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Revelaciones

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REVELACIONES

1

—Cuando recupere el artefacto, encárguese de todo su equipo —ordena Asier, vía telefónica.

—Recibido, señor.

Luca cuelga el intercomunicador del casco de moto. Conduce a dos kilómetros de distancia del convoy. Acaba de informar de que el Sujeto 0 tiene ya el artefacto en sus manos y se disponen a recuperarlo.

El convoy se ha mantenido a una distancia prudencial del Sujeto 0 todo este tiempo. Se habían preocupado de colocarle un localizador en el coche previamente, cuando estaban en el búnker y ahora el humo también les ha servido para ubicarla con más precisión aún.

Luca podría, finalmente, terminar el trabajo, ver de nuevo a su familia y volver a Italia para pasar el resto de sus días allí. Buscaría un trabajo y vería crecer a sus hijos. Ya se ha perdido parte de su infancia y ahora no quiere perderse lo que les quede hasta que salgan del nido.

Un helicóptero sobrevuela. Se da cuenta de que es el helicóptero del búnker. Luca se mantiene impasible, en el fondo ha sabido que Eva y Alberto irían en busca de Nuria, pero su plan seguía intacto, aunque debía de darse prisa para evitar contratiempos y daños colaterales. Luca aprieta con fuerza el puño derecho de su moto para acelerar con potencia.

2

Alberto desciende el helicóptero con dificultad. La presión es enorme ante las prisas de Eva y los furgones militares acercándose por el horizonte a toda velocidad. Cada vez se hacen más grandes.

Cuando está a una distancia de dos metros, Eva no lo duda y salta directa a la playa, rueda por la arena para evitar que sus rodillas se resientan del impacto. Aun así, se hace algo de daño y al levantarse cojea levemente.

Nuria se despide rápidamente de Paula y Óscar para después marcharse rápidamente en dirección al faro.

—Gracias. Muchas gracias, Nuria.

—Gracias.

El matrimonio está eternamente agradecido por lo que ha hecho.

—Daos prisa.

A Nuria le encantaría una despedida larga, pero el convoy ya se escucha a lo lejos. Los rugidos de los motores de alta cilindrada de los furgones no son aptos para pasar desapercibidos. Con el artefacto entre los brazos, corre hacia Eva.

Una ráfaga de viento impulsa a Alberto hacia las rocas. Las hélices pasan a escasos centímetros de la piedra gracias a una violenta maniobra de Alberto por enderezar el helicóptero. El viento aumenta su intensidad.

—No me queda otra. ¡Mierda!

Alberto eleva el helicóptero para evitar las corrientes de aire bajas. Eva se gira al escuchar el motor acelerar. Entiende perfectamente que ahí no es seguro el rescate. Tiene que pensar rápido. Se encuentra con Nuria a mitad de la playa y la abraza. Nuria se sorprende inicialmente, pero agradece el gesto espontáneo de Eva. Las situaciones de riesgo y tensión revelan emociones verdaderas.

—Dime que conservas el coche. —Eva está muy agitada.

—Sí. Sígueme.

Eva y Nuria corren todo lo rápido que pueden. Nuria visiblemente más rápido que Eva. Nuria ve que la familia ya está escondida dentro de la casa del faro y al llegar la primera, arranca el coche. A los pocos segundos, llega Eva. Los militares ya están encima de ellas. Salen dos desde la parte trasera del primer furgón en movimiento y con sus fusiles de asalto disparan a las ruedas. Nuria acelera bruscamente, derrapa con el coche y se incorpora rápidamente a la carretera. Comienza la persecución.

—¡¿El del helicóptero es Alberto?!

—¡Sí! ¡Síguelo!

Nuria reduce una marcha para acelerar el coche más al pisar con fuerza el acelerador. El motor eléctrico las impulsa con ímpetu y pasa de un sonido suave a escucharse la descarga de la batería por la intensidad que alcanza. La inercia es tal que Eva se da un golpe en la cabeza en la sien. No le ocurre nada más aparte del dolor. Los militares siguen disparando sin descanso, hacen turnos de dos entre las recargas de los fusiles. Luca se coloca entre los dos furgones a la izquierda a toda velocidad. Eva lo ve por el retrovisor.

—¡Siento haberme marchado de esa forma, Eva! ¡Quería evitar precisamente esta situación!

—¡¿Habrías salido tú sola de este gallinero?!

Nuria se ríe. Eva no pierde nunca su sarcasmo.

—¡Aun así… —sigue Eva—… no te vas a librar de contarnos toda la verdad! ¡Ese tío que va en la moto detrás nos ha contado quién eres, Nuria! ¡Pero sigo sin creerme que no seas humana!

Nuria reflexiona un instante si debe decírselo o no. Desde luego, no era un farol lo que acababa de contar Eva. Pero no quería hablar demasiado en una situación tan tensa como en la que estaban en ese momento.

—¡¿Realmente quieres saber por qué estaba presa en una cámara acorazada?! ¡¿Es eso?!

—¡Sí! Y saber ¿por qué desapareciste tan deprisa aquella noche del naufragio? ¿Por qué te infiltraste en el hospital? ¿Por qué me has mentido dos veces? ¿Y por qué mierdas ese tío te llama Sujeto 0?

—¡Demasiadas preguntas! Deberíamos ponernos a salvo antes. Luego os contaré todo. ¡Lo prometo!

—¡Más te vale! O si no, me llevo la gloria de haber inventado yo este cacharro.

La broma de Eva hace gracia a Nuria durante unos segundos. Vuelve a concentrarse en la carretera.

Alberto lleva el helicóptero por encima de una ladera. Nuria se fija en que hay un camino de tierra y puede seguirlo. Antes, mira por el retrovisor a Luca entre los dos furgones. Ese hombre otra vez. Nuria lo reconoce, participó la primera vez que fue secuestrada por el Gobierno. Recuerda al motorista de negro que había delante del coche de seguridad en el que la llevaron amordazada y esposada, con un sistema de seguridad especial del que no podía escapar. No se había dado cuenta que era el mismo que las persiguió cuando escaparon de Dena.

En todo este tiempo, Nuria podría haber desatado su poder, pero las reglas de su misión le han impedido interferir más de lo que ya ha hecho. Debe seguir concentrada en tratar de no volcar el vehículo en la tierra mientras sigue a Alberto. Los furgones van algo más lentos por la arena y cogen ventaja respecto a ellos.

Suben hasta que llegan al punto más alto del camino. El helicóptero se aleja y Eva y Nuria ven a lo lejos el pequeño aeródromo abandonado. También se fijan en que no van a estar solos, hay una comunidad de No-Humanos cerca del aeródromo que han escuchado los disparos y han empezado a movilizarse a toda velocidad.

—¡En el búnker descubrimos que no se trataba de un virus! ¡Es una maldita bacteria lo que les vuelve locos!

—¡Lo sé Eva! ¡Fui yo quien liberó esa bacteria del ártico!

Entonces, Eva pasa de haber estado dispuesta a mejorar su relación con Nuria a tenerle un odio profundo e imperdonable. Mira a Nuria, incrédula ante sus palabras, los ojos se le acristalan ante las lágrimas, al igual que a Nuria, que se seca rápidamente con el brazo derecho para poder seguir conduciendo mientras descienden a toda velocidad por el camino de tierra.

En ese instante, todo el ruido de las armas, el motor del coche, las ruedas girando por el asfalto y el helicóptero a lo lejos descendiendo para poder recogerlas en el aeródromo, todo ese ruido que las había obligado a hablar a voces durante los últimos minutos se convierte en un silencio sepulcral para Eva. Ella ha provocado este desastre humanitario. Luca tiene razón.

Nuria atraviesa la valla que limita la extensión del aeródromo con el morro del coche. Vuelve a acelerar todo lo posible para acercarse al helicóptero cuanto antes. Eva sigue mirándola impasible, pero Nuria se centra en llegar, ignorándola. Por el retrovisor, ve que los furgones han descendido y ya disparan directamente a matar. Una bala atraviesa el coche por el centro y eso hace reaccionar a Eva. Nuria frena bruscamente y deja la marca de los neumáticos en el asfalto del aeródromo hasta detener el vehículo. Alberto ya está preparado con el helicóptero en tierra. Salen del coche mientras los furgones han entrado y corren hacia el transporte.

Luca se queda rezagado en lo alto del camino al ver al grupo de No-Humanos. Los furgones se colocan en paralelo y salen un total de cuatro hombres por cada furgón. Unos disparan a Nuria y a Eva, los otros al helicóptero. Una bala alcanza la pierna de Eva y cae a la par que se le escurre el artefacto de entre las manos.

—¡NO! —grita Alberto. Y sin dudarlo, baja del helicóptero para ayudar.

Los furgones se frenan y salen de ellos todos los militares: un total de dieciséis hombres disparando sin cesar mientras avanzan hasta la posición de los tres amigos. Alberto llega hasta Eva, que recupera el artefacto del suelo con dificultad. La levanta, pero las balas les sobrevuelan mientras otras impactan en el coche, que hace de escudo.

Nuria se gira rápidamente hacia los soldados y eleva sus dos manos con un movimiento semicircular vertical de sus brazos. Crea una barrera de energía que frena las balas al entrar en contacto con la misma y termina por desintegrarlas completamente. Eva y Alberto presencian el verdadero poder de Nuria. Manteniendo la barrera de energía, Nuria usa su mano derecha para crear una onda expansiva que hace volcar los dos furgones y a algunos soldados salir por los aires. Desde lo alto del camino de tierra, Luca contempla la escena. Con los soldados restantes aun disparando, Nuria cierra su puño derecho y sus armas se desintegran en polvo. Ahora no pueden hacer nada.

Cesados los disparos, Nuria ayuda Alberto a levantar a Eva y juntos suben al helicóptero ante las miradas atónitas de los soldados. Nuria coloca a Eva en el asiento trasero y el cinturón le sirve como torniquete.

—¡Aprieta fuerte, Eva!

—¡Vamos, Nuria! —grita Alberto.

Nuria se coloca a la derecha de Eva, a la vez que Alberto se coloca el cinturón y el intercomunicador. Nuria sigue los mismos pasos mientras Alberto se eleva. Una vez en el cielo, ven como la horda de No-Humanos invade el aeródromo y ataca a los soldados que han quedado desarmados al tratar de huir inútilmente.

A lo lejos, ven a Luca observarlos. Él no ha cumplido su misión aún y su vuelta a Italia tendrá que esperar. Solamente puede informar de que el Sujeto 0 debe ser eliminado por completo.

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