1983

1983


Primera parte » Capítulo 8

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Sueñas…

Y en tus sueños…

Con la tripa llena tostadas, pescado rebozado con patatas fritas, guisantes y té cruzamos el Springs y entramos en el mercado para que Gareth se provea de su dosis de porno semanal en un puesto de libros de segunda mano, le ayudas a elegir mientras la mujer que atiende el tenderete le señala varios números que se ha perdido, se los regalas porque es su cumpleaños y la lluvia está cayendo a chorros por el toldo, y mientras Gareth se guarda su porno de segunda mano en una bolsa de papel marrón y las mujeres de los lectores pasan de largo con sus bolsas de plástico, sus paraguas, su carne y sus niños entre los pies, piensas qué cojones será de ese mercado cuando terminen de construir el Ridings.

En tus sueños tienes alas…

Seguimos sorteando charcos de sangre, dejamos atrás pescaderías y casquerías, subimos por un costado del Fleece, pasamos por detrás del Bullring, salimos enfrente de la estación de autobuses y entramos en Tickles justo a tiempo de ver a la stripper de la tarde y de tomarnos la primera pinta del fin de semana, pero Gareth empieza a protestar porque los vasos son de plástico y porque no hay asientos libres y entonces Ken el pinchadiscos pone

Billie Jean y Tina entra en escena cubierta de lentejuelas, con unas tetas descomunales, manda a tomar por culo a la mitad de los espectadores y luego a la otra mitad, y hoy no le guiña un ojo a John Piggott, el abogado de las strippers y los pinchadiscos, de los camareros y los gorilas, y los focos apuntan a la espalda de Tina.

Pero esas alas de tus sueños…

Tres pintas más tarde estáis en Hills, al lado, entre número y número, esperando a que empiece a actuar la de las dos y media, que a saber de dónde cojones habrá salido, sin tabaco y otra vez con hambre y con ganas de mear, y hay un viejo leyendo un

Evening Post con la foto de Hazel Atkins y un titular que dice:

La policía detiene a un vecino de Morley, escrito en letras grandes, negras y rojas, y cuando Gareth dice que eso tiene muy mala pinta y que ahorcar a ese cabrón sería un castigo demasiado benévolo, el viejo asiente con la cabeza y a ti se te retuercen los sesos, la vejiga y las tripas, empiezan a gritar y a aullar, y el viejo sigue asintiendo con la cabeza, parpadea, sonríe y enseña unos dientes amarillos y sucios, apenas sujetos a las encías inflamadas y negras.

Son enormes y están podridas.

La quinta pinta, dos envases de ternera con cebolla, y Gareth dice que quiere tomarse una pinta decente enfrente del Bullring, en el Strafford, pero lo mandas a la mierda porque en realidad es a Ladbrokes adonde quiere ir y tú estás aquí tan contento viendo el escenario pequeño, la bola de espejos brillantes y la pista de baile vacía, oyendo a Phill Collins y esperando a que Ken el pinchadiscos ponga

Too Shy, que es la canción de Debbie la Rubia, y tienes muchas ganas de ver a Debbie, porque está buenísima aunque tiene dos hijos y el dueño del local la obliga a cubrirse los tatuajes con esparadrapo.

La habitación roja.

Otra vez bajo la lluvia, encogidos, vamos a comprar tabaco para el resto de la noche, dos paquetes para ir tirando, y le decimos a Gaz que nos vemos a las seis en el Waterloo, seis y media como muy tarde, pero dice que estará en Clothiers cuando abran, por si cambiamos de idea, y luego vamos a Greggs a comprar unas empandillas y un poco de carne de Cornualles en conserva, volvemos a St. John’s, pasamos por delante del colegio y llegamos a Blenheim Road, donde el asfalto está cubierto por una alfombra de cristales rotos y parabrisas reventados, algunos de color rojo, muy intenso y oscuro.

Sueñas.

A las cinco y cuarto te estás dando un baño de espuma con un vaso de Gordon’s con limón y hielo en el borde de la bañera, intentando no volver a quedarte dormido, sales de la bañera y te vistes con los dedos pringados de gel fijador extrafuerte verde, te sirves otro gintonic para bajar la última empanadilla, aunque te has quedado sin hielo y limón, pero ya empiezas a encontrarte mejor, pones a Rod Stewart, dudas entre unos pantalones de campana o unos vaqueros, piensas que a la mierda el dinero y llamas a un taxi para ir al Waterloo y estar en la puerta del Westgate Run en cuanto abran, notas el mal aliento al hablar por teléfono y te lavas los dientes a conciencia.

Y en tus sueños…

Gareth ya está en la barra, medio borracho, con un té negro en la mano, y los demás apretujados detrás de ti: Sarn, Kelly, Daz, Hally, Foz, Dickie y Mark el bombero, enfrente de un grupo de chicas que también están empezando la noche, de despedida de soltera, todas muy animadas y muy contentas, y Gareth hace los honores: paga una ronda para todos en el primer bar y no vuelve a pagar más copas en toda la noche, la tuya de Southern Comfort, pero él lo sabe, y en la barra hay un viejo con una chaqueta blanca y una bandeja llena de caracoles y te miras los zapatos para ver si has pisado una mierda de perro y te arden las orejas.

En tus sueños tienes miedos…

En el White Hart nos encontramos con las que van de despedida de soltera, Gareth y Span juegan a los dardos, Kelly cuenta chistes, Hally y Foz se mean de la risa, los mismos chistes de siempre, más divertidos y más guarros a medida que las semanas se convierten en meses y los meses en años, Daz sigue analizando la temporada del Leeds desde que empezó hablando de Harley en el Waterloo, aunque ahora está hablando de Thomas, Dickie está como una cuba y medio dormido, Mark el bombero selecciona gilipolleces en la máquina de discos y los demás se lo pagan con gilipolleces, y hay cerveza en el cenicero, cerveza en la mesa, cerveza en los asientos, cerveza en el suelo, y Kelly nos recuerda aquella vez que Foz se cagó en el bolso de una tía en el Raffles.

Pero todos tus miedos, en todos tus sueños…

El Waggon and Horses está vacío y Kelly dice que deberíamos bajar un poco el pistón y esperar a que lleguen las de la despedida de soltera, lo dice porque ha quedado con Ange en el Elephant, pero un tío que está en la barra dice que ha habido una pelea en el Smith’s Arms y pensáis que mejor pasáis del Smith’s y vais directos al Old Globe, pero os bebéis la copa muy deprisa y Mark el bombero se cabrea porque ha puesto otra carga de gilipolleces en la máquina de discos,

Whiter Shade of Pale, para los putos principiantes, y alguien le mete en la cerveza un tampax que nadie sabe de dónde hostias ha salido, para que se dé prisa, pero no está usado y no le impide beberse la pinta de un trago.

Son islas perdidas en lágrimas…

El jefe del Smith’s Arms dice que sólo han roto unos cuantos vasos, nada grave, unos que venían de Stanley con ganas de bronca y por lo visto se enteraron de que los de Streethouse iban a por ellos, creyeron que tenían posibilidades y se pusieron un poco bordes, aunque al final sólo rompieron unos cuantos vasos, y entran las tías que están de despedida de soltera, pero se te acaba de abrir el grifo y estás mirando la paredes del meadero llenas de pintadas, donde alguien ha escrito el nombre de esos punks, de los Paunch Cowboys, y ha pegado por todas partes trozos de papel higiénico después de limpiarse el culo.

La habitación blanca.

Stopper y Norm están en el Old Globe, ya son las siete y media y el viejo mapamundi y las láminas de barcos invitan a empezar con un Captain Morgan’s seguido de una Barley Wine con sidra, y al ver que la tripulación ya está subiendo a bordo Stopper grita ¡ah, del buque!, porque le encantan el capitán Pugwash[3], el

Cerdo Negro y el contramaestre Bates, y te pones a hablar de

El holandés errante cuando de pronto juras que estás oyendo otra vez a los Procol Harum de los cojones en la máquina de discos, pero Hally te llama gordo picapleitos de mierda y dice que eso no es una puta máquina de discos, que nunca lo ha sido, que allí no hay.

Sueñas…

En el Swan With Two Necks volvéis a encontraros con las tías que están de despedida de soltera y después de unas pintas tienen mejor pinta, sobre todo la del pelo castaño y corto que debe de ser la novia, por lo menos no parece una gorda de mierda como tú, y Dickie dice que un anillo de compromiso no significa un carajo y ella sonríe cuando va al baño y cuando vuelve manda a Kelly a tomar por culo porque él le suelta su frasecita de siempre y le pregunta: ¿has ido a cagar, guapa?, y el pelo le huele a champú y a humo, y subido al taburete piensas si habrá ido a cagar o sólo a mear, sin querer pensarlo.

Y en tus sueños…

Daz te alcanza en Henry Boons y ahora está hablando de Hird, dice que tendrían que haberlo ahorcado o haberle pegado un tiro porque ha jugado de pena toda la temporada, aunque la culpa la tiene Eddie Gray, el puto seleccionador, ¿o no?, un cabrón de mierda, no te ofendas, John, y todos apuran la copa deprisa, todos menos Kel, porque Ange y sus amigas estarán en el Elephant, y tú te alegras porque algunas amigas de Ange son simpáticas, pero aún tenéis tiempo de tomar una rápida en el Mid antes de ir al Elephant, y vais por detrás pasando antes por el Prison, donde todos menos tú entran cantando a coro

Born Free.

En tus sueños ves cosas…

El Mid apesta a humedad, está lleno de punkis y estudiantes de la Politécnica y un par de tíos del Labour Club con ganas de hablar de política hasta que se dan cuenta de que en el estado en el que estás es imposible, aunque eso no te impide cagarte en la Thatcher por lo que ha dicho esa misma mañana en el

Post, por la monserga de volver a los valores eternos de la época victoriana que serán los que gobernarán en Gran Bretaña hasta la década de 1990, es decir, hasta que el Ejército Republicano de Yorkshire le ponga otra bomba y a tomar por culo, eso dices, el IRA, pero te entran ganas de vomitar de repente, vas corriendo al baño y echas la Barley Wine hasta por la nariz.

Pero todas estas cosas, en tus sueños…

Ange no está en el Elephant y Kel se cabrea, la sala de billar está a tope y alguien dice que los de Streethouse vienen de camino y como los de Stanley están allí parece que se va a armar la de dios, y de repente se rompe un vaso y todo el mundo da un salto, pero Sarn dice que es por las anfetas, que es sólo por las anfetas, y en el baño decides qué hacer porque Hally dice que se larga a un club, pero nadie lleva corbata, casi todos vamos en vaqueros y a nadie le apetece un carajo ir a casa a cambiarse, así que tendrá que ser el Raffles o algún antro por el estilo porque así vestidos tampoco nos dejarán entrar en el Casanovas.

Son como cuervos grandes y negros…

A saber quién coño dijo que siempre había un montón de tías buenas en el Evergreens porque allí sólo hay una pandilla de Siouxsie Siouxs que te fulminan con la mirada hasta que Wilf el enano punk al que defendiste cuando lo detuvieron por mearse en la fachada de la biblioteca de Balne Lane el día que perdió uno de sus zapatos Creepers y no podía volver a Flanshaw saltando a la pata coja, el enano punk que siempre te llamaba Petrocelli y al que terminaron poniendo una multa de cincuenta libras mientras a su viejo y a ti os acusaban de desacato dice que a los de Streethouse los han trincado en Westgate después de pelearse con unos chicos de Stanley.

La habitación azul.

Kelly está en el Friars, contando la misma historia de los de Streethouse cuando os encontráis con él, Dickie, Ange y una de sus amigas, que han vuelto al Graziers para tomar la última, pero Daz y Foz se han quedado en el Elephant hablando con dos tías del grupo de la despedida de soltera, típico de cojones, y ahora sois Sarn y tú los que habláis por los codos como si fuérais los amos del mundo, y Mark dice que Gareth está potando en el baño porque lo que le han dado en el Evergreens no era Glenfiddich, aunque estará en forma para ir al Raffles o al Doly Grays o a donde sea, pero a ver si os decidís de una puta vez, y Hally de pronto se queda muy callado y tiene los ojos rojos.

Sueñas…

Kel y los demás están en la puerta pensando en ir a su casa o a la de Norm y te dice que vayas con ellos porque el Raffles estará hecho una mierda, lleno de putos frikis, y en su casa hay mogollón de todo, pero le dices que siempre te quedas en su casa o en la de Norm los viernes y los sábados, y como es el puto cumpleaños de Gareth deberíais ir todos al Raffles, pero Ange dice que tiene que madrugar al día siguiente porque le toca el turno de mañana, que quieren retirarse, y le dices a Kel que lo esperas mañana en Billy Walton’s a eso de las dos, subes la cuesta hacia Westgate y meas detrás de una casa mientras una luz se enciende y se apaga en seguida.

Y en tus sueños…

Terminas de subir la cuesta con ganas de vomitar y ves un montón de gente que sale dando tumbos de los bares para ir a los clubs, entre un follón de taxis y de últimos autobuses que tienen que frenar para no atropellar a los que se están peleando o se caen en medio de la calzada con sus kebabs y sus hamburguesas húmedas, sus pizzas y su comida india, y la tiran al suelo o la vomitan mientras los polis esperan sentados en los furgones con los perros atados hasta que un tío con un casco asoma la cabeza por una ventanilla cuando una putilla lanza un carrito de supermercado desde la acera y el 127 tiene que frenar en seco y, ¿has visto eso?, ¿qué has dicho?, sí, qué cojones, nos ha jodido que lo has visto.

En tus sueños, lloras lágrimas…

Pagas dos libras para entrar en el Raffles y el gorila te da una palmadita en la espalda, porque lo conoces, pero ni un puto céntimo de descuento porque la zorra de la puerta se está follando al jefe, aunque está bien saber que Graham sigue trabajando allí porque nunca se sabe lo que puede pasar y eso es exactamente lo que le dices a una tía que está en la barra y no está nada mal y luego bailas con ella un trozo de canción de David Bowie, morreas un poco cuando suena Bonnie Tyler, te acuerdas de que Gareth se ha desmayado y Scarn te está llamando Doctor Love, y das gracias por no haber tomado más anfetas, ¡joder!

Pero todas tus lágrimas, en tus sueños…

Los padres y el hermano de la tía se han ido a pasar el fin de semana a la caravana así que mientras hacéis cola para coger un taxi en Cheapside os magreáis de vez en cuando, tiene las piernas bonitas y bronceadas, el pelo rubio y bonito un poco sudado, y en el taxi le tocas el coño que huele a pino, a vómito y a sudor, bajáis en el centro de Ossett y compráis un curry para llevarlo a su casa, aunque dice que tendrá que abrir todas las putas ventanas porque volverán el domingo a la hora de comer y su padre no soporta ese asqueroso olor a paqui en la casa.

Son islas perdidas en miedos…

Al ver que el curry le quita la cogorza y la idea de echar un polvo contigo te arrepientes de no haberlo hecho antes del curry o detrás del Raffles, porque se pone un poco rara y te dice que te estés quieto, que tiene la regla, y piensas que aún puedes tenderle la trampa número dos, pero no va a pasar, esa noche no, las cortinas empiezan a dar vueltas, los dibujos de la alfombra y el tapete dorado empiezan a dar vueltas, y te dice que puedes quedarte en el cuarto de su hermano si prometes no vomitar ni cagarte en sus sábanas, es decir, si no quieres irte a casa, y en ese momento no quieres.

La habitación roja, blanca y azul (igual que tú).

Te despiertas asustado a eso de las cinco debajo de un póster de Kenny Dalglish, vas a su habitación, te metes en su cama, le bajas las bragas, le sobas bien las tetas y ella finge que está dormida mientras la lames y te la follas, y como no abre los ojos en ningún momento le metes un dedo por el culo y te la vuelves a follar, carne y hueso, grasa y músculo, sangre y te corres, bajas las escaleras, le robas el periódico y un paraguas, sales a la calle y te quedas en el jardín debajo del paraguas mirando esa foto en la portada del periódico y entonces te das cuenta de que estás en Towngate.

Towngate, Ossett, donde Michael Williams asesinó a su mujer con un martillo y un clavo de veintinco centímetros en 1974 o 1975 en la matanza del

Exorcista.

Más o menos por aquel entonces trincaron a Michael Myshkin.

Más o menos por aquel entonces Hazel Atkins cumplía un año.

Y te quedas en el jardín debajo de su paraguas mirando esa foto en la portada del periódico y te arrepientes de haber…

Porque no hay salida, no hay

escapatoria.

Ya no.

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