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SEGUNDA PARTE McGuffin Electric » CAPÍTULO 6 Palm Springs, CA, 7 de mayo

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CAPÍTULO 6
Palm Springs, CA, 7 de mayo

Cary lo ha contado todo, incluida la confusión de los abrigos. Inquietud retrospectiva para Betsy. Arroz integral y comidas macrobióticas, bienvenido a casa. Tesoro, corrías el riesgo de salir malparado, de morir… Pero estoy vivo, y estoy bien. De haber sabido… ¿Qué habrías hecho? No te habría aconsejado que… Ya se acabó todo, Betsy, y estoy bien. He llamado a Hitch. Haré la película. Me siento extraña, tesoro… Lo sé, lo sé, también yo me sentiría así de saber que has estado cerca de… No entiendo, ¿cerca de qué? Bueno, si te vieras envuelta en un accidente de tren o, qué sé yo, en un naufragio… No lo digas ni de broma. Trae mala suerte. Cambiando de tema: ¿qué tal le ha ido a mister Bondurant en mi ausencia? Betsy le cuenta a Cary lo de la fotografía enviada a la prensa. Una «tacha». Mister Raymond pensaba que así reforzaría la credibilidad… Pero ¿y la corbata a rayas? La compró mister Bondurant, el pobre… Le gustaba mucho. Se quedó fatal al enterarse de que te habías enfadado. Le mandaré un telegrama de excusa y agradecimiento. ¿De veras lo harás? ¡Por supuesto! ¿Sabes?, es una buena persona, sencilla y honesta. A estas horas habrá vuelto a su vida de siempre. Ha sido Cary Grant y no puede decírselo a nadie. Aunque, mira, tendrá material para sus imitaciones, material genuino, no como esos que te imitan y dicen «Judy, Judy, Judy…» con ese tono odioso. Tú nunca has dicho esa frase. En ninguna película. En ningún espectáculo radiofónico.

Que hagan lo que quieran. Yo soy Cary Grant, ellos no.

* * * * *

Querido mister Bondurant:

Le ruego acepte mis disculpas (he sido un poco duro con usted), y quiero agradecerle su empeño. Cuenta con todo mi reconocimiento y toda mi estima, y no dudo que personas de más rango que yo le darán muestras de su aprecio.

Han quedado en mi casa dos trajes a medida de Quintino. Son suyos a todos los efectos, regalo de la Commonwealth. Haré que mister Raymond se los envíe.

Esperando poder verle de nuevo,

au revoir.

CARY GRANT

* * * * *

Están al borde de la piscina disfrutando de la puesta de sol, Cary y su viejo amigo.

James David Graham Niven. Bigotes bien cuidados, aplomb de imperio en decadencia, años pasados en la infantería de Su Majestad. El actor british por antonomasia. Su éxito. Su maldición. Papeles estereotipados. Acento que hechiza y discrimina. Trabaja aceptando los papeles que Cary rechaza por ser demasiado condenadamente ingleses.

Qué tiene Cary que David pueda envidiar: ser inglés, americano y ciudadano del mundo. David no puede: él aparece y se oyen tocar cornamusas, ecos de las novelas de Kipling, «la responsabilidad del hombre blanco», cambio de guardia en Buckingham Palace. Ser el alma de las fiestas. Autor de frases sagaces y sorprendentes. Para siempre: el Inglés.

Qué tiene David que Cary envidia (¿envidiaba?): medallas y condecoraciones. Todos saben que combatió. A su regreso a los States, Ike en persona le nombró legionario de la Order of Merit, la más alta distinción para un ciudadano extranjero.

Me han ofrecido interpretar a Phileas Phogg en La vuelta al mundo en ochenta días. También un papel de perfecto caballero inglés. ¿Has aceptado? Normalmente acepto. Aceptas demasiados papeles. Escucha a los críticos. Empiezan las vacas flacas, amigo. Dentro de poco tendré que rebajarme a trabajar para la televisión. Cary piensa en su casi vuelta al mundo. En resumen, ¿qué has hecho en los últimos dos meses? Te he visto en un periódico y me parecías extraño, te pasaba algo. Cary inventa una versión fácil, he estado ocupado, preparo la vuelta a la escena, etcétera. Estoy a punto de salir hacia la Costa Azul. La trama de Atrapa a un ladrón. La historia no está mal. Un poco ligera, para ser de Hitchcock. Ya. A propósito de historias, he leído un libro ridículo y desagradable, escrito por un tal Fleming. El protagonista es un agente del MI6 llamado James Bond. Breves asentimientos. Disparatado, la verdad. ¡Ahí tienes un libro del que no sacarán nunca una película! Carcajadas.

Es la realidad la que es disparatada, amigo. ¡Joe McCarthy en la tele todas las noches, apuntando el dedo índice contra este y aquel! Me parece a mí que está exagerando, apunta cada vez más alto, alguien reaccionará. Deberá reaccionar. ¿Hemos reaccionado nosotros? Somos solo actores. ¿Te acuerdas de Frances Farmer? No solo me acuerdo sino que leí un artículo sobre ella no hace mucho. ¿Cómo? Momentos de perplejidad. ¿Por dónde para? Volvió a Seattle. Trabaja como cajera en un cine, si no recuerdo mal. Curioso, trataba sobre ella, pero hablaba solo la madre. Está a punto de casarse. Debe de ser una maquinación. La madre está a la defensiva. Todos estamos a la defensiva. ¿Sabes qué le han hecho? Sí, los rumores corren. Electroshocks, «hidroterapia»… Te dejan en una bañera de agua helada. Desnudo. He oído decir que los enfermeros la prostituían con los soldados en las horas de salida. ¿Será cierto? Dicen que la han lobotomizado. A mí no me parecía lobotomizada. Cierto que tenía la cara de alguien que ha pasado por muchas, pero… Años de manicomio. Como mi madre. A veces este país me espanta: crea belleza, difunde ideales de libertad… y llama a escena a alguien como McCarthy. Parece que Ike le detesta. Debemos confiar en él. A ti puedo decírtelo: he votado por él. ¿Y tú? ¡Yo soy ciudadano británico, cabezota! ¿Con quién la está tomando ahora McCarthy? Con el ejército. Increíble. ¿Recuerdas la historia de la Adam Hat Company? La tenía tomada con el programa de radio de Drew Pearson, y atacó al espónsor diciendo: «Quien compre sombreros de esa casa estará contribuyendo a la causa del comunismo». La empresa retiró la esponsorización. ¿Y qué me dices del dinero que recibe de los ciudadanos? Algunos le mandan monedas de cinco o de diez, pero he oído que otros mandan cinco o diez mil dólares. Corría la voz de que respondía a todos personalmente, así que mandé una moneda de cinco indicando como remitente a la mujer de la limpieza. Me ha respondido dándome las gracias y pidiendo más dinero para ayudar a «la dura y costosa lucha contra el comunismo». ¿Adónde va a parar ese dinero? Fuentes autorizadas me dicen que se lo gasta en el hipódromo. ¡Bastardo charlatán! ¿Y qué me dices de su manera de vestir? Qué descuidado. Parece que haya dormido con esos trajes mal cortados. Sale en televisión con la corbata manchada de zumo, lo he visto con mis propios ojos.

Voces desde el interior de la casa, la criada, no puede entrar usted, ¿cómo se atreve? ¡Apártese, soy un agente federal, soy un jodido G-man![46] ¿Dónde está el dueño? Está usted borracho, no tiene ningún derecho a… Aparece en el jardín. La doncella pide excusas: señor, he tratado de detenerle, pero… Cary y David se levantan de la tumbona. Cary le reconoce: Bill Brown. Agente del FBI. Borracho. Traje negro, calcetines blancos, camisa blanca, corbata negra. Sin sombrero. Cretino, ya me habían dicho que estabas de nuevo en la ciudad. ¿No tenías que emprenderla conmigo a patadas en el culo? ¿Cómo te permites decir que mister Hoover es un maricón? ¿A quién vas a darle patadas, eh? David, te presento al agente William Brown, del Federal Bureau of Investigations. No puedo creerlo: ¿este aquí? ¿Tiene alguna orden, Brown? Esto es allanamiento de morada. ¡Amigo de comunistas, no eres ni americano siquiera! Mister Brown, lo que está haciendo viola todas las normas de conducta del Bureau. Comienzo incluso a dudar de que sea de verdad un agente federal. Le conmino a abandonar mi propiedad o le juro que esta vez pasaré de las palabras a los hechos sin más aviso. Qué coño quiere… El directo de Cary golpea la mandíbula de Brown. Brown se desploma, rueda, cae a la piscina. Sin sentido, corre el riesgo de ahogarse. David se zambulle. Diez minutos después llega la ambulancia. Soy testigo del hecho de que has actuado en defensa propia, amigo. No, David. He sido el primero en golpear. ¿Qué importa? Has hecho bien. Tiene la mandíbula frágil, este G-man. ¡Maldición, me he arriesgado a romperme la mano justo la víspera de mi vuelta! Será mejor que la metas en un cubo de hielo. Esto hará ponerse como una fiera a Hoover. ¡Quién sabe lo que pondrán los titulares de los periódicos de mañana! No, no saldrá nada. Hoover amordazará a los reporteros. De todos modos harías mejor yéndote a la Costa Azul. Un día escribiré un libro. Incluiré todas estas extrañas historias de Hollywood. Pues esta no la escribas. De acuerdo, viejo amigo. Se ve ya la luna. Mírala, Cary. La luna es un farolillo. Esto es solo un decorado de estudio. Ve a decírselo a Frances Farmer. Suspiro de David. Tienes razón. La luna parece un farolillo.

Cary piensa en otra cosa, con la mano dentro del cubo, junto a la botella de champán.

¿Qué piensas de Grace Kelly?

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