Bikini

Bikini


TERCERA PARTE - Recuento de victimas » 84

Página 90 de 133

84

—Yo no amaba a Gina —me dijo—, pero estaba fascinado por ella, obsesionado. Bien, quizá la amaba en cierto modo —añadió, concediendo por primera vez que tenía una vulnerabilidad humana—. Un día, en Roma, ella conoció a una muchacha…

—¿Y el holandés? ¿No estaba con vosotros?

—No del todo. Había regresado a Ámsterdam, pero él y Gina tenían una conexión extraña. Siempre hablaban por teléfono. Ella susurraba y reía cuando hablaba con él. ¿Te imaginas? A ese tío le gustaba mirar, pero físicamente ella estaba conmigo.

—Me hablabas de Gina en Roma —le recordé, para que siguiera con el hilo de la narración.

—Sí, por cierto. Gina conoció a una estudiante que brincaba de cama en cama mientras cursaba su carrera. Una golfa de Praga en la Università degli Studi di Roma. No recuerdo el nombre, sólo que era atractiva y demasiado confiada.

»Los tres estábamos en la cama cuando Gina me dijo que cerrara las manos sobre el cuello de la muchacha. Es una práctica sexual llamada "juego del aliento". Intensifica el orgasmo, y sí, Ben, antes de que me preguntes, fue emocionante revivir mi singular experiencia con Molly. La muchacha se desmayó y yo aflojé el apretón para que respirara. Gina me aferró la polla y me besó. «Despáchala, Henri», dijo luego. Iba a montarme sobre la muchacha, pero Gina añadió: «No, Henri. No entiendes. Despáchala». Estiró la mano hacia la mesilla, alzó las llaves de su Ferrari y meció las llaves ante mis ojos. Era una oferta: el coche por la vida de la chica.

»Maté a la chica. E hice el amor con Gina con la chica muerta junto a nosotros. Gina estaba frenética de excitación. Cuando se corrió, fue como si muriese y renaciera como una mujer más blanda y dulce.

Los gestos de Henri se distendieron. Me contó que había conducido el Ferrari en un viaje de tres días hasta Florencia, y me describió la vida en que se estaba iniciando.

—Poco después del viaje a Florencia, Gina me habló de la Alianza, y me contó que Jan era un miembro importante.

El turismo por Europa occidental había concluido. Henri se enderezó y abandonó su voz lánguida para adoptar un tono crispado.

—Gina me dijo que la Alianza era una organización secreta compuesta por las mejores personas, con lo cual quería decir gente de fortuna, obscenamente rica. Dijo que podían utilizarme… «Aprovechar mi talento» fue su expresión. Y dijo que me darían una suculenta recompensa. Así pues, Gina no me amaba. Quería usarme para algo. Eso me dolió un poco, desde luego. Al principio pensé en matarla. Pero no era necesario, ¿verdad, Ben? Más aún, habría sido estúpido. —¿Porque ellos te contrataban para matar?

—Desde luego.

—Pero ¿en qué beneficiaba eso a la Alianza?

—Benjamin —dijo pacientemente—, ellos no me contrataban para liquidar a sus enemigos. Yo filmo mi trabajo. Hago películas para ellos. Pagan por mirar.

Ir a la siguiente página

Report Page