Diablo

Diablo


Capítulo 19

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—¿Tía Helena está bien?

—Perfectamente. —Diablo le dedicó una mirada de soslayo y torció el gesto—. He tenido que ocuparme de otras diversiones.

—¿Oh?

—Me he casado hace poco, ¿recuerdas?

Charles levantó las cejas un instante.

—No imaginaba que el matrimonio pudiera aparejar el menor cambio en tus costumbres.

Diablo se limitó a encogerse de hombros. Rodearon Berkeley Square y tomaron por un callejón que corría entre dos casas, conectando la plaza con Hays Mews.

—Supongo que Honoria se habrá quedado en Somersham.

—Pues no. —Diablo frunció levemente el entrecejo—. Está aquí. Conmigo.

—¿Ah, sí? —Charles parpadeó y, al cabo de un momento, murmuró—: Debo presentarle mis respetos.

Diablo arrugó la nariz. Sabía perfectamente qué opinión tenían de Charles el resto de sus primos; por su parte, siempre había optado por la tolerancia. Continuaron andando hasta la esquina de Grosvenor Square y Duke Street; Diablo estaba a unos pasos de su casa.

Bruscamente, Charles se plantó ante él.

—No me gusta aludir a un asunto tan delicado, pero siento que debo comentártelo.

Diablo arqueó las cejas y recurrió firmemente a su tolerancia.

—Traer a Honoria a Londres tan pronto, exigirle que soporte tus relaciones esporádicas, cuando hace apenas unos meses de la boda, es una crueldad innecesaria. Quizá no sea muy experta en los modos de la buena sociedad, pero su inteligencia es, creo, superior. Sin duda se da cuenta de que dedicas tu interés a otras cosas. Las mujeres son sensibles a tales asuntos; si la hubieras dejado en Somersham, no la expondrías a tal vejación.

Diablo lo contempló con rostro inexpresivo; había olvidado todo asomo de tolerancia y apenas era capaz de mantener a raya su irritación. De no ser Charles de la familia, lo estaría estrangulando. Tuvo que concentrarse para borrar una mueca de furia cuando respondió:

—Te confundes, Charles. Ha sido Honoria quien ha querido acompañarme, y no he visto razón para negarme. —Su tono monocorde paralizó a Charles; su mirada habría helado el mismo infierno—. Además, me parece que partes de un error; en este momento, no tengo intención de buscar ninguna «relación esporádica». Mi esposa ocupa todo mi interés y no me interesa ninguna otra mujer. —Era la verdad, la pura verdad, expresada con más claridad de la que se había permitido nunca imaginar.

Charles parpadeó, de nuevo perplejo.

Diablo apretó los labios en una gélida mueca de humildad.

—En efecto, el matrimonio resulta mucho más gratificante de lo que pensaba. Deberías probarlo; es una experiencia fascinante que te recomiendo.

Con un gesto seco de la cabeza. Diablo se encaminó hacia su casa. Charles se quedó mirándolo con expresión de asombro.

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