Crystal

Crystal


Capítulo 6

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Capítulo 6

 

¿Cómo hacer para volver a tratar a alguien normalmente si todavía continuas aturdida por los besos más maravillosos de tu vida? La escena había requerido diez tomas y ninguno de los abrazos había resultado rutinario. Hacia el final, yo estaba completamente confundida y pienso que Xav no se sentía mucho mejor. Por supuesto que ambos sabíamos que teníamos almas gemelas en algún lugar; yo había esperado experimentar sentimientos tan intensos solo con la mía. Fue profundamente perturbador descubrir que sentía todo eso también por él. No era simplemente atracción física, había comenzado a gustarme la persona que se encontraba debajo de ese cautivante exterior. A pesar de que en general nos fastidiábamos mutuamente, él se había comportado de manera terriblemente dulce. Podría haberse burlado de mí pero, cuando se dio cuenta de que los dos experimentábamos la misma atracción, no hizo bromas ni fingió que no pasaba nada, que habría sido la forma más fácil de salir de esa incómoda situación. Más bien me trató a mí con respeto y a la experiencia, con asombro.

Mientras nos dirigíamos a casa durante la madrugada, descubrí que estaba un poquito enamorada de él.

Algo muy poco frecuente en Venecia, las calles se hallaban en silencio. Los motores ronroneaban contra el regazo de las olas, unos pocos botes pesqueros descendían por el Canal de la Giudecca de regreso de una noche de trabajo en la laguna. En breve, estarían descargando su pesca en el mercado del Rialto; los cocineros aparecerían a comprar los frescos frutos de mar y regatear el precio de la fruta y la verdura; la ciudad se sacudiría la modorra y se pondría a trabajar nuevamente, pero por ahora nos pertenecía a nosotros y a los gatos que rondaban los callejones. De noche, las calles eran inevitablemente siniestras, refugio de asesinos y fantasmas; el presente se confundía con el pasado; los canales susurraban promesas rotas con voces antiguas; agravios remotos acechaban en las sombras.

Xav me tomó la mano y balanceó los brazos en medio de nosotros mientras tarareaba suavemente. Su ánimo juguetón mantenía alejados a los malos espíritus como si estuviéramos caminando en nuestra propia burbuja de felicidad.

–Crystal, creo que tendríamos que revisar esa cuestión de si existe un vínculo entre nosotros o no. Nunca hicimos una prueba en serio, ¿verdad?

Sosegada por la increíble paz y la luz de la luna, no respondí con mi usual contraataque.

–Traté de explicártelo en Denver. No puedo usar telepatía.

–¿Pero tienes un don?

–Uno pequeño. Encuentro cosas de la gente… objetos que les pertenecen.

–¿Como Trace?

–Nada tan sofisticado como eso. Él puede rastrear cualquier cosa que alguien haya tocado. En mi caso, tiene que ser algo que te pertenezca, como las llaves o tu osito de peluche favorito.

Me apretó la mano.

–No sé por qué dices que es un don pequeño. Hay millones de niños en todas partes que estarían felices con eso. Sus padres se pondrían de rodillas y te agradecerían por hallar el juguete favorito de sus hijos.

Sonreí ante la imagen.

–Sí, lo sé. A veces mis hermanos lo encuentran útil… aunque nunca se pusieron de rodillas.

–Supongo que es porque les parece normal. ¿Y por qué te asusta la telepatía?

–¿Crees que me asusta?

–¿No es así?

Tal vez era cierto.

–Es que siempre me ha resultado tan difícil. Como un pájaro atascado en el motor de un avión, mi cerebro es el motor y todo eso que rodea a la gente es una bandada de gaviotas. Cuando trazo mi propio curso a través de la mente de las personas, no está tan mal pero cuando ellos se conectan conmigo me siento abrumada y me estrello –hicimos una pausa arriba del Puente de la Academia. ¿Cómo no detenerse a observar las negras aguas del Gran Canal bañadas de plata por la luz de la luna?–. Pienso que lo que me da mucho miedo es descubrir que no soy una verdadera savant como todos ustedes –afirmé. Listo, ya había liberado mi secreto.

–¿Y entonces qué eres? –volteó para mirarme.

Agradecí que no se burlara de mis miedos.

–No lo sé. ¿Una especie de retoño de un verdadero savant? ¿Alguna vez conociste a otro savant que no pudiera comunicarse telepáticamente?

–No, pero eso no significa que no existan. Desearía que me permitieras utilizar mi don para echar un vistazo dentro de ti. Es probable que pueda averiguar por qué te resulta tan difícil la telepatía.

La última vez que él me había hecho esa propuesta, yo había entrado en pánico y escapado. El miedo había provocado esa reacción. Ahora, sintiéndome mucho más tranquila y cerca de Xav, ya no le tenía tanto miedo. Pero lo que sí me asustaba era la perspectiva de averiguar finalmente cuál era el problema.

Rodeó mi cintura con sus brazos y me apoyé contra su pecho. Después de horas de hacer eso mismo para las cámaras, ya no me pareció raro. Era como si ahora ya tuviera mi propio espacio justo ahí contra su corazón. Sonreí ante ese pensamiento.

–Crystal, yo no sé qué somos el uno para el otro, pero sí sé que al menos quiero ser tu amigo. Puedes confiar en que yo sabré cuidarte. Si hay algo que está mal, ¿no es mejor averiguarlo por mí que por un extraño?

–Sí, tienes razón.

Movió la cabeza mientras reía en silencio.

–¿Puedo tener eso por escrito? Por una vez piensas que tengo razón en algo.

–No, no puedes porque nunca me permitirías olvidarlo –olía tan bien, un dejo de loción para después de afeitarse, la que habían usado para quitarnos el maquillaje y algo más que era simplemente de Xav. Tuve que contenerme para no seguir frotando mi rostro contra la piel que asomaba a través de los botones abiertos de su camisa–. Te dejaré mirar pero no ahora.

–Es cierto –coincidió–. Deben ser las cuatro de la mañana. No es el momento apropiado.

Me obligué a apartarme.

–Quizá deberíamos esperar hasta después de la boda. Si son malas noticias acerca de mi don de savant, prefiero no saberlo todavía, y si son buenas, no importará si me entero más tarde.

Para mi sorpresa, estuvo de acuerdo.

–Sí, yo preferiría hacerlo con la ayuda de mi familia. Con Zed, podemos unir nuestras habilidades y hacerte un examen completo. Victor, mi hermano mayor, tiene un talento especial con el control mental, por lo tanto puede averiguar si alguien manipuló tu mente en algún momento.

Yo no había pensado que debía compartir mis defectos con toda su familia.

–Pero, Xav, yo no los conozco. No me haría muy feliz que todos ellos se enteraran de mis problemas.

–No estaba pensando en todos, solo Zed y Victor. Al ser el séptimo hermano, Zed tiene un poco de casi todos nuestros dones y puede mantenernos unidos cuando hacemos una investigación conjunta. Él es muy molesto pero, a la vez, bastante útil –por su tono, me di cuenta de que no pensaba eso. Xav tenía una relación mucho más cercana con sus hermanos de la que yo tenía con mi familia–. De diferente modo, tanto Sky como Phoenix, tenían cosas malas implantadas en sus cabezas cuando conocieron a mis hermanos. Fue duro por un tiempo antes de que todo se aclarara. En el mundo savant, no es raro ser víctima de abusos. Hay muchos de nosotros que son delincuentes y el control de la mente es muy común.

–Pero estoy segura de que nadie me hizo nada malo jamás. Por lo que me contaron Sky y Phoenix, ellas cayeron en manos de gente infame, pero yo he tenido una vida muy resguardada: escuela, familia. Nunca me pasó nada.

–Entonces no encontraremos nada de ese estilo. Pero quiero estar seguro.

–De acuerdo. Pero no te lo prometo. Déjame encontrarme otra vez con Zed y Victor. No les cuentes lo que tienes planeado. Quiero decidir por mí misma si los dejaré entrar o no.

–Por favor, Crystal.

Levanté la mano.

–Detente ahí, Xavier Benedict. Esta noche ya cedí bastante.

¡Xavier Benedict! Cuando usas mi nombre completo, sé que me pasé de la raya –me hizo girar en una especie de vals alrededor del

Campo di Santa Agnese, una pequeña plaza cerca de nuestro apartamento con algunos de los pocos árboles que crecían en el Dorsoduro–. ¿También me vas a pegar en los dedos con una regla?

–No me tientes.

Me subió a una banca y me hizo caminar hasta el final. Luego hizo una reverencia mientras yo bajaba de un salto.

–¿La señora se dignaría olvidar el descaro de este humilde servidor?

–Veo que, gracias al traje, se te pegaron los buenos modales del siglo XVIII –froté los nudillos contra su cabeza–. Cabeza hueca.

–Señora mía, para usted soy Don Cabeza Hueca.

Cuando llegamos al puente cercano al apartamento, los dos nos dimos cuenta al mismo tiempo de que la marea había vuelto a subir.

Levanté el pie y le mostré mi bota.

–¿Otra vez?

–No, mi orgullo no lo toleraría –se sentó en el medio del puente, se quitó las botas

Timberland y las apoyó en mis brazos–. Sostenlas. Pase lo que pase, no las sueltes –advirtió. Y luego, antes de que pudiera adivinar sus intenciones, me tomó entre sus brazos y, dando grandes zancadas, se metió en el agua que le llegaba a la pantorilla.

–¡Xav! Tengo botas, no es necesario que hagas esto.

Me abrazó con más fuerza.

–Es absolutamente necesario, mi señora. ¿Acaso no ha leído la

Guía del Caballero Galante?

Me eché a reír mientras Xav lanzaba un resoplido al entrar en contacto con el agua fría.

–En la página veintiocho, recuerdo muy bien que se menciona que si un caballero acepta por segunda vez que una dama lo lleve en sus espaldas, será expulsado de las filas. Para mantenerla seca, debe sacrificar hasta los dedos de los pies.

–¿Pero no sus

Timberlands? –sostuve las botas por por sus cuerdas por encima del agua.

–Las

Timberlands jamás –sonriendo, me dejó en el piso al lado de la reja–. Creo que las sujetaré antes de que se arruinen.

 

El deshielo de nuestra relación continuó durante la semana siguiente. A pesar de que seguía ocupada con mi trabajo, ya no evitaba a los huéspedes e incluso Xav salió a correr conmigo un par de veces. Él estaba en mejor forma que yo y pensaba que mi pequeña travesía a lo largo del Zattere era bastante sosa para alguien criado arriba de las montañas con interminables senderos y bosques a su disposición. Pero como sus comentarios eran bromas y no burlas, Rocco y yo los dejamos pasar. Las patas cortas del perro me proporcionaban la excusa necesaria para tomarme un descanso y Xav fue lo suficientemente amable como para ignorar el ardid.

En lo que sí competíamos, era en nuestras fiestas de despedida de solteros. Después de mi precario comienzo, había aceptado el reto y encarado la organización con gran entusiasmo. Si bien ninguno de los dos divulgaba los detalles completos de sus planes, no dejábamos de arrojar algún indicio malicioso para que el otro pensara que su fiesta se vería eclipsada por la de su contrincante.

–Diamond, no olvides que tienes que conseguir un vestido realmente especial para el viernes, muy caro y del mejor diseñador. No me importa si, como consecuencia, terminamos comiendo en platos de papel el día de la boda pero no puedes decepcionarnos y aparecer con algo que no sea glamoroso –le anuncié a mi hermana el lunes por la noche durante la cena, asegurándome de que los hermanos Benedict escucharan cada una de mis palabras.

Xav arqueó una ceja.

–¿No me habrás robado la idea de ir al casino? No debería haber soltado tantos detalles al principio.

Agité la mano despectivamente.

–¿Casino? Ni pensarlo, demasiado predecible y, me atrevería a decir, vulgar. Cualquier turista podría hacer lo mismo.

Xav se atragantó con el vino que estaba tomando.

Trace tomó la mano de Diamond y frotó el dorso con el pulgar.

–Mi amor, ¿adónde irás que necesitas asaltar un banco para comprar un vestido? Recuerda que soy un oficial de policía, de modo que cualquier cosa que digas puede ser usada en tu contra cuando esto llegue a juicio.

–No te preocupes, querido –repuso Diamond riendo–, no voy a hacer nada ilegal…

Trace le sonrió con ternura.

–Mejor les pediré a tu madre, a Sky y a Phoenix que lo hagan por mí.

Trace emitió un gruñido.

–Diamond, ni siquiera lo sugieras. Ellas tres harían un equipo imbatible: mamá ve el futuro, Sky es ahora muy buena para mover cosas con la mente y Phoenix puede detener el tiempo. Entre las tres, podrían asaltar Fort Knox y nadie se enteraría.

La próxima vez que me encontrase con las chicas, debería averiguar más acerca de sus poderes, todo eso sonaba fascinante.

–No te preocupes, Trace. A estas alturas, ya deberías saber que Diamond tiene un pequeño negocio bastante próspero, de modo que no necesitará salir a robar para pagar su guardarropa. Sin embargo yo, como tu futura cuñada que gana una miseria, sí tendré que tomar medidas urgentes.

Por la expresión de su rostro, me di cuenta de que Trace no sabía si estaba bromeando. El tipo pasaba demasiado tiempo con delincuentes.

–Recuerdo que, cuando uno se independiza, los comienzos son duros. Crystal, si necesitas algo, no dudes en avisarnos –le echó una mirada a Diamond, que le sonreía cariñosamente.

–Tranquilo, oficial, Crystal es mucho más capaz de lo que imaginas –Diamond le dio una palmada en la mejilla.

Ah, eran tan dulces los dos.

–Sí, trabajo en una tienda de ropa. Yo haré mi propio vestido en vez de romper el escaparate de la tienda de

Versace de un ladrillazo.

Xav tomó el bol de ensalada de las manos de su hermano.

–Mientras las chicas se entretienen con vestidos, Trace, yo necesito saber tus medidas para la chaqueta y el resto del equipo que usarás –Xav roció la lechuga con aceite de oliva–. Lola fue muy específica en que todo te tenía que quedar perfecto.

–¿Lola? –chilló Diamond. Quise advertirle que no tragara el anzuelo que Xav agitaba delante de sus ojos, pero llegué demasiado tarde.

Xav agregó un poco de queso parmesano y pimienta.

–¿Desconfías, Diamond? Y lo bien que haces. Yo no estoy organizando un paseo escolar sino una despedida de soltero que va a satisfacer todas las expectativas de Trace. Lola puede ser una excelente instructora de deportes acuáticos o una exótica bailarina. Lo dejo a tu imaginación.

Miré a Diamond y puse los ojos en blanco.

–Tal vez sea ambas cosas. Supongo que es justo lo que a los tipos les encanta. No te preocupes, Di, Luigi y su equipo también saben lo que nos gusta a nosotras, las mujeres –de hecho, Luigi era el pequeño chef con gafas de la condesa Nicoletta, con quien yo había estado discutiendo el menú del viernes, pero los Benedict no tenían por qué saberlo–. Prometió brindarnos algo convenientemente picante para nuestro gusto.

–Mm… Crystal –Diamond se mostró preocupada, lo cual me llevó a preguntarme si alguno de los que estaban en esa habitación me conocía de verdad–. ¿No habrás exagerado demasiado, no? Hace poco fui a la despedida de Marie y los

strippers habían sobrepasado los límites del buen gusto.

Exhibí una expresión inocente.

–No, claro que no. Luigi y compañía serán la encarnación del buen gusto.

Las cejas de Diamond se arquearon hasta que percibió mi guiño y se tranquilizó.

–Excelente. ¡Estoy ansiosa de que llegue el viernes!

Trace y Xav intercambiaron una mirada prolongada. Ambos sabían que Diamond nunca contrataría a un equipo de musculosos

strippers pero ninguno de los dos confiaba demasiado en mí. ¡Ah, cómo me estaba divirtiendo!

Inclinándome hacia adelante, compartí algunas confidencias con mi hermana.

–Le pedí a Luigi que no fuera “nada muy fuerte”, ¿sabes? Le aclaré que todas éramos damas de paladares refinados. Debía ofrecernos algo picante y caliente, pero sin exagerar.

–¡Dios mío! –Diamond se abanicó las mejillas con la servilleta.

Xav me estudió con desconfianza. Quizá me extralimité un poco con la metáfora de la comida. Me tocó el pie por debajo de la mesa.

–¿Qué? –le pregunté articulando con los labios mientras Trace y Diamond se entregaban a otra de sus rutinas románticas de susurros. Por respeto a mí, no utilizaban telepatía cuando me encontraba presente.

–¿Picante pero sin exagerar? Bombón, esa no eres tú.

–Estoy pensando en mi hermana –respondí tímidamente.

–Ah, entonces sí, porque yo te besé y puedo afirmar que eres el equivalente femenino del chile picante.

–¡Sshh! –exclamé sonrojándome.

–¿Por qué? Todo eso quedó filmado para que lo vea el mundo –su mirada se posó en mi boca.

–¡Ya basta! –me preocupó que Diamond se diera cuenta. Salir con su cuñado no era la forma más sensata de asegurar la futura armonía de las relaciones familiares.

–No puedo evitarlo. Tal vez debería llamar a Lola para ajustar los planes del viernes. Parecería ser que voy a necesitar una distracción para no sucumbir a la tentación.

¡Sucumbir!, gritó mi mente rebelde pese a que sabía que eso me metería en muchos problemas. Traté de mostrarme ofendida de que pudiera considerar como distracción a las exóticas instructoras de esquí acuático.

–Está bien, puedes llamar a Lola –le dediqué una sonrisa que mostró todos los dientes pero nada de humor–. Aunque ten presente, Bombón: tu fiesta podrá ser moderadamente divertida pero la mía será inolvidable.

 

El miércoles, Diamond recibió un llamado de Roma para asistir con urgencia a un trabajo de reconciliación entre dos miembros enemistados de la misma familia de savants. Se habían intercambiado órdenes judiciales y los ánimos estaban peligrosamente caldeados. Trace y Xav viajaron con ella para acompañarla. Eso estuvo bien pues Lily cayó en la tienda con una propuesta que yo sabía que ninguno de ellos habría de aceptar.

–Crystal, ¿podrías hacerme un enorme favor? –me preguntó al ingresar alegremente en el local. Con suéter y falda de color rojo intenso y aretes de plata con forma de relámpago, pareció imprimirle mil voltios a mi serena tarde de costura.

–No estoy segura, depende de qué se trate –hice el trabajo a un lado–. Antes de firmar algo, siempre leo la letra chica.

–Chica inteligente –Lily se apoyó en el mostrador–. Pero esto te va a encantar. En realidad, soy yo la que te hace un favor a ti –tomó el vestido al que le estaba haciendo el dobladillo: seda azul, bordado a mano–. Hermoso.

–Para la despedida de soltera de mi hermana, que será el viernes.

–Mmm. Se verá fabuloso. Pero vamos a lo más urgente, ¿qué vas a hacer esta noche?

Diamond, Trace y Xav regresarían tarde.

–No tengo planes. Supongo que la

signora Carriera me mantendrá ocupada.

–Entonces le voy a pedir que te deje salir temprano. Tengo una misión para ti.

–Eso suena prometedor.

–Steve Hughes… ¿lo recuerdas? ¿El actor sorprendentemente guapo y famoso con una cuenta bancaria del tamaño de Mónaco?

–Me parece que lo vi –respondí sonriendo.

–Bueno, irá esta noche con James y conmigo a la inauguración de una exposición de arte. Su representante piensa que será bueno para su carrera que lo fotografíen en un evento cultural. Necesita una historia para contrarrestar la mala prensa que tuvo por una relación amorosa frustrada.

–¿James y tú?

Agitó la mano como no dándole importancia.

–Somos amigos… solo eso. ¿No sabías que tiene un novio en Los Ángeles?

–Ah, perdón.

–Volviendo a Steve, su novia

du jour fue puesta de patitas en la calle la semana pasada por vender una historia amorosa a los periódicos sensacionalistas.

–Qué rata.

–Exactamente. Ahora Steve necesita llevar del brazo esta noche a alguna joven bonita para mostrar que esa historia está totalmente superada… alguien en quien él pueda confiar.

¿Acaso eso conducía hacia donde yo pensaba?

–Yo no soy bonita.

–No utilicé las palabras correctas, quise decir impactante y diferente. ¿Y qué mejor comienzo para tu carrera de modelo que ver tu nombre asociado a Steve, aunque sea por corto tiempo? Tu rostro estará en todas las columnas de chismes de aquí hasta Seattle.

–¿Steve quiere que yo vaya con él? –experimenté una extraña mezcla de emociones: mitad euforia y mitad terror.

–Eh… en realidad, él todavía no sabe que tú serás su acompañante –explicó Lily–. No te emociones demasiado… es solo una cita, una especie de oportunidad de aparecer con él en una foto. Steve no se enamorará de ti ni te llevará a su palacio de Hollywood, así que es mejor que no te crees falsas expectativas.

En realidad, yo no deseaba que me llevara a ningún lado, había un solo muchacho que me hacía pensar en eso de

vivir felices para siempre y su nombre no empezaba con S.

–Ya lo sé, Lily, pero es un poco deprimente descubrir que no soy más que un nombre en tu lista.

Lily rio.

–Si te sirve de consuelo, estabas en primer lugar. ¿Lo harás?

¿Pasar la noche forzando la vista cosiendo lentejuelas o codeándome con estrellas de cine?

–Solo déjame consultar con mi secretaria. Si paso a Taylor Lautner para el martes y a Robert Pattinson para la semana que viene, creo que estaré libre.

–Gracias. Hablaré con tu jefa y luego iremos a buscarte ropa.

Eché un vistazo a mi atuendo de jeans y suéter.

–¿Eso significa que no puedo ir así?

–Crystal Brook, espera y verás, tengo pensado para ti algo muy especial.

 

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