Amnesia

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Nota del autor

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Nota del autor

En los años noventa, cuando yo empezaba la universidad, me convertí en un entusiasta seguidor de la música de U2. Por aquellos años los irlandeses no habían brindado ningún concierto en Argentina, por lo que mi relación con ellos se limitaba a escuchar sus discos y a leer todo lo que podía en libros y revistas. Realmente fueron —y siguen siendo— una importante fuente de inspiración para mí.

Mi canción preferida es One Tree Hill, cuyos versos sirven de introducción a este libro.

Si alguien me hubiese preguntado en aquellos años cuáles eran las posibilidades de que U2 brindara un concierto en mi ciudad natal, y que además interpretara One Tree Hill, primero me hubiese reído, y después hubiese dicho que las posibilidades eran nulas. No cercanas a cero, sino cero.

Para empezar, en La Plata, mi ciudad, no había un sitio con la infraestructura necesaria para semejante concierto. Si algún día ese acontecimiento tenía lugar, lo más sensato era llevarlo a cabo en alguno de los grandes estadios de la capital. Además, U2 apenas había interpretado esa canción un puñado de veces en el pasado.

No podía suceder. Ni en un millón de años.

Y, sin embargo, sucedió el año pasado.

En La Plata construyeron un moderno estadio de fútbol —tan bello que casi parece fuera de lugar— y en 2017 U2 decidió hacer su primera gira conmemorativa de The Joshua Tree. Ese disco contiene mi querida One Tree Hill.

Más de veinte años después pude escuchar mi canción favorita, a unas veinte manzanas de mi casa de la infancia. Un hecho altísimamente improbable, y sin embargo allí estuve yo.

¿Y a qué viene esto? Es que aquel estudiante universitario, además de sus gustos musicales, también sentía pasión por la escritura. Pasión que no había compartido casi con nadie y que desarrollaba a escondidas entre sesiones de estudio de análisis matemático. Por esos años la idea de escribir una novela me resultaba apabullante e imposible; ni siquiera cuando terminé mi primer manuscrito me permití soñar. Tuvo que decírmelo mi hermano, apenas terminó de leer aquel borrador: «Hay que hacer algo con esto». Y yo me encogí de hombros.

Escuchar One Tree Hill en mi ciudad fue mágico, del mismo modo que ha sido mágico recibir mensajes de lectores de todo el mundo contándome sus experiencias con mis libros, incluso desde países de los que apenas tengo conocimiento.

Me permito hablar de mí y compartir estas experiencias porque me he dado cuenta, con el tiempo, de que es fundamental creer, incluso en las cosas imposibles que desafían a la razón. Siendo una persona básicamente analítica, he tenido que arrodillarme una y otra vez ante la magia de lo impensado.

Todos los libros construyen puentes imaginarios entre el autor y sus lectores. Nos conectamos desde lugares diferentes pero también en tiempos diferentes. Y mi deseo es que esos puentes se multipliquen, de modo que si te ha gustado este libro, querido lector, te pediré lo que te pido siempre, y es que lo recomiendes a los tuyos. Y si quieres transitar ese puente en sentido inverso y buscarme, hazlo; hoy con las redes sociales es posible y será un placer saber de ti.

Pero si no volvemos a encontrarnos, entonces recuerda lo que acabo de decirte, especialmente si eres joven. No dejes de pelear por tus imposibles. Cree.

Federico Axat

17 de junio de 2018

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