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SEGUNDA PARTE McGuffin Electric » CAPÍTULO 40 Hollywood, CA, 28 de junio

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Hollywood, CA, 28 de junio

If I should suddenly start to sing

or stand on my head or anything

don’t think that I’ve lost my senses

it’s just that my happiness finally commences.[57]

George e Ira Gershwin. «Things Are Looking Up.» De buen augurio. La voz de Grace, desde el camerino. Hitch sonrió.

—¿Cómo es que nunca nadie habla de Luis XV?

—¿Y por qué deberían hablar, perdona?

—Quiero decir: siempre se habla de Luis XIV, es decir, del Rey Sol, o de Luis XVI, a quien los revolucionarios mandaron a la guillotina, pero nunca se dice nada del que estaba en medio. No existe un estilo «Luis XV», que yo sepa. ¿Tengo o no razón?

—¿A propósito de qué?

—Del estilo «Luis XV». ¿Has oído hablar tú alguna vez de él?

—A decir verdad, no.

—¿No será que se saltaron un número?

—¿Quiénes?

—Los Luises.

—¿Por qué motivo habían de hacerlo?

—Hummm… ¿En Francia el «quince» trae mala suerte?

—Pues no lo sé.

—¡Ya está! ¡Quizá el heredero de Luis XIV no se llamaba Luis! ¡Pasa como con los papas!

—¿En qué sentido?

—En el sentido de que el nuevo Papa no está obligado a usar el mismo nombre que su antecesor. Tal vez entre los dos «Luises» hubo, qué sé yo, un Juan.

—Debo decir que me coges in albis, tesoro.

—Tal vez me equivoque, pero Luis XVI no se hubiera llamado así de no haber habido el número quince.

—Pero ¿de qué estamos hablando?

—Cuando tengamos un hijo, ¿no querrás llamarle «Cary», verdad?

—Te parece este el momento de…

—Está bien, está bien. No es el día. Oye, yo voy a mi sesión de

Power Zazen, nos vemos más tarde.

En Hollywood, en los estudios de la Paramount, Cary y Betsy asistían a los preparativos de la grandiosa, rutilante escena final de

Atrapa a un ladrón: el baile de máscaras, la noche de los líos. Hitch se pavoneaba entre admiradoras de visita y gigantescas pelucas, corsés rompevértebras y papagayos de paseo, máscaras exóticas, drapeados y brocados… Betsy había preguntado si el estilo de los trajes era Luis XIV o Luis XVI. Cary no sabía distinguir a ojo, pero le parecía todo muy barroco, por tanto más XIV que XVI, en su opinión. Cary pensaba en otra cosa. Pensaba en los sueños de las últimas dos semanas. Pensaba en el senador McCarthy, quien, tras haber acusado al Pentágono de ser un nido de comunistas, se había dado cuenta de que había apuntado demasiado alto. Los observadores políticos decían que su carrera de cazador de brujas no duraría hasta Navidad. También el FBI parecía cogido por sorpresa, sin saber qué decir y sin estrategias: por más poderoso que fuera Hoover, el ejército era el ejército. El fin de una pesadilla, en todos los sentidos.

Frances Farmer había venido a verle. Llevaba los vestidos de Grace y decía frases de Elsie. Le llamaba «Archie». Le hablaba de McCarthy.

Hoy ni siquiera sé dónde estoy, Archie. En alguna parte de América. Quienme ve le da un codazo al amigo y le dice: «¡En otro tiempo era comunista,mira a qué nos vemos reducidos!». Hoy el amigo podría responder: «Ves comunistas por todas partes». No es una revancha, nadie me vengará nunca.

Es una paradoja. Los caballeros andantes entran en Toledo y acaban con laInquisición, pero para mí es demasiado tarde: no queda ya espacio entre unay otra pared. El cazador de brujas dará su nombre a esta época; mi recuerdo, en cambio, se perderá hasta tal punto que ningún médium podrá reclamar mi espíritu. Ni siquiera tú podrás hacerlo.

He venido a tu casa muchas veces, Archie. No he ido a casa de Clifford.

No he ido a casa de personas mucho más culpables que tú. No he ido a casade ningún otro. He venido a verte a ti porque tú tenías necesidad de mí. Esoexactamente. El hado es un guionista hábil e irónico, Archie. Yo, estrella endecadencia, salí de tu vida justo mientras tu madre regresaba a ella, cometaque anunciaba renacimientos. Para una mujer que se creía muerta y queresurgía del infierno de los manicomios, otra se precipitaba en él, y hoy lacreen viva.

En el mundo no hay un Orfeo para cada Eurídice. Pero tú eres Orfeo,eres el Acróbata cuyos saltos encantaban a las fieras, detenían los ríos y losvientos. Eres el hombre que ha revelado a los plebeyos los ritos mistéricos,por eso te odian los demonios, y las ménades quieren hacerte pedazos. Hasatravesado los infiernos en busca de mi fantasma, en busca de ti mismo yde tu doble, de tu doble y de tu madre. Has cumplido con tu deber contrael Pintamonas, has atravesado a la carrera los desiertos, las colinas iluminadas por las hogueras de la caza de brujas, perseguido por perros, hasescapado al acecho para encontrar al Hombre de Oriente, y sin siquierajadear.

Eres el asno del que habló Apuleyo, Archie. Eres la palingenesia. Nonecesitas sentirte culpable, ni por mí ni por ti ni por Cary. Cada hombretiene una misión distinta que cumplir. Hay maneras y maneras de salvara las brujas. «Things Are Looking Up.» Brindemos por el fin del Inquisidor.

Bitter was my cup

but no more will I be the mourner

for I’ve certainly turned the corner.

Oh things are looking up

since love looked up at me. [58]

Grace salió del camerino, dispuesta a interpretar «Frances» por última vez, feliz y desconocedora de lo que estaba sucediendo, muertes presuntas y renacimientos, palingenesias y descensos a los infiernos.

La canción no quería irse de su cabeza y de los labios.

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