Alex

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Tercera parte » Capítulo 62

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Ha sido el cigarrillo de Armand, a saber por qué, lo que le ha encendido la luz, es inexplicable. Tal vez a causa de la miseria que evoca un cigarrillo fabricado con colillas. Camille avanza a grandes pasos por lo mucho que ese descubrimiento lo conmociona. No le cabe ninguna duda, eso tampoco se explica. Está seguro, eso es todo.

Louis avanza por el pasillo y tras él camina Armand, con los hombros permanentemente caídos, arrastrando los pies, con sus zapatos de suela gastada, siempre los mismos, limpios pero viejos, en las últimas.

Camille regresa precipitadamente a su despacho y extiende un cheque por el importe de dieciocho mil euros. Le tiembla el pulso.

Luego recoge sus documentos y sale al pasillo a paso rápido. Está muy emocionado, ya pensará más adelante en los sentimientos que eso implica.

Y casi de inmediato se planta ante el despacho de su colega. Deposita el cheque frente a él.

—Eres muy amable, Armand, me ha hecho mucha ilusión.

Armand abre la boca, deja caer el mondadientes que chupeteaba y mira el cheque.

—¡Ah, no, Camille! —dice, casi ofendido—. Un regalo es un regalo.

Camille sonríe. Asiente. Baila sobre uno y otro pie.

Rebusca en su bolsa, encuentra la foto del autorretrato y se la tiende. Armand la coge.

—¡Oh, qué alegría, Camille! ¡Qué ilusión!

Su alegría es del todo sincera.

Le Guen permanece de pie, dos peldaños por debajo de Camille. Es tarde y vuelve a hacer frío, como una noche de invierno antes de tiempo.

—Bien, señores… —dice el juez tendiendo la mano al comisario.

Luego desciende un peldaño y le tiende la mano a Camille.

—Comandante…

Camille le estrecha la mano.

—El señor Vasseur hablará de maquinación, señoría. Dice que «exigirá toda la verdad».

—Sí, eso me ha parecido entender —dice el juez.

Por un momento, parece absorbido por ese pensamiento y luego prosigue:

—De hecho, la verdad, la verdad… ¿Quién puede decir qué es verdad y qué no lo es, comandante? Para nosotros, lo esencial no es la verdad, sino la justicia, ¿no es así?

Camille sonríe y asiente.

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