B.I.M.B.O.

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Capítulo 1

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David Guetta estaba retumbando en los audífonos de Hermes que uno de los diseñadores principales le dio para que los probara.

—Dime si te gustan, estamos pensando en lanzar una línea exclusiva, ya sabes.

Ella estaba sentada, cómodamente, mientras una mujer estaba arreglándole el cabello y otra le estaba dando los últimos toques del maquillaje.

—Levanta un poco aquí… Sí, ajá, muy bien. Excelente. Oye, tienes los ojos hermosos y esa piel divina. Me encanta.

Ella asintió como siempre solía hacer porque le encantaba sentir la adoración de la gente cuando la veía. Sabía muy bien el poder que producía en los demás y la capacidad que tenía de conmover a otros.

Al terminar, cuando terminaron de arreglarla, ella se acercó al espejo. Tenía una cola de pony, un delineado negro que resaltaba la forma de los ojos azules y sus labios, de forma carnosa y dulce, eran de un rojo intenso que contrastaba muy bien con su piel blanca.

Detuvo la música y se dispuso a escribir al diseñador, le dijo que estaba muy contenta por el regalo y le preguntó que, si quería, podría tomarse fotos con ellos y subirlas al Instagram. Le respondieron con una enorme sonrisa, y aprovechó el look que tenía para tomarse unas cuantas selfies.

Se acomodó la cola para que cayera a un lado del hombro, hizo una sonrisa de medio lado y moldeó su cuerpo para que la imagen reflejara la belleza de sus abdominales y de su cuerpo perfecto. Hermosa una vez más.

Volvió a sentarse mientras escuchaba a la productora avisar que las modelos tenían cinco minutos para prepararse para salir a la pasarela. Como siempre, Natalia estaba hasta el último momento para hacerlo, sabía que ellos aguantarían un poco sólo porque la supermodelo del momento. La más cotizada. La más hermosa.

Un par de fotos más, ella dejó el móvil sobre la mesa, junto a un bolso de Channel que recibió de regalo un par de días antes. Como en el caso de los audífonos, le dieron el bolso para que ella lo luciera. Sin embargo, le gustó tanto que se convirtió en su artículo favorito para pasear y salir.

Dejó sus cosas y fue hasta los percheros con los nombres de las modelos. Casi estaban vacíos, salvo por los trajes que le tocaban a ella. De nuevo, Natalia la diva, estaba haciéndose del rogar.

—Joder, Nati, que hay que moverse que tú eres la que empieza el desfile. ¿Hasta cuándo vamos a seguir con esto, tía?

Natalia estaba dejándose vestir, mientras tenía una sonrisa en el rostro. Luego de que la mujer se quejara, le tomó el rostro y le dio un beso en las mejillas.

—Tranquila, que ya estoy aquí para que todo salga perfecto.

La productora, como el resto del equipo que siempre trabajaba con ella, quedó enamorada y conmovida por el gesto de esa mujer que tenía el poder de doblegar al más rudo. Así que se quedó de pie en el umbral de los vestidores y la vio marcharse con ese vaivén que tantos diseñadores encontraban único y poderoso.

Unos tacos de 15 centímetros eran nada para Natalia, la modelo del momento. Su andar era casi como de un hermoso animal sobre una superficie líquida. De hecho, en cuanto lo hizo, la gente se quedó tranquila y sin palabras, sólo lo que se escuchaba eran los flashes de las cámaras.

Cada paso que daba era contundente. La cola iba de un lado al otro y esos grandes ojos azules miraban a un punto, ignorando el resto de quienes estaban allí sólo para admirarla. Se quedó al final de la pasarela, disfrutando esos momentos en que la gente la observaba para luego regresar y seguir con el espectáculo.

Tras bambalinas, se asomaban los ojos del diseñador emergente del momento. Era tan exitoso que ya podía contar con una carta de modelos exitosas, incluyendo a Natalia.

—Te ves guapísima.

—No querido, es tu ropa que es divina —respondió ella con una enorme sonrisa y con un guiño. El mundo estaba a sus pies otra vez.

Fueron los minutos más intensos de la noche. Y, a pesar de tener suficiente experiencia en todo aquello, no podía cansarse de esa sensación que tanto le gustaba. Esa adrenalina, el poder que sentía cuando era adorada. No había forma de explicar todo aquello. Era una especie de droga.

Supo de eso desde los 14 años, incluso siendo más joven. Su madre, también modelo, vio en ella un potencial que no encontró en sus otros hermanos quienes parecían estar más interesados en la ciencia y la tecnología.

Pero la pequeña Natalia era diferente. Ella tenía la sangre de una mujer que sabía el poder de la convocatoria visual y estaba ansiosa por saber si era verdad que una de sus hijos entendería el mundo de la moda y la belleza.

Natalia heredó la altura de su padre, la cintura marcada de su madre, así como su cabello rubio lacio y delicado. Pero, para la sorpresa de todos, nació con unos ojos azules grandes, de forma maravillosa y encantadora. Sus labios parecían un botón de rosa, siempre rojos y una piel delicada y dulce.

A medida que crecía parecía una muñeca, pero cuando se hizo adolescente, el cambio fue drástico. Era la viva imagen de una modelo con todas las letras.

Fue descubierta justo antes de que su madre la llevara a una academia de modelaje. Un hombre alto, de cara graciosa, se acercó a ellas y fue allí cuando comenzó el camino al éxito de Natalia. La bella Natalia.

Aprendió a dormir en habitaciones compartidas y a ganar dinero de manera abrumadora. Poco a poco, estaba haciéndose un nombre en la industria y su rostro se volvió imposible de olvidar. De repente todos querían trabajar con ella. Era la chica del momento.

Los medios la comparaban con Cindy Crawford, Naomi Campbell y Kate Moss. Con esa generación de supermodelos que estaban siempre en las vallas publicitarias y en la televisión, en esos ídolos que todas las chicas aspiraban ser.

La popularidad de Natalia subió como la espuma, así que sólo fue cuestión de tiempo para que la gente la admirara en portadas de revistas, en videos editoriales y en las pasarelas más importantes del mundo.

Consolidó su éxito al abrirse una cuenta de Instagram. Al principio no le vio mucho sentido, pero sus amigas y demás compañeras le sugirieron que lo hiciera para que pudiera alcanzar más trabajo y renombre. Ella, para no quedar atrás, aceptó con cierto recelo.

El hecho fue que se convirtió en la persona con más seguidores en el mundo. 11 millones de personas estaban atentos a sus publicaciones y demás.

En el primer día, recibió miles de comentarios sobre su hermoso cabello y también propuestas de hombres que iban desde las más tontas, a las más osadas y perturbadoras. De alguna manera, ella estaba acostumbrada a recibir ese tipo de trato, pues era algo común para una mujer como ella.

Sin embargo, a pesar de toda la adoración, el dinero, el poder que tenía y la influencia, el hecho de que llegara a un sitio y la gente la mirara como si fuera algo extraordinario, las veces en que sentía la mirada de odio de las mujeres y de lujuria de los hombres, o los regaños de su madre que le decía que así era esta vida, Natalia no paraba de preguntarse si su vida hubiera sido igual de haber tomado el mismo camino que alguno de sus hermanos.

Durante una reunión familiar, se acercó a su hermano mayor, un hombre de familia que trabajaba en la NASA y que era considerado como uno de los tíos más brillantes del mundo.

—¿Eres feliz con lo que haces? —dijo ella con tono bajo.

—Claro que sí. Todos los días —respondió él con una sonrisa.

Natalia se quedó callada porque, por primera vez en su vida, no supo si sentir lo mismo que su hermano. Él, sin embargo, la miró fijamente y le tomó la mano.

—Siempre estás a tiempo para encontrar lo tuyo, hermanita. Siempre —le dio un beso en la frente y le sonrió con esa misma sonrisa de complicidad que parecía ser un denominador común en su familia.

Lo cierto fue que ella no hablaba mucho de ese asunto, solía esconderlo dentro de sí misma porque dentro de todo, afloraba la necesidad de aprobación de los demás. Y así fueron las cosas.

Más allá del trabajo, Natalia era una estrella en las relaciones. Como pocos, recibía la atención de todos, incluso de los más ricos, guapos y poderosos, así que estar con un caballero no implicaba un problema… Bueno, sí, de indecisión.

Por una parte, no le gustaba involucrarse con modelos, todos compartían la misma característica de divos y dos en una relación era demasiado, así que al menos procuraba encontrar a una persona que le sirviera de balance o que, por lo menos, no estuviera en la misma industria.

Salió por un tiempo con un actor famoso, uno de los más cotizados en el cine. Alto, rubio, un héroe de acción en la pantalla. Adorado por millones de fans y por las mujeres que veían en él al prospecto perfecto de esposo.

Se conocieron en una fiesta que coincidieron. Hablaron y bailaron durante toda la noche y el resto fue historia. La química que desarrollaron entre los dos fue tan intensa, que el día siguiente aparecieron en los tabloides con las manos agarradas.

El enamoramiento fue intenso y objeto de todo tipo de críticas, pero como fue de esperarse, Natalia y el famosísimo actor se convirtió en una relación que se perdió entre los chismes de infidelidad y de encuentro con otros chicos. Ella, en cambio, más allá de sufrir por su primer novio, estaba lista para seguir adelante.

Así pues, la fila de hombres comenzó a hacer presencia en la vida de una de las mujeres más interesantes de la industria. Era imposible no sentirse abrumado por ella, por esa belleza y por ese impacto.

Entre todas las maravillas que ella vivía, sólo de vez en cuando se permitía pensar en que quizás no era demasiado buena para otras cosas. A veces, en la soledad, pensaba seriamente si era capaz de encontrarse en una situación diferente en la que se encontraba.

Era esclava de las apariencias, de la fama y el top. Era esclava de tener que reinventarse hasta el cansancio para estar en la cima y no desfallecer. Por más cómoda que se sintiera el competir así, a veces le resultaba un poco cansino.

Después del desfile, vestida con un traje de novia impactante, con el rostro perfecto y con la postura más hermosa del mundo. De nuevo, una vez más, Natalia rompía los medios de comunicación con nuevos récords.

Regresó al backstage y saludó a su productora quien la recibió con una copa de champaña. El diseñar la abrazó y le dio las gracias. Ella siguió abrazando a sus compañeras, siguió tomándose fotos para lucir lo que tenía encima y así ganar más y más likes.

Se cambió de ropa y se preparó para irse de fiesta. Siguió bebiendo y se arregló el vestido lo mejor que pudo y se puso un poco de labial para resaltar esos labios gruesos y hermosos que tenía. El chófer, como siempre solía hacer, la miraba por el retrovisor, admirándola y sintiendo el corazón a mil porque no podía dejar de pensar en ella.

—Gracias, Fredo. Tan bello como siempre —dijo ella con esa coquetería que era tan aplastante.

Se bajó justo lado de las puertas de una discoteca y en seguida comenzó a saludar a la gente que estaba allí. De nuevo, los flashes y la admiración de la gente. Natalia estaba en su elemento y esa era una realidad.

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