Blockchain

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Introducción

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Transcurrió el tiempo y Slasher no pasó las pruebas de solidez para las que había sido concebido: en octubre del mismo año, Vitalik confirmaba268 que Slasher había entrado en una vía muerta debido a su complejidad (en jerga del mundo del software, este algoritmo para actualizar bloques —alcanzar el consenso mediante una «prueba de confirmación»— era declarado «no trivial»). Ethash, el algoritmo de «prueba de trabajo» de blockchain, ha seguido en funcionamiento, mientras Ethereum ultima la presentación de su nuevo protocolo PoS, Casper269. Este último debe aparecer en la actualización denominada Constantinople, o Ethereum 2.0, pospuesta desde finales de 2018 a la primera mitad de 2019270.

A diferencia de PoW, PoS evita el minado y decide a quién asignar la actualización a partir de un cálculo complejo con numerosas variables, lo que evitaría adjudicar siempre la actualización de nuevos bloques a los nodos más poderosos, y conducirá a la centralización y al eventual surgimiento de una élite oligárquica; PoS otorga mayor importancia tanto a la antigüedad de los nodos que proponen un nuevo bloque actualizado como a su recorrido histórico en la infraestructura (su comportamiento «responsable» y «coherente» en la cadena de bloques).

ETHEREUM: DE LAS BUENAS IDEAS A LA OPERATIVA CONCRETA

Asimismo, Ethereum introducía flexibilidad en su arquitectura para convertir las actualizaciones del ecosistema en procesos relativamente rápidos, automatizados y a prueba de fallos sistémicos (o «alta tolerancia a faltas bizantinas», BFT en sus siglas en inglés). En el nuevo esquema, la ausencia de nodos automatizados no pone en riesgo la mayoría del sistema, pues se establece la provisión de una infraestructura de servidores estratégicos para garantizar un funcionamiento congruente incluso bajo situaciones virtualmente catastróficas (como el fallo de un elevado porcentaje de nodos en la red durante la actualización de Ethereum, instalado en cada uno de los nodos participantes)271.

Las actualizaciones no son obligatorias pero sí recomendadas y se llevan a cabo a través de una «bifurcación suave» (soft fork) del código fuente de la plataforma, un proceso que en práctica se asemeja a la evolución orgánica de actualizaciones de un sistema operativo entre los usuarios, los cuales migran a la versión estable más reciente a medida que las ventajas de realizar el cambio superan los inconvenientes, mientras los últimos en llegar a la plataforma adoptan la última versión disponible en el momento durante su primera inscripción.

El entusiasmo en torno a Ethereum coincidió con el auge de Bitcoin y la proliferación de criptomonedas alternativas, alentadas por el surgimiento de monederos centralizados capaces de almacenar, gestionar y realizar transacciones en criptomonedas e incluso en token («derechos sobre monedas» usados durante el lanzamiento de proyectos de blockchain a través del mecanismo de financiación distribuida —la mencionada oferta inicial de monedas, ICO—). Para evitar una deriva similar en Ethereum, que corría el riesgo de diluir sus expectativas en contratos inteligentes y aplicaciones distribuidas con el mero comercio de valores, la plataforma había previsto dos tipos de usuario en función del rol en el ecosistema.

Figura 12.3. Como «computadora universal» capaz de albergar cualquier aplicación imaginable, Ethereum invita en su documentación a probar maneras novedosas y mutualistas de automatizar, desde inventar una moneda propia a organizar métodos de financiación de proyectos privados sin necesidad de intermediarios.

En primer lugar, los usuarios convencionales podían abrir una cuenta externa (externally owned account), un perfil con clave público-privada equivalente a las cuentas en Bitcoin para almacenar ether y realizar transacciones, así como usar cualquier servicio sobre la plataforma y utilizar futuras pasarelas de pago integradas en otros servicios, etc.

Un segundo tipo de cuenta en Ethereum se destinaba a los desarrolladores de contratos inteligentes, las cuentas contrato (contract account), tenedoras de una clave pública cada una —de la que los usuarios y DApp se servirían para el funcionamiento de cada servicio— pero sin clave privada, con la posibilidad de compartirse entre varios usuarios y tener una naturaleza de «multifirma». Esta estructura de cuenta implica transparencia técnica e imposibilita la gestión datos de terceros al margen de la máquina virtual de Ethereum, EVM: las cuentas de smart contract carecen, por tanto, de un repositorio protegido con clave criptográfica privada (una «caja negra» equivalente al tipo de protección usado por servicios web centralizados), que fomente prácticas ocultas o ajenas a la arquitectura de la red distribuida.

DALE GAS: ETHEREUM Y LA CARRERA POR EL USO RESPONSABLE DE RECURSOS

La coherencia estructural de Ethereum afronta situaciones paradójicas que la plataforma deberá superar si quiere atraer infinidad de servicios y millones de usuarios de sus DApp en todo el mundo: todos los contratos inteligentes programados en Ethereum —en realidad, auténticas API para desarrolladores que garantizan la conexión entre back-end (la base de datos distribuida) y front-end (la aplicación con que el usuario interactúa)—, aparecen en el registro compartido por cada nodo; en la práctica, cada operación procesada por la máquina virtual, EVM, es ejecutada por cada uno de los nodos activos que participan en Ethereum. Debido a esta interdependencia, los contratos inteligentes activos podrían invocar operaciones en otros contratos que no requieren actividad en ese momento, elevando la necesidad de memoria, el rendimiento y el coste de mantenimiento de la infraestructura.

Para evitar situaciones de abuso en un entorno en que cada usuario pudiera provocar el agotamiento de los recursos de la red al perseguir estrategias de acumulación de procesos en EVM, el protocolo Ethereum introdujo un incentivo negativo, consistente en ejecutar una transacción o una operación en un contrato cuenta con un coste o gas (una fracción testimonial de ether, que sin embargo puede alcanzar importes significativos en esquemas de abuso como las operaciones automatizadas no deseadas —bots de spam, etc.—)272. El coste de las transacciones o gas no es un importe fijo, sino que se ajusta a las fluctuaciones en el valor de ETH y la sobrecarga de actividad en los nodos y en los bloques (cada bloque actualizado en el archivo compartido por la red Ethereum impone un límite de operaciones, desincentivando el uso de la infraestructura como reserva de memoria para agentes de Internet con objetivos dudosos).

ESCAPANDO AL FENÓMENO DE LA «TRAGEDIA DE LOS COMUNES»

Que todos los nodos de Ethereum ejecuten el código de todos los contratos inteligentes garantiza la autonomía de todas las partes y evita el trato de favor o la discriminación a priori de cualquier servicio. En el lado menos positivo de este esquema salomónico, los contratos inteligentes mejor diseñados y más exitosos podrían ser perjudicados por el lastre de convivir en un ecosistema en igualdad de condiciones con actores menos responsables con los recursos de la red (tales como servicios que, por ejemplo, sacrifiquen el rendimiento colectivo a favor de algún esquema de incentivos particular). Esta paradoja está presente en todo contexto de libre competencia por el acceso a un recurso limitado, observó el ecologista estadounidense Garrett Hardin en 1968, en su artículo científico sobre lo que él llamó la «tragedia de los comunes»273.

A Hardin le preocupaba la evolución de los recursos naturales finitos explotados racionalmente, como la pesca: la legítima búsqueda del interés personal al explotar estos recursos, incluso cuando la explotación se realiza de manera totalmente legal y racional, termina por agotar los recursos compartidos, pues el resto de actores optará por una estratagema similar. La «tragedia de los comunes» ilustra cómo el comportamiento humano en ecosistemas compartidos puede ser a la vez racional —a escala individual— e irracional —dado el resultado global una vez se suman las acciones legítimas de cada uno de los participantes—.

La relación entre libertad de actuación y responsabilidad es esencial en contextos de recursos finitos compartidos y, en el caso de Ethereum Virtual Machine, esta tensión entre libre albedrío y corresponsabilidad deberá incluir métodos para orientar el comportamiento individual hacia situaciones de equilibrio en toda la infraestructura. La irresponsabilidad —o un egoísmo guiado por el corto plazo— repercute sobre el funcionamiento ideal de cualquier infraestructura con recursos limitados; tal es el caso de una cadena de bloques.

EL TAO DE LAS «DAO»: EL FUTURO DE LAS ORGANIZACIONES AUTÓNOMAS DESCENTRALIZADAS

La primera prueba de fuego para la estructura técnica de Ethereum llegó con The DAO, la constitución de la primera organización fundada, regida y financiada de manera distribuida.

Esta organización, la primera de su naturaleza, debía servir de test de estrés para los resortes de la plataforma. Ethereum tenía que demostrar tanto seguridad como escalabilidad, así como la capacidad tanto del lenguaje Solidity como de la red virtual distribuida EVM para albergar todo tipo de instrucciones, al tratarse de una «máquina universal» —y, por tanto, Turing completa—.

El nombre de The DAO hace referencia explícita a las siglas en inglés de «Organización Autónoma Descentralizada», así como a un concepto crucial en la filosofía oriental y, en concreto, en el taoísmo: el «tao» (pronunciado «dào» en chino), orden cósmico de la existencia o «camino» que se manifiesta en el flujo de las cosas. Según esta interpretación ancestral, el «dao» es un ritmo universal que no puede ser nombrado y que se representa en la interacción de las cosas que uno puede nombrar, y su comprensión muestra un recorrido en armonía con el contexto en el que siempre estamos inmersos (no puede haber persona si esta no se encuentra en un lugar y entabla una relación compleja y llena de matices con otras personas, cosas y elementos). The DAO no fue el tao de Ethereum, sino más bien el mayor riesgo sistémico que ha afrontado la joven plataforma.

Es cierto que The DAO surgió como un experimento informático compatible con la semántica del tao en las doctrinas dhármicas: una organización en la que todos los participantes conformaban su dirección, que aspiraba a nada menos que a servir de incubadora descentralizada de otros proyectos sobre Ethereum. The DAO se presentó como poco menos que un proyecto capaz de emular la organicidad de las estructuras fractales de la naturaleza, en las cuales la configuración básica se replica a distintas escalas sin perder las propiedades. En Ethereum, The DAO prometía usar los fondos de sus participantes para estudiar sus propias características de «máquina universal» y, acto seguido, proporcionar las herramientas capaces de lanzar otras aplicaciones Turing completas, desde la gestión de la inversión hasta su desarrollo conceptual y ejecución.

Figura 12.4. ¿Pueden las organizaciones autónomas descentralizadas mejorar la gobernanza de sistemas complejos, o dependemos de sistemas de valores humanos imposibles de condensar en el reduccionismo matemático de los contratos inteligentes de la cadena de bloques? En la imagen, retrato del pintor Lu Zhi sobre Zhuangzi («maestro Zhuang»). La pintura, titulada El sueño de la mariposa (1550), representa al sabio taoísta soñando ser una mariposa; al despertar, Zhuangzi se pregunta si él mismo no será producto de la ilusión de una mariposa que sueña ser un hombre.

Pero lo que es bello en el universo ideal de las hipótesis no encuentra siempre un equivalente en la realidad, una vez un proyecto pasa de una planificación en condiciones óptimas a la práctica: The DAO, organización que (a diferencia de Ethereum) carecía de Estado y operaba exclusivamente en Internet, logró crear la mayor financiación colectiva hasta ese momento, si bien las promesas del proyecto se toparon con una vulnerabilidad técnica en el código fuente del smart contract de la organización, que fue explotada por un grupo de usuarios. Esta acción les permitió extraer un tercio de los fondos de la organización y depositarlos de manera ilícita en una cuenta subsidiaria, acontecimiento que dio pie a una incompatibilidad inesperada: la actualización de transacciones tras este acto —matemáticamente permitido debido a un error en el código del contrato— habría validado los nuevos bloques en el registro compartido, certificando un robo sin rastro físico ni responsabilidades jurídicas de The DAO, al ser una organización ajena al marco jurídico de cualquier Estado.

El 20 de julio de 2016, en el bloque 1920000, la comunidad de Ethereum decidió proceder con una bifurcación radical o forzada (hard-fork) en la cadena de bloques de la plataforma para restituir así los fondos invertidos en The DAO al smart contract original. El acontecimiento creó una crisis de confianza tanto en Ethereum como en torno a blockchain: ¿cómo promover organizaciones mutuales capaces de crear servicios descentralizados si, a las primeras de cambio, una minoría de actores sacrificaban toda ética o responsabilidad en favor del beneficio económico a corto plazo, incluso cuando este pudiera percibirse como ilícito? En la práctica, la bifurcación radical creó dos blockchain basadas en la plataforma, Ethereum (la cadena de bloques oficialista, que había optado por restaurar el smart contract original de The DAO) y Ethereum Classic, o cadena de bloques actualizada con la transferencia de fondos a una cuenta adicional. Este segundo servicio continúa en activo, si bien su volumen de transacciones es muy inferior al de Ethereum.

Para hacer realidad su sueño de convertirse en un ordenador distribuido a escala mundial, capaz de albergar estructuras orgánicas y mutualistas que ofrezcan todo tipo de servicios, Ethereum deberá demostrar su estabilidad, rapidez, flexibilidad, capacidad de mejora y actualización, y la posibilidad de rendir a buen nivel en estructuras a gran escala.

Un único proyecto popular, capaz de combinar sencillez de uso y estabilidad (y, a la vez, evitar situaciones como la que afectó a The DAO), atraerá a otros pioneros en DApp y mejorará los contratos inteligentes hasta esa fecha. Desde su lanzamiento y hasta enero de 2019, se habían desarrollado y publicado centenares de miles de smart contract (un elevado porcentaje de los cuales no han sido verificados y, por tanto, no están en activo), que contaban con unos fondos asignados de 105 millones de ether.

Estos contratos inteligentes, auténticas API en la cadena de bloques, son capaces de ejecutar órdenes programadas del tipo «si esto, luego lo otro», o scripts que sirven para generar, asignar o transferir unidades de valor (token), así como cualquier otra acción: desde el registro de votos o cualquier otra información; a la ejecución de normas en una aplicación descentralizada (por ejemplo, integrar las gestiones administrativas de una cooperativa de trabajadores, una institución educativa, un laboratorio de gobernanza de instituciones electrónicas, etc.).

LA CARRERA DE FONDO PARA CREAR INTERNET 3.0

Entre finales de 2016 y finales de 2018, mientras Ethereum proponía una computadora descentralizada a escala mundial y Turing completa para albergar cualquier aplicación imaginable, Bitcoin experimentaba las tensiones de movimientos especulativos.

En paralelo, los principales servicios de Internet, englobados en torno a repositorios centralizados que almacenan y controlan el flujo de la información mundial a cambio de ingresos publicitarios, renegaban de toda responsabilidad en el uso controvertido de sus herramientas: el contenido creado o compartido por los usuarios, aseguraron ante el Congreso de Estados Unidos y ante la Comisión Europea, era de la incumbencia de estos a título personal, y no de la infraestructura, que renegaba de todo papel editorial al no definirse como medio de comunicación. Los nuevos medios pretenden acaparar el almacenamiento y distribución del mensaje para, combinándolo con la información de usuarios, acaparar los ingresos publicitarios de la Red... y hacerlo sin responsabilizarse de «daños colaterales».

¿Puede la cadena de bloques proponer una alternativa autogestionada y creíble a las redes sociales y ecosistemas de aplicaciones, capaz de garantizar la seguridad de la información y la privacidad de los participantes, y devolviéndoles la potestad sobre su propia actividad en la Red? Hasta el momento, los algoritmos mejor custodiados del mundo han antepuesto los beneficios económicos a cualquier otra consideración. No obstante, como reflexionaba Garrett Hardin en su artículo sobre la batalla de recursos finitos entre personas constituyentes de un ecosistema, o «tragedia de los comunes», ha llegado el momento de explorar una mejor relación entre libertad y responsabilidad con los recursos compartidos.

Figura 12.5. Blockchain crea nuevas oportunidades para trazar el histórico de transacciones de productos y servicios. En la gráfica, un ejemplo de uso de la plataforma Ethereum en la cadena de suministro.

El mutualismo perdió la batalla ideológica a mediados del siglo XIX, cuando el materialismo dialéctico arrinconó las tesis libertarias de Pierre-Joseph Proudhon.

La cadena de bloques podría ser un entorno ideal para estudiar la relación entre tiempo y trabajo, entre valor y trabajo; su uso también podría extenderse a métodos de cálculo que faciliten el intercambio de productos y servicios dispares por su cantidad equivalente en un mercado descentralizado y autogestionado.

251. Dance, Grabriel J.X., LaForgia, Michael, y Confessore, Nicholas: As Facebook Raised a Privacy Wall, It Carved an Opening for Tech Giants. The New York Times, 18 de diciembre de 2018. www.nytimes.com/2018/12/18/technology/facebook-privacy.html.

252. Timm, Trevor: Facebook Doesn’t Care About You. Oversight, Medium, 1 de febrero de 2019. medium.com/s/oversight/facebook-doesnt-care-about-you-cb7bc457344c.

253. Morris, David Z, 17 de diciembre de 2017. Bitcoin Hits a New Record High, But Stops Short of $20,000. Fortune. fortune.com/2017/12/17/bitcoin-record-high-short-of-20000/.

254. Fischer, Tibor. Happy 10th birthday, bitcoin. It’s amazing you still exist. The Guardian, 3 de enero de 2019. www.theguardian.com/commentisfree/2019/jan/03/10th-birthday-bitcoin-cryptocurrency.

255. Análisis del contexto: How to put bitcoin into perspective. The Economist, 1 de septiembre de 2018. www.economist.com/technology-quarterly/2018/09/01/how-to-put-bitcoin-into-perspective.

256. El listado Bitcoin Obituaries compila el número de ocasiones en que Bitcoin ha sido declarada fuera de juego. 99bitcoins.com/bitcoin-obituaries/.

257. Kim, Tae: Warren Buffett says bitcoin is 'probably rat poison squared'. CNBC, 5 de mayo de 2018. www.cnbc.com/2018/05/05/warren-buffett-says-bitcoin-is-probably-rat-poison-squared.html.

258. Krugman, Paul: Bubble, Bubble, Fraud and Trouble. The New York Times, 29 de enero de 2018. www.nytimes.com/2018/01/29/opinion/bitcoin-bubble-fraud.html.

259. Scharnhorst, Gary: Twain in His Own Time. Iowa City, University of Iowa Press, 2010.

260. White, Frank Marshall: Mark Twain Amused. New York Journal, 2 de junio de 1897.

261. Quittner, Josh: Steve Jobs: Not Dead Yet. Time, 9 de septiembre de 2008. content.time.com/time/business/article/0,8599,1840079,00.html.

262. Moore, Matthew: Steve Jobs obituary published by Bloomberg. The Telegraph, 28 de agosto de 2008. www.telegraph.co.uk/news/newstopics/howaboutthat/2638481/Steve-Jobs-obituary-published-by-Bloomberg.html.

263. Dixon, Chris: Blockchain Can Wrest the Internet from Corporations' Grasp. Wired, 4 de enero de 2019. www.wired.com/story/how-blockchain-can-wrest-the-internet-from-corporations/.

264. Butelik, Vitarin: Ethereum: The Ultimate Smart Contract and Decentralized Application Platform, diciembre de 2013. web.archive.org/web/20131228111141/vbuterin.com/ethereum.html.

265. Buterin, Vitalik: Ethereum White Paper: A Next-Generation Smart Contract and Decentralized Application Platform. Alojado en la Wiki de Ethereum en GitHub, diciembre de 2013. github.com/ethereum/wiki/wiki/White-Paper.

266. Hirai, Yoichi: The Solidity Programming Language, 2016. solidity.readthedocs.io/en/latest/.

267. Buterin, Vitalik: Slasher: A Punitive Proof-of-Stake Algorithm. Ethereum Blog, 15 de enero de 2014. blog.ethereum.org/2014/01/15/slasher-a-punitive-proof-of-stake-algorithm/.

268. Buterin, Vitalik: Slasher Ghost, and Other Developments in Proof of Stake. Ethereum Blog, 3 de octubre de 2014. blog.ethereum.org/2014/10/03/slasher-ghost-developments-proof-stake/.

269. Prisco, Giulio: The Ethereum Killer Is Ethereum 2.0: Vitalik Buterin's Roadmap. Bitcoin Magazine, 29 de noviembre de 2017. bitcoinmagazine.com/articles/ethereum-killer-ethereum-20-vitalik-buterins-roadmap/.

270. Jameson, Hudson: Security Alert: Ethereum Constantinople Postponement. Bitácora de Ethereum, 15 de enero de 2019. blog.ethereum.org/2019/01/15/security-alert-ethereum-constantinople-postponement/.

271. Wood, Gavin: Ethereum: A Secure Decentralised Generalised Transaction Ledger. Libro Amarillo de Ethereum, revisión EIP-150, 2014. gavwood.com/paper.pdf.

272. Buterin, Vitalik: On Inflation, Transaction Fees and Cryptocurrency Monetary Policy. Bitácora de Ethereum, 27 de julio de 2016. blog.ethereum.org/2016/07/27/inflation-transaction-fees-cryptocurrency-monetary-policy/.

273. Hardin, Garrett: The Tragedy of the Commons. Science, Vol. 162, No. 3859, 13 de diciembre de 1968, pp. 1243-1248.

 

HACIA UN ORDENADOR MUNDIAL PARA CREAR VALOR PROGRAMABLE

UNA GENERACIÓN NACIDA DESPUÉS DE NAPSTER

A principios de 2019, la joven profesora asistente Kate Klonick, especializada en cómo Internet y las nuevas tecnologías afectan la condición humana, empezaba una de sus clases sobre el marco jurídico de la Red en la Escuela de Derecho de St. John, Nueva York, con una broma: «Chicos, ¡la última vez que se impartió este curso en este lugar lo último en tecnología era Napster!». El comentario suscitó silencio y no risas. De repente, Klonick concluyó que algo había fallado: «Un momento: ¿Sabéis lo que es Napster?». La mayoría de los alumnos, recién entrados en la Universidad, negaron de soslayo, lo que condujo a la profesora a proclamar en su cuenta de Twitter: «Tengo solo 34 años y soy YA 'ese' tipo de profesor274.»... Napster, la primera red P2P para el gran público, dedicada al intercambio de ficheros musicales entre usuarios, surgió en 1999 y, tras intentar lanzar una versión legal del servicio, cerró en 2001, intervalo en el que los novatos universitarios de hoy apenas habían nacido.

Blockchain, la tecnología P2P que parece destinada a empequeñecer las aportaciones pioneras de Napster (y su evolución acorazada: el protocolo P2P para el intercambio de todo tipo de ficheros BitTorrent275), cuenta —entre sus personalidades y adeptos más influyentes— con ingenieros informáticos que a principios de siglo estaban todavía enrolados en la escuela primaria. Y, algunos de ellos, como le ocurrió a Kate Klonick con sus alumnos, crecieron junto a padres y mentores que sirvieron de cicerones cibernéticos, al introducir a sus hijos adolescentes pedazos a medio hacer del futuro construido entre todos. Es el caso de Vitalik Buterin: su padre le mostró las características y potencial de la cadena de bloques cuando era adolescente, época en que —ha reconocido— pasaba horas jugando a World of Warcraft.

Ya entonces, ha rememorado, soñaba con las posibilidades de Internet y con su potencial para expandir no solo conocimiento, sino prosperidad. La familia Buterin emigró desde Rusia a Canadá cuando Vitalik tenía apenas seis años; un niño dotado y aficionado a la tecnología desde entonces, el fundador de Ethereum cree ahora que puede revertir a la sociedad las oportunidades de que él mismo dispuso276, y ayudar a crear una «computadora mundial» para asistir a los 1700 millones de adultos en todo el mundo que carecen de acceso a una cuenta bancaria o a un proveedor de telefonía móvil.

Alos 17 años, cuando Vitalik empezaba a experimentar con blockchain, Bitcoin, la primera criptomoneda y valor simbólico por antonomasia en el nuevo mercado del dinero digital, demostraba su resistencia a las periódicas declaraciones solemnes que anunciaban su defunción. Era la primavera de 2012 y crecía el interés de tecnólogos, inversores, desarrolladores y profanos; en paralelo, los intereses contra la criptomoneda empezaban monitorizar su evolución técnica y económica. Ben Reeves, uno de los pioneros entusiastas en el nuevo sector y cofundador del servicio de exploración y monedero digital de criptomonedas Blockchain.info, lamentaba ya por entonces la falta de un sitio web que sirviera de punto de encuentro para entusiastas y facilitara información en torno a las principales criptodivisas de manera inteligible y transparente, además de facilitar un mecanismo sencillo, seguro y centralizado de comprar, almacenar y gestionar estos valores en la Web a cambio de una comisión.

Figura 13.1. Antes de su adquisición por la plataforma blockchain de Justin Sun, Tron, el servicio P2P de intercambio de ficheros P2P había ganado cierta notoriedad entre los transeúntes de San Francisco, Nueva York y Los Ángeles, ciudades en las que contrataba espacio publicitario para informar sobre la deriva de la Red. En la imagen, un anuncio de la campaña de 2013.

Poco después, Reeves se convertía uno de los inversores iniciales de Coinbase277, firma de San Francisco fundada por Brian Armstrong y Fred Ehrsam en junio de 2012.

LOS PRIMEROS MERCADOS DE INTERCAMBIO DE CRIPTOMONEDAS

En el mismo verano de 2012, la empresa recién fundada presentaba su idea en el programa de lanzamiento inicial de la incubadora de negocios californiana Y Combinator, donde logró la inversión necesaria para el futuro servicio Coinbase.

Uno de los asesores menos mediáticos de Y Combinator, Garry Tan, proporcionó apoyo a la firma y observó su sorprendente despegue. Cuando poco tiempo después, en enero de 2013, Garry Tan coincidió en las oficinas de Y Combinator con Armstrong, este le explicó una buena-mala noticia, justo cuando el valor de Bitcoin superaba por primera vez la barrera de los 20 dólares, cuatro veces más que un año antes: Coinbase no solo había consolidado sus servicios de compra e intercambio de monedas fiduciarias y almacenamiento de estos valores (monedero digital) desde su lanzamiento al público en octubre de 2012, sino que, durante muchas de las mañanas de ese mes de enero de 2013, Coinbase se quedaba sin fondo líquido a las 9 de la mañana (la liquidez era imprescindible para asegurar las transacciones realizadas esa misma jornada). Garry Tan aconsejó a Brian Armstrong tomar más dinero de inversores, pues Coinbase podía acceder a nuevos préstamos en condiciones ventajosas con el viento a favor.

Desde Nueva York, el veterano inversor Fred Wilson, fue uno de los interesados en la nueva ronda de financiación de Coinbase, a la que concurrió a través de su firma Union Square Ventures. Quedaba claro —o, al menos, así lo parecía estar a ojos de «insiders» de comprobado olfato—, que Bitcoin no se iba a ninguna parte; pero, más allá de constatar lo obvio, el estudio de la documentación en torno a criptomonedas ocultaba un enorme huevo de Pascua: para Tan, para Wilson y para muchos otros, blockchain, la base de datos distribuida sobre la que funcionaba el creciente número de dinero fiduciario digital, era la puerta para hacer mucho más con esa infraestructura técnica. Coinbase no era el único actor que trataba de otorgar credibilidad y herramientas seguras y fáciles para neófitos: las plataformas de intercambio de criptomonedas proliferaban en Europa y Norteamérica.

Todavía en 2013, surgía en Bratislava, Eslovaquia, el mercado de compra e intercambio de criptomonedas Coinmama, centrado en facilitar la adquisición de estas divisas mediante una tarjeta de crédito o débito a cambio de una comisión. A diferencia de Coinbase, que pretendía atraer a usuarios no expertos y concentraba en la aplicación todo lo necesario para adquirir, guardar y transferir distintas criptomonedas sin salir de la aplicación web, su rival europeo enviaba el dinero fíat adquirido a la cuenta del usuario en esa divisa y obligaba a los usuarios a usar un software adicional, o billetero.

Conocedora de la familiaridad estadounidense con servicios electrónicos para comerciar con acciones y otros valores (como E-trade), Coinbase quería ser un punto de encuentro para el mundo cripto. Para lograr su cometido, el equipo de Coinbase diseñó una aplicación en forma de plataforma vertical con información y herramientas para comprar, gestionar y almacenar criptomoneda (y, por tanto, con un monedero integrado en sus aplicaciones Web y móvil) en un listado restringido de países. Por el contrario, Coinmama se conformaba con ofrecer seguridad y rapidez en la compra rápida de criptodivisas —con tarjeta de crédito o débito— desde todo el mundo, mediante transacciones que se asociaban directamente con el billetero del interesado. En paralelo, surgían varios servicios que prometían operar como una bolsa entre usuarios, que podrían ejercer la compraventa de criptomonedas y tokens, así como convertir cualquier valor a las principales divisas mundiales.

Figura 13.2. Fred Ehrsam y Brian Armstrong, fundadores de Coinbase, la aplicación web para intercambiar dinero digital, celebran en su primera oficina (2012) el reparto de las opciones sobre acciones de la compañía.

Con la llegada de servicios que, como Coinbase, centralizaban la inversión en una interfaz de usuario para todos los públicos, se reducían las barreras técnicas que favorecerían la carrera especulativa. El comercio de criptomonedas parecía destinado a convertirse, en la práctica, en el nuevo comercio de divisas, o forex trading. Este despegue coincidió con un evento que constataba la resistencia de la infraestructura ante los primeros ataques sistémicos, incluso cuando estos no se debían al temido ataque del 51 %, o única circunstancia técnica que en teoría permitía revertir la actualización de blockchain con bloques legítimos, sino al error de diseño de software: el 12 de marzo de 2013, Bitcoin afrontaba un problema técnico que partía de su propia concepción descentralizada y voluntaria, en la que los nodos aparecen y desaparecen de la infraestructura según sus intereses. Este esquema dinámico de red en el que los nodos pueden entrar y salir a conveniencia —emulando la conexión a infraestructuras P2P previas como BitTorrent—, puso a prueba sus limitaciones durante una actualización del software de Bitcoin. Un nodo con la última versión del software disponible en esa fecha instalada, 0.8, «minó» un nuevo bloque que fue pronto aceptado por los nodos con la misma versión; sin embargo, un error de código impidió que todos los nodos de la red Bitcoin corriendo la versión anterior, 0.7, pudieran validar el nuevo bloque278.

El núcleo de desarrolladores del protocolo reconocía acto seguido la raíz sistémica del problema. El caos momentáneo surgía de la repentina incompatibilidad de versiones de software (y no por la incongruencia entre dos bloques actualizados en el mismo momento batallando por su legitimidad al propagarse al resto de participantes). Sin la intervención de los desarrolladores, la cadena de bloques de Bitcoin podía bifurcarse sin remedio, dando alas a los críticos. Una discusión de emergencia entre los participantes del software en #bitcoin-dev llegó a la decisión de pausar cualquier transacción hasta decidir cómo proceder, y la filtración de esta noticia desató una caída del 23 % de valor de la criptomoneda, que se situó momentáneamente en 37 dólares. Poco después, se lograba un consenso entre desarrolladores: la mayoría del «poder de minado» para «desempatar» la incongruencia entre el consenso de los nodos con versión 0.8 y 0.7 se otorgaba a la última cadena actualizada que los nodos con la versión más veterana habían consensuado, pues esa era la cadena que todos los participantes podían aceptar. Un parche posterior en la última versión acabó con la incongruencia momentánea durante períodos de transición entre distintas versiones del protocolo y, en abril de 2013, Bitcoin superaba los 100 dólares de valor en el mercado.

Quienes habían finiquitado Bitcoin a raíz de un problema técnico propio de infraestructuras descentralizadas, clamaron entonces sobre la «burbuja» y el «esquema Ponzi» que constituía el sector; esa «moda» oscura e ininteligible no podía durar...

UN «LEGO DE LAS CRIPTOFINANZAS

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PARA CREAR CONTRATOS SOCIALES A MEDIDA

A finales de 2013, la cadena de bloques dejaba finalmente de ser una mera comparsa para erigirse en posible plataforma de cualquier proyecto en busca de una base de datos distribuida y con histórico de transacciones entre participantes a prueba de falsificación.

Una vez creado el relato que la blogosfera empezaba a identificar como «la Internet del dinero»279, y comprobada la resiliencia técnica de la arquitectura explicada por Satoshi Nakamoto en su documento de 2008 (incluso teniendo en cuenta episodios como el sobresalto técnico de marzo de 2013), la inquietud empezó a transformarse en euforia: además de almacenar dinero digital con probada seguridad, los inversores interesados en el sector corrieron a asegurar sus puestos cuando, a finales de año, el entonces todavía desconocido Vitalik Buterin irrumpió en los foros especializados. Buterin se había convertido en un cripto-entusiasta, más interesado en el futuro de blockchain que en su propia deriva académica.

En el verano de 2013, Vitalik Buterin asistió técnicamente a los desarrolladores de Mastercoin, un protocolo superpuesto de Bitcoin, para que los smart contract ofrecidos fueran más flexibles y versátiles (aunque no con capacidades de «máquina universal», o capaces de ofrecer soporte a cualquier aplicación imaginable). Los desarrolladores de Mastercoin reconocieron públicamente tanto el esfuerzo de Vitalik como la calidad del trabajo presentado, pero evitaron un cambio tan radical en su hoja de ruta: el nuevo programador había intentado acelerar la adopción de una tecnología en la que creía desde la fila de atrás, pero su respeto por la jerarquía había traído solo un desengaño.

La decepción alentó el desarrollo de una plataforma ajena a Bitcoin, con su propia criptomoneda y con aspiraciones de ordenador universal Turing completo: las DApp auténticamente flexibles debían residir, al fin y al cabo, en una arquitectura más flexible y fácil de actualizar que una simple red superpuesta sobre Bitcoin un sistema limitado más allá de las transacciones280. El nuevo entorno evitaría la subordinación a proyectos anteriores y permitiría a cualquiera programar sus propias organizaciones, así como los «contratos sociales» que las regirían. Llegaba el momento de automatizar a Jean-Jacques Rousseau281.

En diciembre de 2013, con solo 19 años y todavía con intención de seguir con sus estudios en la Universidad de Waterloo, en Canadá, Vitalik describía la esperada ampliación del protocolo de Nakamoto en un documento que atraería el interés del mundo cripto. El ruso-canadiense ilustraba cómo la cadena de bloques podía albergar el primer ordenador descentralizado a escala mundial con capacidades de «máquina universal», en el que podrían convivir y funcionar infinidad de aplicaciones de todo tipo sin abandonar los sólidos cimientos de blockchain. En paralelo, en noviembre del mismo año, el valor de bitcoin (la moneda de la cadena de bloques con el mismo nombre), superaba momentáneamente los 1000 dólares de valor, para permanecer luego estable en una horquilla entre la barrera psicológica de los 1000 superada a finales de 2013 y los poco más de 200 dólares de suelo, dinámica que acabaría de manera abrupta con el frenesí de 2017.

El 17 de diciembre de 2017, los mercados de intercambio pagaban 19 783,21 dólares por cada bitcoin.

LA DIFERENCIA ENTRE UN SERVICIO MÁS Y UN PROTOCOLO FUNDACIONAL

El sueño merecía dedicación completa. Vitalik Buterin dejó los estudios tras lograr la beca de 100000 dólares282 otorgada por el controvertido inversor de capital riesgo —y cofundador de Paypal— Peter Thiel. En 2014, aparecía Ethereum. El proyecto presentaba una innovadora manera de financiación colectiva que haría soñar a los especuladores283: lo que Buterin había logrado entre entusiastas de blockchain para financiar un proyecto sólido podía también funcionar ofreciendo promesas que luego no tenían por qué cumplirse. Ethereum, no obstante, iba en serio y el producto apuntaba mucho más alto que el mero pelotazo especulativo mediante la financiación colectiva con tokens, u ofertas iniciales de monedas (ICO), una brillante idea para lograr un capital inicial diversificado y debidamente monitorizado (al servirse del histórico proporcionado por blockchain y por la convertibilidad de tokens en la futura criptomoneda de la plataforma, ether).

Buterin debía demostrar no solo frialdad para armar una estructura jurídica que impidiera la sobreactuación de algún regulador antes de que la plataforma iniciara su actividad, sino para soportar la presión de dirigir lo que expertos como el mencionado inversor Fred Wilson consideran el inicio de un nuevo paradigma en computación basado en la criptografía, la descentralización a gran escala, las máquinas virtuales P2P como infraestructura para servicios, y el uso de mecanismos de consenso que garantizan una gobernabilidad mutualista sin necesidad de intermediarios.

Mientras imaginaba su plataforma sobre una arquitectura sin intermediados, transnacional, resistente a eventos inesperados y a prueba de falsificación del historial de transacciones, Vitalik no se conformaba con una copia mejorada y acelerada de Bitcoin, que convirtiera la confirmación de transacciones y el consenso para «minar» nuevos bloques en un requisito más eficiente y menos decisivo. Además de almacenar información, transferir valor, o coordinar actividades sociales o económicas, Ethereum quería erigirse en un protocolo fundacional de Internet más. Un bloque P2P esencial que alcanzara a largo plazo la importancia de la WWW. Con el anuncio de las nuevas capacidades de intercomunicación instantánea de alta velocidad de las futuras redes 5G, quedaba claro para Buterin y sus colaboradores que el protocolo seguro blockchain era esencial para contrarrestar el poder que gobiernos y grandes empresas captarían sobre la sociedad284.

Figura 13.3. Según el mito, Zeus hizo que un águila se comiera el hígado del titán Prometeo como castigo por haber llevado la luz de la razón a los mortales. Al ser inmortal, el hígado del titán crecía de nuevo por la noche. El pintor valenciano formado en Italia José de Ribera (apodado Lo Spagnoletto) pintó a Prometeo en 1630.

Su explicación prometía poco menos que el Anillo Único que llegará a las manos de Bilbo, transportándonos a las hazañas de la saga de Tolkien, si bien el origen de este nuevo elemento unificador, ese «éter» (o, en la física de inicios del siglo XX, ese hipotética solución unificadora que impregna el universo y permitiría a la luz desplazarse), encaja más con el mito clásico de Prometeo (el titán que, según la tradición griega, roba la luz del conocimiento a los dioses del Olimpo para concedérsela a los hombres) que con el de Sauron, el Señor Oscuro de Tolkien, corruptor de los Anillos creados por los herreros élficos y encarnación del Mal en estado puro.

Como una metáfora de nuestra historia apócrifa en forma de saga de Internet, la evolución científica de dos conceptos, el de éter —tesis desechada del siglo XIX según la cual el éter era un fluido del universo que ayudaba a propagar la luz en el espacio—, y el de materia oscura —el 80 % de la materia del universo, que no interactúa con la radiación electromagnética—, constituye el equivalente en astrofísica a una gran fuerza prometeica para propagar la luz luchando en el universo contra una fuerza oscura no menos poderosa que todo lo engulle... Algo así como si el mito de Prometeo en la mitología griega y el papel del Señor Oscuro en el mundo de Tolkien se hubieran conocido en alguna saga formulada en un universo paralelo, siguiendo las hipótesis del multiverso y de la teoría de cuerdas285.

GAS: USO RESPONSABLE DE RECURSOS EN LA MÁQUINA VIRTUAL DISTRIBUIDA EVM

Pero volvamos a esta dimensión y al único tipo de éter que nos ocupa en este libro: la definición de Ethereum a cargo de Vitalik decantaba su «computadora universal», al menos sobre el papel, hacia la tesis prometeica. Ethereum se presentaba como plataforma con su propio lenguaje de programación, Solidity, y su propia máquina virtual descentralizada, Ethereum Virtual Machine, EVM. Gracias a estas herramientas, se podía convertir blockchain en un taller para todo: un ecosistema con un único tipo de «objeto» cuyo cambio de estado o evolución se registra en un fichero único compartido, mediante el cual armar aplicaciones descentralizadas que usan algoritmos de intermediación con la cadena de bloques (smart contract) para crear servicios seguros, sin puntos de rotura ni de control, con un sistema seguro de pago y cualquier otro tipo de transacción286.

Para confirmar su naturaleza prometeica y evitar su potencial oscuro, Ethereum combina los cimientos diseñados por Satoshi Nakamoto (el fichero único de interacciones entre participantes) con transacciones en su propia criptomoneda, ether, como sistema para cuantificar el coste de las operaciones e incentivar la economía de recursos. La nueva infraestructura de computación descentralizada prometía hacer viable la ejecución de contratos inteligentes en EVM, pues la neutralidad y disponibilidad del diseño hacía obligatorio el registro de todos los contratos en cada uno de los nodos de Ethereum... Pero, ¿cómo convencer a desarrolladores y usuarios de que los contratos mejor programados y más usados debían sacrificar su éxito para ceder capacidad de computación en EVM al resto de operaciones en la larga lista de contratos? ¿Qué ocurriría cuando el elevado número o la dudosa calidad de un porcentaje suficiente de smart contract encareciera y atascara una infraestructura descentralizada?

Estos riesgos habían sido, por diseño, teóricamente neutralizados: pese a contar con su propia criptomoneda y permitir su transacción (como en Bitcoin), Ethereum no concebía el comercio de ether como un servicio per se, sino como medio de pago interno para el uso ágil de la plataforma como «la computadora descentralizada del mundo». Los usuarios convencionales usarían ether para formalizar servicios y transacciones, mientras que los desarrolladores de smart contract y DApp asociarían sus fondos en ether con los identificadores —clave pública— de estos programas personalizados, para pagar una pequeña cuantía por cada operación realizada en EVM.

Este pago por uso en ether, o gas287, variaría en función de indicadores predefinidos y relativos a un determinado contexto capaz de reducir la sobrecarga de operaciones en algún bloque del registro compartido, o fenómenos como nuevos tipos de abuso (ataques desde redes descentralizadas hacia otros recursos de Internet, creación de algoritmos para generar y distribuir contenido basura, etc.).

PRECISIÓN DE LENGUAJES DE BAJO NIVEL Y BLOCKCHAIN

Una saga de Internet que evolucione hacia las sub-sagas de la supuesta Tercera Oleada de innovación en la Red, la que nos ocupa y que consiste en el ascenso de las bases de datos descentralizadas como cimientos de una nueva generación de servicios P2P, no podía sostenerse sin mencionar otra de las sagas de ficción con un culto notorio en el entorno tecnológico, La guerra de las galaxias. Donald E. Knuth es una de las personas más respetadas en la sombra de lo que hoy conocemos por el —cada vez más controvertido— epígrafe de Silicon Valley, contenedor semántico donde todo parece caber. Knuth, pionero en ciencia computacional en la Universidad de Stanford, es el autor del equivalente enciclopedista del mundo de la programación288: la colosal obra en varios volúmenes The Art of Computer Programming289, equiparable en ingeniería de software y diseño de algoritmos a la no menos quijotesca tarea emprendida por Honoré de Balzac entre 1830 y 1848, con su inacabada novela río La comedia humana.

El primer libro de los cuatro que conforman El arte de programar ordenadores290, aparecido en Estados Unidos en 1968, precede a la propia informática personal y constituye el libro de referencia que acompañó el despegue de los lenguajes de programación modernos, las aplicaciones y sistemas operativos para todos los públicos y el desarrollo web, pues en su interior está la salsa básica de lo que hoy conocemos como «algoritmos».

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