Aftermath

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Parte Dos » Capítulo 17

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CAPÍTULO DIECISIETE

Alrededor de la mesa se sientan tres figuras de carne y hueso y dos hologramas. Aquellos presentes: el almirante Ackbar, el comandante Kyrsta Agate y el capitán Saff Melor. Los dos hologramas: el general Crix Madine y la recién nombrada canciller de la Nueva República, Mon Mothma. Todos ellos se ven cansados y preocupados. Ackbar sospecha que él luce muy parecido. Todo, para él, se siente como en un pivote, equilibrado en la hoja de un cuchillo. Si todo pudiera caer a un lado, con la brisa más pequeña podría caer de nuevo al otro. Las posibilidades del filo de una navaja: bueno o malo.

—¿Estamos seguros de que podemos confiar en este informante? —dice Madine. Y se rasca la vasta barba blanca. Las líneas de su cara, incluso apreciables en el holograma, parecen más profundas que nunca.

—Hasta ahora —le contesta Agate—, todo indica que sí.

Ackbar interrumpe:

—Pero también debemos reconocer la habilidad del Imperio en este juego. Nuestra victoria sobre Endor fue afortunada, pero el Imperio podría haber armado una trampa con mucha paciencia.

—Mande una flota —dice Melor. Hay una cierta altivez en el capitán cereano. Su cabeza es alta y acanalada. Y tiene una ceja frustrada, dudosa, que se extiende hacia arriba para expresar un exceso de incredulidad—. Dos cargueros ligeros, un contingente de cazas del escuadrón Oro. Y vea qué hay ahí. Si hay una pelea, la flota estará lista para ella.

Habla Mon Mothma:

—Debemos ser cautelosos. Los primeros pasos hacia el Borde Exterior son lentos. Además, este es un periodo de relativa paz, pero esa paz descansa de forma incómoda sobre un terreno inestable. Una incursión de esa magnitud podría verse excesivamente agresiva. Debemos ser vistos como amigos, no como intrusos. Ocupar el espacio aéreo sobre Akiva podría ser un problema.

Melor agita la cabeza.

—Canciller… Y felicidades, por cierto… Akiva, con todo respeto, no es ninguna medalla para nadie. Cuando mucho, es un planeta marginal. Y el sátrapa está en el bolsillo del Imperio. Akiva produce recursos que no necesitamos, y la vieja fábrica de droides por debajo de la ciudad ha estado fuera de uso por décadas. Por definición, Akiva nos ofrece muy poca ventaja estratégica o preocupación…

—Pero es la gente de ahí lo que nos preocupa —dice Mon Mothma. Y Ackbar se da cuenta de que la sacaron de sus casillas. Melor hace eso a veces. Él viene de una familia militar y, aún cuando carga algo de esa arrogancia intelectual cereana, su agresividad es bien conocida. Mon continúa—: Y tenemos información que sugiere que nuestros mensajes han sido bien recibidos ahí. La gente está preparada para un cambio. La Nueva República es ese cambio.

Melor comienza a hablar, pero una vez más, Ackbar interrumpe:

—Estoy de acuerdo con la canciller en este punto. Esta es una paz frágil. Y debemos ser recelosos de cualquier trampa que nos pongan enfrente. General Madine, ¿usted cree poder reunir a un equipo de asalto? Pequeño. Cinco o siete soldados de la República.

—Creo que es factible. ¿Los quiere en la superficie?

—Ajá —dice Ackbar—. Un escuadrón suborbital de aterrizaje. Fuerzas especiales. Los lanzamos desde la atmósfera superior. Necesitamos reportes desde la superficie. Parece la manera más oportuna de hacer esto. Pequeña, pero efectiva. ¿Estamos todos de acuerdo? —Todos asienten con la cabeza, excepto Melor: el capitán frunce el gesto, apretando los labios como si estuviera a punto de objetar. Pero luego suspira y asiente como los demás—. Bien. Manos a la obra. Quiero esas botas en la superficie en seis horas. Antes, de ser posible. Gracias a todos.

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