1977

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Quinta parte » Capítulo 25

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—Gracias —dije, y crucé el vestíbulo.

Pulsé el botón de la séptima y subí en el viejo ascensor del Griffin, viendo pasar los pisos.

Salí del ascensor al descansillo.

Recorrí el pasillo, por la alfombra desgastada, las paredes sucias, el olor.

Llegué a la puerta y me detuve.

Puse los dedos en el picaporte y lo giré.

Estaba abierto.

La habitación 77.

El reverendo Laws estaba en una silla de mimbre al lado de la ventana, la estación central de Leeds gris entre las chimeneas y los tejados, las palomas y su mierda.

Todo estaba ya dispuesto sobre una toalla encima de la cama.

—Siéntate, Jack —dijo de espaldas a mí.

Me senté en la cama, cerca de sus herramientas.

—¿Qué hora es?

Miré el reloj:

—Casi las siete.

—Bien —dijo, y se puso de pie.

Corrió las cortinas y llevó la silla de mimbre al centro de la habitación.

—Quítate la camisa y siéntate aquí.

Hice lo que me decía.

Cogió las tijeras de la cama.

Tragué saliva.

Se puso detrás de mí y empezó a cortar.

—¿Algo especial para el fin de semana?

—Sólo un poco de arriba —sonreí.

Cuando acabó, me sopló en la coronilla y luego me sacudió los pelos grises sueltos.

Volvió a la cama y dejó las tijeras.

Entonces cogió el destornillador de estrella y el martillo de bola, se puso detrás de mí y murmuró:

—Tu camino es el mar y tu sendero son las aguas inmensas y tus huellas nadie las conoce.

Cerré los ojos.

Él puso la punta del destornillador en la coronilla de mi cabeza.

Y vi:

los dos sietes chocar y que esto pasaba otra vez, y otra vez, y otra vez, gabardinas encima de caras, botas colocadas encima de muslos, un par de bragas dejadas en una pierna, sujetadores subidos, estómagos y pechos vaciados, cráneos hundidos, comportamientos violentos, la edad oscura y juicios por brujería, ciudades inglesas antiguas, diez mil espadas brillando al sol, tres veces diez mil bailarinas lanzando flores, elefantes blancos enjaezados de rojo, blanco y azul, con los precios que pagamos, las deudas que contraemos, las tentaciones de Jack debajo de gabardinas baratas, otro jersey de cuello vuelto y sujetador rosa subidos por encima de unas tetas planas y blancas, serpientes que surgen de heridas en estómagos, bragas blancas sacadas de una pierna, sandalias posadas en muslos flácidos, chicas de vida alegre ensangrentadas, sangre densa, negra, pegajosa, que salpica sus cabelleras con trozos de hueso y grumos de cerebro gris, que empapan lentamente la hierba de Soldier’s Field, los fuegos detrás de mis ojos, un camisón blanco de Marks Spencer, ennegrecido por la sangre que sale de los agujeros que él le ha hecho, todas llenas de agujeros, esa gente toda llena de agujeros, todas esas cabezas llenas de agujeros, Daniel ante el viejo muro en los días del pasado, juega con cerillas detrás de mis ojos, donde está escrito tofet

: Ford Capris blancos, Corsairs rojo oscuro, Landrovers, las múltiples maneras en que un hombre puede ser útil a su tiempo,

ODIO, sin sujeto, sin objeto sóloODIO: gánsteres de Yorkshire y polis de Yorkshire, la Pantera Negra y el Destripador de Yorkshire. Jeanette Garland y Susan Ridyard, Clare Kemplay y Michael Myshkin, Mandy Wymer y Paula Garland, el tiroteo del Strafford y el asesinato de El Exorcista

: Michael Williams y Carol Williams, en mis brazos en medio de la calle, sangre en mis manos, sangre en su cara, sangre en mis labios, sangre en su boca, sangre en mis ojos, sangre en su pelo, sangre en mis lágrimas, sangre en las suyas, Sangre y Fuego, y lloro porque sé que se ha acabado, y encima de la chimenea que hay enfrente de la puerta cuelga un grabado titulado La viuda del pescador

, un chaquetón marinero hace las veces de cortina encima de la ventana, destornilladores de estrella, pesadas botas de goma, martillos de bola, el Minstrel por una cabeza, la cerveza de jengibre, el pan mohoso, las cenizas en la parrilla, una habitación y una chica de blanco que se vuelve negro hasta las uñas y los agujeros de su cabeza, sólo una chica, se oyen pasos en los adoquines de la calle, el corazón ausente, la puerta cerrada por dentro, sigues corriendo pero sabes que no vas a llegar muy lejos: disparos en Hanging Heaton, disparos en Skipton, disparos en Doncaster, disparos en Selby, Jubela, Jubelo, Jubelum

, él se acaricia la barba, menea la cabeza, guiña un ojo y se marcha, donde buscas uno hay dos, dos tres, tres cuatro; donde buscas cuatro tres, tres dos, dos uno, los que se van y los que no pueden irse nunca, the man I love is up in the gallery

, en los últimos días, el tiempo que se tiene, cuando vuestros hijos e hijas dirán profecías, y vuestros jóvenes tendrán visiones, y vuestros ancianos soñaran sueños, no hay milagros para los muertos, sólo sueños que sonríen en las tinieblas, carne entre sus dientes, se da una palmada en la panza, eructa, se acicala el pelo, se acaricia el bigote, sonríe, arquea una ceja, frunce el ceño y dice que no con la cabeza, guiña un ojo y vuelve a marcharse después del horror: mañana y pasado mañana, otra vez se va, desdichado y familiarizado con la muerte desde mi juventud, sufro vuestros terrores: estoy desesperado, mis compañeros en la oscuridad, y tiene que ver otro medio, La viuda del pescador

en pintura roja fresca, botellas de jerez, botellas de licores, botellas de cerveza, botellas de productos químicos, todas vacías, una habitación en el infierno, Veinticinco años de éxitos de los 25 Años, el infierno a la vuelta de todas las esquinas, todos los amaneceres, olmos muertos, miles de ellos en jadeantes calles oscuras, en lascivos callejones traseros, rodeados por piedras silenciosas, enterrados entre ladrillos negros, por patios y callejuelas, el pie en el ladrillo, el ladrillo en la cabeza, las casas que construyó Jack, y ya viene, al jardín de la alegría quiere mi madre que vaya, ya viene, te follo y te duermes/te beso y te despiertas, y ya está aquí y no hay más infierno que éste, cabrona con suerte, ya han sido cinco aunque dicen que cuatro pero recordad la de Preston en el 75, dentro de aquélla me corrí, la muy guarra, Dios salva a la gente de Leeds y los cortes que no dejan de sangrar, las magulladuras que no curan, y noto que me vuelve a venir o sea que ponte algo bonito porque por esto muere la gente, por esto la gente, por esto, decís que ya son cinco, pero hay una sorpresa en Bradford, me muevo mucho, ¿sabéis? Eddie, Eddie, Eddie: destacados miembros de la policía que cuentan con nuestro más profundo agradecimiento, hombres que buscan la muerte pero no la encuentran, que desean morir pero la muerte les esquiva, como la indulgencia y el perdón de los pecados, el final de la penitencia, negros quemados en Hunslet Carr, gollums en el tren, nigerianos boca abajo en el río Calder, el rojo, el blanco y el azul, el Valle de la Muerte, los Páramos del Infierno, infiernos solitarios, interminables; las encerronas y las trampas, los montajes y la culpa, las hierbas susurrantes, el llanto, estatuas sangrantes, vecino contra vecino, hermano contra hermano, familias atadas y masacradas a bordo de Barcos Negros, madres que observan inmovilizadas cómo violan a sus hijas a bordo de Barcos Nupciales, el Barco Blanco hundido ante las costas de Albión, yo atrapado en un tren en medio de una tormenta de nieve en los Moors, en las habitaciones de los muertos, en las casas de los muertos, en las calles de los muertos, en las ciudades de los muertos, el país de los muertos, el mundo de los muertos, juntos en coche por una carretera, después de la lluvia, después de los 25 Años, acabados ya los fuegos artificiales, apagados el rojo y el blanco y el azul, hundidos en el sangriento vientre de la ballena en los últimos días, hombres que comen rifles, que beben gas, pandillas de negros rebanan cuellos de polis gordos mientras están en su casa viendo en televisión un programa de canciones religiosas de espaldas a la puerta, sus hijos juran vengarse, sus hijos lloran el resto de sus vidas, interminablemente: perdidos en habitaciones, chimeneas más altas que torres de campanario, minaretes más altos que chimeneas, el islam maldito en todas las ciudades, cruzadas de patio, cruzadas por los muertos, cruzadas sin fin, mañanas que son noche, envueltas en silencios repentinos, llamadas desde cabinas rojas, cubierto de sangre de la cabeza a los pies, perversas conexiones con la perversidad, árboles verdes con brillos plateados, sueños sin descanso que estiran los huesos, que los torturan, las caras largas del infierno, que cantan sus canciones de los condenados y los malditos: odas a la muerte, oraciones por los vivos, mentiras para todos, carruajes chirriantes pasan vacíos a toda velocidad, las puertas abiertas, flemas cancerosas se deslizan por el sumidero, de pie en la oscuridad entre las alas de la verdad, magullado en sueños, ayudadme, en las sombras de sus muslos, las pupilas de sus ojos, te follo y te duermes/te beso y te despiertas, cuando te despiertas, en habitaciones encima de tiendas, la carne real, las piedras dentro de mis zapatos, sentados juntos en sofás empapados de sangre, la noche en que Michael Williams le metió a Carol un clavo de treinta centímetros en la cabeza,

EN LA CABEZA DE MI CAROL, para salvar su alma, mi Carol, creo que he olvidado algo, caballos chinos pasan volando, con los lomos vacíos, los ojos abiertos, hablando sólo de rendirse, futuros escritos como si fueran pasados, gente abandonada en su angustia personal, soberana, infiernos reales, dicen mentiras y dicen verdades llenas de agujeros, tan llena de agujeros, esa gente tan llena de agujeros, todas esas cabezas tan llenas de agujeros, el tiempo que se tiene, fuera los perros y los hechiceros, los puteros y los asesinos agazapados en cementerios del sur propinando golpes en la cabeza a fulanas escocesas con instrumentos contundentes caseros, en 1977 sufro vuestros terrores, en 1977 estoy desesperado, en 1977 mis compañeros están en la oscuridad, en 1977 cuando los jóvenes ven visiones y los viejos sueñan sueños, sueños de indulgencia y perdón, el final de la penitencia, en 1977 cuando los dos sietes chocan y los cortes no dejan de sangrar, las magulladuras no curan, los dos testigos… concluido su testimonio, sus cuerpos yacen desnudos en la calle de la ciudad, la sangre del mar, la amargura de las aguas, mujeres borrachas de sangre y de paciencia y de fe en los santos, y yo me paro delante de la puerta y llamo, las claves de la muerte y el infierno y el misterio de la mujer, sabiendo que por esto muere la gente, por esto la gente, por esto en 1977 veo que

Bajó el martillo.

… no hay futuro.

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