Cola

Cola


2. Los 80: La última cena (de fish and chips) » Carl Ewart

Página 24 de 73

Entonces se ha ido al cuarto de baño a limpiarse. Yo me siento mal y bien a la vez; quisiera ser diferente y al mismo tiempo me alegro de no serlo. Nunca jamás sabe uno cómo estar. Sería estupendo que follar fuera como en las películas: sin tensión, sin tonterías, sin malos rollos ni olores extraños ni mucosidades y donde todo el mundo se porta debidamente y sabe lo que quiere, pero supongo que hay que montárselo lo mejor que se pueda. A lo mejor llega a ser así más adelante.

Ya me he vestido otra vez. Me miro la cara en el espejo que hay encima del fuego de la chimenea. Tengo el mismo aspecto, pero más duro. Es como si ahora me saliera la barba más espesa, ya no es sólo una pelusilla en la barbilla, es como más rubio auténtico que blanco nuclear. Mirándome a los ojos veo algo, algo que no logro explicar, pero que no he visto antes. Dicen que ocurre después de echar el primer polvo. Sí, soy más hombre; ya no soy un muchachito.

¡Lo he hecho, lo he hecho, lo he hecho!

Ahora tengo que sacar a Sabrina de aquí antes de que vuelvan mis padres. Es una chica maja y tal, pero no quiero que nadie piense que salimos juntos. Lo cierto es que quiero ser como Terry, tirarme a mogollón de tías distintas a la vez. No quiero ataduras, eh. Terry dijo una vez que una tía es como una pinta: una sola no sirve para mucho. La acompaño a la parada del autobús; ella se me abraza con fuerza y una parte de mí sabe que para ella es importante, pero sólo quiero que llegue su autobús para quedarme a solas y poder pensar con claridad.

Al otro lado de la calle, a la entrada de la urbanización, se para otro autobús, y, joder, bajan de él mis padres. Me doy la vuelta pero oigo a mi madre gritar con voz de borracha: «¡Carl!»

Saludo tímidamente con la mano desde el otro lado de la calle y Sabrina pregunta: «¿Quiénes son ésos?»

«Eh, son mis padres.»

«Tu madre está muy guapa, me gusta cómo viste», dice Sabrina.

Eso me sobrecoge: ¿cómo cojones puede estar guapa una madre? No digo nada. Pero miro al otro lado de la calle y joder…, joder…, ya se acercan a joderlo todo…

«Hola», le dice mi madre a Sabrina. «Me llamo Maria. Soy la madre de Carl.»

«Yo, Sabrina», replica ella tímidamente.

«Bonito nombre», suelta mi madre, mirándola con una sonrisa sentida, casi amorosa.

«Yo soy Duncan, Sabrina, y sé que cuesta creerlo al ver a un tipo apuesto como yo, pero ése es mi chico», dice mientras le estrecha la mano. El cabrón se da cuenta de que me he puesto colorado. «Decidimos volver caminando y comprar unas patatas fritas. ¿Queréis que os traigamos unas pocas?»

«Eh, Sabrina tiene que volver a casa; sólo estábamos esperando el autobús.»

«Entonces vale, no vamos a cortaros el rollo», dice él, y se despiden y siguen camino.

Oigo la risa aguda y bebida de mi madre al doblar la esquina, y a mi padre cantando el estribillo de

Suspicious Minds. «We can’t go on this wey-hey-hey… with suspi-sho-hos-ma-hands…»

«Calla, Duncan», se ríe mi madre.

Estos viejos cabrones me han dejado totalmente en ridículo; estaba a punto de pedirle disculpas a Sabrina cuando se volvió hacia mí y dijo con toda sinceridad: «Tus padres son cojonudos. Ojalá fueran así los míos.»

«Sí», suelto yo.

«A ver, que los míos son majos, pero no salen nunca.»

Se acerca su autobús. Le doy un beso y le prometo que nos veremos un día durante la semana, y probablemente sea así, pero nunca sabes con quién vas a encontrarte.

¡La vida es cojonuda!

Me voy a casa dando brincos, emocionado y nervioso; entonces pienso que me estoy comportando como una chiquilla, así que ralentizo el paso y empiezo a tranquilizarme. No se puede ir por ahí dando botes como un criajo en el recreo del cole. Tienes casi dieciséis años, joder. La gente nunca se creerá que has mojado si no vas de tranqui, porque ésa es la mejor parte, no contarle a todo quisque que lo has echado, sino asegurarte de que lo sepan, ser, de alguna forma, una autoridad silenciosa en la materia. Porque lo que es el follar propiamente dicho está sobrevalorado, eso es seguro. Les ves en todos esos libros de sexo en todas esas posiciones diferentes. No sé cómo pueden molestarse con ese tipo de cosas.

A lo mejor va mejorando. Espero que sí. ¿A usted qué le parece, señor Black, perdón, Caraculo?

Si Dios quiere, señor Ewart. De todos modos, imagino que ahora hará usted una mujer honrada de la tal Sabrina mediante un buen matrimonio cristiano sancionado por la divina Iglesia presbiteriana de Escocia.

Claro que no, Caraculo. A partir de ahora me tiraré todo lo que se menee.

Entonces empieza a caer una llovizna, así que me voy a casa y espero a que vuelvan mis padres con las patatas fritas. Espero que me hayan traído unas pocas, no me vendrían mal.

Ya está, lo he hecho; algo que me obsesionaba desde hace siglos ya está solucionado, pero Gally ha desaparecido y la espera va a ser muy larga.

Ir a la siguiente página

Report Page