Contar desde los límites del relato

Contar desde los límites del relato

Por RedComSur

Desde el segundo semestre del año 2017 los hechos de masas protagonizados, en gran parte, por el movimiento obrero, las organizaciones sociales y los espacios multisectoriales se han multiplicado en todo el país. / Por RedComSur

Los ejes o disparadores de las movilizaciones han sido variados: paritarias, represión, reformas previsional y laboral, pacto fiscal, medidas reivindicativas, derechos avasallados, tarifas, despidos, etc.

Cada acto masivo es un hecho comunicacional en sí mismo. Lo registren los grandes medios masivos o sean ignorados por ellos. El llamado “paraguas mediático” es real, atroz, pero no imbatible o excluyente.

Hay que tener una mirada distinta sobre estos acontecimientos, pues se los suele abordar a partir de los propios medios masivos, de sus periodistas, intereses, y contenidos, a lo cual distintas organizaciones anteponen un parte de prensa, un flyer, un grupo de fotos, algún video y automáticamente se lo sube a las redes sociales. En gran medida con un carácter contestatario.Esta automatización parece tener límites precisos, no por un análisis intelectual, sino porque el propio acto colectivo de juntarse genera un proceso comunicacional que excede largamente lo que aparezca en la tele o en la preocupación por un diseño más o menos “entrador” en los comunicados. Hay que cambiar la mirada, y la concepción desde la cual nos paramos para analizar y evaluar estas situaciones que se viven periódicamente en plazas, avenidas o espacios públicos diversos.

el propio acto colectivo de juntarse genera un proceso comunicacional que excede largamente lo que aparezca en la tele

Los saldos de diciembre

En la concentración a la Plaza de los Dos Congresos, realizada el 18 de Diciembre pasado, existió una feroz represión, primero contra un grupo específico de participantes (repleto de “servicios” infiltrados) en el sector suroeste de la misma, mientras que después se extendió al conjunto abrumadoramente mayoritario de militantes, dirigentes sindicales y sociales, periodistas, sin distinción de edad, sexo, o jerarquías. El obrero del conurbano, el del interior profundo del país vio cómo eran reprimidos sus compañeros/as y sus dirigentes, como la policía actuaba con total impunidad, y como la versión de los medios fue diametralmente distinta a la que había observado y vivido.

A pesar del manoseo informativo para poner la violencia como el común denominador de ese día, en lo concreto, Macri no pudo avanzar con la reforma laboral en las condiciones y tiempos que pretendía. Esto último, en términos de proceso comunicacional, es demoledor. Esa compañera, ese compañero volvió a Florencio Varela, Resistencia, Jujuy, Santa Fe o Río Negro y narró lo que vio, lo que presenció, la represión detalle por detalle, la cantidad de personas, los cantos, la bronca y la alegría; y ya en su territorio específico lo contó en la mesa familiar, en la fábrica, en la oficina, en la reunión del comedor, la mutual, la agrupación. Este fenómeno masivo no lo pueden manejar los medios corporativos, tan fácilmente.

Es por eso que hay que tener un estrategia comunicacional para abordar el antes, el durante y el después de cada movilización o acto. No sólo la foto y el reportaje al dirigente.

Para ello hay que tomarse la tarea de hablar (de la manera y con la creatividad que generemos) con los obreros/as, con los jubilados, con los jóvenes, y los integrantes de las cooperativas, las experiencias comunitarias. En una acción del “mano a mano”, pero también con una actitud que buscar expresar y valorar esa palabra tanto, como la de los dirigentes sindicales de agenda nacional. La pregunta es entonces: ¿en nuestras coberturas, en nuestros medios, están esos relatos?

Es más, ¿podemos a la hora de cubrir estos eventos, “salir” del encierro que constituye el mismo medio o herramienta que utilizamos cotidianamente para implementar otros o bien fomentar nuestras propias estructuras autogestionadas de información?

Alguien podrá seguramente mencionar una media docena de casos donde se denota esta actitud, pero esto no es suficiente para construir un entramado de contenidos e información que esté en condiciones de dar una mejor batalla; es más, en muchos casos estas coberturas son sectoriales o de la misma organización. No excede el marco de los propios intereses informativos, no se plantea como una armado de conjunto. Esto es vertebral si queremos potenciar las prácticas, los acontecimientos masivos que el pueblo va protagonizando.

Es decir una estrategia que contemple: objetivos, contenidos, actores para cada situación, escenarios (contexto), herramientas, y mayores niveles de articulación.

La movilización del 25, con otras características organizativas, sin embargo nos enfrentó a los mismos desafíos. La entonación del Himno, el "cantito" contra Macri, el “sentir” de que no estamos solos en la pelea cotidiana en cualquier punto de la Argentina, tiene un efecto multiplicador de enormes dimensiones.

Esto no es una apuesta al lirismo político o a la espontaneidad, precisamente parte de los hechos concretos, de las emociones, de lo colectivo para encontrar caminos y formas que mejor sinteticen estas perspectivas.

Sino reconocemos que muchas veces somos funcionales a las tácticas del gobierno y sus asesores de imágenes, vamos a subirnos a una calesita que termina siempre en el punto de partida. Por ejemplo:

el poner a Cristina en la agenda oficial para confrontar con ella fue una acción mediática deliberada.

Ella habló de “machirulo” y un montonazo de compañeros/as se fueron de narices con el tema. Al día siguiente anunciaron que el Ejército se va a volver a ocupar de la seguridad interior (nada más ni nada menos), y la cantidad de personas que en las redes se ocuparon de esto fue infinitamente inferior que al entredicho del día anterior.

No se está subestimando el poder de los medios, ni los esfuerzos por ocupar espacios en ellos, ni los programas que sobreviven en ese esquema, sino de debatir concretamente cual es la comunicación que se necesita para fortalecer la unidad, para expresar las necesidades e intereses del campo popular, para apuntalar los distintos niveles de organización ya sea sindical, social o política; es decir el rol de los comunicadores y periodistas en la etapa y con miradas que incluyan decididamente el largo plazo.

No es nuevo lo que decimos, no somos los únicos por suerte, pero la gravedad de la hora, la profundización de la represión, el hambre, la falta de trabajo, la entrega del país, ponen más en evidencia lo limitado de nuestras prácticas y concepciones. La comunicación como elemento altamente político y de poder, debe ser también un facilitador para la construcción de un frente que derrote a las políticas neoliberales.~

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