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    La  escena le recordó a la muerte de su padre, e instintivamente decidió salir corriendo en su ayuda. Antes de que pudiera hacer nada sintió un fuerte golpe en la cara que le envió al suelo. Sin apenas tiempo para reaccionar sintió como alguien le cogía de los hombros y, después de alzarle, le golpeó con la cabeza en el rostro. De nuevo cayó al suelo.    Alan rodó sobre si mismo y logró ganar algo de tiempo para averiguar quien era su atacante. Se levantó del suelo mientras un chorro de sangre le caía por la cara. Sentía un gran escozor en la frente e intuyó que el golpe le había partido la ceja. Entonces vio a su adversario y no supo que hacer:

    —  Sangra perro, sangra. — gritaba Saamago con la voz de su padre. – Es la hora de hacer justicia. Desearas no haber nacido.

    Alan estaba tan sorprendido que no pudo más que encajar el nuevo golpe del viejo. A pesar de protegerse la cara, el golpe le lanzo varios metros más allá de donde se encontraba Alison. Y mientras caía al suelo se le ocurrió que debía llegar como fuera hasta donde se encontraba ella. A pesar de que no creía en el medallón, algo en su interior le decía que  debía llegar hasta él. Pero lo que no entendía era que le había ocurrido a Alison. Si el medallón tenía algún poder, ¿ porque no le había protegido a ella?

    —  Te arrancaré el corazón. – gritó Saamago.

    Alan se levantó como pudo y desesperadamente se dirigió contra el viejo cogiéndole desprevenido. Alan golpeó con todas sus fuerzas y logró derribar al anciano. Inmediatamente sintió una fuerte punzada de dolor en el hombro que le hizo gritar. Con el viejo en el suelo su única salida era llegar hasta Alison.

    Mientras corría hasta ella distinguió el medallón a escasa distancia de su cuerpo. Como . . . si ella misma se lo hubiera arrancado.

6

    Esta vez no hubo transito, no hubo dolor cuando la mente del hombre de negro invadió la suya. Como por arte de magia se encontró de nuevo sobre la cima de la montaña de escombros que le habían ocultado el terrible secreto que les aguardaba a todos. Un secreto de destrucción. De dolor. Volvió a sentirse sólo en un mundo asolado por el caos.

    Del cielo cubierto de nubes caía una lluvia fina y constante. Lone sintió la soledad con tanta fuerza que no pudo evitar que sus ojos se cubrieran de lágrimas. Lágrimas que se fundieron con las de la naturaleza en una extraña comunión con el hombre. Y justo en ese momento de extraordinaria simbiosis existencial Lone notó como, tras de si, una potente luz azulada comenzaba a brillar.

    Se giró en el mismo instante en que la luz pareció alojarse . . . en ella.

7

    Alice trajo cuerda suficiente para poder rescatar a Susan y Taylor. En un primer momento habían discutido sobre cual era la mejor forma de subirles hasta la plataforma. Al final, por temor a que la planta se viniera abajo con el resto del eje central, decidieron que primero subiría él para después, entre ambos, subir a Susan.

    A Taylor la idea de dejar sola a Susan en el estado en que se encontraba no le convencía, pero tenía que reconocer que no había otra opción. Así que sujetó fuertemente a Susan a las cuerdas y comenzó a trepar hasta la plataforma. Una vez llegó arriba ambos se dispusieron a subir a Susan, que seguía inconsciente.

 

 

8

    —  ¡ Debes ayudarme ¡ — dijo la niña india con una voz demasiado quebrada.

    Su tez blanquecina junto con su piel algo amoratada la daban un aspecto mortecino, casi fantasmagórico. Sus ojos reflejaban resignación y conocimiento, como si fuera consciente de su suerte. De su pelo moreno caían dos trenzas sobre unos hombros extremadamente delgados. Lone involuntariamente se sintió culpable, sin saber que hacer o decir. Entonces la niña volvió a hablar.

    —  No debes permitir que ocurra.—dijo esto mirando a su alrededor pero sin efectuar ningún movimiento.

    Lone miró a su alrededor y entendió a que se refería.

    — ¿ Donde estoy ? – preguntó.

    —  Debes encontrar la manera de pararle.—siguió diciendo la niña.

   La voz de la niña surgía sin apenas dificultad, a pesar de que su rostro reflejaba un continuo sufrimiento. Durante unos segundos Lone no supo que decir. Contemplo en silencio el paisaje que les rodeaba. Era desolador. El bello rostro de la naturaleza se había deformado como si lo arrasara alguna horrorosa enfermedad. Lone volvió a mirar a la niña india y de nuevo a su alrededor. Fue un momento extraño en el que tuvo la absoluta certeza de quien era la niña en realidad. La naturaleza hablaba a través de ella..

    Lone sintió un escalofrío.

    — Confía en mi. – acabó por decir.

    — Pero, ¿ cómo le venceré ?—insistió Lone.

    La niña le miró en silencio.

    — Llegado el momento. . . lo sabrás.

    En ese mismo instante la visión avanzó vertiginosamente hasta que Lone se vio a si mismo aparecer en mitad del desierto junto a la entrada de un silo de misiles. Era de noche. Delante de él una rampa conducía al interior del silo. Sobre el suelo distinguió a un anciano indio que permanecía tumbado en el suelo como si estuviera muerto. Avanzó hasta él y tras comprobar que seguía con vida decidió esperar a que se despertara por si sólo.

    Y sentado en el extremo de la rampa de cemento se dispuso a esperar.  

9

   La visión se cortó de pronto. Sin previo aviso. El hombre de negro se mantenía cerca de Lone. Escrutando su mente. Buscando en su interior hasta que sus rostro mortecino sufrió una transformación.

    — ¡FANTÁSTICO¡—comenzaron a gritar las voces.

    Lo acercó más así mismo y le mostró sus dientes manchados de sangre mientras sus ojos parecían luchar por salir de su disfraz.

    — ¡FABULOSO¡ — dijeron las voces riendo.

    — Has podido comprobar el fin de tu mundo. Debes considerarte privilegiado Lone – gritaron de nuevo las voces entre risas.—Si. Muerte y destrucción. A pesar de todo, muerte y destrucción.

    — Pero, dime algo Lone, — sus dientes se acercaron al cuello de Lone hasta volver a situarse delante de él.—  ¡MÁTALO¡ — dijo una de las voces de forma espeluznante. —  ¿Quién era esa niña ? ¿ Cómo conseguiste llegar al desierto y no aquí ?

    Silencio.

    —  Todo esto es muy extraño. La luz. La niña. ¿Cómo conseguiste aparecer en mitad del desierto? Ha sido increíble.—  dijo con sorna.— ¿ De verdad te crees capaz de destruirme?

     En ese momento Lone, notó como volvía a dominar su cuerpo y entendió que debía hablar.

    —  Yo no . . .

    —  ¿ Qué tramas? – le interrumpió.

  — Nada . . . – dijo Lone, de la misma forma que lo hubiera dicho un niño asustado.

    — ¡ MIENTES¡ — dijo gritándole.- ¡DÍMELO¡ ANTES DE QUE TE DESCUARTICE COMO A UN CERDO.

    —  De verdad que no lo. . . se. – logró decir.

    Acto seguido, y a modo de respuesta, Lone sintió un fuerte dolor en todo el cuerpo que le hizo gritar. Bajo él notó una vibración y supo que el esfera estaba de nuevo en funcionamiento. Por un instante pensó que le enviaría de nuevo al otro lado, pero intuyó que esta vez tenía preparado un final mejor para él.

    Las vibraciones incrementaron y al poco tiempo se vio inmerso en el interior de un haz de luz, al tiempo que se apoderaba de la sala un sonido ensordecedor. Lone lo reconoció enseguida. El esfera se habría desgajado en ocho compuertas a la espera del nuevo viajero.

    Lone no era capaz de adivinar lo que pasaba por la mente de Bayley. Mientras, el sonido estridente de las compuertas se imponía sobre todos sus pensamientos impidiéndole pensar con claridad. Sentía miedo. El sonido del esfera persistía  como el fondo de un paisaje, dotándolo de significado. Y entonces vio claro lo que pretendía. Las compuertas permanecerían abiertas durante un breve lapso de tiempo, transcurrido el cual volverían a cerrarse. Ese era su final, pensó Lone. Caer justo en el momento en que las puertas se cerraran. Sería como dejarle caer el interior de una hélice para morir descuartizado por la fuerza de las compuertas

    El hombre de negro sonrió ante los pensamientos de Lone.

    —  Creo que, tramaras lo que tramaras, no te ha servido de nada. Aquí acaba tu viaje, Lone. Pobre Lone. Antes de que partas hacia tu último viaje,  sería injusto que lo hicieras sin ver el verdadero rostro de tu asesino.– dijo, comenzando a reírse.

    El rostro de Bayley comenzó a hincharse mientras sus ojos negros cayeron al suelo. Tras ellos aparecieron otros. Eran unos ojos amarillos. Eran los ojos de un ser que no pertenecía a este mundo.

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    Notó la respiración del viejo tras de si. Estaba claro que el ser se había apoderado de él de la misma forma que lo había hecho con su padre. Pero no le quedaba otra opción que la de enfrentarse a él, a pesar de que sentía un fuerte dolor en el hombro que apenas le permitía moverlo. Alan era consciente de que si Saamago conseguía aplacarle de nuevo, quizás todo estaría acabado.

    Se lanzó al suelo en busca del medallón. Su cuerpo resbaló por el suelo escasamente medio metro, pero el medallón quedó unos centímetros más lejos. Saamago aprovechó ese hecho para caer sobre Alan que gritó de dolor. Se revolvió hasta quedar de espaldas al suelo, pero el anciano lo había atrapado bajo su cuerpo.

    —  Vas a ver lo que es bueno maldito. – dijo alzando sus brazos en el aire.. —  Sangra maldito . . .

    El viejo se quedó paralizado. Alan que se encontraba bajo él, se quedó boquiabierto. Entonces oyó una voz que se impuso sin ninguna dificultad sobre el sonido ensordecedor

    —  Tienes poco tiempo, — dijo la niña.—no podré aguantarlo mucho más.

    Alan entendió que se refería al viejo. Su mente no se entretuvo en analizar la situación. Debía apresurarse. Consiguió liberarse y cogió el medallón. Intuitivamente buscó a la niña. Se sorprendió al comprobar que se trataba de una niña india de largas trenzas y de ojos negros. Esta le hizo un gesto de asentimiento y Alan respondió de la misma forma.

   Agarró el medallón y fue en ayuda de Lone. Conforme iba acercándose al hombre de negro se hizo más evidente que algo en su físico estaba cambiando.

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    Lo que pasó entonces ocurrió muy deprisa.

    Lone gritaba aterrorizado mientras Alan corría hacia ellos con la sensación de que iba a una muerte segura. No pudo evitar el pensar que se dirigía hacia un monstruo armado con un simple medallón. Sintió como el miedo se colaba en su interior. Miedo en estado puro que le hizo dudar de si mismo. De todo. De todos. Y en ese estado vio como caía al suelo el cuerpo de Bayley descubriendo toda la esencia del ser. Alan gritó de forma salvaje mientras embestía a la criatura colgándole el medallón sobre lo que intuyó era su cabeza.

    La criatura aulló sorprendida como un animal malherido que se supiera al borde de la muerte. Al instante todos se vieron liberados. Alison y Saamago despertaron del estado en que se encontraban. Lone recupero su movilidad.               Por su parte, Alan recibió el último zarpazo de la criatura que le envió al suelo a varios metros de distancia.

    Mientras tanto, los gritos de la criatura se hacían cada vez más insoportables.

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   Lone adivinó sus intenciones. La criatura le dejaba caer quizás más preocupada por su propia supervivencia, pero Lone había recuperado toda su autonomía, por lo que antes de que retirara su brazo dejándole caer en el esfera, le agarró con fuerza y tiró de él.  Ambos cayeron a través del prisma de luz mientras la criatura aullaba de desesperación.

    Lone logró entrar de nuevo en la esfera justo en el momento en que las ocho compuertas del vehículo se plegaban hacia dentro. Tras él, la criatura sólo fue consciente de que dejaba de existir. Las compuertas del esfera actuaron como una gigantesca hélice encargándose de descuartizar su cuerpo por completo.

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    Alison y Saamago fueron en busca de Alan, que yacía en el suelo no muy lejos de ellos. Estaba semiinconsciente. Del costado brotaba algo de sangre.

    —  ¿Está bien ? – le preguntó  el anciano a Alison.

    —  No estoy segura.—respondió Alison.—  Al menos respira.

    —  Debemos salir de aquí cuanto antes.

– dijo Saamago.

    —  ..ERR ...TO. – intentó decir Alan.

    —  ¿ Qué ha dicho ? – preguntó Alison.

    —   No lo se. – dijo el anciano.

    Alan respiró hondo intentando coger fuerzas.

    —  TERREMOTO.  – dijo señalando a la compuerta por donde hacia escasos segundos había desaparecido Lone.— La causa . . . del terremoto.

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    El terremoto se produjo esta vez con mayor virulencia. La superficie del desierto que cubría la base  comenzó a ceder. Los restos de la estructura del eje central de la primera planta a la cual estaba amarrada., se vinieron abajo arrancando de cuajo gran parte de ese techo natural.

    En la superficie un radio de doscientos metros de superficie acabó por hundirse. Toneladas de arena y roca cayeron en su interior desvelando al mundo exterior el abismo que albergaba.

    Los módulos de algunas plantas que aun permanecían colgando de los pasadizos secundarios, se vieron inmersas irremediablemente en la nueva vorágine de caos y destrucción que supuso el nuevo temblor.

    En algún lugar del ahora inexistente eje central se oyó una explosión. Numerosos gritos indicaban que aun quedaban supervivientes.

    Anthony logró ponerse a salvo al introducirse en una planta que había quedado intacta parcialmente. Nada más ponerse a salvo corrió en dirección a uno de los pasadizos, donde se adentró hasta alejarse del eje principal.

    Alison y Saamago lograron salir de la sala transportando a Alan. No tardaron en encontrar un refugio cercano al andén que conducía al eje principal de la base. Y allí esperaron a que cesara el temblor.

    Por su parte, Taylor y Alice lograron rescatar a Susan justo pocos minutos antes del segundo temblor que mandó definitivamente el módulo al foso. Alice pudo suministrarla un fuerte sedante, por lo que estuvo inconsciente hasta la  llegada del rescate. El presidente no experimentó una gran mejoría. 

    Después del terremoto, desde la plataforma en que se había transformado aquel pasadizo, Taylor y Susan contemplaron por primera vez la luz del sol que bañaba aquella parte del acantilado. Durante un tiempo ninguno de los dos dijo nada. Parecían disfrutar del espectáculo que les proporcionaba la naturaleza. Observaban el contraste que se producía entre las sombras del abismo y la luz del añorado astro.

 

 

 

 

 

 

 

 

EPÍLOGO

 

La voz de América

1

    Después de lo ocurrido el gobierno de los Estados Unidos, por encargo del presidente del gobierno, designó un Comité Especial para la investigación del C.D.N (Comité de Defensa Nacional), que presidiría Susan Hillman, Consejera presidencial.

    En principio, transcurridos más de dos meses, tanto el ejercito como el gobierno parecieron más interesados en ocultar toda la información concerniente a los sucesos que se habían producido en el interior del Área 51. Para ello se estableció que las deliberaciones del comité designado se harían a puerta cerrada, estando sus asistentes obligados a guardar silencio.

    El comité se entrevistó con todos y cada uno de los supervivientes de la base. Después de ser entrevistados, cada uno era enviado a otra sala donde se producía otro encuentro más personal, con un representante del ejército. Se trataba de un fiscal militar cuya misión principal era la de convencerles de que lo más inteligente que podían hacer era no hablar de ello con nadie. 

    —  Se dará cuenta de que toda esta información es alto secreto, — le había dicho un fiscal militar.—Teniendo en cuenta que el acceso a una base militar constituye una conducta reprochable y castigada por la ley, y dado que toda la información que obtuvo fue como consecuencia de esa conducta reprochable, — dijo volviendo a repetir esa palabra. —creemos que debería abandonar la idea de escribir ni una sola línea sobre este asunto.

    Alison no supo que responder. El fiscal era una de esas personas de la profesión que lograba hacerse entender.

    — Entiéndame, — dijo — yo de usted cogía unas vacaciones lo suficientemente largas como para olvidar todo lo ocurrido.

    Desde luego que Alison no había llegado tan lejos como para abandonar la oportunidad de escribir sobre todo lo que había ocurrido. Se lo debía a demasiada gente. A su jefe Anne Porter, que había muerto injustamente. A su amigo Paúl, que había muerto por ayudarla. Y en especial a Lone. Aunque mejor sería recordarle por su nombre, pensó Alison. Vince. Demasiadas muertes, pensó, para que después de todo nada cambiara.

    Por ello, una vez que el fiscal acabó de coaccionarla sutilmente, cogió su maletín y se dispuso a salir de la sala donde se habían reunido.

    —  ¿ Puedo preguntarle algo ? – dijo Alison.

    —  Si. – respondió el fiscal sonriendo con un cierto tono conciliador. –  Claro que puede.

    —  ¿ Conocía usted la existencia del C.D.N ?

    El rostro del fiscal se transformó por completo.

    —  ¿ Qué pretende exactamente? – respondió  sobresaltándola.

    Hubo unos segundos de silencio en los que Alison dudo de haber echo lo correcto.

    —  Mire, — comenzó a decir algo alterado.— oficialmente le aconsejo que no siga con esa actitud o tendrá problemas. – y añadió.— Legales, por su puesto.

    Otra amenaza, pensó Alison.

    —  Sabe, — dijo Alison. – hubiera sido suficiente con que hubiera dicho, no. Simplemente no.

    El fiscal salió de la habitación. Alison se levantó de su asiento y salió de la habitación. Una vez se hubo montado en el coche condujo hasta los límites del pentágono. Mostró su pase y se dirigió al periódico.

    Las últimas palabras del fiscal le habían parecido una clara amenaza. Cogió el bolso y lo abrió con la mano que le quedaba libre. Metió la mano en su interior y extrajo una grabadora. Echó la cinta atrás y pulsó el play. “. . . o tendrá problemas.”, se oía su respiración, “ Legales, por supuesto.”. Perfecto, pensó.

2

    Alison ocupaba en esos momentos el lugar de Anne. The New York Times le había ofrecido el puesto no sólo por que pensaran que era lo más justo, sino porque sabían que Alison había estado allí, cerca del presidente. Y aquello, era noticia.

    Nada más conocerse la noticia de la desaparición del presidente los diarios del país habían comenzado a hacer conjeturas. Se hicieron las acusaciones más paranoicas, llegándose a acusar a alguna potencia extranjera de lo ocurrido. De todas ellas los Chinos parecieron encajar peor estas acusaciones, lo que motivó una reunión secreta entre el gobierno y un mandatario Chino. Según diversas fuentes dicha reunión también sirvió para aclarar ciertos malentendidos entre ambos gobiernos en materia de defensa. Lo que no trascendió a los medios era que había sido precisamente el gobierno Chino quien había aportado mayores evidencias respecto de las actividades del CDN.

    Gracias al artículo que revelaba que había existido dicha reunión Alison logró consolidarse dentro del diario. La inestimable ayuda de Susan había sido importante, pero dada su posición debía moverse con extraordinaria precaución. Pronto comenzó a ser el referente de muchas personas que comenzaron a considerarla como la nueva voz de América. La seriedad de sus artículos así como la de sus fuentes contribuyeron a consolidar su carrera como periodista su prestigio. Aunque era justo decirlo, a ello también ayudó su grupo de colaboradores, entre los cuales se encontraba Tina, su amiga y compañera de trabajo.

 

3

    Sólo existía un problema. No era el hecho de haber recibido amenazas lo que le preocupaba, sino en que no conseguía conciliar el sueño. En mitad de la noche se despertaba completamente empapada de sudor. Los recuerdos eran aun muy vivos como para poder olvidarlos así sin más. Sabía que necesitaba tiempo, y para ello había decidido volcarse en el trabajo pensando que ello contribuiría a mitigar esas pesadillas. Pero no fue así. Al menos por el momento.

4

    El extraño y familiar sonido musical que anunciaba la apertura de la puerta de su celda  la hizo sobresaltarse. Casi en el mismo instante abrió los ojos y, sin apenas parpadear, contuvo la respiración brevemente a la espera de que ocurriera de nuevo.

    Se encontraba de pie, en mitad de la celda, frente a la puerta abierta. Al otro lado quedaba el pasadizo en penumbras iluminado tímidamente por una pequeña cuña de luz que provenía de la propia celda.

    Sentía frío. Su corazón latía con enorme fuerza contra su pecho. Entonces distinguió el sonido de unos pasos que caminaban  de forma extraña y supo inmediatamente que alguien se dirigía a su celda. Como si de un acto reflejo se tratara aguantó de nuevo la respiración y aguzó el oído cuanto pudo, pero los latidos de su corazón parecían dispuestos a impedir que pudiera escuchar con claridad.

    Sus ojos adquirieron una sombría expresión cuando descubrieron que la poca luz que alumbraba el pasadizo empezaba a ser invadida, lenta pero inexorablemente, por una sombra que avanzaba al son que parecían marcar los pasos.

    Si apenas darse cuenta Alison descubrió que, fuera lo que fuese, estaba a punto de aparecer tras el umbral de la puerta. Sintió pánico ante la sola idea de descubrir de quien se trataba, y justo en el instante en que una figura asomaba bajo el umbral de la puerta Alison giró en redondo en un gesto tan rápido y nervioso que le hizo quedar de espaldas. En su interior se arrepintió de no haber sido capaz de afrontarlo, porque en definitiva la nueva situación no era mucho mejor. Ahora sólo podría oír como se acercaba , más y más. Alison distinguió el sonido de una respiración, clara y fuerte, tras de si cuando comenzó a llorar consciente de lo que la esperaba.

    Detrás suyo, la silueta del hombre de negro avanzaba con decisión hacia ella, mientras el sonido de su respiración le acompañaba irremediablemente en su extraño caminar. Mientras, Alison seguía llorando desconsoladamente. Se sentía sola, abandonada. Presa del terror. En ese instante hubo algo que la llamó la atención obligándola a mirar hacia el suelo. Su vientre . . . aparecía hinchado como un globo. Estaba embarazada. Alison se esforzó por no perder el control cuando unas manos aparecieron tras de sí rodeando su cintura. Abrazando su cuerpo.  Fue entonces cuando dejó escapar un grito aterrador.

    Alison se despertó sobresaltada. Sentía como el sudor de su cuerpo había empapado su blusa. Se incorporó inmediatamente. Encendió la luz de la lamparilla y se llevó las manos al vientre que aparecía liso. Respiró con tranquilidad al comprobar que se trataba de otra pesadilla. Se levantó de la cama y fue hasta el lavabo. Una vez allí encendió la luz y antes de lavarse la cara se miró al espejo. Se observó durante unos segundos y, sin saber muy bien el porqué, pensó en Lone. En Vince ¿ Qué habría sido de él ? ¿Donde estaría ahora? ¿ Seguiría vivo? Algo en su interior parecía decirle que así era, pero, ¿quién podría saberlo?. De alguna forma ese pensamiento le ayudo a sobreponerse.

    Algo más tarde fue de nuevo a su cama y se acurruco bajo sus sábanas hasta que consiguió dormirse definitivamente.

 

 

5

    Al principio todo era silencio. Poco a poco un murmullo lejano pareció pelear por hacerse oír aunque acabó despareciendo, imponiéndose de nuevo el silencio, esta vez durante más de tiempo.

    Otra vez el murmullo se dejó oír algo más claro y sus sentidos se esforzaron por identificarlo. Por no perderlo. Luego pareció irse para volver con más fuerza y, extrañamente, su mente decidió dejarse llevar por el murmullo. En ese instante el sonido claro y cercano del viento le ayudo a despabilar. Poco a poco fue siendo consciente de si mismo y de donde se encontraba. Tardó algunos minutos antes de abrir los ojos, y cuando por fin lo hizo enseguida reconoció la pendiente que llevaba al silo. El lugar donde se había encontrado con Saamago, el anciano indio, por primera vez.

    No le costó excesivamente ponerse en pie. Miró a su alrededor. El sol brillaba con fuerza. Durante unos segundos pensó en el resto del grupo. En lo que acababa de ocurrirles, y tuvo la sensación de que se encontraban bien, así que dejó de pensar en ello para centrarse en una única cosa. En salir de allí.

    A modo de respuesta oyó un relinche. Allí, en mitad del desierto, a apenas cien metros se encontraba un caballo. Incrédulo se frotó los ojos pero . . . el caballo seguía allí, tan perdido como él. El animal relinchó de nuevo y en el rostro de Lone asomó una sonrisa. Hacia tiempo que no sonreía. No, no se trataba de un espejismo,  pensó. Los espejismos no relinchaban.

    No le costó excesivo tiempo llegar hasta el animal que no pareció extrañarle su presencia. Lone montó sin dificultad sobre la grupa y clavando los talones comenzó a galopar en dirección al norte, lejos de allí. Lejos de todo.

 

 

 

 

 

                                                                      FIN

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