Bhagavad Gita

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Bhagavad Gita » 2

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SANJAYA

1. Alzóse entonces el espíritu de Krishna[14] y así habló a Arjuna, su amigo, quien, con ojos bañados en lágrimas, de tal modo se había hundido en la desesperanza y el dolor.

KRISHNA[15]

2. ¿A qué viene este abatimiento exánime, oh Arjuna, en esta hora, la hora de la verdad? Los hombres bravos no conocen la desesperación, pues con ella no se ganan ni el cielo ni la tierra.

3. No caigas en la debilidad degradante, indigna de todo hombre que se precie de serlo. Desecha ese innoble desánimo, oh Partha, y álzate cual fuego que arrasa cuanto halla a su paso.

ARJUNA

4. Debo veneración a Bhishma y Drona, oh Madhusudana. ¿Acaso he de matar con mis flechas al hermano de mi abuelo, el gran Bhishma? ¿Serán en la batalla mis flechas las que acaben con la vida de Drona, mi instructor?

5. ¿Acaso he de matar a mis propios maestros, quienes, si bien codiciosos de mi reino, son no obstante mis instructores sagrados[16]? Antes prefiero vivir una vida de mendicidad que ingerir regios manjares con sabor a su sangre.

6. Ignoramos, además, qué será mejor para nosotros: si su victoria o la nuestra. Aquí ante nuestros ojos se alzan los hijos de mi tío y rey, Dhrita-rashtra. Tras su muerte, ¿desearemos seguir con vida?

7. Siento desolación en la oscura noche de mi alma, y la autocompasión no me muestra el camino de la rectitud. Pues soy tu discípulo, a ti acudo suplicante: sé mi luz en la senda del deber[17],

8. pues no hay reino en la tierra ni en el cielo de los dioses que logre mitigar el fuego de la pena que abrasa mi vida.

SANJAYA

9. Habiendo descargado así su pecho, el gran Gudakesha, guerrero sin par, dijo a Krishna: «No lucharé, oh Govinda», y enmudeció.

10. Rishikesha sonrió y, elevando su voz entre los dos ejércitos, así le habló:

KRISHNA

11. Viertes lágrimas por quienes están más allá de ellas. ¿Son las tuyas palabras de sabiduría? Los sabios[18] no lloran por los muertos ni por los vivos, ya que vida y muerte son pasajeras.

12. Pues todos hemos existido en todo tiempo: yo, tú, y esos reyes de los hombres. Y seremos en todo tiempo venidero, por siempre.

13. Al igual que el alma encarnada pasa por la infancia, la juventud y la senectud, así también el espíritu pasa a un nuevo cuerpo: el hombre sabio no duda de que esto es así.

14. Del mundo de los sentidos proceden, oh hijo de Kunti, el calor y el frío, el placer y el dolor. Van y vienen: son pasajeros. Aprende a remontarlos, oh descendiente de Bhárata.

15. El hombre a quien esto no inquieta, cuya alma es una, más allá del placer y el dolor, es merecedor de la vida en eternidad[19].

16. Lo irreal[20] nunca es; lo real[21] nunca deja de ser. Esta verdad la han visto quienes realmente perciben lo verdadero[22].

17. Impregnando todo lo creado, el espíritu se halla más allá de la destrucción. Nadie puede acabar con el espíritu inmortal.

18. Pues habita en estos cuerpos más allá del tiempo. Aunque a los cuerpos les llegue su hora, él permanece inmensurable, sempiterno. Así pues, sigue adelante, oh Bhárata, con tu lucha.

19. Quien piensa que mata y quien piensa que es matado no conoce cómo actúa la verdad. Lo eterno en el hombre no puede matar: lo eterno en el hombre no puede morir.

20. Jamás nace, jamás muere. Está en la eternidad: existe por siempre. Ingenerado y eterno, más allá del tiempo pasado o venidero, no sucumbe cuando el cuerpo perece.

21. Cuando un hombre se sabe no creado, perdurable, inmutable y más allá de toda destrucción, ¿cómo va a matar a otro hombre, o ser causa de que alguien muera?

22. Como la persona que deja a un lado los vestidos usados y se atavía con otros nuevos, así el espíritu deja a un lado su cuerpo mortal para revestirse de uno nuevo.

23. Las armas no hieren al espíritu, y el fuego no puede quemarlo. Ni las aguas lo mojan ni los vientos lo resecan.

24. Más allá del poder de la espada y el fuego; más allá del poder de las aguas y los vientos: el espíritu es eterno, omnipresente, invariable e inmutable, siempre Uno.

25. Muéstrase invisible al ojo humano, más allá del pensamiento y el cambio. Conociendo, pues, su existencia, oh Arjuna, pon fin a tu aflicción.

26. Y aun si este hubiera de nacer y morir una y otra vez, incluso entonces, ¡oh ser victorioso!, cumple que pongas fin a tu aflicción.

27. Ya que en verdad todo lo que nace deber morir, y de la muerte procede la vida. Afronta lo que ha de ser y pon término a tu pena.

28. Invisibles son todos los seres antes de nacer, e invisibles se tornan tras la muerte. Son manifiestos y luego inmanifiestos. Ante tal verdad, ¿qué lugar hay para lamentaciones?

29. Hay quien ve el prodigio, y quien habla de él. Otros hay que lo oyen, mas nadie lo conoce.

30. El espíritu que habita en todos los seres se muestra en todos inmortal: cesa, pues, oh Bhárata, de lamentarte por la muerte de lo que no puede morir.

31. Piensa también en tu deber y no vaciles. No hay mayor bien para un Kshatriya[23] que batirse en justo combate.

32. Existe una guerra que abre las puertas del cielo. ¡Dichosos los Kshatriyas cuyo destino es batirse en tal guerra!

33. Renunciar a combatir por lo que es justo es renunciar al propio deber y honor: es caer en transgresión.

34. Los hombres proclamarán tu ignominia ahora y en tiempos venideros. Y para el hombre de honor, el deshonor resulta peor que la muerte.

35. Los grandes guerreros dirán que el temor te hizo huir de la batalla, y quienes te tenían en gran estima hablarán de ti con desprecio.

36. Tus enemigos se mofarán de ti con palabras desdeñosas y malintencionadas, vertiendo el descrédito sobre tu valor. ¿Puede haber destino más vergonzante para un guerrero?

37. La muerte te dará gloria en el cielo; el triunfo, gloria en la tierra. Álzate, pues, ¡oh Kaunteya!,[24] con el alma presta a luchar.

38. Disponte para la batalla con paz en tu alma. Mantente en paz en el placer y en dolor, en la conquista y en la pérdida, en la victoria o en la derrota. En tal paz no cabe pecado alguno.

39. Tal es la sabiduría[25] del sankhya, la visión de lo eterno. Escucha ahora la sabiduría del yoga, vía de lo eterno y liberación de las ataduras.

40. En esta vía ningún paso es en falso, y no hay peligros que acechen. Aun el más pequeño de los avances supone una liberación frente al miedo.

41. Quien sigue esta vía tiene un único pensamiento, y ese es el fin de su determinación. Muchas e interminables son, por el contrario, las ramificaciones en los pensamientos del hombre falto de determinación.

42. Hombres hay carentes de visión, que no obstante se prodigan en palabras: siguen los Vedas al pie de la letra, y así dicen: «Esto es todo lo que hay».

43. Su alma se halla pervertida por afanes personales, y su cielo consiste en un deseo egoísta. Dirigen oraciones a fin de hallar placer y poder, y la recompensa a todo ello es el renacer en la tierra.

44. Quienes aman el placer[26] y el poder, escuchan y siguen sus palabras: no poseen la determinación necesaria para ser uno con el Uno[27].

45. Los tres gunas de la naturaleza[28] constituyen el mundo de los Vedas. ¡Álzate por encima de los tres gunas, oh Arjuna! Instálate en la verdad eterna, más allá de los opuestos terrenales. Más allá de las ganancias y las posesiones, conviértete en poseedor de tu propia alma[29].

46. El mismo uso presta un pozo de agua en lugar anegado, que todos los Vedas al conocedor de lo Supremo.

47. Pon tu ánimo en la acción[30], mas nunca en su recompensa. Actúa sin pensar en la retribución; mas no cejes en el cumplimiento de tu labor.

48. Desempeña tu obra en la paz del yoga[31] y, libre de deseos egoístas, no permitas que el éxito o el fracaso te perturben. Yoga es ecuanimidad mental, una paz que permanece siempre la misma.

49. La acción realizada con ánimo de recompensa es inferior en mucho a la acción que se realiza en el yoga de la sabiduría[32]. Busca, pues, la salvación en el saber de la razón. ¡Cuán pobres quienes obran para hallar recompensa!

50. Instalado en el conocimiento[33], un hombre va más allá de lo bueno y lo malo. Así pues, dirige tus pasos hacia la sabiduría, ya que yoga es el saber en acción.

51. Quienes han visto y se han unido al saber, renuncian a los frutos de sus acciones, y, libres de las ataduras del nacimiento, encaminan sus pasos hacia la morada de la salvación[34].

52. Cuando tu mente deje atrás el oscuro bosque del engaño y la ilusión, habrás superado las escrituras de los tiempos pasados y venideros.

53. Cuando tu mente, acaso fluctuante en medio de las contradicciones de muchas escrituras, se mantenga inquebrantable e instalada en la divina contemplación[35], entonces habrás hecho tuya la meta del yoga.

ARJUNA

54. ¿Cómo es el hombre de saber reposado, que mora en divina contemplación? ¿Cuáles son sus palabras? ¿Cuál su silencio? ¿Cuáles sus obras?

KRISHNA

55. Cuando un hombre abandona todos los deseos que afluyen a su corazón, y por la gracia halla el gozo de Dios, entonces su alma encuentra verdaderamente la paz.

56. Aquel cuya mente no se ve perturbada por los pesares, y no siente anhelo de placeres; aquel que ha vencido la pasión, el temor y la ira, ese es un sabio de mente estable[36].

57. Aquel que en todo lugar se halla libre de ataduras; que no experimenta ni regocijo ni pesar cuando la fortuna le sonríe o le da la espalda; ese posee una sabiduría serena[37].

58. Y cuando en recogimiento, cual tortuga que repliega sus miembros, repliega sus sentidos[38] de la atracción que ejercen los placeres, entonces la suya es una sabiduría serena.

59. Los placeres de los sentidos, mas no así los deseos, desaparecen del alma austera. E incluso los deseos desaparecen cuando el alma ha contemplado lo Supremo.

60. La inquieta violencia de los sentidos arrastra impetuosa incluso la mente del sabio que se esfuerza por alcanzar la perfección.

61. Debe, pues, reunirlos en la armonía del recuerdo y, sentándose en unión y devoción, dejar que su alma encuentre el reposo en mí. Pues cuando los sentidos se hallan en armonía, la suya es una sabiduría serena.

62. Cuando un hombre habita en los placeres de los sentidos, surge en él la atracción por estos. De la atracción surge el deseo, el ansia de posesión, y esta conduce a la pasión, a la ira.

63. De la pasión procede la confusión mental, y de esta, la pérdida de la memoria, el olvido del deber. De dicha pérdida resulta la ruina de la razón, y la ruina de la razón conduce al hombre a la destrucción.

64. Mas el alma que, moviéndose en el mundo de los sentidos, mantiene no obstante sus sentidos en armonía, libres de atracción y aversión, esa encuentra el descanso en la quietud[39].

65. En tal quietud se disipa la carga de los pesares, pues cuando el corazón halla la quietud, también la sabiduría encuentra la paz.

66. No existe sabiduría para el hombre sin armonía[40], y sin armonía no hay contemplación[41]. Sin contemplación no puede haber paz[42], y sin paz ¿puede acaso haber dicha[43]?

67. Pues cuando la mente se ata a una pasión de los volátiles sentidos, dicha pasión arrastra consigo a la sabiduría del hombre, al igual que el viento arrastra una embarcación sobre las olas.

68. Así pues, el hombre que en recogimiento retira sus sentidos de los placeres de los sentidos, posee una sabiduría serena.

69. En medio de la noche oscura de todos los seres despierta a la luz el hombre sosegado. Y lo que para los otros seres es día, para el sabio que ve es noche.

70. Y como el océano que, aun recogiendo todas las aguas, no por ello se desborda, así también el sabio siente deseos, mas es siempre uno en su paz infinita.

71. Pues aquel que abandona todo deseo y renuncia a todo orgullo de posesión e importancia personal alcanza la meta de la paz suprema.

72. Esto es lo eterno en el hombre, oh Partha. Una vez alcanzado, toda ilusión se desvanece. Aun en la última hora de su vida sobre la tierra, el hombre puede alcanzar el nirvana de Brahman, puede hallar paz en la paz de Dios.

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