Chime

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Capítulo 18

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Capítulo 18

Palos y Piedras

 

Nos sentamos en equipos de dos. Eldric y yo a un lado de la mesa del comedor, oliendo a planta muerta y huevos podridos. Padre y el Sr. Clayborne al otro lado, oliendo a té fuerte y las sobras del sueño.

Eso me trajo a la mente el día que Eldric llegó. Me recordé de pie en el comedor con todos esos hombres tragándose el aire y obstruyendo el espejo. Pero los miembros habían cambiado, las alianzas se habían movido. Los equipos eran equitativos ahora.

El Sr. Clayborne se aclaró la garganta.

—¡Eldric! —Pero en cambio de mirar hacia Eldric, miraba a Padre. Padre miraba al Sr.

Clayborne, quien se aclaró su garganta de nuevo—. Siempre pensé que tenías un buen corazón, a pesar de tus eternas travesuras y pérdidas de tiempo.

—Me gusta perder el tiempo. —Eldric convirtió un par de palillos de dientes en espadas, las cuales saltaron a un combate mortal.

—Pero nunca pensé que podrías hacer algo tan malo.

—¿Malo? —dijo Padre.

¿Malo? Yo era lo malo.

—Perder el tiempo no es malo. —Eldric tenía su sonrisa de león perezoso. No le importaba como lo llamara. Él era de la clase de personas de palos-y-piedras.

—Imagina mi sorpresa —dijo Padre— cuando vine a mirar las niñas y ¿qué me encuentro?

Su voz no había sufrido su aspereza matutina.

—O más bien, que no encuentro. No encuentro a Briony.

—¿Nos revisas en la noche? —Cómo de horrorosamente se parecía a Drácula, un clérigo de Drácula, quien tenía sólo un pequeño problema con las cruces.

—De vez en cuando. —Padre colocó las palmas abajo de sus mejillas—. Me recuerda los días cuando cantábamos juntos en la noche. —Él estiró sus ojos arrugados.

—Pero estaba despierta en ese entonces —dije.

—Sí —dijo Padre, las arrugas dentro de su ojo todas suaves y abiertas—. Estabas despierta en ese entonces.

—¡En guardia! —El palillo de Eldric se pone en su posición de ataque—. ¡Esquiva la estocada! —El palillo-espada saltó a mi dedo.

—¡No toques a mi hija! —Los labios raya de Padre se desgarraron. Sus dientes eran demasiado grandes.

Un horrible, pesado silencio se hizo, un silencio Dracu-clérigo, mientras Padre ponía sus labios en sus apropiadas rayas.

—Así, que esto es lo que piensas. —Eldric rodó los palillos entre sus dedos pulgar e índice.

—¿Qué más podemos pensar? —dijo la voz arrugada de Padre—. Ustedes dos, perdidos toda la noche.

—¡Tengan un poco de confianza! —La voz de Eldric se elevó—. Puedo holgazanear y reírme, pero que ustedes piensen que yo había… es decir, su hija y yo… y yo, ¡un invitado en su casa!

¡Pum! Pedazos de palillo-espada cayeron sobre la mesa.

La comprensión llegó como una patada en el estómago. Ellos pensaban que Eldric y yo estábamos juntos… juntos como están los hombres con las mujeres.

—Regresando a la madrugada —dijo el Sr. Clayborne—. Juntos.

—¡Por el amor de Dios! —gritó Eldric. Mis hombros saltaron como alas. Ahora todos ellos estaban gritando, Eldric, Padre, Sr. Clayborne.

Me tapé los oídos. Odiaba gritar. Hacía que mis costillas se apretaran.

Era estúpido pensar que yo podía ser una mala chica. Por supuesto que no. No hay punto en intentar algo nuevo.

Intentas con tu primer paso. ¿Después qué? Tienes que caminar por todas partes.

Tienes tu primera conversación con Boggy Mun. ¿Después qué? Tu hermana tiene la tos del pantano.

Intentas tu primera iniciación. ¿Después qué? Tienes que…

Eldric tocó mi brazo. Me destapé los oídos.

—Parece que hemos juzgado mal la situación. —Las arrugas de los ojos de Padre se habían deslizado en su lugar—. El Sr. Clayborne y yo, lo sentimos.

Esperé la parte del pero. Estaba destinada a ser un pero.

—Parece que soy una mala influencia para ti —dijo Eldric—. Esto es como una gran sorpresa, ya que te encuentro maravillosamente inmune a la influencia.

Ellos estaban permitiendo que me viera con Eldric, ¿no? Necesitaba un lugar seguro para poner la mirada. Era más fácil mirar los trozos del palillo-espada.

—En realidad más bien es que tú eres una mala influencia para Eldric. —El Sr. Clayborne sonrió para demostrar que no estaba de mal genio—. El nuevo tutor de Eldric, Sr. Thorpe, llegará la próxima semana. Tú y Eldric estaban tomando las lecciones juntos, como sabes…

—¿No compartiré el tutor de Eldric?

—Les dije que me ayudarías a aprender, pero ellos no escuchan —dijo Eldric.

—Extraño a Fitz —dije. Mi Genio Fitz—. ¿Alguna vez volveré a tener clases?

—Fitz difícilmente se adaptaba a ser un tutor —dijo Padre.

—¿Sólo por el arsénico? —dije—. Eso nunca interfirió con nuestras clases.

—Uno no deja a una hija, a solas, con un hombre así —dijo Padre.

—¿Por qué no?

Pero por supuesto que no me lo dijo. Lo que significa, por supuesto que no puede pensar una sola razón del por qué.

La luz de la mañana entraba por la ventana y daba directo a la barba en la mandíbula de Padre. Padre no había asperezado su voz, y tampoco se había afeitado. Pero Padre siempre se afeitaba. ¿Dónde estaba el padre que me dejaba en paz?

—No es que seas una mala influencia para Eldric —dijo el Sr. Clayborne—. Por supuesto que no. Pero he llegado a ver que él es más estable y más equilibrado, con mujeres adultas que son bastante mayores que tú.

¡No Leanne!

¡No esa joven mayor!

Sí, Leanne.

—Ella es una joven inteligente —dijo el Sr. Clayborne—, y ha estado esperando para continuar sus estudios, pero sus circunstancias la han limitado para hacerlo después.

¿Leanne va a estudiar con Eldric? ¿Se sentara frente a él, todos los días? Tendría que hacer un esfuerzo, suponía, un esfuerzo que se asemejaba a la pintura de la misteriosa Klimt, toda en oro, flores en su pelo, en un estado de visible buen gusto.

La mujer adulta, que de hecho era muy vieja. O por lo menos eso le había dicho a Rose, oh terriblemente gracioso, ja, ja. ¡Máxima puntuación! Me imaginé que estaba diciendo la verdad. Si fuera muy vieja, tendría que ser de los Antiguos. Y Eldric descubriría su verdadera naturaleza y la abandonaría sin sus enaguas… No, mejor que mantuviera su ropa. Yo era una de los Antiguos, pero nunca sería tan vieja. Era injusto que las brujas sólo viviéramos una vida mortal, que estuviéramos privadas de las infinitas experiencias que hacen al Boggy Mun tan astuto.

El Boggy Mun y sus trucos… ¿cómo no lo había visto antes? Yo tenía unos perfectos trucos libres de engaños que ofrecer al Boggy Mun. Una oferta que él estaría encantado de aceptar: él curaría a Rose y obtendría lo que quería.

Hasta que lo conseguiste, Briony. Poniendo fin a esta conmovedora escena. Con tu rostro angelical, diciendo una de tus mentiras bonitas. No era asunto de Padre a donde ibas. Esto era sólo entre el Boggy Mun y tú.

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