Alex

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CAPÍTULO 17

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CAPÍTULO 17

 

 

Los días se le estaban haciendo verdaderamente eternos. El jueves parecía tan lejano, que dolía solo pensarlo. A penas era martes y ya quería volver a estar en los brazos de Alex.

De hecho, había pensado que, al menos poder hablar con él por mensajes, haría que el tiempo se pasara más rápido, pero no estaba realmente ayudando. Porque una cosa era leer sus palabras y otra muy distinta, poder estar frente a él, mientras se las decía.

Dejó que su mirada se deslizara por la pantalla de su aún bastante nuevo celular. Y una pequeña sonrisa comenzó a formarse en sus labios cuando releyó las palabras que habían intercambiado.

 

Es bastante probable que termine corriendo hacia ti, para antes del jueves. No soporto estar lejos de ti, Emily.

 

Y ella le había contestado, con el corazón latiéndole a mil por hora. ¿Cómo era posible que un simple mensaje lograra ponerla de aquel modo?

 

Pues yo no te estoy reteniendo. Mientras antes vengas corriendo, mejor.

 

Y Alex aún no había contestado, probablemente porque se encontraba en alguna importante reunión.

Suspiró cuando el profesor empezó con la explicación del tema del día. Las matemáticas no le gustaban para nada, incluso cuando hacía todo lo posible por sacar las mejores notas.

Entonces una pequeña sonrisa se plasmó en sus labios cuando recordó aquella vez que Alex le intentó ayudar con su tarea.

Su mente la llevó rápidamente a los eventos de aquel día. Alex le había confesado que quería besarla. Y vamos, ella debió haber aceptado, se arrepentía terriblemente de no haberlo hecho. Sabía de sobra que en aquel entonces, ya le gustaba el hombre de traje. Y, de haber sido capaz de dejarse llevar por al menos un momento, quizás se habría ahorrado los siguientes dos meses de extrañar a Alex.

Entonces, no pudo evitar imaginar lo increíblemente bien que se habría sentido ser besada por Alex en aquel entonces. Y es que, de alguna manera, ya tenía la experiencia para poder imaginarlo.

 

-Quiero besarte –había susurrado Alex, su rostro cerca. Siempre tan cerca.

Y Emily habría cerrado los ojos, simplemente asintiendo, porque cualquiera con dos dedos de frente se podía dar cuenta de lo increíblemente atraída que se sentía por él.

Y él habría estrellado sus labios contra los de ella, sus manos deslizándose por todas partes. Y el corazón de Emily volviéndose loco, inevitablemente.

Y luego…

 

-Em –la voz de su mejor amiga la trajo a la realidad abruptamente y logró hacerla sonrojar, al darse cuenta de dónde habían estado sus pensamientos.

Alex la tenía completamente distraída. Y se encontraba a sí misma pensando en estar entre sus brazos, más de lo que debía.

Giró su rostro hacia Lilian, cuando sintió que sus mejillas finalmente regresaban a la normalidad.

-¿Que sucede? -le preguntó, lo más naturalmente que pudo.

Lilian le sonrió traviesamente, claramente sabiendo dónde se habían encontrado sus pensamientos, apenas segundos atrás.

-¿En qué piensas? –le preguntó, de igual modo.

Emily inmediatamente se sonrojó. De nuevo. Pero no tenía caso mentirle a su mejor amiga, cuando esta la conocía casi tan bien como ella se conocía a sí misma.

Suspiró y se encogió de hombros.

-Extraño a Alex –confesó, en voz baja.

Lilian no dijo nada por un momento, sus ojos dirigiéndose a otro punto en el salón. Y Emily siguió su línea de visión, para encontrarse con los dulces ojos de Jem. Él le mostró una sonrisa, cuando sus ojos se encontraron y Emily le sonrió también.

Entonces regresó su vista a Lilian, no sin antes revisar que el profesor seguía completamente concentrado en su interminable clase.

Y Lilian tenía una ceja alzada.

-Dos cosas –dijo, hundiéndose en su asiento y cubriendo su boca con su boca, mientras hablaba-. Primero, lo viste hace como dos días –comenzó-. Y, segundo. ¿No crees que Jem se ha estado comportando extraño desde el día de la fiesta benéfica? –preguntó, entonces.

Y Emily la imitó, también hundiéndose en su asiento y disimuladamente cubriendo sus labios, para que Jem no pudiera darse cuenta de que hablaban de él.

-Realmente creo que me vio con Alex –murmuró, recordando vagamente la mirada que Jem le había lanzado al brazalete que ella llevaba en su muñeca aquel día.

-¿Y eso tendría que molestarle, por qué? –preguntó Lilian, entonces.

Y Emily abrió la boca para contestar, pero se quedó callada. ¿Por qué tenía que molestarle, exactamente? No lo había pensado realmente hasta aquel instante. Quizás era por el hecho de que se preocupaba por ella y Alex claramente era un hombre mayor. Quizás aquello le preocupaba a Jem. Si es que los había visto, claramente.

-No lo sé –murmuró, finalmente.

Y Lilian fue a hablar, pero se detuvo abruptamente, sentándose correctamente, cuando el profesor detuvo su clase y se giró para ver porque se oían murmullos suaves.

Emily rápidamente fingió que estaba escribiendo en su cuaderno, hasta que el profesor continuó con su clase. Entonces, sintió su celular vibrar, haciendo que su corazón diera un salto en su pecho. Porque no podía ser otra persona, más que Alex.

Sacó el celular y leyó el mensaje por debajo de su carpeta.

 

Ahora solo puedo pensar en ir corriendo hacia ti.

Te extraño, pequeña.

 

Y Emily sintió una enorme sonrisa formándose en sus labios, mientras rápidamente contestaba al mensaje. Y, cuando finalmente lo envió, regresó su vista hacia su mejor amiga, para ver que nuevamente la observaba con una ceja alzada.

-Emily Stone chateando en clase –murmuró, una sonrisa formándose en sus labios-. Este chico definitivamente está convirtiéndote en otra persona –agregó, sacudiendo su cabeza suavemente.

Emily no pudo evitar estar de acuerdo con ella.

-Me asusta lo mucho que me gusta –dijo, aquellas palabras que había estado guardándose por un tiempo ya.

Los ojos de Lilian parecieron brillar de emoción, entonces. Su rostro se iluminó completamente y la sonrisa de sus labios parecía estar a punto de saltar fuera de su rostro en cualquier momento.

-¿Estas enamorada? –preguntó, entonces, sin más.

Y Emily no pudo evitar el salto que dio su corazón. Pero frunció el ceño, porque realmente no se había detenido a pensar en aquello.

-No lo sé –contestó, finalmente-. No es que lo haya pensado, realmente –agregó, con sinceridad.

Lilian fue a hablar, pero nuevamente se quedó callada, cuando el profesor se volvió a girar, para observar al salón. Emily observó el salón quedarse completamente en silencio, inmediatamente. Y es que, todo el mundo cuchicheaba entre ellos, durante las clases de matemáticas.

Un segundo después, el profesor continuó, volviendo a centrar su atención en su pizarra y en su explicación.

-Yo pienso que si –replicó Lilian, entonces.

Y Emily resopló.

-Eso me asusta más –dijo, porque era la completa verdad.

Nunca había tenido sentimientos como aquel por un chico. Nunca se había enamorado. ¡Alex había sido su primer beso, por todos los cielos! Ni siquiera sabía si podría llevar correctamente una relación. Sólo rogaba a todos los cielos que Alex la guiara a través de su aprendizaje, porque era completamente inexperimentada.

Y él, definitivamente tenía experiencia.

De hecho, aún podía sentir la presión de sus labios contra los de ella. Si cerraba sus ojos y se concentraba lo suficiente, podía volver a sentir todo lo que había sentido en aquel instante.

Lilian pasó su mano por delante de sus ojos y Emily salió de su mente, sacudiendo su cabeza. La tenía completamente perdida.

Su mejor amiga entrecerró los ojos, pero no dijo nada con respecto a su momentánea parálisis.

-Todo estará bien –dijo ella, mostrándole una sonrisa-. Ya verás –le aseguró.

Emily asintió, porque realmente quería creerle. Es decir, era natural que se encontrara completamente asustada con sus sentimientos, viéndose que nunca antes había pasado por aquello.

-Eso espero –murmuró, más para sí que para Lilian.

Entonces, intentó volver a centrar su atención en la clase, pero sus ojos volvieron a dirigirse hacia Jem, quien, un segundo después, volvió a mirar hacia ella. Sus ojos se encontraron un segundo, pero esta vez, él no sonrió. Simplemente mantuvo su mirada fija en la de ella, como si estuviera intentando leerla por completo.

Y Emily, repentinamente nerviosa, apartó la mirada y se concentró en su cuaderno, rogando que las horas pasaran más rápido, para poder estar en la seguridad de su cuarto y hablar libremente con Alex. O llamarlo, quizás.

Unas horas después, Emily sintió que podía respirar con tranquilidad, finalmente. Sólo quería llegar a su casa y poder sumergirse bajo las sabanas, para hablar con Alex lo que quedaba de la tarde y quizás, también por la noche.

Caminó al lado de Lilian, hacia el estacionamiento, donde Alonso siempre las esperaba. Y escuchó, intentando no reírse demasiado, lo que su mejor amiga le estaba diciendo.

-Creo que esa mujer nunca va a ser feliz –finalizó Lilian, luego de haber hablado cerca de cinco minutos sobre la clase de Biología, en la que la profesora habló sobre su lastimosa relación con un hombre que a penas y la miraba. Si, casi nunca hacia clases y casi siempre hablaba de sus relaciones lamentosas.

-Pobre, realmente está enamorada de ese hombre –murmuró Emily, sus ojos fijos al frente y su mente completamente centrada en Alex.

Pero no tardó en ser regresada a la realidad, cuando Lilian la obligó a mirarla y alzó las cejas sugestivamente.

-¿Como tú lo estas de uno? –preguntó, tranquilamente.

Emily rodó los ojos. Y es que sabía de sobra que ahora no iba a dejarla tranquila.

-Graciosa te crees –murmuró, sacudiendo la cabeza.

Lilian sonrió ampliamente y la tomó por los hombros, deteniendo su caminar.

Emily frunció el ceño, pero su mejor amiga simplemente sonrió.

-Entonces... -comenzó, ladeando ligeramente la cabeza y llevando su dedo a sus labios, alzando sus ojos al cielo, como si estuviera pensando-. No veras a Alex hasta el jueves, ¿cierto? –preguntó, de pronto.

Emily alzó una ceja, completamente extrañado. ¿Acaso ya no le había dicho aquello?

-Ya te había dicho eso –replicó, abriendo su boca para continuar, pero Lilian se inclinó hacia su oído, deteniéndola de inmediato.

-Eso es lo que piensas –la escuchó susurrar.

Y su corazón dio un salto, apenas un segundo, cundo comprendió exactamente a qué se refería Lilian. Vamos que, cualquiera lo hubiera entendido al instante.

-¿Qué? –preguntó, aun así.

Y es que, a pesar de que extrañaba a Alex increíblemente, el hecho de saber que posiblemente estuviera ahí, la ponía increíblemente nerviosa.

La respuesta de Lilian, nunca llegó, pues de inmediato unas manos cubrieron sus ojos, poniéndola incluso más nerviosa, al siguiente segundo.

No necesitó más para saber de quién se trataba, incluso antes de que hablara, ya sabía que era él.

-Hola preciosa -susurró en su oído y ella suspiró sin poder evitarlo.

Sabía de sobra que estaban en la escuela y que probablemente mucho ojos estaban sobre ellos ya, pero no le importaba nada. EN aquel instante, sólo podía pensar en Alex y en sus manos, aun cubriendo sus ojos. Y en su cuerpo, detrás del de ella, tan increíblemente cerca.

Se giró, tan rápido como pudo y rodeó la cintura de Alex con sus brazos, desesperada por verse rodeada por él. Y un momento después, fue recompensada con sus enormes brazos, envolviéndola completamente y logrando hacerla increíblemente feliz.

-Y así de rapidito se olvidó de mí -oyó a Lilian decir, vagamente. Pero sólo podía pensar en Alex.

De hecho, recientemente, Alex era lo único en lo que parecía poder pensar.

Supo que Lilian los dejaría solos y lo comprobó cuando, un momento después, Alex susurró en su oído.

-Vamos –dijo, lentamente-. Quiero tenerte sola para mí –agregó, sus labios dejando un suave beso en aquel punto justo por debajo de su oído.

Y Emily se estremeció, ante la sinceridad de sus palabras y a lo que posiblemente pudieran significar. Y es que, también quería tenerlo solo para ella.

Dejó que Alex tomara su mano y la guiara hacia donde estaba su auto.  Se subieron, pero Alex no encendió el motor. Sino que se mantuvo callado, con la vista fija al frente, como si temiera mirarla.

Y Emily sintió su corazón acelerarse y su abdomen estrujarse. Y es que, no tenía idea de qué podría estar pensando.

Entonces, un segundo después, habló.

-Te he extrañado más de lo que debería –confesó, con un susurro.

Emily sintió una sonrisa formándose en sus labios. Ella lo había extrañado a él incluso más, si es que aquello era posible. Quería simplemente acabar con el espacio que los separaba, de una vez por todas y besarlo.

Sintió sus mejillas sonrojarse y dejó que sus ojos se deslizaran hacia él, solo para darse con la sorpresa de que él ya la estaba mirando, sus ojos dirigiéndose a los labios de Emily, apenas un segundo, antes de volver a dirigirse al frente.

Ella prácticamente podía sentir la tensión formándose en el aire. Y, a pesar de que no comprendía del todo, sobre que se trataba, sabía que era algo que en cualquier momento los haría explotar. Quizás, de la mejor manera posible.

Alex dirigió su vista al frente y rápidamente empezó a manejar hacia la casa de Emily, en completo silencio. Y Emily, no pudo pensar en nada, mientras la camioneta de Alex se movía a gran velocidad por las calles. De hecho, mientras más lo analizaba, se daba cuenta de que él estaba yendo a demasiada velocidad. Y llegaron a la casa de Emily en menos de diez minutos, en un viaje que debería haber durado media hora.

¿Y cómo diablos había sucedido aquello?

-¿Pero cómo has hecho e...? -comenzó a preguntar, pero nunca logró terminar.

Los labios de Alex estuvieron sobre ella tan rápido que por un momento no pudo reaccionar.

Es decir, había estado deseando aquel momento, pero había sucedido tan de pronto, que se había quedado completamente paralizada.

Sintió su corazón palpitar con gran velocidad en su pecho y una extraña sensación se estableció en su abdomen, algo a lo que ya se estaba comenzando a acostumbrar, viéndose que Alex siempre lograba ocasionar aquello.

Sus dedos se movieron por voluntad propia, hundiéndose en el cabello de Alex, logrando que él soltara un suave suspiro.

Y Emily sintió, muy de pronto, como la alzaba sin ninguna dificultad y la sentaba sobre su regazo.

Sus mejillas se sonrojaron, pero rogó a todos los cielos que Alex no se percatara del hecho. La posición era increíblemente comprometedora y la hacía estar tan cerca de él, que podía prácticamente imaginar que eran uno solo.

Nunca antes había estado en aquella posición con un chico.

Y es que, todo con Alex era una nueva experiencia para ella.

-Alex –susurró, a pesar de que realmente no quería tener que separarse de él-. Alguien podría... –comenzó a decir, la parte inteligente de su cerebro diciéndole que debían apartarse cuanto antes.

-Nadie nos verá -la interrumpió él, impacientemente, antes de volver a estrellar sus labios contra los de ella.

Y Emily quería creerle. Quería creer que no corrían el riesgo, pero sabía de sobra que era imposible que no estuvieran en riesgo de ser descubiertos, cuando estaban a plena luz del día, besándose como si la vida dependiera de ello.

Si su madre la viera.

Se apartó tan rápido como aquel pensamiento apareció en su mente y se apoyó en el volante, detrás de ella, intentando ganar algo de distancia con Alex, viéndose que no podía pensar con claridad cuando estaba cerca de él.

Pero Alex no pareció de acuerdo, pues se hizo hacia adelante, inmediatamente, intentando juntar sus labios con los de Emily, de nuevo, pero ella se hizo para atrás como pudo.

-¿Que sucede? -preguntó Alex, alejando su rostro ligeramente, una expresión de miedo cruzando sus facciones, de pronto.

Y Emily no pudo evitar percatarse de lo increíblemente hermoso que era. Sus ojos celestes estaban fijos en los de ella, intentando, probablemente, leer lo que sea que ella estaba pensando.

Dejó que sus dedos se deslizaran suavemente por el rostro de Alex y él cerró los ojos, una pequeña sonrisa formándose en sus labios, antes de volver a mirarla.

-Es demasiado arriesgado –susurró Emily, buscando hacerlo entrar en razón. Y es que, si no lo lograba, entonces él sería quien la iba a convencer de que no los descubrirían.

Alex suspiró, apoyando su frente en la de ella, aparentemente intentando no volver a besarla.

-Pero no puedo soportarlo más –murmuró, sinceramente. Sus ojos se cerraron, mientras tragaba saliva, con dificultad-. Han sido dos largos días –continuó, sus ojos finalmente abriéndose-. Ya no puedo –agregó, a último minuto. Y Emily fue a hablar de nuevo, para decirle que le sucedía exactamente lo mismo, pero no pudo, porque Alex había vuelto a estrellar sus labios contra los de ella-. Solo déjame besarte -susurró él contra sus labios, logrando destruir el poco autocontrol que le quedaba a ella.

Emily lo dejó besarla.

Y diablos, lo besó de regreso.

Sintió como las manos de Alex se deslizaban por su espalda, acercándola mucho más a él, sus dedos hundiéndose bajo su polo, de un momento a otro, y trazando lentos y delicados círculos en su cintura, con su pulgar. Y Emily sabía que estaba avanzando rápido, pero en aquel instante no podía pensar con claridad. Se sentía bien de tantas formas, que tuvo que hundir el rostro en el cuello de Alex, para poder ocultar su rostro sonrojado.

Suspiró, inevitablemente.

-Realmente te he extrañado –escuchó a Alex susurrar, en su oído.

Entonces, a Emily se le vino a la mente la conversación que había tenido con Lilian en la mañana.

¿Estaría Alex enamorado de ella?

Ella sabía de sobra que sentía que lo amaba. Es decir, sus sentimientos lo mostraban a gritos. ¿Pero era posible, acaso?

¿Amar a una persona en tan corto tiempo? 

Las manos de Alex deslizándose por sus piernas la trajeron de vuelta a la realidad y sus suaves labios besando la sensible piel de su cuello la hicieron estremecerse.

¿En qué momento sus manos habían dejado la piel de su cintura, para deslizarse por sus piernas?

¿Y por qué lo estaba dejando avanzar tan rápido?

-Alex -logró murmurar, a duras penas. Y es que, por mucho que sabía que avanzaban demasiado rápido, no quería realmente que se detuviera-. Detente -pidió, aun así.

Pero él claramente estaba muy concentrado en lo que hacía. Sus manos dejaron sus piernas y fueron a hundirse en su cabello, atrapándola entre ellas y sus labios.

Y Emily fue consciente, de pronto, de que estaba prácticamente al lado de su casa, en un auto, besándose con un hombre diez años mayor que ella.

Si su madre, por una extraña obra del destino, salía, todo se habría terminado.

Para siempre.

Y demasiado pronto.

Y no estaba lista para dejar a Alex ir. De hecho, quizás nunca lo estaría.

Se apartó bruscamente y, en un último intento de actuar con autocontrol, se apartó del regazo de Alex, rápidamente regresando a su sitio, para salir abruptamente por la puerta y correr a su casa.

Y es que, no había encontrado otra manera de librarse de los encantos de Alex.

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