Alba

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1 “El comienzo”

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-Que no eres una simple chica Alba- la conversación subió de tono no intencionadamente- eres la CHICA con mayúsculas, eres la mujer por la que todo hombre perdería la cabeza, eres preciosa, eres increíble, divertida cuando quieres y lista, muy inteligente, eres extrovertida, seria y educada- una sonrisa se dibujó en su cara al tiempo que enumeraba las virtudes de Alba.

-Para, no necesito esto- “Necesito que me jures que lo nuestro es real, necesito estabilidad, necesito que estés conmigo para siempre y que me ames para toda la vida”

Austin como si hubiera leído sus pensamientos le contestó:

-No puedo prometerte que esto va a funcionar, estoy asustado, muy asustado, eres un tren que ha pasado por mi vida y se ha llevado todo por delante- Austin agarró la mano de Alba entre las suyas, pero esta la retiró de mala gana, Austin resopló- no sé lo que podré darte, solo sé que lo que quiero ahora es esto, estar contigo el tiempo que nos quede.

“El tiempo que nos quede” y esa frase hizo mucho más daño del que en un principio parecía, “Austin me estaba proponiendo seguir con lo nuestro hasta que decidiéramos que hacer, no me parecía justo ¿Pero que iba a hacer si no? Intentaría alejarme de él, llevar una vida feliz y plena, con Borja, quizás algún día llegaría a amarlo, nos casaríamos, tendrían hijos y un día el recuerdo de Austin no sería más que aquel chico guapo y sexi con el que tuve una sórdida aventura pero que nunca me convino”. Las manos de Austin se deslizaron por las mejillas de Alba hasta llegar a sus labios, su dedo corazón acarició dulcemente sus labios humedecidos y sin pensar, sin nada más que ellos dos, se besaron, sus labios se buscaron deseosos de ellos, de lo que podían tener, de lo que les podía unir, se besaron con compasión, se besaron como un pacto, como si después de aquel beso separase fuera algo imposible, las manos de Alba resbalaron por el cuello de Austin que cogiéndola en brazos la llevó hasta la cama y esa noche eso lo que hicieron, “Aprovechar el tiempo que nos queda” 

 

 

 

 

19 “Hoy no”

Cuando Alba abrió los ojos ya la luz se filtraba sutilmente en la habitación, Austin dormía boca abajo a su lado, desnudo y enredado entre las sabanas, con la boca entre abierta, “Verlo dormir es un privilegio” su Adonis particular “¿Cómo un hombre así podía ser tan complicado? Ni que yo fuera fácil” se levantó despacio para no despertarlo y se dirigió al baño, tras realizar una concisa rutina mañanera, decidió ir a por un café, después de lo de anoche, Alba se apostaba una mano a que Austin no se despertaría hasta las doce. Alba se tomó el café solo, no encontró nada de azúcar “Que desastre” aún con la ropa del día anterior salió de su casa, cerrando la puerta despacio. Una vez en su casa, se colocó unos vaqueros oscuros y una camiseta blanca básica de Zara, lo combinó con unas bailarinas acabadas en punta negras, con joyitas en tono dorado en la parte delantera, cogió su bolso negro a juego y decidió maquillarse en el metro, un poco de bb cream, corrector, un colorete en crema de Dior que adoraba y en los labios un gloss de Channel, no olvidó maquillar sus pestañas y oscurecer un poco las cejas con sombra, natural pero elegante, sin saber muy bien porqué, Alba se miró al espejo ese día viéndose radiante.

En el camino tuvo tiempo de pensar, de pensar en positivo “El tiempo que nos quede…Si eso es lo que quiere es lo que va a tener” Alba se dio cuenta de que si querían hacerlo bien el primer paso es que fueran sinceros, y para ello debía hablarle de Borja “¿Y qué iba a decirle? Austin he salido un par de veces con el superbuenorro de mi jefe, no me lo tomes a mal, esta como un tren y se dé buena tinta que quiere empotrarme contra su escritorio, pero tranquilo yo te amo a ti” Alba se pasó la mano por la frente y se rio de sí misma, le parecía todo tan surrealista “¿Pero es que era tan raro amar a un hombre y desear a otro? ¿Era tan raro tener que decidir entre sexo y amor? ¿Era tan raro tener que admitir que ese amor suponía tirarse cuesta abajo y sin frenos? ¿Era tan raro pensar en un amor idílico al puro estilo Pretty Woman?” quería intentarlo con Austin, quería hacerlo de verdad y para ello quería dejar las cosas claras.

Al llegar al bufete, varios compañeros la saludaron y ella los correspondió con una sonrisa esplendida, muy poco común en la correcta de Alba “una buena sonrisa nunca está de más ¿no?” fue directa al despacho de Borja, en una hora debía estar en los juzgados con su clienta, Borja hablaba por teléfono sentado en su escritorio, se había quitado la chaqueta y llevaba una camisa azul clara con una corbata a juego de un tono un poco más oscura, sus gruesos labios dibujaron una pérfida sonrisa al verla aparecer “Luego te llamo” creyó oír.

-Buenos días señorita Ramírez, ¿sería muy atrevido preguntarle porque se ha levantado hoy tan preciosa?- “Pues porque llevo toda la noche haciendo el amor de la manera más soez que te puedas imaginar”

-No sé, supongo…gracias- tartamudeó sin querer y se sintió imbécil.

Borja movió la cabeza queriendo decir “de nada”

-¿A qué hora tenemos el juicio?

-¿Me acompañas?

-Por supuesto, no te dejaré sola en tu primera vez- Alba sonrió como s se hubiera abierto el cielo para ella

-Es a las 10:00

-Perfecto, ve ordenando estos papeles, llamaré al taxi- Borja salió del despacho con gran profesionalidad, dejándola sola.

Al fin y al cabo después de todas las diferencias que habían tenido Alba y Borja se compenetraban bien, en el trabajo. Ambos eran astutos e inteligentes, sabían elaborar soluciones rápidas y eso es lo que en un principio quizá chocó tanto entre ellos.

El juicio transcurrió rápidamente y Alba no estuvo nerviosa para el asombro de su jefe, defendió a su clienta de 10 y para celebrar su victoria fueron a tomar unas copas a un bar de la esquina Alba, Borja y Sara (la clienta).

Borja se propuso no apartar la mirada de Alba, ni de sus labios, ni de su escote y el calor fue subiendo de abajo a arriba, hasta dejarle las mejillas encendidas. Tomaron unos Martinis sentados en una distinguida terraza de una calle cualquiera de Londres, hacía una temperatura agradable, ya casi en pleno verano, Londres no era Madrid y podías permitirte el lujo de pasear a las dos de la tarde sin morir en el intento.

La chica, Sara, era alta, rubia, llevaba el pelo recogido en un elegante moño y hablaba como en una de esas películas ambientadas en el siglo XIX, era una chica “con clase”, Borja no aparto la mirada de ella y Alba se sintió tremendamente molesta “¿celos?”. Los tres estaban alegres, sonreían y la recién divorciada contaba anécdotas truculentas de su exmarido, había ganado el juicio, así que se quedaba el coche y la casa en la costa, “normal que estuviera contenta”, ya casi era la hora de comer y Alba se sonrojó al darse cuenta de que le sonaban las tripas, Sara se despidió y se dirigió a su casa, la mirada de Borja bajó hasta las piernas de la chica, largas y estilizadas “Hasta yo me he quedado embobada” cuando la vista volvió hacia Alba, Borja sonrió con esa seña de identidad provocadora que le caracterizaba “¡Anda! Te has dado cuenta de que existo”.

Borja miro su brillante reloj de pulsera, que debía pesar “más que yo”

-Vaya, casi es la hora de comer ¿Puedo invitarte?- Alba contrajo los muslos y trago saliva “Una comida con Borja” salir con Borja era siempre algo reconfortarte y solían sentirse cómodos juntos, pero…

-Lo siento estoy cansada, iré a casa directamente- Borja asintió frunciendo un poco el ceño.

Sin decir nada más le agarró la mano y la atrajo hacia su cuerpo, haciéndola chocar contra su cuidado torso, Alba se derritió en cuestión de segundos y cerró los ojos pidiendo clemencia “No más pruebas de fuego por Dios”, Borja le agarró la cabeza con la mano derecha y acariciándole el pelo de la manera más grácil que Alba había conocido, la beso en la mejilla con dulzura y ella entornó los ojos.

De los labios de Alba se escapó un dulce “Adiós” un adiós que sonó a “Adiós para siempre, adiós a una oportunidad con él” y Borja se fue sin dejar de mirarla.

Alba alargó su mano derecha hasta alcanzar su teléfono móvil y buscó en los contactos con sus largos dedos ese nombre que sabía de memoria.

-¿Austin?

-Hola nena

-Ya he salido, me preguntaba si en esta nueva relación que tenemos cabe la posibilidad de que te invite a comer.- escuchó a Austin reír al otro lado del teléfono.

-¿Nos vemos en el Sushi Salsa?

El Sushi Salsa es el restaurante donde se vieron por primera vez, un Austin desenfadado, infantil, que no le quitaba ojo de encima, aunque solo habían pasado unos meses de aquello parecía más de una eternidad, Alba pensó en lo diferente que era ella entonces y solo había que fijarse en el aspecto juvenil y natural que llevaba ahora.

Media hora más tarde ambos anduvieron hasta su mesa, Alba pidió lo mismo que aquel día, tataki de verduras y el sushi de salmón, su favorito. Comieron tranquilos y Austin se dedicó a explicarle algo sobre una cámara que Alba no entendió muy bien.

-Y ese objetivo es el más caro del mercado, de hecho lo venden solo en lugares especializados- a Austin se le escapó una de esas sonrisas que derretía los casquetes polares- ¿No te enteras de nada verdad?

Alba arrugó la nariz y movió la cabeza en negación, Austin alargó su mano para acariciar su mejilla “¿Cómo podía hacer esos gestos y luego decir que no podía dar más? Sí que podía, lo estaba haciendo ahora”

-Somos tan diferentes…

-¿No dicen que los polos opuestos se atraen?

-Eso dicen…- Alba se quedó pensativa  mirando a la ventana- ¿Por qué has querido venir aquí?

-Aquí es donde te vi por primera vez, desde entonces adoro este sitio

-Ya no sueles salir con tus amigos como lo hacías antes, cuando nos vimos, por primera vez- Alba sintió que había resultado incomoda

-Bueno, lo cierto es que eso fue un caso esporádico, no suelo verlos mucho, pero cuando nos vemos lo montamos bien- ambos rieron- Alba- Austin acarició su mano- siento haberme portado como un gilipollas, se mezclaron mis mierdas con lo nuestro y…volví a quedar fuera de la competición internacional… estaba enfadado.

Alba asintió sin mirarlo a la cara “¿Podía admitir esa excusa?”

-Lo hiciste bien, para mi fuiste el mejor, si sigues practicando entrarás seguro el año que viene

-Eso llevo diciéndome cinco años- silencio

-Austin- el levantó la mirada de su plato para entornar los ojos en dirección a ella- creo que si queremos que lo nuestro funcione tenemos que ser sinceros y yo…- “Dilo, joder Alba”- no lo he sido, desde hace mucho- Austin pareció no sorprendido

-Yo tampoco he sido sincero, pero prefiero que hablemos esto en casa

“¿Qué? ¿Qué quería decir?”

-Deberíamos dejar claro lo que es esto, poner unas reglas…

-¿Por ejemplo?

-Por ejemplo no llevarnos todo el día en tu casa, quiero que tengamos citas, que me enseñes Londres, no quiero que lo nuestro sea solo sexo

-¿Tendremos que hacer eso todos los días?

-No es necesario, solo algunos días, como amigos- “Como amigos, bien Alba, marcando territorio, ironía On” Alba se dio una palmadita en la espalda mentalmente

-Bueno me parece bien

“Bien” al menos así Alba aseguraría tenerlo a su lado “¿Pero por cuánto tiempo? El tiempo que nos quede ¿Y cuánto tiempo era eso?” estarían juntos hasta que Austin se cansara de intentarlo, de las ataduras y de todo lo que el compromiso conllevaba.

Alba pagó la cuenta y salieron del restaurante, la moto de Austin esperaba junto a la puerta, condujeron dirección a casa y Alba se centró en no pensar en nada, se dejó llevar por el frio aire que le rozaba la cara, el aroma húmedo y frio de Londres incluso en verano. Esa tarde llovería.

Austin aparcó la moto frente al bloque de pisos y cogidos de la mano anduvieron hacia sus casas, en el ascensor Austin le dirigió una mirada soez que ella rechazo con un carcajada, el ascensor paró en su planta en lo que pareció ser una eternidad.

“¿Qué hago? ¿Dejarme llevar hasta su casa? ¿Dominar la situación? ¿Poner las cosas claras?” Alba le dio un escueto beso en los labios y soltó su mano, se giró haciendo ondular su bonito pelo castaño, sintió la mirada de Austin clavada en la sien.

-¿No vienes a casa?

-Hoy no- dijo mirándolo casi de reojo y dirigiéndose a su casa abrió la puerta mientras Austin seguía con la mirada atenta, clavado en el pasillo, entró en su casa y se dispuso a cerrar la puerta, lanzó un sonoro beso soplando sobre la palma de su mano y con una sonrisa a lo más Marilyn Monroe que pudo, cerró la puerta “Eso ha sido regodearse”

 

 

 

 

 

 

 

 

 

20 “Besos de más, corazón de menos”

Lo que Austin tenía que decir zumbaba en la cabeza de Alba desde los últimos dos días, días en los que habían sobrado palabras, en los que enredarse entre las sabanas había pasado a un primer plano “¿Y ese tenemos que ser sinceros?”, estaba en su despacho hablando con una clienta, otra divorciada, era los casos que Alba le habían asignado, lo cierto es que se sentía cómoda con ello, pero no podía evitar sentirse un tanto reflejada en aquellas mujeres que habían creído encontrar el amor y no era así, que a pesar de tener un buen trabajo, una casa e hijos, no eran felices “¿Qué era lo que a esas mujeres les faltaba?” simple “Seguridad en sí mismas, creer en ellas, en que no necesitan un hombre para ser felices, la felicidad aparece cuando tu vida de verdad te llena”. Una punzada extraña se alojó en su estómago “¿Me pasará eso a mí?”. Temió que cuando consiguiera todo aquello que siempre había deseado, Alba hubiera cambiado tanto como para que eso no le llenara.

Borja había seguido como siempre, educado, agradable y correcto, ninguna proposición indecente “¿Había perdido el interés?” desde que volvieron de la playa Borja parecía completamente otro, Alba estaba nerviosa, nerviosa porque debía viajar con él, porque sería su ayudante y pasarían una semana juntos, cierto es que no estarían solos, pero aún así… “Borja era mucho Borja”. Aún no había comentado nada a Austin y se sentía demasiado culpable como para ignorarlo.

Hoy le tocaba jornada completa, a las seis de la tarde su móvil zumbó en el bolsillo de su chaqueta estilo Channel.

-¿Sí?

-Alba ¿podemos hablar?

-¿Qué pasa?

-Nada- silencio, un incómodo silencio que se arrastró hasta la garganta de Alba- te espero en mi casa, hablamos aquí.

Y colgó “¡Me ha colgado!” una mezcla entre rabia e indignación la llenaron por completo, sus rodillas comenzaron a temblar sin que pudiera evitarlo, las manos le sudaban y la cabeza gorgoteaba, tenía ansiedad, abrió la ventana del despacho en busca de un poco de aire y se desabrochó los tres primeros botones de su clásica camisa blanca, cogió unos papeles que tenía sobre la mesa y comenzó a abanicarse con los ojos cerrados, respirando a trompicones. El sonido de unos nudillos golpeando la puerta la sobresaltaron, Borja, rígido, imponente y sensual se encontraba al lado de la puerta, Alba cerró los ojos haciendo presión como intentando evitar un espejismo. Borja se dio cuenta casi de inmediato de que Alba no estaba bien, se acercó a ella, rápidamente y se quitó la chaqueta y la corbata casi en un único movimiento, los ojos de Alba permanecieron cerrados oyendo todo lejanamente, como si en realidad ella no estuviera allí, sino encerrada en una habitación sin ventanas ni puerta, una habitación oscura.

Borja agarró la cabeza de Alba con las dos manos

-¡Dios mío Alba! ¿estás bien?- ella asintió sin poder abrir los ojos- estás blanca- Borja se pasó la mano por el pelo preocupado- quédate aquí, vuelvo ahora mismo.

Borja no tardó ni dos minutos en aparecer con un vaso de agua y una pastilla, Alba abrió los ojos y lo miró asustada.

-No te preocupes, yo también sufro ansiedad muchas veces, esta pastilla es un relajante, te ayudará- Borja rodeó con sus brazos a Alba que apoyó la cabeza en su pecho, unos minutos después se encontraba mejor, su respiración se había normalizado y se sintió segura. Apartó la cabeza del pecho de Borja para encontrarse con él cara a cara, sin separarse de su cuerpo, cerca, demasiado cerca como para poder pensar, los ojos de Borja resbalaron por el inicio de sus pechos que dejaba entrever su desabrochada camisa y Alba notó una incipiente erección abriéndose paso entre sus muslos. Las manos de Borja rozaron su cara sin apartarle la mirada, le apartó el pelo sudoroso que caía sobre su frente

- ¿Tienes un goma?- Alba abrió los ojos como platos- para el pelo- “Alba contrólate”

Se retiró de él y alargo su mano dentro de su bolso, sacando una goma negra.

-Gírate

Alba lo hizo, sensual, demasiado sensual de lo que debería, los dedos ágiles de Borja caminaron a lo largo de su pelo hasta hacer una coleta alta.

-Así estarás mucho mejor

Alba se giró para sentirlo de nuevo cara a cara, Borja se acercó más, tanto que su nariz rozo la de ella, un deseo incipiente bombardeo la entrepierna de Alba, “Si, si, bésame” cerró los ojos y se deshizo entera cuando los labios firmes, de Borja se posaron sobre los de ella, húmedos, cálidos, ella entreabrió la boca para dejarlo entrar, la lengua de Borja ondeó entrando en su boca con delicadeza, llenándola de deseo, de placer, de morbo, quiso más, quiso arrancarle la ropa con desespero, quiso hacerle el amor a ese hombre en su propia mesa, Borja bajó las manos hasta las caderas de Alba y la apretó más hacia él, Borja se separó despacio de ella y la miro a los ojos, una sonrisa pérfida se deslizó por su cara y Alba soltó una carcajada “¿A que ha venido esto?”.

Alba decidió separarse de ella “Por el bien de mis bragas”

-¿Qué ha pasado?

-¿Te refieres a la ansiedad o al beso?

-A las dos cosas

-Estoy estresada, habrá sido eso- Alba agachó la mirada buscando quizá inspiración divina- en cuanto al beso no hay nada que decir, ha sido un error- “un delicioso error”- y no se volverá a repetir- Borja la miró con el ceño fruncido y los brazos entrelazados bajo su pecho- Gracias por ayudarme Borja.

Y Alba salió del despacho con un beso de más y corazón de menos.

 

 

21 “Tomar las riendas”

En el metro Alba no pudo más que llorar, llorar por no controlarse, por no ser dueña de sus actos, llorar por amar a un hombre que no le correspondía, por desear a otro que prometía una vida perfecta “¿Cuál era el problema? ¿Elegir?” Alba se llevó las manos a la cabeza “¿Qué querría hablar Austin? Esto ha sido una locura, no debimos volver a intentarlo, tu y yo no tenemos nada en común; No quiero nada serio, no necesito esto” de ser así, para Alba todo sería más fácil, no se sentiría culpable de rendirse a los brazos de Borja, de follarlo tanto como deseaba, si Austin la dejaba, no tendría que elegir ¿La haría eso feliz?, eso no era lo que Alba quería, no quería sentirse a la merced de dos hombres, quería decidir sobre su vida, quería poner los pies en la tierra y poder hacer lo que quisiera, lo que de verdad sintiera. El pitido del metro la asustó, anunciando su parada, bajó del metro con las piernas temblorosas y el rímel corrido por la cara, no quiso darle a Austin el privilegio de verla así, se dirigió al baño “A los sucios y malolientes baños del metro” se miró al espejo y esa imagen de mujer débil no le gustó nada, ella nunca había sido así, no entendía porque, por más que se esforzaba no podía volver a ponerse esa coraza que tiempo atrás la había protegido de todo.

Se retocó el maquillaje limpiando su cara con una toallita y se puso un poco de brillo de labios, sus labios aun palpitaban bajo la esponjita del gloss, los sentía hinchados y sonrió con lascivia al recordar las poderosas manos de Borja agarrándola, su lengua enredándose con la suya, la cálida presión que ejercían sus labios contra ella, cerró los ojos ensimismada; pero sacudió la cabeza, “No podía ser ¿Qué dirían de mí en el trabajo?”, mojó su mano con agua fría y se la poso en la nuca, echó la cabeza hacia atrás y respiró profundamente, debía tomar las riendas del asunto “Tenía que tomar las riendas”.

Salió del baño haciendo sonar el golpeteo de sus tacones sobre el suelo, cuando salió a la calle el aire fresco la invadió por completo y se sintió mucho mejor, anduvo un poco hasta su casa y decidida se dirigió al ascensor, cuando estaba a punto de subir una niña rubia de unos cinco años avanzó corriendo a saltitos hasta introducirse en el ascensor, detrás de ella una mujer de unos 35 años, rubia, esbelta y guapa, una de esas mujeres atractivas que gana con los años, la niña llevaba dos preciosas coletas que hacía que su pelo en tirabuzones cayera sobre sus hombros, miró a Alba con una sonrisa y esta no pudo evitar sonreír. Alba siguió mirando al frente del ascensor mientras este se elevaba y sintió unas juguetonas y delicadas manos entre sus dedos

-Me gusta tu anillo- dijo con una voz dulce e infantil agarrando el anillo de Swarosky “Autorregalo de navidad”

- Gracias – dijo Alba dibujando una sonrisa “¿maternal? ¿Era eso el instinto maternal?”- cuando seas mayor podrás tener anillos así- la niña sonrió con los ojitos llenos de ilusión

-¡Ala Que zapatos tan altos! ¿Te duelen?- Alba y la madre de la niña soltaron una carcajada al unísono

-No, no me duelen

-Me encantan- la madre la agarró de la mano y tiró suavemente de ella

-Natally no seas pesada con la señorita

-Oh no te preocupes, es un encanto

El ascensor paró en su planta y Alba se despidió con la mano, Natally repitió su gesto. Cuando Alba bajó en su planta un sentimiento la invadió por completo, quería ser madre y era algo a lo que no podría renunciar.

Se encaminó con paso decidido y una sonrisa en los labios a casa de Austin y llamó al timbre, un Austin despeinado, que parecía acabarse de levantar, abrió la puerta, tenía ojeras y una barba de “¿3, 4 días?” Alba metió un pie en la casa sin esperar invitación, no lo besó, apenas lo miró y el agachó la cabeza dirigiéndose a la cocina.

-¿Qué quieres tomar?

-¿Tienes vino?

-Sabes que no tomo vino

-Pues lo que tengas

Austin se acercó al salón con dos Coca Colas en tazas de café y se sentó sobre la alfombra del salón.

-Tenemos que hablar- su voz sonó rotunda y a Alba se le disiparon todas las energías que había puesto en hacer ver que dominaba la situación.

-Tenemos que hacerlo…¿Te importa que empiece yo?- Austin frunció el ceño sorprendido, quizá no esperaba que Alba tuviera algo que decir- la semana que viene me voy a Múnich, es por trabajo, una convención de abogados- hasta ahí todo perfecto y no había mentido

-Me parece bien, no es a lo que me refería con lo de hablar…

-Déjame acabar- Alba le interrumpió- tienes que saber algo- “Mi jefe me pone tanto que cada vez que pestañea me da un orgasmo” buscó las palabras, de verdad las buscó, miró su taza, después a él, y así unas tres veces, hasta que sus labios se decidieron a moverse- hay alguien más- “¿Alguien más? Joder Alba”- tu no querías nada serio, es algo que dejaste claro, al principio me sentía mal, pero ya no

-¿Me la estas pegando con otro?- su voz cortante y fría la desencajo por dentro

-No- un rotundo no- Es mi jefe, siente algo por mí y yo irremediablemente siento algo por él, no puedo evitarlo, me atrae, mucho- la seguridad de Alba descolocó a Austin “Toma de tu propia medicina ¿Querías libertad? Ahí la llevas”

-¿Te lo has follado?

-No

-¿Te ha besado?

-Si- Austin se llevó las manos a la cabeza y atusó su pelo rubio, que hacía meses que no cortaba.

-Por eso quería decirte lo del viaje,  iré con el

-¿Y qué pasará en ese viaje Alba?- las manos de Austin estaban apretadas, cerradas, los nudillos casi blancos se posaban con firmeza sobre la mesa

-No lo sé, ni siquiera sé que va a pasar ahora, ni de que querías hablar, hay cosas que te he ocultado, pero que no puedo esconder más porque ya forman parte de mí, Borja me atrae, pero no sé si detrás de eso hay solo sexo o algo más, contigo…- Alba hizo una pausa para tragar saliva- siempre es más, siempre han ido por delante los sentimientos aunque no nos falte el deseo y la atracción, hay muchos sentimientos encerrados dentro de mí y que tu no me dejas darte.

-No te mereces a alguien como yo

-Podría merecerte tan solo si tu quisieras

-El día de la competición- Austin dejó de mirarla y clavó su mirada en el suelo- estaba tan enfadado, te habías ido, cuando Sonia me dijo lo de tu jefe me temí lo peor, temí que habías estado con el todo este tiempo

-Esa noche no pasó nada

-Déjame seguir- Alba irguió la espalda y le hizo un gesto con la mano para que siguiera hablando- me sentí traicionado, enfadado por la competición, enfadado porque por mi culpa habías ido a buscar en otro lo que yo no podía darte, amor- a Alba se le encogió el corazón en suspiro y se le agolpó en la garganta como si pretendiera salirle por la boca- se las expectativas que tienes y el ver cómo eres una mujer de éxito y yo a tu lado no soy nada, solo sirvo para darte placer en la cama, nada mas

-Eso no es verdad- dijo Alba en un hilo de voz

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