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Agradecimientos

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Agradecimientos

 

 

 

Nueva York, 16 de febrero de 2014

 

Todas las grandes aventuras requieren un respiro, a veces, un punto y aparte, y otras exigen un punto y seguido. En esta mi primera inmersión en el mundo literario, donde no sabemos si seguiré o no nadando, me gustaría dar las gracias en primer lugar a usted, el lector, por haber invertido parte de su tiempo en conocer los entresijos de una compañía tan importante como es Amazon y la figura de su creador, Jeff Bezos, un tipo al que no he tenido el placer de entrevistar, como le ha sucedido a muchos otros, pero ante el cual me rindo por su genialidad y forma de pensar, para bien o para mal. A él también le digo «gracias» por demostrar que no todos somos iguales, que siempre hay personas que saben retar el pensamiento convencional aunque esto puede molestar a muchos.

A mis padres, José Luis y Toñi, quienes no sólo me han permitido siempre seguir mis sueños, aunque ellos se encuentren a 6.000 km de distancia y sea ya una década la que nos separa de vernos a diario, sino también por enseñarme a trabajar duro y querer sin límites. A Isabel, mi segunda madre, quien también ha sido una figura clave a la hora de verme crecer y enseñarme los valores por los que importa luchar en esta vida.

Este proyecto no habría sido posible, ni mucho menos, sin el respaldo de uno de los pilares más importantes de mi vida, Gemma Martínez, gran periodista y mejor amiga que me ha sufrido y lo seguirá haciendo en este y otros proyectos, tanto personales como profesionales. En estos menesteres, otra de las personas que me ha demostrado que nunca me darán la espalda y que los amigos se cuentan con los dedos de una mano es Zahira Tomasi. A ambas, gracias. También a ti, Paloma.

Pero, en realidad, este libro no habría nacido sin la confianza depositada en mí por Carlos Martínez, al que conocí una tarde de diciembre en Barcelona y no dudó posteriormente en encargarme esta obra. A él y a todo el equipo de Penguin Random House, les digo que espero haber estado a la altura de las circunstancias.

Quiero aprovechar estas últimas páginas para mostrar mi agradecimiento a todos mis mentores. Comienzo por Amador Ayora, el director de elEconomista.es, quien hace ocho años me dio una de las oportunidades más importantes de mi vida y nunca puso en duda mi trabajo, pese a mi juventud y falta de experiencia en mis primeros pasos en el periódico. Continúo con Manuel Bonachela, ex director gerente de elEconomista.es, quien me ha enseñado gran parte de lo que sé acerca de internet y ha depositado siempre en mí una gran confianza a la hora de emprender cualquier proyecto. Doy las gracias asimismo a Alfonso de Salas, fundador de Ecoprensa, por creer en el periodismo y crear una cabecera que ha demostrado que la prensa puede reinventarse, y finalmente a Juan Carlos Lozano, Lourdes Miyar y Joaquín Gómez, adjuntos al director del periódico y a toda la redacción de elEconomista, elEconomista.es, EcoDiario y elEconomistaAmerica.

Entre aquellos que me han respaldado en esto del periodismo también tengo que dar las gracias a Pilar Ferrer, por abrirme puertas en el momento en que decidí cruzar el Atlántico y asentarme en Nueva York. Fue precisamente en esta ciudad donde Bárbara Celis me brindó mi primera oportunidad para estrenarme como corresponsal y conocer a Mercedes Gallego, una de mis grandes amigas y profesoras. Tampoco quiero olvidarme de Ana Nieto, quien me educó bien a la hora de entender el difícil mundo de la economía. A ellas y al resto de los corresponsales españoles en la Gran Manzana, como Sandro Pozzi, Francesc Peirón, Idoya Noain, Juan Pablo Nobrega o Tatiana López, con los que he tenido el placer de trabajar, gracias por hacerme creer en esta profesión y aprender de todos vosotros.

No puedo olvidarme de Pilar García de la Granja, quien me dio mi primera oportunidad en televisión, ni tampoco de Carlos de Vega, quien confió en mí a la hora de poder participar en el gran equipo de Deutsche Welle en español. Mi agradecimiento más profundo a José Antonio Montenegro y Robert Dailor por confiar en mí y mis conocimientos a la hora de indagar en proyectos audiovisuales.

Esta obra tampoco habría sido posible sin la ayuda de mi gran amiga Karina Huber, quien me ayudó a contactar y gestionar entrevistas con algunos de los protagonistas de este libro. Mi agradecimiento también por la ayuda y el tiempo prestado por Gabriela Chichilnisky y Shel Kaphan.

Gracias al apoyo incondicional demostrado en todo momento por mi familia neoyorquina formada por Javier Ansorena, Ana Athanassopoulos, Cristina Hernández, Kilmeny Duchardt, Xavier Ricolfi, Moeko Nithobe, Jamie Lubetkin, Paula Ginestar, Lisa Kearny y Susan Lastra. Quiero hacer una mención especial a Erik Patton por haberme dado una lección de humildad, y a Joe Ruffolo por sus intentos culinarios frustrados en Tribeca que tanto me han hecho reír. A todos, gracias de todo corazón.

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