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Para el segundo semestre de 2014 jugué con mi capacidad de atraer lo que deseo -sin saber que podía hacerlo- y quedar en el diplomado de creación literaria del IMACP en Puebla, Puebla. Misteriosamente aceptaron a más, muchos más, candidatos de los que en un inicio se había planeado. Yo pensé que había sido cosa de suerte, un milagro, el destino, cómo no, eso de entregar por panzazo en la fecha y hora límite mi solicitud y quedar dentro. Después pensé que Jaime Mesa, coordinador del diplomado, se había tocado el corazón o tomado la decisión con una cerveza y mucha comida. Eso es lo que pienso ahora en la actualidad, después de leer sus Tweets.

Cursaba mis últimas clases de la licenciatura en Comunicación y “el mundo era mío”, pensé yo cuando me vi atrevida y me corté el pelo pelona como hombre y me lo repetía todos los días cuando despertaba y me veía al espejo despintada y con el pelo lacio y así trataba de evitar visualizarme tan masculina y recordar por qué me lo había cortado.

Así de atrevida y confiada llegué a la clase de Guion. Diciendo en cortito y bajito pero claro y segura que mis profesores de Guionismo eran buenísimos. Que había hecho beca con uno y lo inscribía en festivales internacionales. No mencioné las regañisas que me pegaba por platicar tanto con la asistente. Ni el traductor de Google cuando me pedía decodificar una página en alemán o… ¿japonés?

La mujer que nos dio la clase no sabía hacer guiones. Nos pedía escribir y escribir. Y yo terca y con el presente cinematográfico fresco en mi memoria y mis intereses, le debatía que un Guion no era un cuento. No era tercera persona, no tenía sentimientos, ni olores ni cosas que no se pudieran ver. Ese era el reto.

Como estocada porque la presencia de ambas no cabía en el salón, me comparó con Madame Bovary cuando yo participé en el ejercicio de opinar sobre un personaje que admiraramos y tuviéramos mucho en común. Yo había dicho Scarlett O’Hara. Me ofendí cuando dijo que era una Bovary barata y que yo era igual de vanidosa y presumida que la O’Hara.

Hoy, a inicios de 2019 puedo decir que esa mujer que nos dio Guion era una estúpida, que no sabía quién era Scarlett O’Hara pero sí la Bovary, bastante estúpida también. Yo seré un cabrón en cuerpo de mujer, pero lista y terca como la O’Hara. 


“Frankly my dear i don't give a damn”, Rhett Blutter. En Lo que el viento se llevó. 


El 11 de febrero de 2019 encontré la ironía de haberme comparado con Scarlett O’Hara y su desdichada historia de amor en 2014.


-De cabrón a cabrón, te pasaste. 


Me dijo Alina después de reírnos un rato de la crudeza del asunto. 


-Mira que andar por ahí y cuando te cansas, volver y decirle que él siempre fue el indicado...


-En mi defensa puedo decir que él también andaba con novias y en realidad no coincidíamos porque pudo haberme buscado en el 2018 y no lo hizo. Además, yo le dije, le dije que no estaba lista para un noviazgo. Y fue verdad. 


Lo comprobé a las semanas de comenzar la relación formal con Allan en marzo de 2018, que si duró dos meses, fue mucho. 


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