Aurora

Aurora


Capítulo 25

Página 28 de 52

Capítulo 25

Como le había dicho Alonso cuando la llamó por la tarde, pasaría por ella a las siete en punto.

Luego de salir de la clínica de Maximiliano, Aurora había ido un momento a la estética de Flavio para hacerse acentuar el color del cabello. El estilista era un completo Houdini cuando de crear magia en sus chicas se trataba y así como lo había hecho con Ariadna antes de su viaje a Europa, ahora hacía que una despampanante Aurora saliera de su negocio como su mejor carta de presentación. Aurora no había ido a la estética por su compromiso con Alonso sino por consentirse a sí misma, ya que no lo pudo hacer antes de ir a L. A. debido al resfriado pero en el fondo —y aunque se quería engañar— sabía que no sólo había sido por eso sino por algo más, algo que se negaba a reconocer y era que en parte lo había hecho por él, por Maximiliano, el hombre que comenzaba a ver de otra manera. Sonrió como tonta mientras terminaba de arreglarse frente al espejo, ya iban a dar las siete y Alonso no tardaba en llegar, habían quedado a esa hora y aunque no le hacía gracia salir con él y en su misma camioneta no tenía otro remedio. Al momento escuchó el claxon que le avisaba su llegada y acomodando su cabello suelto y su atuendo de pantalón gris y blusa celeste de crochet de hilo de seda vegetal, solamente poniéndose un poco más de perfume salió de su habitación cogiendo su bolso. Era hora de cumplir con el compromiso porque sólo eso era para ella, aunque no supiera a qué clase de Alonso iba a soportar.

Cuando salió, afuera de la propiedad él ya la esperaba a un lado de la puerta de la Dodge de su padre y al verla acercarse cuando cruzaba la calle sintió que iba a darle algo, lo que la chica le provocaba era indescriptible y como hombre no debía engañarse sino disimular.

—Tranquilízate Alonso —se dijo para sí—. Ella es mucho más de lo que imaginas, realmente mucho más.

Sonrió abiertamente de manera seductora y aunque quería ir a su encuentro la esperaría ansioso en su lugar, tenía los brazos cruzados y las piernas también. Aurora por su parte también tenía que disimular cuando lo vio en esa pose, parecía modelo de televisión promocionando el auto y la sonrisa deslumbrante era digna de cualquier comercial de odontología y pasta dental. Alonso era guapísimo si lo pensaba y al verlo no lo dudaba, vestía de jean blanco, camisa de poliéster formal y muy fina gris claro con las mangas dobladas a los antebrazos, con delgadas líneas blancas, una hilera de pequeños botones y zapatos negros tipo botines. Él era sin duda lo mejor que había visto de los Farrell lástima no haberlo conocido antes y en otras circunstancias, ahora ya no tenía caso por varios factores.

—Estás divina Aurora —susurró él extendiendo sus brazos para encontrarla, deseaba perderse en la oscuridad de su sedoso cabello y a la vez, embriagarse por el incitante perfume de su cuello.

—Gracias ¿y veo que el atreverte a abrazarme se te ha vuelto costumbre? —le contestó ella.

—Y una buena, ¿no crees? —insistió en el tono seductor provocándola al abrazarla con osadía.

—Alonso… —ella evitó estremecerse en sus brazos.

—Déjame sentirte así por favor —suspiró en su cuello—. Eres como un sueño y deseo abrazar ese sueño.

— Pero no te aferres a él —ella se apartó un momento y él la retuvo en sus brazos.

—¿Por qué no? —la miró extasiado.

—Porque a veces los sueños se vuelven pesadillas —le contestó a modo de no hacerlo sentir mal.

—Pero se debe correr el riesgo, ¿no te parece? —Exhaló acariciándole el cabello—. No se sabrá si no se intenta y al menos hay riesgos que se deben correr porque valen la pena.

—Alonso… —ella quiso detenerlo porque sabía el rumbo de sus palabras.

—No Aurora, no huyas de mí por favor, si estoy aquí es por ti.

—Que directo eres y cínico además —le bajó la mirada porque no se la resistía—. Dijiste que venías por lo que pasaba en tu familia.

—¿Y no crees que es una buena excusa? Lo que sea con tal de estar cerca de ti, esa es mi determinación.

—Alonso yo no soy Ariadna, no te equivoques —lo miró con valor.

—Ya lo sé, no la veo a ella en ti, tú eres muy diferente y no tienes idea de lo cautivado que estoy por ti.

—No quiero herirte, yo no puedo corresponderte como tú quieres.

—Te demostraré que soy diferente, déjame intentarlo, pruébame —le acarició la barbilla.

—Ni siquiera nos conocemos ni hemos salido, ¿y ya te sientes tan seguro?

—Muy seguro —sonrió.

—¿Por qué?

—Porque es mi esperanza.

—Alonso deja la obsesión. —Aurora no había sido consciente de estar en medio de sus brazos todo ese tiempo y quiso separarse manteniendo su distancia.

—No es obsesión, es deseo.

—¿Qué?

—No pienses mal —volvió a sonreír—. Lo que intento decir es que es mi deseo acercarme a ti y que me des una oportunidad, voy a demostrarte que puedes confiar en mí.

—No puedo, no es fácil, yo misma no soy una persona fácil, conmigo...

—Contigo será diferente, no, ya es diferente.

La pegó más a él y ella hizo malabares para controlarse al verse en esa mirada que la traspasaba toda. Alonso lo estaba confirmando no sugiriendo, seductoramente le estaba demostrando su seguridad y ella comenzó a sentirse entre la espada y la pared. Él no hablaba por hablar, abiertamente le confesaba lo que sentía, haciéndole ver lo enamorado estaba. Eso la asustó.

Se miraron por un momento, Alonso había sido claro al decirle sin rodeos la verdadera razón por la que él había regresado, su interés era ella y no sabía cómo manejar el asunto estando otro hombre de por medio por el que ella se inclinaba más. Alonso por el contrario sentía que Ariadna había quedado atrás como una enseñanza y que Aurora, era algo completamente distinto y maravilloso y sentía que los días que habían pasado desde que se conocieron hacía una semana en el LAX, se habían reducido a un espacio de tiempo muy mínimo ahora que la tenía en sus brazos y que esa separación —que al parecer le había afectado sólo a él— a pesar de todo valió la pena.

—¿Nos vamos? —preguntó ella girando la cara antes de sentir que Alonso estaba a punto de besarla.

—Claro —él sonrió sintiendo que la chica estaba vulnerable y por eso prefería hacerse la interesante.

Ni siquiera les dio tiempo de rodear el auto cuando alguien los detuvo, alterando a Aurora otra vez cuando lo escuchó hablar.

—¿Ahora vas con otro? —preguntó una voz cargada de molestia y rencor.

Ella se quedó rígida mirando el pecho de Alonso, evitó girarse si sabía quién era. Alonso por su parte si levantó la cara con seriedad para observar al entrometido que había osado interrumpirlos y hablar de esa manera.

—¿Quién es usted? —inquirió Alonso sin intimidarse.

El hombre se acercó más a ellos, Aurora seguía con la cara en el pecho de Alonso, no quería verlo otra vez porque no iba a responder por lo que pasara.

—Nadie que deba importarte porque ni siquiera hablaba contigo —le contestó de manera malcriada a Alonso y este, no se esperaba esa respuesta.

—Vámonos por favor —le susurró Aurora y Alonso la abrazó más a él al escucharla.

—No lo permitiré, no esta vez —sentenció el hombre sujetándola de un brazo y apartándola de Alonso.

—¡No me toques! —le gritó empujándolo—. ¡Ya déjame en paz!

—¿No escuchaste? ¡Déjala! —Alonso lo detuvo cuando quiso acercarse a ella otra vez y eso enfureció al hombre.

Greg no se tentó para actuar movido por la ira y sin pensarlo, se volvió dándole un rodillazo en el estómago y luego un fuerte derechazo a Alonso quien tras el golpe, rebotó deteniéndose en el capó del auto para no caer al suelo pero su espalda pagó también las consecuencias.

—¡Basta! —le gritó Aurora intentando acercarse a Alonso para auxiliarlo y él la apartó.

—¡No! —rugió Greg furioso—. Esta vez no.

Alonso sin tener claro lo que pasaba por el aturdimiento se incorporó rápido y aprovechó la distracción del tipo para atacarlo también, cerrando el puño le devolvió un fuerte golpe en el estómago primero para luego romperle también la nariz. Ambos hombres comenzaron a sangrar, iba a patearlo también pero Aurora lo detuvo.

—No sé quién diablos eres pero no te permito una agresión más —le sentenció Alonso rojo de la furia mientras se limpiaba con el dorso la sangre que caía por la comisura de su boca.

—Tú no vas a impedirme que me acerque a Aurora, ella es mía y ni tú ni nadie va a quitármela.

—Greg se levantó furioso sujetándose también la nariz, no podía detenerse la sangre que le corría.

Con agilidad apartó a la chica quien cayó a un lado y como si fuera un toro, embistió a Alonso deteniéndose ambos de nuevo en el capó del Dodge para luego caer al suelo.

—Por Dios ¡ya basta! ¡Alto! —gritaba Aurora desesperada sin poder meterse porque podían golpearla. Aunque supiera algo de defensa personal, por cómo estaba la situación no se atrevía hacer ningún movimiento.

Alonso lo sujetó del cuello con ambas manos pero Greg volvió a golpearlo en la cara, el chico no se dejaba y con el codo le devolvió el mismo golpe debilitando a su contrincante, acción que Alonso aprovechó para ponerlo en el suelo y golpearlo a puño cerrado también, pero el tercer golpe Greg lo esquivó haciendo que Alonso pegara los nudillos en el pavimento. El hombre gritó de dolor, debilidad que Greg aprovechó para ponerlo en el suelo y antes de que se valiera más y en su rabia intentara estrellarle la cabeza en el pavimento a Alonso, Aurora lo detuvo con valor de un solo tirón apartándolo del chico que seguía en el suelo sujetándose la mano y quejándose del dolor.

—Será mejor que te detengas, si no te vas ahora llamaré a la policía —amenazó Aurora a Greg interponiéndose entre ellos—. Si no me dejas en paz voy a llamarlos y decir que estás acosándome, ya mi abogado te tiene en la mira Greg —sacó su teléfono de su bolso y lo agitó—. Basta con que lo llame ahorita mismo y procederá contra ti.

—¿Por qué Aurora? —La miró él sin disimular el dolor que eso le provocaba en su rostro contraído, estaba hincado en el suelo apoyado en una sola pierna—. ¿Por qué me haces esto?

—Esa es mi medida y no dudaré en actuar, te lo advertí ayer. Lárgate de una vez, no quiero volver a verte, ¿lo entiendes? ¡No te metas en mi vida!

Ella se acercó a Alonso para levantarlo haciéndole ver claramente a quien prefería.

—Nunca creí que ahora te gustara jugar —insistió el hombre en provocarla mientras se volvía a limpiar la sangre levantándose del suelo.

—¿Qué? —ella sentía encenderse más por el enojo.

—¿Quién es el tipo de ayer entonces? —la miró con seriedad a la vez que desviaba su mirada a Alonso para molestarlo también, sabía que sembrándole la duda al menos iba a molestarse y de esa manera arruinarles más la noche—. ¿Ahora sales con uno y también con otro al mismo tiempo?

—Imbécil —quiso golpearlo también—. Lo que yo haga y con quien salga no es tu maldito problema, soy libre de hacer lo que quiera y quien quiera, a la hora que quiera y en donde yo quiera.

¡¿Lo entendiste?!

—Quien quiera que seas lárgate y deja en paz a Aurora —le dijo Alonso aguantándose las ganas de caerle encima otra vez reclinándose en el Dodge—. Ella no está sola.

—No, no lo está, deberías ver lo “bien acompañada” que prefiere estar —lo provocó Greg.

—¿Cómo ahora? —Alonso se aprovechó de eso para sacar ventaja sabiamente en vez de molestarse, sujetando a la chica de la cintura y pegándola más a él.

—¡Suéltala! —Greg se acercó a ellos con la intención de apartarlos y romperle con todas las ganas la perfecta cara a Alonso.

—Si das un paso más te hundo —sentenció Aurora haciendo el alto con la mano—. Llamaré a la policía en este mismo instante y diré que no sólo me acosas sino que nos atacaste y que mi acompañante está herido por tu culpa porque me defendió. ¿Crees que van a dudar de mi palabra sabiendo quién soy? ¿Crees que mi abogado no limpiará contigo las calles de Ontario?

Greg se detuvo y se vio obligado a tragarse el coraje que sentía, se sujetó el estómago y retrocedió. Aurora había logrado dar una buena jugada, por el momento.

—No me importa lo que hagas, nada va a impedirme tenerte otra vez —le indicó con seguridad sonando más como una amenaza—. Ni este, ni el otro, ni nadie más que siga en tu lista y que eso te quede claro, ni la policía, ni un abogado, ni nadie más volverá a separarme de ti.

Giró en su mismo sitio y caminó hasta su auto, Aurora se enfocó en la marca y modelo, iba a tomar medidas drásticas contra él porque aunque lo disimulaba se había asustado con sus palabras.

Cuando se fue y los dejó respiró tranquila o a medias. Alonso rendido y exhalando se inclinó en el capó sujetándose el estómago.

—Alonso lo siento, nunca me imaginé que esto pasaría.

Él no dijo nada y evitaba resoplar como perro rabioso mientras se miraba la mano con sangre y el otro puño mallugado en los nudillos, vaya que el Greg tenía buena quijada porque al menos la de él si le dolía y mucho.

—Creo que después de esto ya no podremos salir —insistió ella sabiendo que eso podía molestarlo más.

—¿Qué fue esto Aurora? —la miró sin disimular la decepción.

Ella lo miró avergonzada y del mismo modo bajó la cabeza.

—No tengo manera de explicarlo —susurró.

—Es algo difícil por lo que veo —se quejó sujetándose el costado.

—Tú no tenías por qué pagar, no es justo por favor permíteme al menos… limpiar tus heridas —le pidió al notar que las mismas, no sólo no dejaban de sangrar sino que el golpe comenzaba a inflamarse y la piel a cambiar de color.

—No es necesario —se incorporó arrugando la cara y exhalando.

—No puedes volver a tu casa así y menos por mi culpa, por favor déjame hacer algo al menos —le rogó, se sentía realmente mal gracias al imbécil de Greg.

—Tranquila, veré que les digo —le sujetó la mano.

—¿Con todo lo que les pasa? No Alonso, esto pondrá muy mal a tu familia y creerán que alguien está tomando represalias por lo que Lucas hizo, esto va a ponerlos más nerviosos.

—Diré que quisieron asaltarnos.

—La situación de ustedes es muy delicada, igual eso no los va a controlar, vamos a la casa —con la misma mano que acariciaba lo llevó—. Lo menos que puedo hacer es verte las heridas y limpiarte la cara.

Alonso exhaló sin oponerse, total necesitaba verse antes de volver a la casa de sus tíos que era donde estaba hospedado porque si lo miraban así, iban a poner el grito en el cielo como dijo Aurora y nada iba a calmarlos.

 

Ir a la siguiente página

Report Page