Amnesia

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Tercera parte » Capítulo 21

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21. LUCHA

Una semana antes, en las proximidades de Fort Frances.

Samuel llegó exhausto a las inmediaciones de la cabaña. La herida de la espalda le sangraba y se encontraba muy débil. Intentó recuperar fuerzas y jadeante se apoyó en un gran tronco desde el que se divisaba parte del lago y la cabaña. Justo vio cómo llegaba la furgoneta de aquellos tipos y se interponía en el camino de su coche. Su hija Isabelle comenzó a correr hacia un lado.

—¡Dios mío! —gritó el hombre. Estaba a punto de salir corriendo cuando se lo pensó mejor: tenía que ayudar a su hija y ya pensaría más tarde cómo liberar a su mujer. Corrió hacia el embarcadero, las fuerzas apenas le permitían caminar con paso acelerado, pero logró alcanzar el sendero hasta el embarcadero. Su hija corría desesperada y no se dio cuenta de su presencia.

—¡Isabelle! —le gritó desde un lateral.

La chica miró a un lado y sin darse cuenta tropezó con la raíz de un árbol y se desplomó en medio del sendero.

Samuel corrió hacia ella, pero uno de los perseguidores comenzó a disparar, se agazapó detrás de un abeto y respondió al fuego. La chica se quedó en el suelo sin saber cómo reaccionar. Las balas pasaban por encima de su cabeza y aquel hombre cada vez se acercaba más.

La chica comenzó a arrastrarse por el suelo para intentar llegar al embarcadero. Sus hermanos la esperaban subidos a la canoa y con el chaleco puesto. Entonces Steve salió del agua.

—No te muevas de aquí. ¿Entendido?

—Sí —dijo la niña mientras se aferraba al remo entre las manos.

El chico corrió hacia la hermana, pero cuando vio el tiroteo se tiró al suelo. No estaba muy lejos de ella, apenas a unos metros.

—Intenta reptar hasta aquí —le dijo con la mano extendida.

La chica comenzó a moverse de nuevo, lloraba sin parar y la imagen de su hermano se nublaba, entre el polvo y las lágrimas.

Samuel salió de detrás del árbol para ayudar a su hija a escapar, pero el hombre logró llegar hasta ella. Le puso su bota derecha encima y le apuntó en la cabeza.

—¡Suelta el rifle o la mato! —le dijo al padre.

Dudó por unos instantes, pero al final soltó el arma.

—Muy bien, ahora acercaos los dos lentamente.

El chico dudó, aún estaba muy cerca del embarcadero, pero tenía miedo de que pudieran hacer algo a su hermana. Al final se puso en pie, levantó las manos y caminó despacio hasta los dos. Samuel tiró el fusil e hizo lo mismo.

Apenas estaban a unos dos o tres metros, cuando el tipo levantó el rifle y disparó a Samuel, que se derrumbó al instante.

—¡Papá! —gritaron a coro los dos hermanos. La chica no podía moverse, pero el chico corrió hasta su padre y le puso sobre sus rodillas. El hombre le miró y haciendo un último esfuerzo le dijo:

—Lo siento, ahora tú tienes que encargarte de proteger a todos.

—No, papá. Te pondrás bien —le contestó entre lágrimas, pero antes de que pudiera seguir hablando, el hombre cerró los ojos y dio un leve gemido. Estaba muerto.

—¡Maldito hijo de puta! Lo has matado —gritó el chico con su padre aún entre los brazos.

—Él se lo ha buscado. Ahora déjale y ven hacia aquí, pero hazlo muy despacio.

El chico dudó unos momentos, pero al final se puso en pie.

El hombre levantó a la chica por los pelos y le colocó el rifle en la cabeza.

—Dile a la niña que salga de la barca —dijo amenazante.

El chico miró a su hermana pequeña y, en lugar de pedirle que dejara la barca le gritó:

—¡Escapa, Charlotte!

La niña se quedó paralizada. Le daba miedo el agua, pero también aquel tipo armado y peligroso. Al final comenzó a remar y a alejarse poco a poco de la orilla. El hombre golpeó furioso a la chica con la culata hasta que cayó al suelo inconsciente.

—Llévala a cuestas —le ordenó el contrabandista.

Steve se acercó, la subió con dificultad a su hombro derecho y comenzó a caminar hacia la casa.

Cuando llegaron a la entrada, Victoria se encontraba atada en el suelo. El otro tipo la levantó y entraron todos en la cabaña. La mujer sabía que su hija había logrado escapar, pero también que su marido estaba muerto. Sus sentimientos se entremezclaban de tal manera que la rabia, el odio y la esperanza parecían soplar dentro de su alma atribulada. Decidió seguir viviendo. Lo primero para salvar a sus hijos, pero también para vengarse. Nunca había pensado que la venganza fuera la mejor opción para afrontar la vida, pero cuando alguien de una forma tan cruel te ha robado la felicidad, el odio parecía la mejor respuesta para devolver el equilibrio al mundo.

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