Cross

Cross


CUARTA PARTE Matadragones » 113

Página 120 de 131

113

Bueno, no tenía mayor importancia. Eran dos muertos; muertos por nada, muertos por ser unos putos negados para su trabajo. Muertos que estaban vigilando su casa, que habían venido a matarles a él y a su familia.

Sullivan llevaba en el maletero del coche un Winchester de tres años de antigüedad que mantenía limpio, aceitado y listo para el uso.

Abrió el maletero, sacó el rifle. Luego lo cargó con balas de punta hueca.

No llegaba a reunir las condiciones de un francotirador del ejército, pero este tipo de emboscada se le daba bastante bien.

Se apostó en el bosque, entre un par de árboles altos de hoja perenne, bien frondosos, que le brindaban una pantalla de protección adicional. Luego echó un vistazo por la mirilla de infrarrojos. Era de visor de diana, que él prefería al de puntero. De hecho, había sido Jimmy Sombreros quien le había enseñado a tirar de lejos. Jimmy había recibido entrenamiento en Fort Bragg, en Carolina del Norte, antes de que lo expulsaran del ejército.

Situó la diana justo en la cabeza del conductor, y acarició el gatillo con el dedo. Aquello iba a resultar fácil, no iba a tener ningún problema.

Entonces desplazó el objetivo hacia la cabeza del tío sentado en el asiento del copiloto. Fueran quienes fueran esos dos, no iban a salir vivos de allí.

En cuanto los liquidara, iba a tener que coger a la familia y poner tierra por medio de nuevo. Y romper con cualquier contacto del pasado. Ése debía de haber sido el error… Haberse mantenido en contacto con alguien de su vida pasada. Tal vez con la familia de Caitlin, en Nueva Jersey. Probablemente, alguien había localizado una llamada telefónica. Se apostaría cualquier cosa a que había sido eso.

Error, error, error.

Y Caitlin no iba a dejar de cometerlos, ¿no? Lo que significaba que tendría que eliminar a Caitlin. Prefería no pararse a pensar mucho en ello, pero Caitlin estaba condenada también. A menos que se largara él solo, por su cuenta.

Muchas decisiones que tomar. Y muy poco tiempo para pensárselas.

Volvió a situar el punto de mira sobre la cabeza del conductor. Estaba listo para hacer dos disparos, y los dos hombres del coche ya estaban muertos. Sólo que todavía no lo sabían. Expulsó el aire de sus pulmones lentamente, hasta que su cuerpo estuvo relajado e inmóvil, y listo para hacer aquello.

Tomó conciencia de su ritmo cardiaco: lento, regular, seguro; lento, regular, seguro.

Entonces apretó el gatillo… y oyó un satisfactorio y penetrante chasquido resonar en la noche.

Al cabo de un instante, apretó el gatillo del rifle por segunda vez.

Luego, una tercera, y una cuarta.

Suficiente.

Se había cargado a esos tipos, y tenía que ahuecar el ala, y volando. Con Caitlin y los críos, o sin ellos.

Pero primero tenía que saber a quién acababa de matar, y tal vez sacar alguna foto de los finados.

Ir a la siguiente página

Report Page