Carmina Burana
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<Sólo la amada puede apagar el fuego del amor>
A imagen de la pastorela clásica, se narra el encuentro en un
locus amœnus del cantor con una joven, el cual, con su conversación sobre las ventajas e inconvenientes de satisfacer su pasión, acaba con todos sus reparos y la consigue. Destaca, en consecuencia, el típico diálogo entre el joven y la doncella, disputado a modo de
conflictus. Secuencia de variadas estrofas con tendencia a la monorrima.
1
En la época florida del verano
bajo un umbroso árbol sentado,
las aves en el follaje cantando,
el fresco de la tarde soplando,
de la conversación emprendida con mi Tisbe[114] gozaba
mientras el dulcísimo placer de Venus comentaba.
2
Su rostro,
su figura y compostura
entre las doncellas
como el Sol entre las estrellas
así relumbra.
¡Ojalá que mis argumentos
la convenzan,
para, que, gozar de nuestra unión quiera!
3
Nada mejor, en verdad, me resta
que desvelar totalmente la llama ardiente de mi corazón.
«A los audaces» con razón «la fortuna ayuda[115]».
Por ello así haré mi introducción:
4
a
«Un fuego ciego en mi pecho
alimento desde hace tiempo
que su fuerza con maravilloso empeño
difunde por todo el cuerpo.
4
b
Tú sola lo puedes percibir
y, si quieres, lo puedes extinguir,
[así como][116] mi lánguida vida
uniéndote a mí por un lazo feliz».
4
c
«La esperanza del amor es dudosa
sea verdadera o falsa.
Al amante es necesaria
la virtud de la constancia.
5
a
Pero más que las otras virtudes es la paciencia
del amor sierva.
5
b
Mas ese fuego que corre por las entrañas,
si tú quieres, otra lo apaga.
5
c
Nuestro amor en furtivos e inconstantes placeres
no se entretiene».
6
a
«El fuego que me martiriza
y que es, sin duda, la gloria mía,
es un fuego invisible.
6
b
Si no lo apaga
la que lo inflama
permanece inextinguible.
7
a
Depende, pues, de tu medida
que yo muera o viva».
7
b
«¿A qué viene en una cosa incierta
poner en riesgo la vida entera?
8
a
Tengo un padre, una madre
y un hermano que constante
todo el día por ti me recrimina.
8
b
Las viejas por las habitaciones
y en las atalayas los jóvenes
observando nos vigilan.
9
A Argo[117], el de los cien ojos,
temo más que tormento todo.
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0
Resulta, pues, digno
de un hombre benigno
evitar cualquier signo
para que rumores malignos
no recorran todos los oídos».
1
1
a
«¡Temes en vano!
Todo está tan guardado
que ni me importa Vulcano
con sus sofisticadas cadenas[118].
1
1
b
A la manera de Mercurio
con agua del Leteo
A Argo con el sueño
venceré, pues ya sus cien ojos se cierran».
1
2
a
«Mi mente dudosa en la balanza
sopesa dos cosas contrarias:
la lasciva pasión o mantenerme casta.
1
2
b
† Pero yo prefiero lo que siento:
mi cuello al yugo ofrezco,
a un yugo dulce, sin embargo, me entrego».
1
3
«No es una expresión acertada
llamar yugo al misterio del amor,
pues no hay nada más espontáneo,
ni más dulce, ni mejor.
1
4
a
¡Oh qué sabrosos
son estos gozos!
Amores robados son humanos.
1
4
b
¡Así que con presteza
dame tu prenda!
Carecen de reconocimiento los dones lentos».
1
5
«¡Oh muy amado mío!
Toda entera a ti me rindo».