Aurora

Aurora


Capítulo 14

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Capítulo 14

—Las descargas masivas han sido una locura en uno de nuestros mercados tecnológicos, el negocio de las apps es uno de los más rentables y son capaces de generar a nuestra empresa hasta doscientos millones de dólares anuales, por eso estamos donde estamos y buscamos expandirnos —decía muy entusiasmado y muy seguro de sí Ethan Anderson cuando estaba adueñado del micrófono mientras Aurora, desde el otro extremo del salón lo observaba a la vez que supervisaba que todo estuviera bien.

El salón estaba a media luz y los reflectores enfocados solamente en él que era el centro de atención, la chica suspiraba complacida porque todo había salido bien. Desde que inició el día enfocaron sus fuerzas en el montaje del evento para que ya, a las tres de la tarde todo estuviera listo y ella y su equipo, tuvieran el tiempo para arreglarse también y regresar una hora antes del evento para volver a constatar todo y hacer las pruebas. El alquiler del equipo visual había estado acertado gracias a Orlando, que se encargó de seleccionar las mejores y más grandes pantallas plasma que se colocaron en los cuatro puntos cardinales como lo pedía el empresario, así como el sistema proyector de las imágenes virtuales que pasaban como diapositivas cuando él hablaba haciendo captar la atención de los invitados. Las mesas redondas colocadas estratégicamente a manera circular por todo el salón tenían la exquisita decoración que Aurora quería, porque al hacer las pruebas había cambiado de parecer: manteles redondos azul marino, con otro cuadrado más pequeño de color blanco puesto a manera de rombo por un lado y otro negro por el otro lado, haciendo que un centro de mesa rectangular plateado pasara de un extremo a otro, ya que esos eran los colores de la tarjeta del empresario y por ende representaban su empresa. En el centro estaban unos candelabros de cristal con velas aromáticas encendidas y en la base del mismo, una pequeña corona de flores variadas que había sido la admiración de los presentes. Las servilletas sobre la mesa estaban puestas de manera alternada, negro y blanco con anillos plateados en cada una y las sillas de metal negro, solamente tenían unas cintas de los mismos colores alternados por sillas, que se enlazaban con moños de la parte trasera del respaldar y eso solamente dentro del salón, fuera de él habían más mesas igualmente decoradas alrededor de una piscina, que era donde se celebraría la cena y en otro extremo había una pequeña pista de baile que habían armado con fina y reluciente madera plywood para quien lo quisiera hacer. Aurora observaba todo y exhalaba satisfecha cuando en ese momento por sus auriculares Orlando se comunicaba con ella a control remoto.

—¿Cómo escuchas el audio Aurora?

La chica reaccionó y se llevó una mano a su oído derecho, subió un poco el delgado micrófono a la altura de su boca y contestó en voz baja.

—Muy bien, suena excelente, el sonido es nítido, no hay interferencia de nada.

—Me alegra escucharlo.

—No olvides estar pendiente de la música ambiental, es indispensable.

—Lo haré, tranquila.

—El servicio de buffet ya está listo —le dijo Rebecca acercándose a ella—. Ese menú huele exquisito.

—¿Supervisaste otra vez la vajilla? —Aurora desconectaba su micrófono al sonido externo, nadie podía escuchar su conversación aunque si podía recibir contacto de sus compañeros.

—Sí, tranquila, es la misma que escogiste, además Shirley y Jim están pendientes de que el menú se sirva a la perfección.

—Bien.

Los elementos mencionados por Rebecca eran los encargados de seleccionar los bocadillos, alimentos y bebidas según el tipo de evento y el gusto del cliente. Shirley con su experiencia culinaria como chef era una mujer que ya pasaba los cuarenta y que a su vez, disfrutaba de ser la dueña de un pequeño restaurante buffet y café en el mismo Ontario y Jim, un chico joven y rubio a pesar de su corta edad —en la que no llegaba ni a los veintitrés— ya gozaba de una carrera técnica en Gastronomía con especialidad en bebidas y alimentos, cuyo sueño era también tener su propio negocio de café y bar. En todo caso ambos eran parte del equipo de la agencia a medio tiempo y Aurora estaba satisfecha con su labor y supervisión. La chica observaba que los meseros a cargo del resort no dejaran una tan sola mesa que atender. Vestidos de elegante uniforme oscuro se encargaban de que las copas estuvieran llenas de agua fría, a la vez que ofrecían unos que otros bocadillos a los invitados que degustaban mientras escuchaban atentamente el discurso de Ethan que los invitaba a formar parte de su corporación.

—Que bello se ve, ¿no te parece? —susurró Becca sin dejar de verlo quitándose el auricular y dejándolo en su cuello.

—Sí el salón y la decoración quedaron preciosos —observaba su alrededor.

—No estoy hablando del salón.

—¿No?

Rebecca la miró elevando una ceja y con la misma indicarle a quien se refería.

—Ah… sí, no lo niego —contestó Aurora cayendo en cuenta pero sin el menor interés, volviendo a revisar el listado que tenía en una carpeta en el tablero que sostenía.

Sabía que Rebecca sentía mucha curiosidad por saber más sobre su cena con Ethan ya que ella no había entrado en detalles del asunto y por eso, comenzaba a preocuparle porque sin quererlo una barrera entre ellas había iniciado su ascenso aunque lo disimulara. Aurora sabía que Rebecca no se conformaba con lo que ella le había contado y durante todo el día, ella prefirió mantener una actitud de muy mal fingida serenidad porque sus celos no los podía disimular. Según Rebecca, Aurora le ocultaba algo porque no por nada el empresario la había invitado a cenar a solas y no a todos en grupo como ella hubiese esperado.

—El evento ha salido muy bien, él estará muy complacido —insistía la mujer.

—Pues ojalá que él esté complacido y salgamos de esto de una vez porque este trajín hasta acá me tiene muy cansada y desearía dormir todo un santo día —marcaba algunas cosas con su bolígrafo—. Además aún hay que hacer cuentas, es posible que mañana nos reunamos con él para concluir todo.

—Me gustaría —suspiró Rebecca sin dejar de mirarlo—. Es tal el efecto de este hombre en mí que… —bajó la voz y se acercó al oído de su amiga—. Me moja —sonrió con descaro.

Aurora no pudo evitar abrir los ojos con asombro aunque sabía que no era ninguna novedad, tragó un poco disimulando por las personas que estaban a su alrededor y negando resignada no le dijo nada más a Rebecca.

Por la mente de Becca pasaban muchas cosas, deseaba tener a ese hombre debajo de ella o sobre ella y sabía que el tiempo se le acababa porque a partir del domingo ya no tendría otra oportunidad.

Debía buscar la manera de tenerlo esa noche, así ella misma se encargara de seducirlo.

Cuando terminó el turno de todos lo que iban a tener la palabra frente al micrófono y cuando también terminaron las presentaciones, Aurora le dio la orden a Orlando para que el ambiente musical se dejara escuchar, obvio Kenny G. sería el encargado. Los presentes, se pusieron de pie luego de ser invitados por el mismo Ethan a disfrutar el evento como mejor les pareciera, por lo que algunos se quedaron en el salón para saber más sobre él y su negocio tratando de acaparar su atención y otros, salieron al exterior para seguir bebiendo a gusto cerca de la piscina. La noche era perfecta, el cielo estaba completamente despejado y muy estrellado, el ambiente resultó muy ameno para todos. Media hora después, cuando Aurora constataba que los que estaban sentados estuvieran degustando su cena mientras se paseaba por las mesas, notó como a distancia al otro lado de la piscina Ethan la miraba rodeado de otros hombres que le hablaban pero él era ajeno, su mirada estaba sobre ella. Aurora intentó asentir como saludo y él aprovechó para llamarla con el índice, la mujer tragó y obedeciendo sin remedio caminó saliendo de las mesas para cruzar al otro lado de la piscina.

Los hombres que rodeaban al empresario se retiraron por orden de él mismo para que lo dejaran sólo con la chica, quería al menos un breve momento disfrutar de su compañía.

—Señor Anderson —saludó ella.

—Señorita Warren —sonrió.

—¿Desea algo señor?

¿Cómo decirle que la deseaba a ella misma para terminar su noche con broche de oro?

“¿Cómo controlar este deseo por tenerte Aurora?”

—pensó evitando tensar la mandíbula.

—Si pudiera llamarme sólo Ethan sería mejor —contestó él bebiendo de su trago.

—Por profesionalismo no puedo señor, al menos no ahora.

El hombre se decepcionó un poco, tragó su bebida.

—Como quiera, espero que más adelante cuando haya más confianza entonces.

—Lo intentaré.

Ethan no dejaba de mirarla, a pesar de usar uniforme tipo ejecutivo la chica le parecía bellísima, tenía todo lo que a él le encantaba en una mujer y su atracción por ella cada vez era más fuerte y Aurora lo presentía. Debía reconocer que era un hombre sumamente atractivo y por su posición, el que estuviera hablando con ella en esa cercanía debía halagarla porque no era fácil estar cerca de Ethan Anderson a menos que fuera por cita previa con mucha anticipación y por cuestiones de negocios pero ahí estaba ella, muy pero muy cerca de él como si se conocieran de muchos años atrás.

Aunque era mejor mantener la distancia que ella se había propuesto, no sólo por su propia empresa sino por la misma Rebecca que seguramente los observaba con atención desde algún punto.

—Debo felicitarla Aurora —agregó él para retenerla y evitar que el silencio alejara a la chica de él—. Todo es de mi completo agrado, magnífico trabajo.

—Me alegra señor, eso me hace sentir satisfecha.

En ese momento sonó “Songbird” de Kenny G. y Aurora debía pensar rápido para irse a seguir con su trabajo antes de que por la mente del empresario pasaran otras cosas, como sea la melodía era algo incitante para un momento de intimidad pero no para el evento, allí era una selección más para ambientar y al notar como la mirada del hombre brillaba al verla sin parpadear, supo que no se equivocaba y su teoría era acertada. El sonido sensual de ese saxofón había tenido efecto en él y por su cabeza pasaron muchas cosas en segundos, como por ejemplo tener a Aurora en sus brazos en una cálida noche y no sólo eso, moverse junto con ella al ritmo aunque no fuera dado al baile. Mecerse con suavidad como las olas del mar y con lentitud para retener el momento y el sentir de sus cuerpos pero no era sólo eso, deseaba bailar con ella en un escenario diferente y solos, como por ejemplo en su suite. Deseaba desvestirla al ritmo de la música, deleitarse en el proceso y todavía iría más allá, algo que sentía sólo con ella podía hacer, besarla, sí besarla y explorar su boca mientras la desnudaba. La imaginación de Ethan empezaba a desbordarse y a sentir el efecto creciente entre sus pantalones, su miembro comenzaba a palpitar en alerta y su piel se estremeció. Sintió que algo le recorrió el cuerpo al imaginar besar con desesperación a Aurora y tocarla a la vez, sacudió la cabeza antes de visualizar lo que sucedería en la cama y evitar que su amigo se notara.

“Soy quien soy, ¿pero

qué diablos me pasa con ella?”

—pensó de inmediato, debía controlarse.

—La felicito por la selección musical —reaccionó terminando de beber—. El ambiente es muy ameno, mi gente se siente muy bien.

—Gracias, me alegra, creo que es muy acorde para la elegancia que resultó el evento.

—Y como siempre, usted acierta en todo captando la esencia de lo que quería.

—Gracias por sus palabras, ¿ya probó los bocadillos?

—No, los probaré cuando vaya a cenar, veo que todo es exquisito.

Ethan deseaba invitarla a bailar, quería sentirla más cerca sin importarle lo que la chica pudiera sentir al darse cuenta de su erección pero sabía que ella se iba a negar por ser profesional y él…

sabía que por ética tampoco sería correcto. Eso no era costumbre en él, así que frunciendo el ceño antes de poder agregar algo más notó como Rebecca se acercó a ellos haciéndolo tensar la boca.

Aurora notó el cambio de humor en él y se giró al escuchar a su amiga.

—Aurora querida todo está saliendo de maravilla, los socios del señor Anderson no se cansan de alabar el evento.

—Me alegra escuchar eso, el señor Anderson me decía lo mismo personalmente.

—Te necesitan un momento, ¿me acompañas? —sonrió sin dejar de coquetearle al hombre.

—Claro.

—Señor Anderson uno de sus hombres comentó algo de que unos periodistas querían unas palabras suyas antes de la cena —le dijo Rebecca—. Creo que lo están esperando.

—Gracias —contestó él muy serio, el que lo haya interrumpido eso no le había agradado.

—De nada y ahora con su permiso —sonrió con más coquetería sujetando del brazo a su amiga e interponiéndose entre ellos, le dio la espalda pero con una extrema cercanía que Rebecca sacó más el trasero para rozarlo en su miembro, se mordió los labios al sentirlo y Ethan apenas y pudo dar un brinco atrás para evitar el roce que no pudo porque le fue tarde reaccionar.

—Disculpe señor Anderson, permiso —logró decirle Aurora mientras se alejaba.

Ethan no sólo apretó los labios sino también la copa que sujetaba, estaba molesto con Rebecca y buscaría la manera de cobrarse para quitarse a esa mujer de encima que sabía quería tener algo con él. Dejó la copa en la primera mesa que tenía cerca y caminó regio para encontrarse con su equipo, igual tenía hambre y quería disfrutar de todo lo que Aurora había preparado para su evento.

En parte Aurora, sintió algo de alivio pero en parte no sabía qué pensar por la actitud y osadía de Rebecca por lo que mejor no removió nada de lo sucedido y se centró en lo suyo. Cuando el evento ya estaba por concluir se sintió aliviada y hasta que se fuera el último invitado ellos tratarían de comer como grupo porque también lo merecían, lo que no contaba era con algo más que la sorprendió.

—Señorita Winston, ¿me acompaña? —le dijo uno de los hombres del empresario acercándose a ellas.

Aurora se asustó y Rebecca aún más.

—¿A dónde? —preguntó con reservas.

—Con el señor Anderson.

Rebecca no sabía si reír o preocuparse más, ¿la iba a amonestar por la interrupción o quería verla por otra cosa? Aurora también se preocupó pero no tanto por lo que Rebecca había hecho y molestado al empresario, sino por el prestigio de su empresa que sentía comenzaba a tambalearse.

—Rebecca… —Aurora la miró diciéndole muchas cosas con los ojos.

—Tranquila amiga —tragó en seco—. Yo sabré qué hago, me haré cargo de esto de la mejor manera, no te preocupes.

La sujetó de la mano y caminó sólo unos pasos cuando el hombre la detuvo.

—Y será mejor que traiga su bolso —agregó.

—¿Qué? —preguntaron ambas mujeres.

—Ya nos retiramos —le contestó.

—¿Y a dónde vamos entonces? —insistió Becca.

—Lo siento pero por mi equipo respondo yo —señaló Aurora con firmeza—. Si ha sucedido algo que le moleste al señor…

—El señor no está molesto —la interrumpió el hombre—. Al menos no que yo sepa, él me pidió que viniera por la señorita Winston y eso hago, sencillamente ya nos vamos.

—¿Y pretenden secuestrarme? —Becca evitaba sentirse más nerviosa.

—No se trata de eso, por favor acompáñeme que el señor la espera y no es muy paciente, no permita que se moleste.

—¿Dónde está? —Aurora miró hacia todas partes.

—Rumbo a su camioneta.

—No te preocupes amiga, como te dije yo respondo. —Becca le apretó una mano a Aurora, ambas mujeres estaban heladas.

—Me llamas por favor, no importa la hora me llamas para saber de ti —le ordenó a ella mirando

de reojo al hombre—. Si algo te pasa creo que el señor Anderson será el primer sospechoso —afirmó en sentencia dirigiéndose a él sin miedo. El hombre hizo de cuenta que no había escuchado nada.

—Iré por mi bolso. —Becca exhaló resignada despidiéndose de una vez de su amiga. Les habían asignado unos casilleros en la recepción del hotel y allí habían guardado sus cosas personales.

Aurora comenzó a sentir que su corazón latía muy deprisa cuando la vio alejarse asustada en compañía del hombre. Todos los demás que había presenciado el asunto a distancia se preocuparon también pero guardaron silencio, con la salida del empresario ya el evento estaba terminado y sólo restaba que los demás también dejaran el lugar hasta que quedara desierto para ellos, que como agencia debían trasnocharse luego de cenar y levantar todo.

 

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