadie sabe qué pasó.

“¿Asesinada?”.

Una alerta se despertó en mi cabeza con esa palabra. Ese apellido me era muy familiar y algo me decía que era importante pero no podía ubicarlo en mi memoria.

- ¿Y por qué crees que tu papá esté metido en algo así?

- Porque… No lo sé en realidad, pero algo sucede.

- Quizás no sea nada.

- Quizá. En el momento en el que noté algo extraño lo pensé: “Quizá sólo beben y apuestan” o “Quizá tienen un negocio” y hasta llegué a pensar que podía estar engañando a mi mamá… Pero mi papá simplemente no es así. Tiene sus resbalones de vez en cuando y se toma sus tragos, pero esto es distinto. Pasa algo.

Iba a contestar pero en ese momento alguien entró a la casa y decidí dejarlo en el aire. Cosette preparó el té y la ayudé a llevarlo a la sala donde ya estaban Vica, Leo y Nino.

- Gracias.

- Para serviros.

- Tu acento es un insulto para los españoles, deja de tratar de imitarlos, Evan.

En otro momento hubiese sido un comentario gracioso, pero el ambiente seguía tenso así que lo único que reinó en el lugar fue silencio.

- Ok, ya basta. Entiendo a McGyver porque es muy probable que lo que sea que estén haciendo su papá y Enzo sea ilegal y puede llegar a ser peligroso el jueguito de los detectives en el que nos metimos Cosette y yo. Pero, ¿De verdad no tienes curiosidad?

- Mi padre puede hacer lo que se le venga en gana con su vida. Hace bastante tiempo comencé a cuidarme solo y si él no tiene derecho a decirme qué hacer, ciertamente yo tampoco tengo poder sobre su vida.

- Pues a mí sí me importa. 

Cosette estaba de pie detrás de uno de los sofás con los brazos cruzados y una actitud que daría mucho miedo si ella no pareciese ser de cristal.

- Si es alcohol, apuestas, mujeres… Tienes razón, no es nuestro problema. ¿Pero si no lo es?, el no actúa así por nada, y lo sabes. Quizá a ti te guste el papel de huérfano abandonado pero a mí no.

Nino se puso tenso con el último comentario. Su mandíbula se dibujó lentamente debajo de su piel y sus ojos se entrecerraron con aparente involuntariedad.

Cosette relajó los brazos y tenía una cara parecida a la de los niños que rompen algo sin querer.

- Lo siento, no f…

- No te preocupes.

Su voz resonó en la sala y un tono ensayado y tajante abarcó toda la frase.

Nino se puso de pie, mientras Vica y Leo trataban de hacerse la vista gorda a lo que sucedía (Con poco éxito, por cierto) y yo me quedé observando todo.

La pelea no parecía ser entre hermanos. Parecía un padre prohibiendo a su hija ir a la fiesta más esperada del año y la actitud de Cosette daba pie para pensar que no era la primera vez que se trataban así.

- ¿Evan?

- ¿Sí?

- Te pregunté si podías acompañarme.

- Ah.

Nino seguía optando por el tono ensayado y de exposición mientras su mandíbula parecía pelear con la piel de su cara para poder salir. La tensión dominaba sus facciones y las venas de su frente se habían brotado en algún momento de la conversación.

- Vamos.

No le había dado respuesta pero no pensaba discutir con él.

Las farolas pasaban casi sin forma mientras Nino conducía por una autopista que pasaba cerca del puente.

- Te van a multar.

Nino seguía sin voltear la mirada del camino, parecía muy concentrado frunciendo el ceño. Pero al fijarme bien, pude notar que su mente estaba muy lejos de ese sitio. Tardó varios segundos en contestarme.

- ¿Ah?

- Deberías ver el camino. No me malinterpretes, sería más divertido morir aquí al estilo de Paul Walker que ser asesinada por un psicópata pero creo que es un poco pronto.

Seguí observando el camino hasta que sentí la mirada desconcertada de Nino sobre mi cara.

- ¿Qué dijiste?

- Que estás conduciendo muy rápido.

- ¿Eres muy extraña sabes?

- Sí, gracias.

- No era un cumplido.

- Lo sé, nada es un cumplido viniendo de ti.

Nos miramos unos segundos y el silencio volvió. Su mirada se desvió a la carretera nuevamente y yo me absorté en el paisaje nocturno de la ciudad.

Unos 20 minutos después (Quizá más), llegamos a un puente muy parecido a los que se encontraban cerca del apartamento. Pero la carretera me dijo que no estábamos muy cerca de allí. Aparcó cerca del boulevard y me dirigió un gesto de “Bájate” de reojo.

Caminamos en silencio hasta el medio del puente blanco con miles de cables enormes que formaban una especie de tejido vertical desde un soporte más grande aún que se encontraba en un lado de la estructura. Era un soporte asimétrico, lo cual aportaba una curiosa forma al puente, pero hermosa.

“Hubiese traído mi cámara”

Pensamiento automático que me atacaba cada vez que observaba ese tipo de estructuras. Las fotos podrían quedar increíbles pero a veces me alegraba de no llevarla, así podía dejar esas imágenes sólo para mí, sin que nadie más tuviese la oportunidad de verlas como yo.

Estaba absorta en la estructura del puente y las farolas reflejadas en el agua hasta que sentí una mirada encima, y ya sabía de dónde provenía.

- ¿Te sientes mejor?

- ¿Qué?

- Tienes un serio problema de atención, o de audición quizá.

- Tú también.

- Ya cállate.

- Ya, ya lo siento. Ya me siento mejor, gracias.

- Sé que sólo quieres protegerla pero entiende que quiere saber qué pasa con su papá.

- Puede conseguir más que eso por querer jugar a ser Nancy Drew, con esas cosas no es divertido jugar.

- ¿Y por qué estás tan seguro de que le puede suceder algo? ¿Acaso sabes qué pasa?

- No te metas en eso tú también, los viejos tienen la suficiente experiencia como para saber cuándo retroceder, ustedes no.

- Sí sabes qué pasa.

- No lo sé, pero tampoco quiero averiguarlo.

- Claro que lo s…

- ¿Podemos hablar de otra cosa? Por favor.

Quería saber de qué se trataba. Así quizás podría contarle a Cosette para tranquilizar su mente paranoica, o advertirle que no se metiera en lo que sea que estuviese sucediendo. Pero su cara de preocupación y su ceño fruncido me hicieron desistir. Después de todo y a pesar de lo que dijo, era su padre también y quizá en el fondo si le preocupaba.

- ¿Quieres comer algo? Tengo hambre.

- Claro.

- Conozco un sitio por aquí cerca, ven.

Nos dirigimos al otro lado del puente, donde una hilera de toldos de diferentes colores desfilaba por las aceras del boulevard. Cientos de mesas con distintos colores, manteles y formas dibujaban trencitos a lo largo de las calles debajo de los toldos, todos en combinación perfecta: Toldos verdes, manteles verdes, toldos negros, manteles negros… Se veía espectacular a la luz de las farolas, con ese aire de nostalgia que me traían las luces de época.

Mientras nos íbamos acercando, llegaba a nosotros el sonido de la vida. Autos pasando, personas riendo, niños corriendo y mujeres gritando detrás de ellos, bicicletas, enamorados, ancianos pensativos observando el horizonte… Y nosotros.

- Entonces Evan, hemos progresado.

- ¿Cómo así?

- Pues, ya no crees que voy a matarte.

Su sonrisa era exquisita. Me observó con expresión divertida esperando mi respuesta y cuando lo único que obtuvo fue una mirada fulminante, intento imitarme en tono burlón, cosa que hizo que soltara una carcajada.

- ¡Ah! Se ríe, no lo puedo creer.

- Claro que me río, siempre me río.

- Nunca te habías reído así hablando conmigo.

- Porque siempre tienes algo qué decir, Sr. Sabiondo.

- Touché. Lo siento, deberías saber que la mayoría de mis comentarios son inofensivos, sólo me divierto.

- Lo sé.

Le dediqué una sonrisa rápida y seguimos caminando mientras el pateaba una piedra y yo observaba los autos pasar.

- ¿Cómo has llegado a Sevilla, Evan?

- Unas vacaciones cortas, una aplicación inesperada a la universidad, una aún más inesperada beca para esa universidad y la insistencia de mi madre. ¿Y tú?

- Nací aquí.

- ¿En serio?

Ir a la siguiente página

Report Page