Aurora

Aurora


Capítulo 16

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Capítulo 16

Durante el desayuno en grupo Aurora revisaba muy callada su email encontrándose con varias novedades y otras no tantas incluyendo otro email del insistente Alonso que la hizo rodar los ojos.

Tenía tres mensajes de él en la carpeta de su móvil y dos correos de voz que de verdad ya la tenían colmada porque parecía que al contestarle, era como darle más cuerda pero no era eso lo que tanto la perturbaba esa mañana, ni siquiera la confesión descarada de una borracha Rebecca que actuaba como si nada pero sintiendo la cabeza a reventarle por el dolor debido a la resaca. Su molestia era otro asunto;

“Señorita Warren vino a buscarla un tal Gregory Pickford y dice que le urge verla, por

ser un completo desconocido que para colmo dijo haber llegado hace poco a la ciudad no le di ningún

dato suyo pero le aviso porque dice conocerla de años atrás y que insistirá en buscarla.”

Así había sido el mensaje que su recepcionista le había mandado la tarde anterior, mensaje que Aurora había visto hasta esa mañana haciendo que el dulce jugo de naranja que tomaba le supiera amargo.

“¿Por qué Greg?”

—Pensó decepcionada más que sorprendida con la mirada en el mantel de la mesa—.

¿Por qué regresas a perturbarme? ¿Por qué diablos vienes a complicarme la existencia otra

vez? ¿Piensas que tienes el

derecho de volver así nada más?

En el ser humano no es ninguna novedad que en determinado tiempo el pasado que se cree muerto y enterrado regrese nuevamente y en el momento menos esperado, volteando de cabeza el mundo de quien lo padeció y que con esfuerzo logró seguir adelante. Eso mismo le pasó a Aurora pero no estaba dispuesta a darle cabida a un pasado doloroso que la marcó, ni a él ni a ningún otro, esas puertas las había cerrado y no tenía ninguna intención de volver a abrirlas.

Para colmo Rebecca se había convertido en otro dolor de cabeza, Aurora recordaba claramente todo lo que pasó en la madrugada en cambio Becca parecía tener amnesia aunque la molestia no la ocultaba y era eso lo que estaba colmando a Aurora. Una cosa fue su aventura con el desconocido que esperaban no encontrárselo y les hiciera pasar una vergüenza y otra, había sido el que su capricho con Ethan no saliera como la mujer lo esperaba.

—Te ves terrible Becca —le dijo Margy, la encargada de la contabilidad de la agencia al notarla—. ¿No la pasaste bien anoche?

La mujer pudo sentir en la otra cierto sarcasmo y eso no le gustó.

—No la pasó bien —contestó Aurora seriamente—. No sé qué tanta bebida habrá revuelto que se la pasó en el baño vomitando.

Becca frunció el ceño intentando beberse su jugo mientras la otra, prefirió no seguir indagando con las sospechas que ya tenía.

—Gracias Aurora, era justo lo que todos necesitaban saber —dijo Rebecca con sarcasmo también sujetándose la cabeza.

—De nada —le contestó de lo más tranquila—. Si es justo lo que necesitan saber para que ellos no cometan el mismo error tuyo —la miró con sentencia para que entendiera sus palabras.

Becca tragó sin decir nada más, sabía que Aurora estaba molesta y aunque ella tuviera recuerdos claros de lo que pasó con el empresario, de lo sucedido después los tenía vagos y era eso lo que la tenía un poco asustada. ¿Qué más hizo y dijo para que Aurora estuviera algo cortante con ella? Igual Aurora estaba también desconcertada, ya que aunque Becca necesitó de una grúa para poder levantarse esa mañana también lo hizo como si lo que había confesado no le valiera en lo más mínimo y a Aurora, le parecía increíble la frialdad que Becca mostraba.

Los demás notaban el choque entre las mujeres y sabían que ni la una ni la otra estaban bien, ya que por sobre todo Aurora era la gerente y no iba a dejar pasar nada que dañara la imagen de la empresa, así la culpable fuera la que considerara su amiga más cercana. La tensión era muy obvia, demasiada y se morían de la curiosidad por saber pero dada la situación era mejor ya no moverle al asunto.

Margy y ella discutían sobre los gastos y entregándole una carpeta con todos los documentos detallados procedió a ordenarlos para llevárselos al empresario que pronto la recibiría para dar ya todo por concluido, pero para colmo no quería volver a estar sola con él así que a regañadientes Rebecca la acompañó.

Dirigiéndose al ascensor para ir a sus habitaciones y preparar todo, un hombre las miró de largo y notándolas sonrió. Aurora frunció el ceño y mirando a Rebecca le hizo ver que también mirara al tipo. Becca la miró pero como la molestia le podía más no reparó en cuanto lo vio y levantando más el mentón lo ignoró. Al hombre inmediatamente se le borró la sonrisa quedándose pasmado mientras ellas entraban al ascensor y éste, se cerraba.

—¿Quién es? —preguntó Becca sin darle tanta importancia.

Aurora elevó una ceja.

—Esperaba que tú me lo dijeras —contestó cuando el ascensor las llevaba a las alturas.

—¿Qué? ¿Y yo por qué? Ni siquiera lo conozco.

Aurora terminó abriendo más los ojos impresionada, Becca comenzaba a asustarla.

—¿Segura que no lo has visto? —insistió.

—No, ¿tú sí?

—Pues creo que me habré equivocado.

—¿Y por qué te sonreía?

—¿A mí?

—Pues a quien más.

Aurora resopló, definitivamente Becca le preocupaba porque si estaba fingiendo no conocer a ese hombre lo estaba haciendo muy bien. Ella no se equivocaba, un tipo sonriente y para colmo desconocido justamente portando las mismas descripciones físicas, no podía ser otro que el mismo con el que Becca tuvo su aventura sexual. Lástima por él que iba a decepcionarse, él podía recordar todo pero la mujer parecía que no.

Justo antes de partir de regreso para Ontario, Aurora se reunió con Ethan para poner el punto final a su trato y dejar las cuentas claras. El hombre la recibió a ella y a Rebecca en la sala de su suite.

—Pasen. —Armand las invitó y les indicó sentarse.

Aurora se enfocó en el lujo de la suite y en toda su decoración pero también notó que nada le llamaba la atención a Rebecca y la razón era muy sencilla; ya ella conocía el lugar. Allí fue donde la mujer pasó parte de la noche con el empresario, tensó los labios para evitar carraspear, igual observaba su semblante y por más que Becca quisiera disimularlo sabía que no iba a engañarla, la mujer no estaba del todo bien, lo taciturna no le quedaba ni de broma. En ese momento Ethan recién salido de la ducha y llenando de perfume el lugar salió de su habitación vestido de manera casual para atenderlas.

—Señorita Warren, me alegra verla otra vez —se acercó a ella extendiéndole la mano y Aurora se puso de pie al verlo. Ethan era otro hombre solamente cuando tenía a Aurora frente a él y de eso Becca se dio cuenta muy a su pesar, debía reconocerlo.

—Muchas gracias por recibirnos señor Anderson.

Ethan evitó tensar los labios en el remedo de sonrisa que se le dibujó, era obvio que no iba a convencer a Aurora de llamarlo por su nombre y dejar de decirle “señor”

—Señorita Winston —se dirigió a Rebecca en un frío apretón que la mujer en su orgullo mal fingido le correspondió igual pero sin decirle nada.

Aurora notó que algo extraño pasaba entre ellos y temió por el prestigio de la empresa.

—Siéntense por favor —las invitó sentándose él en un sillón frente a ellas.

Las mujeres obedecieron.

—Agradezco la iniciativa y gentileza al recibirnos señor Anderson, como también vuelvo a reiterarle el halago que ha sido su preferencia a nuestra agencia, un honor para nosotros.

—Es un placer, ¿desean tomar algo?

Las mujeres negaron y Aurora notó como la mirada del hombre se desvió un momento a Becca que fijamente miraba sin gracia la alfombra del suelo.

—Como le digo es un placer —continuó el hombre mirándola a ella más relajado—. El evento fue un éxito y todo de perfecto y exquisito gusto, de verdad estoy complacido, todo fue de manera muy profesional inclusive para los invitados, ¿miró los diarios? Las notas sociales hablan del evento y también alaban todo, sin duda una de las decisiones más acertadas, soy yo el agradecido. Gracias por hacerlo posible, usted captó a la perfección la esencia de mi empresa y su identidad corporativa, se lo agradezco.

—Me alegra y no sólo fuimos mi equipo y yo, sin duda lo que su empresa ofrece es algo muy tentador. Usted tenía la atención de todos ayer, esa también es la clave de un buen evento y sin duda usted sabe captar la atención de las personas.

La chica sonrió causando un efecto de atención en el hombre que no dejaba de verla, una cosa era su seriedad profesional pero su sonrisa para él significaba otra cosa, una que seguramente no tendría la oportunidad de mostrarle.

“Y cómo me encantaría tener la tuya”

—pensó él sin dejar de mirarla.

—Todo me pareció muy, pero muy bien —continuó el hombre—. El equipo electrónico funcionó de maravilla, la decoración del lugar me encantó porque como le digo captó la esencia de la empresa. El ambiente musical que amenizó fue muy agradable y el menú ni se diga, exquisito, de verdad muchas gracias por su labor, siga así.

Aurora no dejaba de reír y para Ethan era como el mismo sol que alumbraba a través de los ventanales de su suite. Era imposible dejar de verla y hubiera dado lo que fuera porque su noche concluyera con broche de oro junto a ella, pero en ese momento recordó que no fue así y bajó la cabeza, un error que sabía no iba a enmendar.

—No tiene idea de lo feliz que me hacen sus palabras —le dijo Aurora—. El halago no es sólo para mí sino para toda la empresa, sin mi equipo esto no sería lo mismo y como uno de nuestros valores es la honestidad… —la chica abrió la carpeta que llevaba—. Vengo a regresarle el resto del dinero que no se tocó, estos son los recibos de los gastos cancelados por lo tanto hay un sobrante que es mi responsabilidad devolvérselo, este es el cheque.

Ethan frunció el ceño observando los papeles que Aurora le mostraba y de la misma manera se los regresó sin reparar tanto en ellos.

—No tiene que devolverme nada, para mí todo está hecho.

—Pero señor…

—Ethan, por favor Aurora, sólo Ethan —la miró fijamente en la que más que una petición parecía un ruego.

Rebecca levantó el mentón muy seria y giró la cara hacia una de las ventanas, su incomodidad no podía ocultar. Aurora la notó y Ethan muy serio también, esa mujer lo ponía tenso y eso ya no le gustaba.

—Ethan, son aproximadamente tres mil dólares que sobraron —insistió la chica—. Es justo que pague por el servicio nada más.

Solamente le dio la atención al escuchar su nombre en los labios de ella, fue música para sus oídos.

—Ningún nada más, ¿se cobró sus honorarios? —llamó a Armand con el índice y este se acercó.

—Sí, todo iba incluido con el adelanto que nos dio, no se preocupe.

Armand le entregó algo parecido a una billetera de cuero, cosa que Aurora pudo reconocer cuando el hombre también le ofrecía al empresario su fino bolígrafo, se trataba de una chequera que Ethan procedió a llenar con seriedad. Aurora comenzó a sudar en frío y a ponerse más nerviosa mientras Rebecca se limitaba a mostrarse indiferente.

—Como le dije el honor ha sido mío y por ese motivo me siento agradecido con usted. —Ethan terminó de firmar y arrancó el papel cerrando la chequera y dándosela otra vez a Armand—. Este es mi regalo hacia ustedes, una bonificación extra para usted y su equipo, por favor no se atreva a rechazarla ni tampoco crea tener alguna deuda conmigo.

Le extendió al cheque y Aurora con reservas lo aceptó, lo miró.

—¿Qué? —preguntó cuándo se dio cuenta de la cantidad.

—Es poco, no se asuste, es una manera de compensarle a usted y a su equipo el trabajo de venir hasta acá, además se lo merecen, como le dije estoy muy complacido.

—No acostumbro eso Ethan y no quisiera malas interpretaciones.

—Nadie tiene que malinterpretar nada, simplemente pagué por un servicio de mi agrado y ahora le obsequio una bonificación a las personas involucradas como agradecimiento. ¿Qué tiene eso de malo?

Aurora quiso agregar algo más pero no pudo, no podía atreverse a despreciar a un hombre de su talla, tenerlo en su cartera de clientes era un prestigio para su empresa y deseaba que siguiera en ese lugar.

—Lo acepto con una condición.

—¿Cuál? —Ethan sonrió.

—Que no se vuelva costumbre en usted cada vez que solicite nuestros servicios. Nosotros cumplimos y lo hacemos con mucho gusto.

—Hecho.

Aurora sonrió y Ethan deseaba ser el dueño de esa sonrisa pero no por un momento sino por mucho tiempo más y de otra manera. El que Aurora mencionara “cada vez que solicite nuestros servicios” lo interpretó como una clara invitación para volver a contratarlos y mantener al menos de ese modo algo de contacto y cercanía.

—Gracias —la chica se puso de pie y Ethan la secundó.

Becca lo hizo con desgane, no había participado de nada y se dio cuenta que a él eso no le importaba si podía tener la atención de Aurora que era su principal interés, se entristeció más.

—Buen viaje señorita Warren —volvió a darle la mano—. Ha sido un enorme placer haberla conocido, espero nos encontremos muy pronto.

—Buen viaje también Ethan y si usted quiere así será —le correspondió ella.

“No como yo lo quiero porque de ser así sería la gloria”

—pensó el hombre apretando los labios pero le sonrió porque ella lo dominaba y era su placer hacerla sentir bien.

Las mujeres salieron de su suite y se prepararon para volver a Ontario, el evento y el trato con el canadiense había concluido.

Cuando ya todos dejaban las habitaciones, Becca decidió lo contrario.

—Aurora regresen sin mí.

—¿Cómo? —se detuvo en la puerta cuando los encargados salían con las maletas.

—Es sólo que hace mucho que no venía a Los Ángeles y quisiera ir de compras, no te preocupes, sé que hay un vuelo a las cinco para Ontario, me iré en él.

Aurora la miraba sin estar convencida.

—¿Vas a intentarlo otra vez con Ethan? —atacó.

—¿Qué? No, no pienso volver a humillarme, además supongo que ya luego se va ¿no?

—Cuidado Rebecca, sabes bien lo que hiciste anoche como también conoces mi posición, lo que hagas es problema tuyo no mío ya que ni preocuparme como amiga me vale porque parece que no lo valoras. Haz lo que quieras, ve a los centros comerciales a divagarte pero mañana te quiero a primera hora en la agencia, nosotros no tenemos días libres y te recuerdo que para colmo es lunes.

La mujer tensó más los labios pero prefirió no decir nada sólo medio asintió. Aurora salió de la habitación mucho más decepcionada, además ya tenía demasiado en la cabeza y debía ocuparse de cosas más importantes que de la inmadurez de Rebecca.

Pasadas las tres de la tarde ya estaban en Ontario y el punto de llegada era la misma agencia.

—Hasta mañana equipo —se despidió de su gente—. Descansen el resto de la tarde.

Se subió a su auto luego de meter sus maletas y esperaba ansiosa llegar a su casa, ducharse y meterse a la cama al menos un par de horas pero recordó algo; su bonsái. ¿Iría por él de una vez?

Miró su reloj y todavía era temprano, ¿estaría el doctor descansando su tarde? No quería molestarlo así que lo pensó un momento, sacudió la cabeza, el asunto no era buscar una excusa para verlo sino para recuperar a su enano, total era de ella y no tenía nada de malo que lo quisiera de vuelta y esperar hasta el siguiente día no estaba en sus planes, así que armándose de valor buscó el número del doctor y lo llamó.

—Tranquila Aurora sólo quieres a tu enano de vuelta, eso es todo —se dijo esperando que le contestaran.

—Hola —la voz del hombre la hizo reaccionar.

—Hola doctor soy Aurora Warren, quiero saber si puedo pasar a recoger el bonsái.

—Señorita Warren, disculpe, no soy Max, soy Peter.

—¿Qué?

—No, no se equivocó de número lo que pasa es que Max está en la piscina y por eso yo contesté.

—¿Piscina? No sabía que la casa del doctor tuviera piscina.

—No, no es en el apartamento de él, estamos en el Club Mónaco, si gusta puede venir y hablar

con él.

—No, no quiero molestar.

—No es ninguna molestia, no se preocupe.

Aurora lo pensó un momento y frunció el ceño.

—No, no es necesario, más tarde lo llamaré cuando esté desocupado.

—¿Y quién dice que está ocupado? El sireno está nadando de lo lindo, ya verá usted lo bronceado que está. —Peter se carcajeó sin querer haciendo que Aurora se contagiara en silencio imaginando la escena.

—Está bien, dile que voy para allá, que me espere.

—Yo le digo, aquí la espera.

—Gracias, adiós.

—Adiós.

Aurora exhaló y arrancó, conocía el dichoso club, varias veces había llevado eventos allí, era exclusivo de la crema y nata de Ontario así que se imaginaba lo bien que el doctor debía estarla pasando. Sin quererlo tensó un poco los labios.

 

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