Carmina Burana

Carmina Burana


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<La destrucción de Troya>

Lamento sobre la destrucción de Troya, tema bastante habitual en la Edad Media, sobre todo como materia de ejercicios escolares. Dísticos elegíacos leoninos monorrimos con rima interna y final.

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A Troya quiero cantar, sólo por el destino del hado a los dánaos[276] entregada,

conquistada sólo con engaño; tras la conquista hasta el suelo arrasada.

2

Resuena desde el Helicón, tú, la que, la primera, el Helicón[277] dominas

y poder componer hermosos versos me inspiras.

3

Allí está Paris sin rival, busca, ve, se atreve a amar,

se atreve a enfrentarse al rapto, a los peligros, al mar.

4

Él va y se acerca, a escondidas la toma y a escondidas se aleja,

el marinero la orilla deja, se produce la huida, el ladrón regresa.

5

Seguro es el deleite en el mar, a la sensualidad ofrece incienso en el altar,

sus conciudadanos no saben nada de la guerra que Paris les va a preparar.

6

Tras la senda de Helena corren Larisa, Micenas,

mil naves sin ancianos de héroes llenas.

7

Al ultrajador confía en vencer el ultrajado[278],

despojado de su alianza[279], se alía con su espada al costado.

8

El dolor impide sentir temor al caudillo griego

de vivir o morir por la compañera de su lecho.

9

Frente a la hermosa Troya planta sus reales el griego,

es atacado el adúltero y el caballo cobra cuerpo.

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Preñado[280] de funesta prole da a luz al enemigo la construcción monstruosa

y así es destruida con engaño aquella ciudad populosa.

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1

Todo lo entregan a la muerte y por ansia de botín ciegos

persisten los griegos, sus pechos cerrados a todo ruego.

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2

Aquí arden los edificios, allí corta Diomedes

brazos, piernas y pies con múltiples muertes.

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3

El raptor Paris es castigado con la muerte por Diomedes

y la hija de Leda a su antiguo hogar vuelve.

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4

Aquella mujer digna de muerte es amada como antes de nuevo,

devuelta al vencedor y a los placeres del lecho.

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5

¿Cruel, por qué te libras? ¡Entregas a los demás sin ser tú misma entregada!

¿Por qué tú, culpable de la desgracia, no pereces también en la matanza?

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6

Si hubieras sido casta y tu restante vida buena toda,

no habrías sido desconocida, no hubieras quedado sin honra.

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7

Sometida primero al Atrida, luego a Paris y antes a Teseo[281]

¿puede alguien confiar en que no vuelvas al mismo juego?

1

8

Las viejas historias las futuras nos hacen temer;

mañana pueden suceder las mismas cosas vergonzantes que ayer.

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9

La mujer vencida por el vino, porque borracha dice lo verdadero[282],

convertirme en su fiador ni lo espero ni lo quiero.

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Terminada la matanza, Hécuba[283] al botín es incorporada,

tratada ignominiosamente y a caminar a pie es obligada.

2

1

Delante de los griegos, arrancado su cabello hermoso,

atada con una cuerda es arrastrada por el teatro y el foro.

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2

Vive, pero contra su voluntad, porque vive una desgraciada vida

e inicia su lamento con voces de este guisa:

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3

«¿Juno[284], qué es lo que haces? Después de tanta muerte y destrucción,

¿crees tú que puedes añadir algo más a tanta desolación?

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4

¿Así que vuelves a matar a los que ya mató el Atrida?

¿Así que vuelves a matar a los que ya no tienen vida?

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5

¡Ya no encuentras a ninguno más, a ninguno y ni así te tranquilizas,

antes bien, sigues persiguiendo hasta los restos de las cenizas!

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6

¡Nadie se le enfrenta, pero Juno sigue la guerra,

todavía está sedienta de pelea la espada de sangre llena!

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7

¡A mí, a mí, Juno, hiéreme! ¡Hiriéndome quizá te compadezcas!

¡Haz que mi viejo cuerpo con rápida muerte perezca!

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8

Hasta ahora sólo he llorado los infortunios de un destino fatal;

lo que a mí me queda de tiempo, acórtalo con breve final.

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9

Persiste la ira de la diosa en entregar a todos al exterminio.

Me extraña que no haga mención alguna de mi destino.

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0

Nadie se acuerda de mí; la espada que con todos acaba

un pacto conmigo establece: a mí me deja sana y salva.

3

1

El miedo estremece mis huesos; mi espíritu está inquieto,

antiguas cuitas renuevan otra vez mis lamentos.

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2

Esta ciudad antes excelsa y que en riquezas nadaba

se convierte en una de las más pequeñas y es sin templanza aniquilada.

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3

Esta ciudad célebre hace poco, cuando el dado concluya el juego,

la verás convertida en pasto del ganado y desnudo suelo.

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4

¡Ay de ti, Troya, que pereces! Ya no más podré verte,

ya, ya eres morada de fieras, pasto para los bueyes.

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5

¡Ciudad afortunada si pudieses vencer al hado

o si el hado más tardíamente pudiese ser cumplimentado!

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6

¡Oh reino tan bienaventurado, ciudad de alta nobleza,

enriquecida por ilustres donantes e ilustres ofrendas!

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7

¡Oh reino tan bienaventurado, hasta que tu felicidad dejó truncada

la presa[285] del deseo y una nave infausta!

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8

¡Noble ciudad, llena de gente noble, dentro y fuera, de ciudadanos y colonos,

dotada de un patrono, él dotado con un trono!

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9

¡Llena de fuerza, llena de gente, digna de trovar,

eres la más dichosa por tus príncipes, tus ciudadanos y tu prosperidad!

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0

El palacio está lleno de criados, la ciudad de ciudadanos, el campo de granjeros,

la tierra de sus dones y de sus bienes los graneros.

4

1

Si tengo que ponderar lo que ponderar solemos:

son excelsos sus cultivos, el campo, el agua, el bosque, el suelo.

4

2

Daban bebida los viñedos, alimento la fértil tierra,

mercancías y dinero la navegación y la mar cerca.

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3

Una ciudad antigua y famosa, excelente, tan excelente como extraordinaria,

tan excelente como famosa se convierte en un campo de cabras.

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4

Rica desde la antigüedad, cuando es arrastrada por el hado injusto,

perece en poco tiempo y su existencia se desvanece para el futuro.

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5

La culpable de tal situación fue una meretriz fatal,

mujer funesta, mujer nacida para el mal».

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