1983

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Tercera parte » Capítulo 36

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El Ángel Negro, con el pelo revuelto y sangre en los dientes, junto a la ventana de la iglesia de Cristo Abandonado.

El martes por la noche van a por BJ.

Dan una patada en la puerta y los sietes salen volando entre astillas de madera.

Agarran a BJ.

Abofetean a BJ.

Dan puñetazos a BJ.

Dan patadas a BJ.

Esposan a BJ.

Amordazan a BJ.

Encapuchan a BJ.

Arrastran a BJ por la habitación.

Tiran a BJ por las escaleras.

Se llevan a BJ por Spencer Place.

Meten a BJ en una furgoneta.

Cierran las puertas.

Se marchan con BJ.

Susurran.

Encienden cigarrillos.

Queman a BJ a través de la camisa y de los pantalones.

Se ríen cuando BJ grita.

Se ríen cuando BJ se ahoga con la mordaza.

Frenan.

Paran.

Abren las puertas de la furgoneta.

Dan puñetazos a BJ.

Dan patadas a BJ.

Sacan a BJ de la furgoneta.

Lanzan a BJ por encima de una valla de madera.

Levantan a BJ del suelo.

Arrastran a BJ por unas escaleras.

Siguen arrastrando a BJ por un pasillo.

Levantan a BJ en una habitación.

Susurran.

Patean a BJ en los huevos.

Se ríen cuando BJ cae de rodillas.

Levantan a BJ del suelo.

Sientan a BJ en una silla.

Atan a BJ a la silla, encapuchado y con las manos esposadas en la espalda.

Dejan solo a BJ.

El Ángel Negro, con el pelo revuelto y sangre en los dientes, junto a la ventana de la iglesia de Cristo Abandonado en la séptima planta del Hotel Griffin, en la antigua y maldita ciudad fantasma de Leodis.

—¡Despellejad vivo este cabrón! —grita en la cara de BJ, que sigue encapuchado.

BJ se desmaya y se mea encima.

El Ángel Negro, con el pelo revuelto y sangre en los dientes, junto a la ventana de la iglesia de Cristo Abandonado en la séptima planta del Hotel Griffin, en la antigua y maldita ciudad fantasma de Leodis. Con la ropa arrugada y las alas quemadas.

Una bofetada en la cara de BJ.

BJ se despierta encapuchado.

Otra bofetada.

BJ cabecea.

Tiran la silla de una patada.

BJ intenta hablar con la mordaza puesta.

Se ríen.

BJ llora.

El Ángel Negro, con el pelo revuelto y sangre en los dientes, junto a la ventana de la iglesia de Cristo Abandonado en la séptima planta del Hotel Griffin, en la antigua y maldita ciudad fantasma de Leodis. Con la ropa arrugada y las alas quemadas. Encima de la cama hay una toalla blanca.

Hay luz.

Puede que ya sea de día.

Hay una luz brillante.

BJ tiene la boca seca y agrietada por la mordaza, cortes y sangre en las muñecas por las esposas.

Se le ha secado el pis en la entrepierna y en los pantalones.

Quizá esté solo en la habitación.

BJ avanza un paso hacia la luz.

Suena un teléfono.

Oye pasos que se acercan.

Agacha la cabeza.

Alguien coge el teléfono.

Una voz, una voz que BJ conoce, dice:

—Te preocupas demasiado, Eric.

Tengo que pensar.

—No se te ocurra decir nada, Eric.

Pensar, pensar a toda leche:

—No me jodas, Eric.

Eric Hall, Antivicio de Bradford; hasta el cuello de mierda: tráfico de drogas con los chicos de Spencer Place, chulo de Karen Burns y Janice Ryan; Janice se lía con Bobby Fraser, un poli de la Brigada Criminal de Leeds y yerno de Bill el Tejón; Janice muere y unos dicen que ha sido Eric, otros dicen que ha sido Bobby y otros que ha sido el puto Destripador de Leeds.

—Eric, conozco a Peter Hunter, y no será un problema.

Peter Hunter, el Caballero Blanco; Don Limpio de Manchester.

—Sí, eso digo y tú harás lo que yo te diga, ¡joder!

Eric está cagado.

—No me jodas, Eric.

Tengo que pensar, pensar.

—Eric, somos tus únicos amigos. Así que, deja de tocar los huevos.

Pensar, pensar a toda leche:

—O empezaremos a tocártelos a ti.

¿Han cogido a BJ por lo de Morley o lo han cogido por Jack?

Una pausa larga y:

—Ya lo sé. Todos estamos igual.

¿Van a matar a BJ o no?

—No, tú no.

Tengo que pensar, pensar, pensar.

—No llegaremos a eso.

Pensar, pensar a toda leche:

—Cuidaremos de ti.

Eric Hall ya está muerto.

El Ángel Negro, con el pelo revuelto y sangre en los dientes, junto a la ventana de la iglesia de Cristo Abandonado en la séptima planta del Hotel Griffin, en la antigua y maldita ciudad fantasma de Leodis. Con la ropa arrugada y las alas quemadas. Encima de la cama hay una toalla blanca. Abre las cortinas y coloca la silla de mimbre en el centro de la habitación.

La cabeza caída, fuera de combate.

La misma voz, el mismo teléfono:

—Soy yo.

Yo: Policía Metropolitana de West Yorkshire.

—No ha vuelto.

Alguien está protegiendo a BJ; alguien, en alguna parte.

—Ha llamado Eric.

Eric, Eric, Eric.

—El cabrón de Hunter.

Peter Hunter, el Caballero Blanco.

—Eric es el compañero de Bob; te digo que Bob también.

Bob: ¿Craven, Douglas o Fraser?

—¿Sí? ¿Dónde?

No, por favor.

—Tráelo aquí.

Joder.

—Ahora.

Joder, joder.

—Esta noche.

Joder, joder, joder.

El Ángel Negro, con el pelo revuelto y sangre en los dientes, junto a la ventana de la iglesia de Cristo Abandonado en la séptima planta del Hotel Griffin, en la antigua y maldita ciudad fantasma de Leodis. Con la ropa arrugada y las alas quemadas. Encima de la cama hay una toalla blanca. Abre las cortinas y coloca la silla de mimbre en el centro de la habitación. Me quita la camisa.

Se acercan.

Se acercan.

Se acercan a la habitación.

Están aquí:

—Arriba, arriba —gritan.

Dan una patada a la silla donde está BJ.

Pegan a BJ en la cabeza.

Desencapuchan a BJ.

BJ parpadea con la luz brillante de la mañana.

—¿Qué cojones…? —pregunta Joe.

Cogen a Joe.

Abofetean a Joe.

Dan puñetazos a Joe.

Dan patadas a Joe.

Esposan a Joe.

Amordazan a Joe.

Patean a Joe en los huevos.

Se ríen cuando Joe cae de rodillas de dolor.

Levantan a Joe del suelo.

Sientan a Joe en una silla.

Atan a Joe a la silla, encapuchado y con las manos esposadas en la espalda.

Vuelven a encapuchar a BJ.

Dejan solos a Joe y a BJ.

El Ángel Negro, con el pelo revuelto y sangre en los dientes, junto a la ventana de la iglesia de Cristo Abandonado en la séptima planta del Hotel Griffin, en la antigua y maldita ciudad fantasma de Leodis. Con la ropa arrugada y las alas quemadas. Encima de la cama hay una toalla blanca. Abre las cortinas y coloca la silla de mimbre en el centro de la habitación. Me quita la camisa. Coge la navaja de afeitar.

BJ se despierta:

Aún es de día.

Joe debe de estar cerca, en alguna parte.

BJ intenta ver a través de la capucha.

Pero no puede y la luz se está yendo.

Se va muy deprisa.

El Ángel Negro, con el pelo revuelto y sangre en los dientes, junto a la ventana de la iglesia de Cristo Abandonado en la séptima planta del Hotel Griffin, en la antigua y maldita ciudad fantasma de Leodis. Con la ropa arrugada y las alas quemadas. Encima de la cama hay una toalla blanca. Abre las cortinas y coloca la silla de mimbre en el centro de la habitación. Me quita la camisa. Coge la navaja de afeitar. Cuando termina de afeitarme sopla para quitar los pelos sueltos.

Bj se despierta:

Es de noche.

Joe debe de estar cerca, en alguna parte.

BJ intenta oírlo, oírlo respirar.

Pero no lo oye, y empieza a sonar el teléfono.

Suena un buen rato.

El Ángel Negro, con el pelo revuelto y sangre en los dientes, junto a la ventana de la iglesia de Cristo Abandonado en la séptima planta del Hotel Griffin, en la antigua y maldita ciudad fantasma de Leodis. Con la ropa arrugada y las alas quemadas. Encima de la cama hay una toalla blanca. Abre las cortinas y coloca la silla de mimbre en el centro de la habitación. Me quita la camisa. Coge la navaja de afeitar. Cuando termina de afeitarme sopla para quitar los pelos sueltos. Coge un destornillador Philips y un martillo.

Se enciende una luz y el teléfono deja de sonar: La cabeza caída.

Alguien coge el teléfono.

Fuera de combate.

Esa voz, esa voz que BJ conoce, dice:

—¿Sí?

Joder.

—¿Cuándo?

Joder, joder.

—Estaremos esperando.

Joder, joder, joder.

El Ángel Negro, con el pelo revuelto y sangre en los dientes, junto a la ventana de la iglesia de Cristo Abandonado en la séptima planta del Hotel Griffin, en la antigua y maldita ciudad fantasma de Leodis. Con la ropa arrugada y las alas quemadas. Encima de la cama hay una toalla blanca. Abre las cortinas y coloca la silla de mimbre en el centro de la habitación. Me quita la camisa. Coge la navaja de afeitar. Cuando termina de afeitarme sopla los pelos sueltos. Coge un destornillador Philips y un martillo. Se pone detrás de mí.

Se acercan.

Se acercan.

Se acercan a la habitación.

Están aquí:

—Arriba, arriba —gritan.

Dan una patada a la silla donde está BJ.

Abofetean a BJ en la cabeza.

—Poneos las máscaras —dice uno—. Y quitadles las capuchas.

Les quitan las capuchas.

BJ parpadea con la luz de la única bombilla.

—Quitadles las mordazas.

Les quitan las mordazas.

—¿Qué cojones…? —dice Joe.

Le dan puñetazos a Joe.

BJ sabe dónde está:

En un apartamento encima de una tienda de Bradford Road.

En un apartamento donde dos hombres están atados, sangrando, debajo de una sola bombilla; alrededor de BJ y de Joe hay tres hombres con mono y máscaras, con martillos y tenazas.

El Ángel Negro, con el pelo revuelto y sangre en los dientes, junto a la ventana de la iglesia de Cristo Abandonado en la séptima planta del Hotel Griffin, en la antigua y maldita ciudad fantasma de Leodis. Con la ropa arrugada y las alas quemadas. Encima de la cama hay una toalla blanca. Abre las cortinas y coloca la silla de mimbre en el centro de la habitación. Me quita la camisa. Coge la navaja de afeitar. Cuando termina de afeitarme sopla para quitar los pelos sueltos. Coge un destornillador Philips y un martillo. Se pone detrás de mí. Me pone la punta del destornillador en la coronilla.

Sujetan a Joe por la cara.

—Eres un chico muy ocupado, ¿verdad que sí, Joseph?

BJ los oye reírse por debajo de las máscaras.

Se acercan a Joe:

—¿Quieres saber de qué va esto?

Se ríen:

—¿Qué calladito te lo tenías?

—Eso es una falta de educación.

—Habrá que enseñarle modales, ¿no?

—Se los vamos a enseñar.

—Bajadle los pantalones —dicen.

Joe se retuerce, atado a la silla:

—Por favor.

Le bajan los pantalones.

Cogen el martillo.

Joe se retuerce y tiembla, la polla pequeña y los ojos grandes:

—No es necesario…— dice Joe.

Levantan el martillo por encima de su cabeza:

—Los modales siempre…

Le estampan el martillo contra la rodilla derecha…

—… Siempre son necesarios, Joseph.

Joe grita.

BJ aúlla.

Se inclinan sobre la cabeza de Joe y dicen:

—Gledhill Road, Morley. ¿De quién fue la idea?

Joe tiembla. Llora.

—¿Sigues trabajando para Eric?

Joe tiene los ojos muy abiertos…

Los sigue con la mirada, a ellos y a su martillo, mientras dan vueltas por debajo de la única bombilla.

Joe no se atreve a parpadear.

—Joseph —dicen—. ¿Quién lo organizó?

Joe empieza a abrir y cerrar los labios carnosos como un idiota.

—¿Sabes quién fue?

Joe asiente.

Se inclinan sobre la cabeza de Joe y gritan:

—Pues dilo.

Joe sorbe por la nariz y balbucea:

—¿Lo de Morley?

—Sí.

—Eric, fue Eric.

—¿Eric?

Joe asiente varias veces.

—¿Nadie más?

—No.

—¿No lo planeaste todo tú solito?

—No.

—¿No pensaste en huir con el dinero?

—No.

—¿Para librarte de tus obligaciones, de tus compromisos?

—No.

—¿De nosotros? ¿De tus amigos?

—No.

—¿No pensabas largarte y joder a tus amigos? ¿No era ése tu plan?

—No.

—¿Vengarte?

Joe Rose mira a BJ una puta fracción de segundo.

Y en esa puta fracción de segundo su vida termina.

El Ángel Negro, con el pelo revuelto y sangre en los dientes, junto a la ventana de la iglesia de Cristo Abandonado en la séptima planta del Hotel Griffin, en la antigua y maldita ciudad fantasma de Leodis. Con la ropa arrugada y las alas quemadas. Encima de la cama hay una toalla blanca. Abre las cortinas y coloca la silla de mimbre en el centro de la habitación. Me quita la camisa. Coge la navaja de afeitar. Cuando termina de afeitarme sopla para quitar los pelos sueltos. Coge un destornillador Philips y un martillo. Se pone detrás de mí. Me apoya la punta del destornillador en la coronilla. Golpea con el martillo.

Otra vez.

Y otra.

Hasta que dicen:

—Está muerto.

Se queda mirando la única bombilla salpicada de sangre y al hombre atado y empapado en sangre; otros dos hombres con mono y máscaras, con martillos y tenazas están al lado de Joe.

Se quita la máscara y mira a BJ, lo mira fijamente.

Atado y salpicado con la sangre de Joe Rose, debajo de una única bombilla de luz blanca.

Se acerca a BJ.

Le sujeta la cara entre las manos.

Se limpia la sangre de Joe con las lágrimas de BJ.

Le da un beso a BJ en la frente y otro en la mejilla.

Saca una foto de debajo del mono.

Se la enseña a BJ.

Es la madre de BJ.

BJ abre la boca, pero…

Le pone un dedo en los labios y dice:

—Creo que necesitas un nuevo amigo, Barry.

BJ asiente.

—¿Puedo ser tu amigo?

BJ asiente.

Señala la foto de la madre de BJ:

—Entonces te ayudaré.

BJ asiente.

—¿Me ayudarás?

BJ asiente.

—¿Irás a ver a los chicos de Spencer?

BJ asiente.

—¿Les dirás que Joe está muerto?

BJ asiente.

—¿Les dirás que Eric Hall lo mató?

BJ…

—¿Se lo dirás?

BJ…

Vuelve a señalar la foto:

—Te ayudaré si tú me ayudas.

BJ…

—¿Para qué están los amigos?

Con la cabeza inclinada, coronado, BJ asiente…

Es 1977.

No hay cielo.

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