Casablanca

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17. Wallis y compañía » Hal B. Wallis

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Entre todos los artistas que crearon Casablanca, la influencia más determinante fue la de un enérgico productor de cuarenta y cuatro años llamado Hal Wallis. Fue él quien eligió la historia y designó a los guionistas, quien decidió qué texto de los presentados se llevaría a la pantalla, quien contrató al director y a los actores, quien aprobó todos los aspectos de la producción, e incluso quien escribió la frase final. Para muchos productores de Hollywood de los años treinta y cuarenta, el oficio de hacer cine no era más que un negocio. En manos de hombres como Wallis, David O. Selznick, Samuel Goldwyn, Arthur Freed y Walt Disney, se convertía en una de las bellas artes.

HAL B. WALLIS

Como la mayoría de los magnates de Hollywood, Harold Brent Wallis había surgido de la nada. Nació en Chicago, el 14 de septiembre de 1899, y a los catorce años tuvo que dejar de estudiar para contribuir a la economía familiar. Trabajó como chico de los recados en una oficina y más tarde se hizo viajante de comercio para una empresa de calefacción eléctrica en el mercado del Medio Oeste americano. En su actividad como viajante ya empezó a destacar. Pero su madre se puso enferma y él se la llevó a Los Ángeles para que respirara un clima más cálido y seco. Allí se puso a buscar otro trabajo. Corría el año 1922.

El cine siempre le había interesado, así que utilizó sus aptitudes comerciales para convencer al director de una cadena de salas de exhibición de que le contratara como gerente del Garrick, uno de los cines más importantes de la ciudad. El buen trabajo realizado allí llamó la atención de los hermanos Warner, que al año siguiente le contrataron como ayudante del director de publicidad. Tres meses después había desbancado a su jefe, y dirigía el departamento. La publicidad era un campo idóneo para él, que tenía una habilidad especial para vender sus ideas. Su trabajo le permitió aprender la mecánica de la producción cinematográfica y a evaluar los gustos del público.

Cuando murió Sam Warner, en 1928, Jack se vio necesitado de una persona de confianza que le ayudara a dirigir el estudio y designó a Wallis para la tarea. Durante su mandato, Wallis dio a su estudio numerosos éxitos en géneros diversos, en especial el ciclo policíaco y social y los célebres musicales de los años treinta.

En 1931 fue sustituido por Darryl Zanuck, pero cuando éste abandonó la Warner para fundar la 20th Century Fox, en 1933, Hal pasó a convertirse en jefe del departamento de producción. A lo largo de siete años supervisó 371 producciones, mientras los beneficios del estudio se incrementaban casi en un setecientos por cien. También contribuyó a encauzar las carreras de James Cagney, Bette Davis, Humphrey Bogart, Errol Flynn y Olivia de Havilland.

Aunque nadie ponía en duda que Wallis era uno de los activos más valiosos del estudio, Jack Warner seguía teniendo la última palabra en todos los proyectos, y Hal tenía que luchar por llevar el agua a su molino en todo aquello que el jefe no percibiera como rentable. A Warner le molestaba el hecho de que las decisiones de su mano derecha fueran, al fin y al cabo, el factor que explicaba el éxito del estudio.

En 1941, la situación hizo crisis. Había llegado el momento de renegociar el contrato de Wallis, pero el jefe de producción tenía otros planes para su propio futuro. Wallis propuso un nuevo acuerdo que le permitiera producir sus propios proyectos dentro del estudio, con el dinero de la compañía. Para su sorpresa, Warner accedió. El nuevo contrato de Wallis le daba prioridad en la selección de todas las historias que comprara el estudio y de todos los miembros de la plantilla que no estuvieran ocupados en alguna producción. Sobre esta base, Wallis produciría cuatro películas al año (en el primer año fueron seis, por unos proyectos que estaban a medias) durante un periodo de cuatro años. Y, lo más importante, todas las películas llevarían la etiqueta «Una producción Hal B. Wallis».

El primer proyecto producido bajo estas condiciones fue La extraña pasajera (1942). Le siguieron éxitos como Sargento York (1941), El halcón maltés (1941), El último refugio (1941), The Bride Carne C.O.D. (1941), Yanqui Dandy (1942) y la versión cinematográfica de una pieza teatral inédita sobre un nortamericano que se ve rodeado de agentes nazis y miembros de la resistencia en la ciudad norteafricana de Casablanca.

Aunque el nombre de Wallis siempre ha estado asociado a la Warner Bros., su salida del estudio en 1944 no significó el fin de su carrera. En esa época, Hal buscaba mayor independencia como productor, pues cada vez se encontraba más a disgusto bajo el yugo de Jack L. Warner. Así que sopesó varias ofertas y fundó Hal Wallis Productions, una compañía independiente cuyos productos se distribuían a través de la Paramount.

Ya como independiente, la carrera de Wallis se estructuró en cuatro fases. En la primera, continuó produciendo películas de género, thrillers a finales de los años cuarenta y westerns a principios de los cincuenta. Pero su trayectoria cambió totalmente en 1956 con el estreno de Artists and Models, la película que lanzó a la fama al dúo cómico formado por Jerry Lewis y Dean Martin. La tercera fase comenzó en 1958, cuando el productor empezó a decantarse por las predecibles pero altamente rentables películas protagonizadas por Elvis Presley. Casi nadie se atrevía a calificar la fórmula de estos filmes de Elvis como la de un cine complejo o sofisticado, pero hacía dinero, mucho dinero. De hecho, Amor en Hawai acabó siendo la décima película más rentable de 1962 según “Variety”.

El último periodo cinematográfico de Wallis se basó en Elvis y duró de 1964 a 1975. Aunque probablemente se le recuerde más por producir dos tipos muy diferentes de películas en esta etapa. El primero eran westerns protagonizados por John Wayne: Los cuatro hijos de Katie Eider, Valor de ley y El rifle y la biblia. Muy distintos fueron los cuentos de realeza, dramas de época que Hall llamó en su autobiografía sus «historias reales». Entre ellas se encontraban la exitosa Becket, Ana de los mil días y María, reina de Escocia. A partir de finales de los años sesenta, su distribuidora pasó a ser la Universal. En 1969, el British Film Institute organizó una retrospectiva de sus películas, y el Museum of Modern Art de Nueva York hizo lo propio en 1970. Divorciado de la actriz Louise Fazenda tras muchos años de matrimonio, Wallis se casó con Martha Hyer, que a su muerte seguía siendo su esposa.

Wallis falleció el 5 de octubre de 1986 en Palm Springs, California. Se había retirado en 1975 y era doctor honoris causa por la Universidad de su ciudad natal, la Northwestern University, de Evanston (Chicago, Illinois), y también poseía la orden de comandante del Imperio Británico.

En cuarenta y cinco años, Wallis produjo, coprodujo o supervisó la producción de más de cuatrocientas películas, la mayoría rentables y muchas de ellas éxitos de crítica. Sus filmes ganaron 32 Oscar y recibieron 121 nominaciones. Pocos individuos han tenido tanto éxito como productores a ambos lados del studio system; pocos han creado un sello tan grandioso definiendo de qué manera funciona Hollywood como un negocio.

MAX STEINER

Los tambores de la selva de King Kong, el inmenso tema de Lo que el viento se llevó, la música melancólicamente dramática de Alma en suplicio y El sueño eterno; todas estas bandas sonoras salieron de la pluma de Max Steiner, uno de los compositores más influyentes de Hollywood. Aunque fue criticado por algunos como sentimentaloide y “mickeymousista”, Steiner es ampliamente conocido como uno de los primeros artistas en usar una música original como fondo para una película, y por trabajar en la sincronización de la partitura con la acción de la película. También fue uno de los compositores más prolíficos, con fama de casi no dormir cada vez que componía un proyecto importante, incluyendo las tres horas y media de Lo que el viento se llevó. Trabajó en más de doscientas películas, la mayoría para la RKO y la Warner Brothers, y colaboró especialmente con Michael Curtiz, Raoul Walsh y John Ford. Recibió tres Oscar, aunque deberían haber sido más, y es admirado por ese sombrío romanticismo que caracteriza sus trabajos. [40]

Nacido el 10 de mayo de 1888, en Viena (Austria), Steiner comenzó a exhibir su prodigioso talento a muy temprana edad. En un año superó el programa entero de la Academia Imperial de Música de Viena, que normalmente requería ocho, de forma que a los trece años ya tenía el título en su poder. Su primer proyecto al salir de la academia fue la partitura de un musical que se mantuvo en cartel durante dos años. Después estudió composición con Gustave Mahler y a los dieciséis años dirigió su primera orquesta sinfónica.

En 1914, a los veintiséis años, Max emigró a Estados Unidos, huyendo de la Primera Guerra Mundial. A lo largo de una década y media se hizo imprescindible en el mundo del musical de Broadway, ya orquestando, ya dirigiendo partituras para personajes como Victor Herbert o Fio Ziegfeld. Con la llegada del sonoro, Steiner vio una nueva salida para su talento. Las películas mudas siempre llevaban acompañamiento orquestal, pero las primeras cintas sonoras tenían muy poca música, a veces ninguna. Muchos profesionales de la industria pensaban que el poner música de fondo podría desconcertar a los espectadores, que podrían preguntarse de dónde venía aquella melodía, de manera que sólo la incluían en los títulos de crédito del principio y del final.

Pero Steiner se dio cuenta de que una buena música de fondo podía ser una herramienta muy eficaz para conducir las emociones de los espectadores. En 1929 firmó un contrato con la RKO y, con ayuda de David O. Selznick, que dirigió el estudio entre 1931 y 1933, compuso una serie de partituras cuya riqueza melódica y unidad temática contribuyeron realmente a vender entradas. Los dos logros más notables de la primera etapa de su carrera fueron las bandas sonoras de Ave del paraíso (1932), historia de amor en los Mares del Sur, y de una de las películas más populares de la historia del cine, King Kong (1933). En este título, Steiner no utilizó música de fondo, después de los títulos de créditos, hasta la llegada a la isla Skull, cuando ya ha transcurrido un cuarto del metraje de la película. Pero entonces hacen acto de presencia las arpas y cuerdas de la banda sonora para sugerir que la isla está en la niebla, siguiendo hábilmente con la armonización de música “primitiva” nativa, y la música nos lleva de un mundo en Depresión y un viaje marítimo al reino de fantasía de Kong.

Después de recibir su primer Oscar por El delator (1935), de John Ford, Steiner se pasó a la Warner Brothers, el estudio con el que iba a quedar más estrechamente identificado. Fue él, de hecho, quien compuso la sintonía de la compañía, que a partir del año 1936 abrió todas y cada una de las producciones presentadas por el estudio (salvo aquellas que llevaban partitura de Erich Wolfgang Korngold).

En la Warner Bros., sus partituras más destacables fueron las que compuso para las cintas de Bette Davis, entre ellas Jezabel (1938), con su cantarín vals decimonónico; Amarga victoria (1939), con sus coros celestiales acompañando la muerte de Bette en el desenlace; y La extraña pasajera (1942), que le valió su segundo Oscar por su creativa utilización del tema principal de la cinta, “It Can’t Be Wrong”, que el compositor escribió para Davis y Henreid.

Curiosamente, la partitura más famosa de la profusa obra cinematográfica de Steiner no lo compuso bajo el techo de la Warner, sino cedido a su primer mentor en Hollywood, David O. Selznick. El tema principal que Max escribió para Lo que el viento se llevó (1939) es una de las piezas más reconocibles de la Era Dorada de Hollywood. La otra es, por supuesto, el “As Times Goes By” de Casablanca (1943). Esta composición no es suya, pero él se ocupó de entretejerla armoniosamente a lo largo de toda la partitura. También sacó un gran partido de “La Marsellesa”.

Durante los años cincuenta, el estilo de Max Steiner como creador musical empezó a parecer pasado de moda, aunque continuó escribiendo música para los hermanos Warner, la mayoría melodramas románticos, hasta mediados de los sesenta, y se retiró a regañadientes. Su última película fue Dos en la guillotina (1965). Falleció el 28 de diciembre de 1971. Acompañamientos musicales tan magistrales como los de Dodge, ciudad sin ley, Murieron con las botas puestas y Centauros del desierto le aseguran un lugar prominente en la historia de la música de cine.

ARTHUR EDESON

Artista portentoso en el uso del blanco y negro y maestro en la creación de atmósferas, Arthur Edeson nació en Nueva York (Estados Unidos), el 24 de octubre de 1891. Se inició como fotógrafo retratista en su ciudad de origen y empezó a trabajar como operador de cámara en 1911, año de su ingreso en la compañía Eclair. A mediados de aquella misma década ya era director de fotografía y, en 1918, uno de los fundadores de la American Society of Cinematographers (Sociedad Americana de Directores de Fotografía). Obtuvo sus primeros éxitos con varias cintas de aventuras de Douglas Fairbanks —Robin de los bosques (1922), El ladrón de Bagdad (1924)—, pero no se hizo notar en la industria hasta que en 1929, en los albores del cine sonoro, el popular western En el viejo Arizona le convirtió en uno de los primeros directores de fotografía de la nueva era. Fue la primera película sonora rodada en escenarios naturales.

Edeson se instaló cómodamente en la Universal, donde filmó otro hito del primer cine sonoro, Sin novedad en el frente (1930). También trabajó en algunas de las mejores películas del director James Whale, como El doctor Frankenstein (1931), El caserón de las sombras (1932) y El hombre invisible (1933). Y para la Metro rodó la oscarizada superproducción Rebelión a bordo (1935). Edeson alcanzó la plenitud de su larga carrera durante su estancia en la Warner Brothers, durante los años treinta y primeros cuarenta. En este estudio destacan Casablanca y sus colaboraciones con John Huston, El halcón maltés (1941) y Across the Pacific (1942). Se retiró en 1949 y murió en 1970.

JULIUS Y PHILIP EPSTEIN

Estos hermanos gemelos son dos de los guionistas más competentes que ha dado la era sonora. Colaboraron en gran número de proyectos, en general comedias y melodramas, muchos de ellos basadas en obras teatrales. Destacaban por su habilidad para las réplicas cortantes y las rápidas sucesiones de “salidas” semejantes a fuegos artificiales. Las malas lenguas decían que de niños contaron con la formación más idónea para su futuro trabajo como profesionales de Hollywood; limpiaban las caballerizas de su padre diariamente.

Los hermanos Epstein, también conocidos como Phil y Julie y de ordinario designados como “los Chicos”, fueron la encarnación de una profesionalidad sólida y fiable. Sus guiones gozaron siempre de una estructura muy firme y contaron con unos diálogos muy acertados. Quizá falte en ellos el elemento sorpresa, pero en su caso el oficio compensaba con creces esa posible falta de imaginación.

Hijos del dueño de una caballeriza, Julius y Philip nacieron el 22 de agosto de 1909, en Nueva York (Estados Unidos). Julius descubrió su vocación de escritor durante sus estudios en Penn State, y se aficionó especialmente a las comedias clásicas de Richard Brinsley Sheridan, William Congreve y Moliere. Terminados sus estudios, sin embargo, se dio cuenta de que en el mercado no había mucho lugar para un escritor novato. Se hizo publicista y trabajó promocionando el programa de radio “The Katie Smith Hour”. Tantos comunicados de prensa como llegó a componer le ayudaron a pulir su estilo de redacción, sobre todo ese humor vitriólico que a la postre se convertiría en sello de identidad de los hermanos Epstein. Su trabajo también le permitió conocer a dos periodistas destinados a acabar en Hollywood, Mark Hellinger y Jerry Wald.

Wald llegó a Hollywood a principios de los años treinta y consiguió que la Warner le encargara un guión. Considerándose falto del talento necesario, telegrafió a Epstein a Nueva York y le ofreció 25 dólares a la semana para que le hiciera el trabajo en calidad de negro. Epstein accedió y en un tiempo récord compuso Twenty Million Sweethearts, un vehículo para Dick Powell y Ginger Rogers.

En los dieciocho meses siguientes, cuando no se encontraba escribiendo guiones para Wald, Epstein discurría ideas para argumentos de películas. Cuando logró vender la primera accedió generosamente a compartir el crédito con Wald. De ahí salió La vida es sabrosa —un drama de salón protagonizado por Kay Francis y Warren Williams— y un contrato con la Warner Brothers.

A Epstein le fue bien en la Warner. En 1938 escribió un guión para las hermanas Lañe (Rosemary, Lola y Priscilla) en colaboración con Lenore J. Coffee, Four Daughters (1938), un gran éxito de taquilla mezcla de drama familiar, reflexión social y música clásica. Supuso la presentación de John Garfield ante el público cinematográfico y la primera nominación al Oscar para Epstein.

Mientras tanto, Julius habían escrito una obra de teatro en colaboración con su hermano Phil, “And Stars Remain”, que gozó de cierto éxito cuando la montó el Theatre Guild en Nueva York. Philip también había escrito unos cuantos guiones, entre ellos la comedia disparatada The Mad Miss Manton, protagonizada por Barbara Stanwyck y Henry Fonda, experiencia que le valió un contrato con la Warner.

Las puerta del éxito estaba abierta. Los dos hermanos se convirtieron en una de las parejas de guionistas más solventes del estudio. Contribuyeron a transformar la obra de S. N. Berhman “No Time for Comedy” en un gran éxito de taquilla, protagonizado por Rosalind Russell y James Stewart, y después vino The Bride Carne C.O.D. (1941), unas de las escasas comedias de Bette Davis, y otras dos adaptaciones de piezas teatrales, The Man Who Carne to Dinner y The Male Animal.

La adaptación que les garantizó la inmortalidad cinematográfica fue la de una pieza que ni siquiera había llegado a montarse, “Everybody Comes to Rick’s”, una historia de amor en tiempos de guerra que Hollywood rebautizó como Casablanca. Ambos compartieron con Howard Koch el Oscar al mejor guión por este título mítico y contribuyeron al éxito de muchas otras producciones de la Warner (y de otros estudios). También colaboraron en unas cuantas obras de teatro.

Tras la prematura muerte de Philip (el 7 de febrero de 1952), Julius se mantuvo activo y fue candidato al Oscar en 1972 (por el guión de Pete ‘n’ Tilly) y en 1983 por su ingeniosa adaptación de la irónica novela de Peter De Vries Reuben, Reuben. En su curriculum figuran además alguna que otra incursión en el terreno de la producción, como Risas y lágrimas (1972), a la que enriqueció con su estilo ácido y seco.

Al final de su vida, Julius Epstein recordaba cómo había cambiado la condición de guionista en Hollywood. Confesaba ver poco cine y admirar a Woody Allen, pero añadía que los tiempos en los que los guionistas era una familia mantenida en plantilla por la Warner no volverían. «Ahora puedes tardar años en que te den un contrato para hacer un guión y te lo juegas todo a esa carta. Sin embargo, ¿cómo escribirlo mal teniendo tanto tiempo para hacerlo?», se preguntaba. Julius falleció el 30 de diciembre de 2000 en Los Ángeles.

HOWARD KOCH

El camino que llevó a Howard Koch a Casablanca fue ciertamente enrevesado. Su viaje empezó en el East Side de Nueva York (Estados Unidos), el barrio que le vio nacer el 12 de diciembre de 1902. Cuando su padre encontró un trabajo en la Junta de Aguas de Nueva York, la familia se trasladó a una pequeña localidad del norte del Estado. Allí, Howard fue mejor aceptado por sus compañeros de colegio que sus padres, judíos, por sus vecinos.

El siguiente paso fue la Universidad, a la que el brillante joven accedió a los dieciséis años. Koch, que tenía mucha conciencia social, estaba decidido a hacerse abogado. Se licenció por la Universidad de Columbia, pero el ejercicio de su profesión no tardó en decepcionarle. Para evadirse empezó a ir al teatro. Interesado por los entresijos de la creación teatral, compró un ejemplar de “The Butter and Egg Man”, de George S. Kaufman. No tardó en escribir una obra propia, “He Went to College”, comedia sobre un joven de izquierdas que llena la casa de sus padres de ideas políticas. La obra se representó brevemente en Broadway.

Su siguiente pieza, “Give Us This Day”, era una obra de tono más serio, una historia con problema familiar. Esta obra también comenzó a montarse, pero durante los ensayos Koch se dio cuenta de que alguien estaba metiendo mano en los diálogos (una situación parecida a la que el guionista se encontraría años después durante el rodaje de Casablanca). Cuando la obra modificada se estrenó en Nueva York y los críticos la condenaron, el nuevo dramaturgo sólo sintió alivio.

A continuación escribió “The Lonely Man”, una obra de género fantástico en la que Abraham Lincoln volvía a la vida en los años treinta para descubrir que la esclavitud no estaba erradicada, aunque ahora las cadenas eran más económicas que físicas. John Huston bordó hasta tal punto el papel de Lincoln sobre las tablas que la obra se mantuvo una temporada entera en la cartelera de Chicago. Este éxito fue muy importante para Koch. Huston también acabó en Hollywood y contribuyó decisivamente a impulsar la carrera del joven escritor. Además, la obra llamó la atención de John Houseman, miembro del Mercury Theatre. Esta compañía teatral iba a estrenarse en la radio con un programa propio en la CBS, “The Mercury Theatre of the Air”, producido, dirigido, protagonizado y escrito (oficialmente al menos) por Orson Welles. Como ayudante de Welles, Houseman tuvo que ocuparse de encontrar a alguien que tuviera las dotes, la audacia y la imprudencia necesarias para prestarse a escribir un guión dramático radiofónico de una hora todas las semanas. Encontró a Howard Koch.

Durante dos semanas, Koch trabajó casi sin descanso, escribiendo y puliendo el texto al gusto de Welles y Houseman. El tercer encargo fue una adaptación de “La guerra de los mundos”, de H. G. Wells. Orson quería que la historia estuviera narrada en primera persona y que se presentara como una serie de boletines informativos. Durante seis días, Koch se dedicó a destruir alegremente los edificios más emblemáticos de Nueva York, incluida la sede de la CBS, por medio de una tropa de imaginarios marcianos. Pero cuando la obra se emitió el 30 de octubre de 1938, el público no captó el chiste. Al revés: muchos oyentes creyeron hallarse ante una invasión extraterrestre de verdad, y la nación fue presa del pánico.

Nada de lo que Koch hizo en su carrera, antes o después, volvió a tener la misma repercusión. Su calidad de guionista oficial de la hora más comentada de la historia de la radio norteamericana aumentó vertiginosamente su cotización. Con ayuda de John Huston consiguió trabajo como guionista en la Warner Brothers. Allí, el escritor se pasó varias semanas mano sobre mano, sin ocupación alguna, una situación que Huston achacó a su encasillamiento: el estudio, bromeaba, le daría un guión en cuanto surgiera una historia de marcianos. Por fin, a Howard se le encomendó la tarea de ayudar a Robert Buckner con el guión de Oro, amor y sangre (1940).

A continuación le enviaron el tratamiento de una nueva versión cinematográfica de The Sea Hawk (1940). Koch hizo lo impensable para un meritorio en Hollywood: rechazó el encargo. Cuando el productor Henry Blanke le preguntó por qué no quería hacer el guión, el escritor enunció los problemas de que adolecía la historia con tanta elocuencia que acabó obteniendo permiso para escribir el guión a su estilo. El resultado fue una de las mejores películas de Errol Flynn, una cinta de aventuras de época con claros paralelismos con la situación política que atravesaba Europa.

A continuación, el estudio le encargó su título de prestigio de 1940, La carta, una adaptación de la obra de teatro de W.

Somerset Maugham protagonizada por Bette Davis con dirección de William Wyler. Después vino una colaboración con John Huston sobre la vida del soldado más condecorado de la Primera Guerra Mundial, Sargento York (1940), y la segunda película de Huston como director, una versión malograda del premio Pulitzer de Ellen Glasgow, Como ella sola (1942).

En 1951, el Comité de Actividades Antiamericanas obligó a la industria del cine a incluir a Koch en la lista negra. Bajo el seudónimo Peter Howard, escribió el guión de la película británica de Joseph Losey (este haciéndose llamar Joseph Walton) Intimidad con un extraño (1956), pero no pudo volver a utilizar su nombre verdadero con fines profesionales hasta principios de los años sesenta. Howard trabajó esporádicamente como dramaturgo y escribió los libros “The Panic Broadcast” y “As Time Goes By: Memoirs of a Writer in Hollywood, New York and Europe”.

Después de autoexiliarse en Europa durante los años ochenta, Koch volvió a su hogar, en el Estado de Nueva York, se implicó en actividades políticas de signo izquierdista, escribió cartas a revistas y particulares, ayudó a impedir que unos promotores edificaran sobre unos maizales de la zona de Woodstock y escribió una obra de teatro titulada “The Trial of Richard Nixon”. A su muerte, en 1995, tenía noventa y tres años.

CASEY ROBINSON

Kenneth C. Robinson, que tal era su verdadero nombre, nació en Logan, Utah, el 17 de octubre de 1903. Estudió en Cornell y se inició en el cine en 1937, como escritor de rótulos. Excelente adaptador de novelas, Robinson no tuvo ningún problema para trabajar indistintamente en comedias, melodramas, seriales y westerns. Así, entre principios de los años treinta y finales de los cincuenta escribió gran número de destacados guiones, solo o en colaboración: El capitán Blood (1935), Amarga victoria (1939), La solterona (1939), El orgullo de los yanquis (1942), La extraña pasajera (1942), Casablanca (1943), Pasaje para Marsella (1944), Pasión en la selva (1947), Las nieves del Kilimanjaro (1953), Sinuhé el egipcio (1954), Mientras Nueva York duerme (1956)… También dirigió una serie de cortometrajes y produjo varios largos. En 1967 obtuvo el premio Laurel del Sindicato de Guionistas por el conjunto de su obra. Estuvo casado con la bailarina rusa Támara Toumanova. Murió el 6 de diciembre de 1979.

 

WARNER BROS. — FIRST NATIONAL PICTURES

 

UNA PRODUCCION DE HAL B. WALLIS

DIRIGIDA POR MICHAEL CURTIZ

 

REPARTO

 

Richard “Rick” Blaine …… HUMPHREY BOGART

Ilsa Lund …… INGRID BERGMAN

Victor Laszlo …… PAUL HENREID

Capitán Louis Renault …… CLAUDE RAINS

Mayor Heinrich Strasser …… CONRAD VEIDT

Señor Ferrari …… SYDNEY GREENSTREET

Ugarte …… PETER LORRE

Carl …… S. Z. SAKALL

Yvonne …… MADELEINE LEBEAU

Sam …… DOOLEY WILSON

Emile …… MARCEL DALIO

Annina Brandel …… JOYPAGE

Berger …… JOHN QUALEN

Sascha …… LEONID KINSKEY

Jan Brandel …… HELMUT DANTINE

Abdul …… DAN SEYMOUR

Carterista …… CURT BOIS

Cantante …… CORINNA MURA

Camarero …… GINO CORRADO

Maitre …… MARTIN GARRALAGA

Coronel Heinze …… RICHARD RYEN

Sr. Leuchtag …… LUDWING STOSSEL

Sra. Leuchtag …… ILKA GRUNING

Señor Martínez …… CHARLES LA TORRE

Vendador árabe …… FRANK PUGLIA

Comerciante …… LEON BELASCO

Señor rico …… OLAF HYTTEN

Vendedor …… MICHAEL MARK

Nativo …… PAULPORCASI

Oficial francés …… ALBERT MORIN

Cliente …… CREIGHTON HALE

Banquero alemán …… GREGORY GAYE

Amigo …… GEORGE MEEKER

Enlace …… WILLIAM EDMUNDS

Oficial alemán …… HENRY ROWLAND

Oficial alemán …… HANS HEINRICH VON TWARDOWSKI

Americano …… MONTE BLUE

Mujer inglesa …… NORMA VARDEN

Banquero …… TORBENMEYER

Camarero de “El Loro azul” …… OLIVER BLAKE

Casselle …… GEORGE DEE

Fydor …… LEOMOSTOVOY

Contrabandista …… LOUIS MERCIER

Refugiado …… LOUIS V. ARCO

Jugador …… TRUDE BERLINER

Conspirador …… FRANCO CORSARO

Vendedor …… GEORGE J. LEWIS

Mujer con diamantes …… LOTTE PALFI ANDOR

Conspirador …… GEORGES RENAVENT

Hombre inglés …… GERALD OLIVER SMITH

Emile …… LEO WHITE

Cliente …… GEOFFREY STEELE

 

GUIÓN DE JULIUS J. EPSTEIN, PHILIP G. EPSTEIN Y HOWARD KOCH

BASADO EN LA OBRA “EVERYBOY’S COMES TO RICK’S”

DE MURRAY BURNETT Y JOAN ALLISON

MÚSICA DE MAX STEINER

MONTAJE: OWEN MARKS

DIRECCIÓN ARTÍSTICA: CARL JULES WEYL

DIRECTOR DE FOTOGRAFÍA: ARTHUR EDESON

 

Productor ejecutivo …… JACK L. WARNER

Decorados …… GEORGE JAMES HOPKINS

Orquestación …… HUGO FRIEDHOFER

Director musical …… LEO F. FORBSTEIN

 

CANCIONES

 

“As Times Goes By” (HERMAN HUPFELD)

“Knock on Wood” (M. K. JEROME Y JACK SCHOLL)

“Noah Done” (M. K. JEROME, HERMAN HUPFELD)

“Muse’s Call” (M. K. JEROME, HERMAN HUPFELD)

 

Vestuario …… ORRY-KELLY

Maquillaje …… PERC WESTMORE

Efectos especiales …… LAURENCE BUTLER

Efectos especiales …… WILLARD VAN ENGER

Secuencias de montaje …… DON SIEGEL

Secuencias de montaje …… JAMES LEICESTER

Sonido …… FRANCIS J. SCHELD

Director de diálogos …… HUGH MacMULLEN

Ayudante de dirección …… LEE KATZ

Asesor técnico …… ROBERT AISNER

Jefe de producción …… AL ALLEBORN

Guión (sin acreditar) …… CASEY ROBINSON

Stunts …… HARVEY PARRY

Unidad de publicidad …… BOB WILLIAMS

Doble de Dooley Wilson al piano ELLIOT CARPENTER

Narrador …… LOU MARCELLE

 

Duración… 102 minutos

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