Blockchain

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Introducción

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323. Amazon Web Services, servicio de computación en la nube bajo demanda gestionado por Amazon, el mayor del mundo.

324. Benedetti, Hugo E. y Kostovetsky, Leonard: Digital Tulips? Returns to Investors in Initial Coin Offerings. SSRN, 20 de mayo de 2018. ssrn.com/abstract=3182169.

325. Varshney, Neer: Someone paid $170,000 for the most expensive CryptoKitty ever. The Next Web, 9 de mayo de 2018. thenextweb.com/hardfork/2018/09/05/most-expensive-cryptokitty/.

326. Orcutt, Mike: Ethereum thinks it can change the world. It’s running out of time to prove it. Technology Review, 13 de diciembre de 2018. www.technologyreview.com/s/612507/ethereum-thinks-it-can-change-the-world-its-running-out-of-time-to-prove-it/.

327. Aitken, Roger: Forbes 'Under 30' Tech Prodigy In Cryptosale For Ethereum-Built Management Platform. Forbes, 20 de abril de 2017. www.forbes.com/sites/rogeraitken/2017/04/20/forbes-under-30-tech-prodigy-in-cryptosale-for-decentralized-jurisdiction-platform/#7463000a6a12.

328. Wilson, Fred: What Is Going To Happen In 2019. AVC, 1 de enero de 2019. avc.com/2019/01/what-is-going-to-happen-in-2019/.

 

ANALIZANDO LA «INTELIGENCIA» DE LOS CONTRATOS EN BLOCKCHAIN

EL INVIERNO SE ACERCA: DESCENTRALIZACIÓN NO EQUIVALE A DISGREGACIÓN

En la hipótesis cosmológica de la «muerte térmica del universo», la deriva del cosmos está dictada por un proceso de expansión y disgregación que, según la segunda ley de la termodinámica, causará un equilibrio térmico que imposibilitará todos los procesos físicos. Una deriva remota y especulativa que, sin embargo, influye sobre nuestro contexto, aunque no lo percibamos. Además de alumbrar una nueva toma de conciencia sobre la excepcionalidad y fragilidad de la canica azul suspendida en un océano inerte que habitamos, las primeras imágenes de la tierra tomadas desde el espacio inspiraron la propia cultura tecnófila y hacker que, a través de publicaciones como el fanzine contracultural californiano Whole Earth Catalog329 (que incluyó esa fotografía de nuestro astro en su portada), contribuiría a los primeros hitos de la informática personal.

Las primeras fotografías de la tierra vista desde el espacio lo cambiaron todo. Nuestro astro, esa excepcional Nave Espacial Tierra330, bautizada así por el futurólogo e inventor interdisciplinar Buckminster Fuller, era apenas una mota de polvo en el universo inmediato. Pero la Carrera Espacial y los chicos de la era cibernética constituían la última prueba de que las criaturas surgidas en aquel rincón estaban dispuestas a formularse grandes cuestiones y a abandonar la seguridad de su propio hogar, aunque fuera momentáneamente, para tomar la foto imposible, la imagen del demiurgo: nuestro mundo desde el espacio. El retrato en perspectiva que constata que la entropía todavía no ha finalizado su curso y que la «muerte térmica» está muy alejada del contexto a escala humana, o incluso a una escala limitada a la vida de nuestro planeta y a la de nuestro sol.

En abstracción y utilidad percibida, blockchain permanece muy alejada de las preocupaciones de la mayor parte de nuestra especie: una posibilidad a medio comprender y a medio ensamblar, que aguarda a un gran servicio que la haga visible antes de que el invierno se acerque (en nuestra saga, no podía faltar una mención a Juego de Tronos, historia que se nutre de la tradición nórdica con la que abrimos el libro).

El universo blockchain podría enfrentarse a su propia «era oscura», a su «muerte térmica», si el talento en torno a su surgimiento continúa disgregándose a medida que ese universo se expande. La tendencia a la disgregación dificultaría las necesarias reacciones nucleares que solo las colisiones permiten. Necesitamos más estrellas enanas, cometas, supernovas y fenómenos análogos, pues la concentración energética hará irresistible una tecnología cuyo potencial solo emociona de momento a quien se ha tomado la molestia de comprenderlo y de decantarse por «escenarios ideales» que —intuimos— difícilmente llegarán del modo deseado.

La concentración de talento en torno a Ethereum puede evitar que se cumpla la hipótesis de los periodistas y analistas gandules, atentos únicamente a la información negativa relacionada con blockchain: auténticos impulsores de la hipótesis de la «muerte térmica de blockchain»331 antes de que esta haya siquiera empezado a organizarse en organismos ricos y complejos, emulando organizaciones presentes en la naturaleza, desde la escala del universo hasta la combinación de moléculas que almacenan la información de la vida en nuestro planeta.

Figura 15.1. El fanzine Whole Earth Catalog, editado por Stewart Brand, trataba de superar las viejas taxonomías ofreciendo conocimientos variopintos que ayudaran a los lectores a interpretar la realidad como un complejo sistema con múltiples interacciones. Stewart Brand insistió en usar la imagen de la tierra vista desde el espacio, un nuevo punto de vista sobre la humanidad posible a partir de la era espacial.

Cualquier éxito generalizado de la tecnología pasa por su uso versátil en distintos supuestos y aplicaciones, si bien existe un atractivo que va más allá de la merca ejecución práctica: la relación entre esta nueva estructura de software y un tipo de gobernabilidad entre personas y recursos que no requeriría intermediación ni la existencia previa de confianza mutua entre usuarios. No obstante, blockchain y sus protocolos superpuestos describen circunstancias ideales: ¿se pueden trasladar estas circunstancias al mundo real, o el margen de subjetividad entre personas llevará a una interpretación distinta de los algoritmos? Y, ¿qué ocurre cuando se presentan errores que pueden ser explotados por malos actores?

SOBRE PROBLEMAS HUMANOS, DESORDEN Y SERENDIPIA

Analizando la relación entre necesidades humanas, a menudo imprecisas o contradictorias, y su aplicación en sistemas informáticos, el experto en legislación digital en Wharton, Kevin Werbach, opina que es un error creer que podemos escribir programas capaces de resolver por completo los problemas humanos: «Incluso cuando las entrañas de un sistema comprenden computadoras rigurosamente lógicas que actúan recíprocamente a través de transacciones mecánicas, las personas no son irrelevantes. Las cadenas de bloques existen para solventar problemas humanos y potenciar actividades humanas. [Estas] No podrán jamás escapar por completo al desorden humano. Ni deberían tratar de hacerlo»332.

La idea de emplear la cadena de bloques mucho más allá de su uso como transacción de criptomoneda, surgió para reducir al máximo los fallos humanos e institucionales que dependen de una confianza débil en viejas estructuras; sin embargo, los expertos avisan: la primera experimentación con los nuevos modelos podría exacerbar muchos de los viejos problemas. Es como si —en palabras de Kevin Werback— nos esforzáramos por decorar las plantas superiores de un edificio mientras su primera planta cuenta con apenas el marco estructural. Un marco, que, creemos, cuenta con cimientos sólidos basados en una comprensión de la inherente subjetividad de los sistemas humanos. Incluso los mecanismos humanos diseñados para lograr la mayor objetividad posible parten de un punto de vista particular, si bien aspiran a actuar como una especie de «universal subjetivo» similar al que poseen los integrantes de una comunidad. La intersubjetividad333 es la técnica humana para sacar partido de estos «universales subjetivos» científicamente reproducibles y compartidos por todos.

El núcleo de programadores de Ethereum responde a la difícil cuestión del punto de vista humano y al carácter abstracto de conceptos como el de «objetividad» apuntando a algo tan subjetivo, «etéreo» (nunca mejor dicho) e impreciso como la «cultura en el desarrollo de software». Y esta cultura de desarrollo se define, según los desarrolladores de Ethereum, por oposición a la «cultura» existente en la otra gran cadena de bloques, Bitcoin. Según el antiguo director técnico de Ethereum y creador del lenguaje Solidity, Gavin Wood, el desarrollo y mantenimiento del entorno en Bitcoin se guiaría por el principio de la cautela: todos los cambios en la cadena de bloques se estudian con detenimiento y únicamente se integran en la red de la mayor criptomoneda si son compatibles de manera retroactiva y no conducen a una bifurcación radical de la cadena de bloques (lo que obligaría a la actualización forzosa del software por los nodos que pretendan seguir usando el servicio sin problemas de incompatibilidad); en Ethereum, explica Gavin Wood, la cultura en torno al desarrollo y mantenimiento de la plataforma «se centra más en el futuro que en el pasado».

Esta filosofía permite a la plataforma integrar mejoras con rapidez y parchear problemas detectados con mayor flexibilidad que Bitcoin, pero el mantra del «muévete rápido y rompe cosas» implica asumir los costes asociados de errores humanos o de precipitación estratégica: las actualizaciones de Ethereum no son compatibles con versiones anteriores de la plataforma, lo que obliga a todos los nodos a compartir una misma versión y ha generado incompatibilidades durante validaciones de bloques entre nodos con la última versión y nodos con versiones pretéritas. Asimismo, el escándalo sobre el trasvase de fondos no deseado por los propietarios del ether extraído en el robo The DAO surgió del error de programación del contrato inteligente que debería haber previsto la participación en el experimento de usuarios con mala fe, dedicados exclusivamente a estudiar errores de diseño para explotar una arquitectura de smart contract defectuosa.

El caso de The DAO constituye un hito en la institucionalización de un comportamiento «permitido» por un sistema de regulaciones informales (un smart contract), pero de dudosa ética334: quienes explotaron el funcionamiento de esta organización autónoma descentralizada antepusieron su interés económico inmediato a la corresponsabilidad de actuar con buena fe en un sistema interdependiente en el cual las actuaciones abusivas de unos repercuten sobre los intereses del resto.

Poco después del hackeo de The DAO, alguien publicó un mensaje anónimo, con un discurso tan controvertido y éticamente deleznable como el propio «desplazamiento» de fondos asociados a participantes de la organización: «He examinado cuidadosamente el código de The DAO y he decidido participar tras hallar la característica en la que dividir [la organización] es premiado con ether adicional... me decepcionan quienes están argumentando que el uso de esta funcionalidad intencional es "robo". He usado esta característica explícitamente programada en tanto que parte de los términos del contrato inteligente y mi asesor legal me ha indicado que mi acción cumple estrictamente con la ley criminal y de daños y perjuicios de Estados Unidos... Me reservo todo el derecho de emprender acciones legales contra cualquier cómplice de robo ilegítimo, congelación o confiscación de mi ether legítimo, y estoy trabajando activamente con mi despacho de abogados».

La comunidad de Ethereum consideró la entrada335 como una parodia, pero la postura expuesta expone los riesgos de confiar un estatuto de infalibilidad a un sistema matemática y conceptualmente falible.

LA NECESIDAD DE SISTEMAS BLOCKCHAIN A PRUEBA DE ERRORES Y MALA FE

Ethereum se enfrenta a una contradicción inherente a un diseño «cerrado» y «previsible» en tanto que blockchain: mantener la inmutabilidad del comportamiento esencial del sistema y, a la vez, fomentar la mejora permanente y alentar un ritmo de innovación frenético, pues, como ocurre en cualquier proyecto de software a gran escala, cualquier pequeño cambio implica una serie de reacciones en cadena que pueden convertir lo que inicialmente se creía una mejora en un inconveniente o involución en otras partes del sistema complejo. El efecto de red también puede jugar en contra del desarrollo de software descentralizado cuando el proyecto carece de consenso entre quienes contribuyen con confirmaciones de datos en los principales repositorios, o commits.

Tal y como subraya Kevin Werback, experto en derecho aplicado a tecnologías de la información, los errores y vulnerabilidades de seguridad en contratos inteligentes son especialmente peligrosos, pues la capacidad de este software para ejecutar órdenes precisas de cuyo desarrollo dependen los fondos custodiados en un fichero protegido, puede causar el trasvase de valor no deseado. Lo que puede ser visto en estas pequeñas aplicaciones o contratos —que conectan la base de datos descentralizada y las DApp a uno y otro extremo de este «ordenador mundial»—, es también una de sus limitaciones prácticas: los smart contract no pueden modificarse una vez las partes han accedido a usarlo. El uso de estos pequeños «contratos sociales» (si recurrimos a la tradición jurídica que se remonta al mismo Jean-Jackes Rousseau que inspiró las democracias liberales durante la Ilustración336), depende de una norma transaccional: el contrato se formaliza cuando se depositan fondos en un fichero seguro a la espera de que se ejecuten las condiciones de manera automática. Pero la sencillez de esta «ley criptográfica» emergente se convierte en inconveniente sistémico cuando el código de uno de estos programas es defectuoso o existen usuarios que encuentran la manera de explotar alguna vulnerabilidad.

Un caso de estudio en el riesgo de diseños frágiles entre estos programas de intermediación es el de la compañía canadiense QuadrigaCX. Esta firma publicó un smart contract con un único error de código, el cual provocó que un depósito de 14 millones de dólares en ether desapareciera en el... éter337. Una prueba entrópica que evoca la hipótesis cosmológica de la muerte térmica del universo desde otro punto de vista, el de la disipación de la información en sistemas como el código informático defectuoso ejecutado en una red P2P. En este caso, la pérdida de datos (información) equivale al calor disipado en cualquier fenómeno entrópico.

QuadrigaCX, el mayor mercado de intercambio de criptomonedas en Canadá, asumió este error de código en mayo de 2017, coincidiendo con la popularidad de las inversiones en criptomoneda. Entonces, muchos inversores pioneros veían en el sector una alternativa especialmente interesante al saturado y legalmente más comprometedor ámbito de la especulación en el cambio de divisas (o comercio Forex).

El error no involucró, a priori, la mala fe de ningún participante, ni tampoco se produjo un trasvase de fondos como el experimentado el 20 de julio de 2016 en The DAO: los registros con la criptomoneda asociada seguían apareciendo según lo previsto en el registro compartido de Ethereum; simplemente, un código mal programado impedía el acceso al fichero compartido con el dinero depositado por los participantes según las condiciones de un contrato inteligente. Los fondos se encontraban encerrados criptográficamente... sin que QuadrigaCX atesorara la llave criptográfica privada relacionada con la cuenta de ese contrato. Este fenómeno, asociado a la inmutabilidad y a la ausencia de intermediarios o autoridades monetarias en el entorno, muestra las consecuencias potenciales de cualquier error técnico en una arquitectura sobre la cual cualquiera puede dar de alta una cuenta para desarrolladores (cuenta contrato), que atraerá fondos de dos o más usuarios, «custodiados» criptográficamente hasta que la ejecución del programa distribuya los fondos según las órdenes preprogramadas.

Figura 15.2. Cartel del documental de HBO sobre el escándalo de Theranos y los límites de la cultura del pensamiento desiderativo. El «campo de distorsión de la realidad» o pensamiento ilusorio de Steve Jobs, imitado hasta el extremo, deriva en un comportamiento similar al mostrado por Elizabeth Holmes al mando de una empresa que quería transformar para siempre la medicina con un laboratorio de análisis doméstico. Bastó un reportaje de investigación para destapar el fraude en Theranos.

CONSTANTINOPLE: LA CARRERA POR ELIMINAR CUELLOS DE BOTELLA

Los fallos humanos (y aquellos derivados de la imposibilidad de traducir sistemas imprecisos a aplicaciones informáticas que aspiran a la infalibilidad), suscitan tanta presión como expectativas en el núcleo de desarrolladores de Ethereum. De momento, Ethereum Foundation ha optado por mantener su proyección pública en un contexto realista y de expectativas moderadas en un contexto de escrutinio público al secretismo empresarial de Silicon Valley, tras escándalos como el fraude de la empresa de tecnologías de la salud Theranos.

Theranos representa la deformación de un modelo poco transparente y orientado a las expectativas que ha dominado el sector tecnológico en los últimos años y empieza a mostrar signos de agotamiento en su epicentro geográfico, el valle de Santa Clara, en California. La joven dirigente de Theranos, Elizabeth Holmes, imitó las prácticas delusorias de Steve Jobs (el famoso «campo de distorsión de la realidad»338 que permitía al cofundador de Apple sacar el máximo partido de sus colaboradores), si bien olvidó respaldar sus promesas con un avance realista de sus productos. El optimismo postizo de Holmes la llevó a prometer una técnica revolucionaria de análisis de sangre: indolora, sencilla y muy económica, al requerir apenas unas gotas de sangre de un dedo del usuario, que se comercializaría a corto plazo en forma de «laboratorio médico portátil».

Bastó un artículo339 de investigación de un periodista de The Wall Street Journal, John Carreyrou, para iniciar el proceso de escrutinio público y legal que destapó el fraude. Theranos había estado usando equipos de pruebas de sangre de la competencia, Edison, en laboratorios cerrados a socios, inversores y a la mayoría de sus empleados340.

Los participantes de Ethereum han mantenido una cultura de colaboración presente en proyectos de código abierto, en los que las comunicaciones entre participantes se mantienen abiertas al escrutinio de todos, con excepción de decisiones que podrían ser explotadas por actores maliciosos. Conscientes de los nuevos riesgos, muchos desarrolladores de Ethereum han optado por una postura de «buena fe» y difundido públicamente sus dudas sobre el trabajo que llevaban a cabo, sabiendo que esta transparencia sería malinterpretada desde el momento de su publicación por quienes apuestan por el fracaso de blockchain.

El 4 de marzo de 2017, por ejemplo, uno de los desarrolladores esenciales de Ethereum, Vlad Zamfir, publicaba un polémico tuit: «Ethereum no es seguro ni escalable. Es tecnología experimental inmadura. ¡Trata de no depender de esta en aplicaciones de nivel estratégico si no es absolutamente necesario!». Al día siguiente, el mismo Zamfir publicaba una entrada en su bitácora en la plataforma Medium donde aportaba el contexto aclaratorio de su mensaje que miembros de la comunidad demandaban: «Las cadenas de bloques no son juguetes341, ni esquemas para hacerse rico al instante. Tampoco son una herramienta reluciente para automatizar tus procesos de negocio. Se trata de una potente tecnología que tiene el potencial de causar un daño indescriptible. Pero también pueden proporcionar la base para soluciones a severos problemas globales». Zamfir no pretendía edulcorar su mensaje, pues Ethereum se debe económicamente a su comunidad de usuarios, en particular a aquellos que participaron en su ICO, y no a inversores de capital riesgo con departamentos de relaciones públicas capaces de dictar el ritmo y la naturaleza del mensaje a los medios.

Figura 15.3. El castillo de Zafra, en Guadalajara, recibe visitantes de todo el mundo que quieren inmortalizarse ante uno de los escenarios más espectaculares mostrados por la serie Juego de Tronos.

Zamfir dedicaba unas reflexiones para justificar sus dudas sobre la seguridad de Ethereum en ese momento, sobre todo relacionadas con la posibilidad matemática de que se produjeran ataques del 51 % en la infraestructura, o con el hecho de que la plataforma no asegure que un contrato se comporte según lo estipulado en su explicación. Asimismo, el desarrollador denunciaba públicamente la dificultad —al menos, en ese momento— para ampliar la infraestructura y posibilitar su uso a gran escala, ya que los nodos participantes en la máquina virtual de la plataforma ejecutan un único registro de operaciones de todos los contratos inteligentes, una prueba para él incontestable de futuros cuellos de botella.

Ethereum Constantinople trata de afrontar ambos retos con soluciones precisas342: agrupar contratos inteligentes en grupos para acelerar su operativa (Sharding); agrupar transacciones individuales entre dos o más usuarios en «sesiones» equivalentes a una sola transacción con varias transacciones en su interior (Plasma); y una actualización más sencilla y rápida en la cadena de bloques a través de la prueba de participación, PoS, diseñada por el propio Vlad Zamfir.

A diferencia de la cultura secretista y delusoria de Silicon Valley, Ethereum opta por comunicar sus dudas de manera realista y, a la vez, aportar soluciones desde ese mismo espíritu crítico, un síntoma de la salud de la organización, más que de su debilidad... y quizá una prueba de su viabilidad y resiliencia.

¿QUÉ CABE EN UNA «COMPUTADORA UNIVERSAL» DISTRIBUIDA?

La cadena de bloques posee características contradictorias que fomentarán, a la vez, tanto experimentos altruistas y autogestionados a la altura de las mejores instituciones... como sistemas criminales capaces de automatizar actividades al margen de jurisdicciones locales o internacionales: en función de sus participantes, una cadena de bloques ayudaría a prevenir la corrupción o, por el contrario, la amplificaría, al ocultar a sus perpetradores detrás de cuentas protegidas con criptografía asimétrica.

Entre las ventajas de la cadena de bloques, la tecnología facilita nuevos servicios que se mantienen a sí mismos, capaces de operar en todo el mundo y a un coste marginal que atraerá al mundo de las finanzas, la gestión empresarial y pública, el entretenimiento digital o la logística. La infraestructura contará con todas las ventajas de Napster o BitTorrent, aunque multiplica su versatilidad y elimina los principales inconvenientes de arquitecturas P2P previas.

Varios proyectos diseñan y ponen a prueba su propia cadena de bloques para transferir valor de manera segura, anónima y global; otros proyectos tienen un ánimo registral y gestionan títulos de propiedad, bienes muebles e inmobiliarios, y ejercen un rol institucional en entornos de ausencia o negligencia institucionales; y un tercer grupo de proyectos opta por crear contratos inteligentes y aplicaciones descentralizadas para facilitar nuevos tipos de servicio o incluso organizaciones autónomas descentralizadas, DAO, con ánimo mutualista y una autogestión supervisada, a la vez, por todos sus participantes y por ninguno de ellos: al pertenecer a una de estas redes y guiarse por su funcionamiento, los participantes contribuyen a un régimen de intermediación automatizada, anónima y no discriminatoria.

En el esquema de las organizaciones autónomas descentralizadas, las tesis del voluntarismo del filósofo británico del siglo XIX Auberon Herbert343 —quien abogaba por un asociacionismo opcional integrado sobre la base del respeto mutuo— se materializan. Eso sí, este tercer grupo de proyectos, el más ambicioso, es solo posible si los contratos inteligentes demuestran su viabilidad a gran escala en máquinas virtuales descentralizadas tales como Ethereum Virtual Machine. La cocina de esta gran apuesta por las organizaciones autónomas descentralizadas cuenta con un joven asturiano que se ha ganado el respeto en la comunidad Ethereum, Luis Cuende344.

Nacido en 1995, el hacker asturiano confirmó su precocidad técnica al crear su propia distribución del sistema operativo Linux, Asturix, cuando cursaba tercero de ESO en Oviedo; y convertirse en asesor tecnológico de Neelie Kroes en 2012, cuando la política holandesa ocupaba el puesto de Comisaria Europea de la Agenda Digital. Cuende contaba entonces con 17 años.

Junto con el también hacker español Jorge Izquierdo, Cuende fundó Aragon Project en febrero de 2017 tras lograr 25 millones de dólares en una ICO que duró únicamente 26 minutos. La empresa crea software de código abierto que facilita la creación y gestión de organizaciones, empresas y comunidades sobre blockchain. Desde la interfaz multifunción creada por Aragon, los participantes de organizaciones autónomas descentralizadas, DAO, pueden gestionar de manera distribuida el pago de fondos, la contabilidad y el voto, una idea sencilla que, de funcionar de manera sólida, podría atraer a un público menos técnico y más involucrado en todo tipo de proyectos de naturaleza mutualista.

La empresa, con sede en el cantón suizo de Zug, usa el sistema de intercambio de ficheros descentralizado IPFS —también empleado por el servicio de almacenamiento descentralizado Filecoin— y los contratos inteligentes de Ethereum para llevar al gran público el concepto de las DAO.

Para no depender íntegramente del devenir y la velocidad de desarrollo de la plataforma Ethereum, Luis Cuende me explicaba en una entrevista para este libro que Izquierdo y él tienen planes B, C, D y más, si fueran necesarios, pues confían en la validez y viabilidad de la idea. El mensaje: ambos confían que con Ethereum va la vencida, pero están preparados para integrar su proyecto en una cadena de bloques alternativa si fuera necesario.

Lo que Luis Cuende trata de explicarnos es el esclarecimiento de un futuro que pretende combatir la fragmentación de proyectos en distintas plataformas blockchain a través de un protocolo que favorezca la interoperabilidad de servicios en múltiples blockchain (parachain).

Esta interoperabilidad podría lograrse con redes superpuestas que emularan los protocolos TCP/IP y WWW en Internet: no importa qué cadena de bloque usemos, siempre y cuando lo hagamos de acuerdo con un protocolo estándar multiplataforma. Polkadot es el primer intento a gran escala para lograrlo, y Aragon es uno de los proyectos sobre Ethereum que pretende favorecer el uso intercambiable de la cadena de bloques345.

En esta batalla por el espíritu del protocolo blockchain, los nacionalistas (quienes favorecen la fragmentación y el oscurantismo) se oponen al universalismo de quienes apoyan ideas como Polkadot. Pronto conoceremos qué evolución favorecen los propios participantes de estas plataformas.

SOLO UN ECOSISTEMA DE DAO LEGÍTIMAS HARÁ OLVIDAR EL FIASCO DE THE DAO

El Libro Amarillo sobre las características y funcionamiento de Ethereum, firmado por Gavin Wood, empieza mencionando Bitcoin como referente del proyecto, nombrando su limitación como infraestructura para un solo propósito346. Acto seguido, el segundo párrafo del documento técnico declara el objetivo del nuevo proyecto concebido por Vitalik Buterin: «Ethereum implementa este paradigma de una manera generalizada». Al instituirse como máquina universal, Ethereum tiene que ser fiel a las expectativas y permitir la computación de cualquier programa sobre la plataforma, sin importar la finalidad o su complejidad. Pero, explica Wood, esta flexibilidad impone quebraderos de cabeza en la seguridad y problemas de gestión de una escala considerable.

Figura 15.4. Primera edición, publicada en Ámsterdam, de El contrato social: o los principios del derecho político, de Jean-Jacques Rousseau. Las reflexiones de este «ciudadano de Ginebra» vuelven a desempolvarse en la era blockchain: ¿cómo mantener un equilibrio entre libertad individual e interés general?

Una impresora moderna es, por su habilidad para ejecutar cualquier orden convertible en una expresión gráfica, también una Turing completa, pero una impresora cuenta con una ventaja con respecto a Ethereum cuando esta recibe una orden lo suficientemente compleja como para bloquearse: mientras el usuario puede encender y apagar el equipo de impresión, acto que le llevará menos quebraderos de cabeza que tratar de averiguar qué falló en la tarea enviada y si merece o no la pena esperar, Ethereum no puede permitirse el bloqueo en situaciones próximas al uso excesivo de recursos o a la propagación de errores capaces de monopolizar recursos: una cadena de bloques pública se define como sistema descentralizado a prueba de eventos que desestabilicen una parte de sus nodos, pues el resto de la infraestructura seguirá en marcha conservando el mismo registro de transacciones.

En 2019, la ansiedad empieza a concentrarse como polvo estelar sobre la superficie de habitaciones y oficinas —organizadas o a medio improvisar—: anuncios de proyectos, pre-ICO, ICO, conferencias de desarrolladores y presentaciones ante inversores y público empresarial de proyectos blockchain. En 2013, cinco años después de que Satoshi publicara su descripción de la cadena de bloques, todo equipo técnico que se preciara quería lanzar su propia criptomoneda y retrasar su viaje aspiracional con rumbo a Silicon Valley; una década después del artículo de Satoshi347, los desarrolladores más brillantes prescinden de la otrora necesaria peregrinación a Silicon Valley y permanecen a menudo cerca de su lugar de origen, aunque —eso sí— trabajan en sus propios sueños descentralizados financiados con pre-ICO, ICO y rondas de financiación tradicionales.

Ahora, en vez de crear una nueva criptomoneda que mejore marginalmente alguno de los cuellos de botella de Bitcoin, la segunda hornada de emprendedores centrados en blockchain trabaja sobre proyectos de contratos inteligentes para crear DApp o, ya directamente, un paso siguiente: una vez puesto en perspectiva el escándalo de The DAO, los proyectos que se anuncian prometen rapidez y seguridad como plataformas de organizaciones autónomas descentralizadas.

El objetivo es demostrar que el modelo de organización mutualista sobre blockchain estrenado por The DAO puede funcionar... y, de paso, confirmar que será más difícil que vuelva a producirse un cisma en la plataforma como el acaecido cuando un grupo de usuarios exportaron de manera fraudulenta un tercio de los fondos de la primera organización descentralizada y obligaron a Ethereum a devolver los fondos al contrato original, lo que implicó una actualización forzosa y no retroactiva de la cadena (mientras que los usuarios que aceptaron la actualización que incluía el robo, confirmaron el cisma permaneciendo en la cadena de bloques original, hoy Ethereum Classic).

Con la disgregación de objetivos e intereses, así como la lucha de egos entre usuarios con un alto conocimiento en criptografía y computación, el nuevo ecosistema de proyectos blockchain corre el riesgo de diluirse en proyectos suficientemente próximos y, a la vez, con particularidades que ocupan la atención de los equipos con mejor olfato en el nuevo contexto de la cadena de bloques, donde esos mediadores algorítmicos conocidos como smart contract asumen la responsabilidad y crean sobre la marcha una «ley criptográfica».

Un contrato inteligente es el auténtico mediador entre el registro compartido en el núcleo de la arquitectura y las capas con que interactuarán los usuarios (aplicaciones distribuidas, DApp, y organizaciones autónomas descentralizadas, DAO).

UN CÓDIGO AUTOEJECUTABLE PREPARADO PARA PROTEGERSE A SÍ MISMO

Mencionar varios de los conceptos con que debe familiarizarse cualquiera que se acerque a este nuevo paradigma, implica plantearse el porqué del abuso de neologismos, algunos de los cuales añaden confusión semántica a las funciones que nombran.

Los smart contract no son «inteligentes», ni tampoco se trata de «contratos» en sentido estricto: si bien algunos smart contract pueden convertirse en contratos formales y con cierta vinculación jurídica, no deben confundirse de momento con contratos legales y sujetos a la jurisdicción judicial de los participantes. Para afrontar los riesgos de fraude en un entorno descentralizado, anónimo y virtual, varios expertos trabajan en propuestas sobre una eventual lex cryptographica. Es el caso de la profesora del CNRS y la Universidad París II, Primavera de Filippi, y del experto en derecho aplicado al entorno digital de la Universidad Yeshiva, Aaron Wright, quienes firman conjuntamente el ensayo Blockchain and the Law348, dedicado a Satoshi Nakamoto: un contrato inteligente, explican, es capaz de verificarse a sí mismo, de ejecutarse a sí mismo y de protegerse a sí mismo (lo consigue «por diseño» y gracias a una arquitectura que protege el acceso a este, salvo en determinadas condiciones).

Una ley capaz de autorregularse, o lex cryptographica, podría cumplir con su función de imparcialidad e infalibilidad bajo determinadas circunstancias ideales: cuando la definición de un contrato pueda expresarse usando un código concreto y que no dé pie a equívocos; sin embargo, los contratos inteligentes totalmente infalibles requerirían una complementariedad perfecta entre las normas diseñadas y las condiciones de ejecución de un contrato, que solo se cumplirán en situaciones donde existe una causalidad precisa, con temáticas y actividades perfectamente delimitadas.

Un contrato que, por ejemplo, especifique que la puerta de un hangar ultrasecreto (el escondite de un potencial héroe prometeico o villano estafador de la saga que nos ocupa) solo se abrirá si el visitante tiene una clave criptográfica determinada, no presentará ninguna laguna legal que afrontar: es posible definir objetivamente la clave que el visitante debe presentar, así como otras circunstancias que determinarán la apertura y cierre de la puerta. ¿Qué ocurre, sin embargo, en situaciones que requieren el juicio humano y que no podemos expresar en lógica formal de manera inequívoca? No tendremos la manera de saber si una de las partes actuó o no de buena fe, si las condiciones de un contrato son justas y objetivas, o si todas las acciones permitidas por un contrato son o no legítimas.

Si equiparamos los contratos inteligentes de plataformas generalistas como Ethereum a una lex cryptographica con valor jurídico, corremos el riesgo de legalizar cualquier error de programación de cualesquiera de estos contratos y de formalizar las consecuencias derivadas de este error. ¿Pretende Ethereum activar esta responsabilidad, de tal manera que sus usuarios y creadores de contratos inteligentes puedan equiparar las acciones en estos programas a las condiciones ejecutadas de un contrato con vinculación jurídica en el mundo real? De ser así, deberán desarrollarse cláusulas que eviten al máximo la ambigüedad y permitan a las autoridades judiciales interpretar si ha habido errores de ejecución debidos al diseño defectuoso del software o vulnerabilidades explotadas por alguna de las partes.

Porque, en palabras de uno de los precursores de blockchain con más peso en el nuevo sector, el experto en criptografía Nicholas Szabo (uno de los candidatos, según los expertos, a ser la persona que se esconde tras Satoshi), «no existe nada equiparable a una institución o tecnología totalmente infalible»349.

RESOLVER EL PROBLEMA DEL ORÁCULO

Los usuarios que se hicieron con un tercio de los fondos depositados en la organización descentralizada The DAO hicieron algo «permitido» por el contrato inteligente que regía su funcionamiento, si bien hay pocas dudas de que el hurto incluyó mala fe y causó un daño cuantificable al resto de los participantes, además de debilitar la credibilidad de la propia plataforma. Lo excepcional del acontecimiento provocó una reacción excepcional en Ethereum, que tomó la polémica decisión de revertir los fondos al estado inicial en The DAO, a sabiendas de que este intervencionismo —fenómeno contra natura en una blockchain abierta— produciría la división irreconciliable entre las cadenas de bloques Ethereum (nueva bifurcación con los fondos reestablecidos al contrato inteligente de The DAO) y Ethereum Classic (cadena de bloques con la actualización que incluye los bloques que «aprueban» el hurto).

Como cualquier otra pieza de software, un smart contract no es infalible y es proclive a incluir errores de programación que se harán patentes al ser puestos a prueba por usuarios con distintos objetivos y demandas. Un contrato inteligente es un paquete de código ejecutado en una cadena de bloques que contiene una serie de reglas bajo las cuales las partes que lo aceptan (o «firman», si optamos por la metáfora del «contrato», que tan poco ha evolucionado desde la época del timbre oficial y el sello de cera) aceptan interactuar. Cuando ambas partes cumplen con las reglas predefinidas, el acuerdo se ejecuta automáticamente, pues el contrato inteligente verifica, contextualiza y ejecuta la transacción entre partes en un acuerdo. Este autoejecutable se convierte en una forma de automatización descentralizada simple y robusta que no requiere intermediarios.

Figura 15.5. El empresario ovetense Luis Cuende, cofundador de Aragon, se postula como uno de los impulsores de los servicios que llevarían el potencial de blockchain al gran público. Cuende desarrolla herramientas para crear, financiar y gestionar organizaciones autónomas descentralizadas, DAO. En la imagen, Cuende se dirige, en el marco del evento Aracon, a los usuarios y desarrolladores de la red superpuesta de servicios de código abierto que Aragon ofrece sobre Ethereum.

Los smart contract requieren el uso de un valor que formalice la intermediación entre dos o más partes, como tokens y criptomonedas; algunos o todos los participantes confirman el caudal necesario relacionado con el uso de un contrato inteligente determinado, y lo depositan en una cuenta intermedia —un contenedor protegido con criptografía— que lo distribuirá si se cumplen las condiciones descritas en el smart contract.

Pese a los problemas técnicos inherentes a la imprecisión de cualquier sistema que trate de trasladar acciones inequívocas a un lenguaje preciso, a la incógnita legal derivada del uso de acuerdos automatizados entre dos o más partes, o a la falta de proyectos estrella que faciliten su comprensión y adopción, los contratos inteligentes avanzan, aunque sea a trompicones. Al menos, empieza a solventarse uno de los numerosos escollos que impiden el despegue de los contratos inteligentes, la disociación entre blockchain y las fuentes de información relevante que propulsan el mundo de la distribución de mercancías, personas, noticias y ocio, etc., denominadas «oráculos». El «problema del oráculo»350, que trata de afinar la comunicación bidireccional entre smart contract e información como el tiempo en función del lugar, la evolución bursátil, la información sobre tráfico y vuelos, las principales estadísticas informativas...

Empresas como Chainlink351 desarrollan productos que combinan hardware y software para que estos «oráculos» del mundo real se integren dentro del diseño algorítmico de un contrato inteligente. De este modo, si nuestro vuelo es cancelado y habíamos contratado seguro de viaje, las instrucciones del contrato se ejecutarán una vez este haya recibido una actualización de lo ocurrido a través de una fuente con permiso criptográfico para efectuar la operación (y evitando, de paso, el fraude).

Una vez los contratos inteligentes solventen el acceso a la información del mundo real, los participantes de cualquier intermediación podrán proteger sus intereses sin poner en riesgo su privacidad ni temer la imparcialidad del sistema sin intermediación en el que han acordado participar.

329. Cadwalladr, Carole: Stewart Brand's Whole Earth Catalog, the book that changed the world. The Guardian, 5 de mayo de 2013. www.theguardian.com/books/2013/may/05/stewart-brand-whole-earth-catalog.

330. Fuller, Buckminster: Operating Manual for Spaceship Earth. Nueva York, E.P. Dutton & Co, 1963.

331. Kelly, Jemima: Blockchain insiders tell us why we don't need blockchain. Financial Times, 2 de mayo de 2018. ftalphaville.ft.com/2018/05/02/1525253799000/Blockchain-insiders-tell-us-why-we-don-t-need-blockchain/.

332. Werback, Kevin: The Blockchain and the New Architecture of Trust (consultar el capítulo 6: What Could Possibly Go Wrong?). Cambridge, Massachusetts, 2018.

333. Husserl, Edmund: Empathy, intersubjectivity and lifeworld. Stanford Encyclopedia of Philosophy, 28 de febrero de 2003. plato.stanford.edu/entries/husserl/#EmpIntLif.

334. Leising, Matthew: The Ether Thief. Bloomberg, 13 de junio de 2017. www.bloomberg.com/features/2017-the-ether-thief/.

335. Anónimo (firma del mensaje: «The Attacker»): Letter from DAO Attacker. Bitcoin Talk, 18 de junio de 2016. bitcointalk.org/index.php?topic=1516913.0.

336. Rousseau, Jean-Jacques: Du contrat social, ou Principes du droit politique. Ámsterdam, Marc-Michel Rey, 1762-63.

337. A inicios de 2019, las reservas de los expertos en torno a la buena fe del mercado de intercambio de dinero digital QuadrigaCX se confirmaron: a las noticias sobre la muerte del consejero delegado de la compañía canadiense en India, siguieron las declaraciones de su viuda, que aseguraba que el fallecido era el único conocedor de las claves criptográficas para acceder a los depósitos en criptodivisas de más de 100.000 clientes, estimados en 190 millones de dólares. Más información en el capítulo 7 de esta segunda parte.

338. Isaacson, Walter: Steve Jobs. Nueva York, Simon & Schuster, 2015.

339. Carreyrou, John: Hot Startup Theranos Has Struggled With Its Blood-Test Technology. The Wall Street Journal, 16 de octubre de 2015. www.wsj.com/articles/theranos-has-struggled-with-blood-tests-1444881901.

340. Gibney, Alex: The Inventor: Out for Blood in Silicon Valley (película documental). Jigsaw Productions, HBO Documentary Films, 2019.

341. Zamfir, Vlad: About my tweet from yesterday. Medium, 5 de marzo de 2017. medium.com/@Vlad_Zamfir/about-my-tweet-from-yesterday-dcc61915b572.

342. Rhodes, Delton: The Future of Ethereum: A Scaling Roadmap to Casper, Plasma, and Sharding. Block Explorer, 8 de enero de 2019. blockexplorer.com/news/ethereum-scaling-roadmap-casper-plasma-sharding/.

343. Herbert, Auberon: The Voluntaryist Creed. Oxford, 1906.

344. Wilson, Alexandra: Chain Gang: The Boldest Blockchain Companies From The Forbes 30 Under 30. Forbes, 30 de junio de 2018. www.forbes.com/sites/alexandrawilson1/2018/06/06/chain-gang-the-boldest-blockchain-companies-from-the-forbes-30-under-30/#547bc6d53544.

345. Kim, Christine: Aragon Vote Aims to Restrict Ethereum App from Funding Polkadot Blockchain. Coindesk, 19 de abril de 2019. www.coindesk.com/aragon-vote-aims-to-restrict-ethereum-app-from-funding-polkadot-blockchain.

346. Wood, Gavin: Ethereum: A secure decentralised generalised transaction ledger (Yellow Paper de Ethereum, revisión EIP-150), 2014. gavwood.com/paper.pdf.

347. Nakamoto, Satoshi: Bitcoin: A Peer-to-Peer Electronic Cash System. Lista de correo metzdowd.com, octubre de 2008.

348. De Filippi, Primavera y Wright, Aaron: Blockchain and the Law. The Rule of Code. Cambridge (Massachusetts), Harvard University Press, 2018.

349. Szabo, Nick: Money, blockchains, and social scalability. Unenumerated (bitácora personal de Szabo), 9 de febrero de 2017. unenumerated.blogspot.com/2017/02/money-blockchains-and-social-scalability.html.

350. Orcutt, Mike: Blockchain smart contracts are finally good for something in the real world. Technology Review, 19 de noviembre de 2018. www.technologyreview.com/s/612443/blockchain-smart-contracts-can-finally-have-a-real-world-impact/.

351. Marshall, Mo: ChainLink raises $32 million to connect blockchains with external data. VentureBeat, 20 de septiembre de 2017. venturebeat.com/2017/09/20/chainlink-raises-32-million-to-connect-blockchains-with-external-data/.

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