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25. De campamentos, enfermedades y favores
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De campamentos, enfermedades y favores
DRAKE
7 de agosto de 2016
—Oye, cariño. ¿Te sientes bien? —Escucho la voz de mamá, sin embargo me duele hasta parpadear, razón por la que mantengo mis ojos cerrados.
—No. —Es todo lo que logro murmurar con mi boca seca.
Siento el tacto de su mano en mi frente y luego su boca dejando un beso en esa zona de mi piel, intento sonreírle con mis ojos todavía cerrados.
—Tienes fiebre, cielo. Buscaré el termómetro para tomarte la temperatura. ¿Hay algo que te duela?
—Todo, pero… —gimo de dolor sosteniendo mi estómago—, pero me duele mucho el estómago y siento que mi cabeza explotará.
—¿Se está muriendo Drake? —escucho a Hayley preguntar, y mamá ríe.
—Ah, ¿este es Drake? Pensé que estaba atendiendo a Dawson —bromea, y gruño—. Ven, Hayley, te daré un té para que se lo traigas a Drake mientras llamo a nuestro médico.
—¿No es raro que hagas que nos atiendan todavía nuestros pediatras? —cuestiona Hayley. Estoy de acuerdo incluso si no puedo decirlo en voz alta.
—Tonterías, ese hombre los vio cuando eran unos adorables bebés, él sabrá qué recetarles, ahora ven para que le subas el té a tu hermano.
Escucho sus voces alejarse y respiro hondo, lo cual hace que mi cuerpo me duela. Me aferro más a las sábanas porque siento mucho frío y me niego a abrir mis ojos. No sé la cantidad de tiempo que transcurre y no sé si muchas de las cosas las alucino o suceden en realidad. Mamá me hace tomar algo, luego creo que me ayuda a comer sopa, aunque no me sabe a nada y minutos después termino vomitando. Hayley parece que me habla de cosas e incluso podría creer que se acuesta a mi lado, no estoy seguro de ello. Voy muchas veces al baño y siento que mi estómago quiere escapar de mí, me alterno entre vomitar y ser el mejor amigo del inodoro, no es mi mejor momento y estoy seguro de que apesto, incluso aunque mi sentido del olfato se encuentre fuera de servicio.
—¿Drake?
—¿Uh? —murmuro sintiendo mi cuerpo transpirar. La cabeza me da vueltas, todo debajo de mí se tambalea y todo duele.
—Copia mal hecha, ¿quieres que te ayude a tomar un baño? Estoy seguro de que prefieres que lo haga yo. —Respondo algo ininteligible y creo que ríe—. Ven, te ayudaré a tomar un baño.
Siento sus manos ayudando a incorporarme y duele mucho. Creo que balbuceo que, por favor, me deje solo estar acostado porque me duele.
—Drake, ¿estás llorando? Oye, tranquilo. ¡Jesús! Ardes en fiebre. —Creo escucharlo—. ¡Mamá! Ven aquí, creo que no está bien.
»De acuerdo, copia mal hecha, vamos a darte un sexi no baño de esponja, ¿te parece? Déjame que te lleve al baño y solo te sentarás, lo prometo.
—No —gruño, sintiendo cómo me obliga a ponerme de pie y me sostiene—. Gira.
No tengo el control de mi cuerpo, siento que todo tiembla mientras es oscuro y duele.
9 de agosto de 2016
Veo cómo Dawson entra corriendo en mi habitación y se sienta a mi lado en la cama, enarco una ceja cuando toma mi mano de manera teatral.
—Alaska está subiendo las escaleras; por favor, déjame fingir que te estás muriendo. Por favor.
—Eres una pequeña mierda. —Río, pero hago una mueca porque todavía me duele el cuerpo.
—Vamos —susurra—, será divertido.
Sin oponer resistencia, me acuesto, me cubro con las sábanas y cierro mis ojos. Alaska ha estado en un campamento, por lo que solo supo a través de un mensaje que no me encontraba bien de salud, aunque sabiendo que se lo dijo Dawson, pudo haber sido capaz de decir que estaba en mi lecho de muerte.
—Drake, por favor, no te mueras. ¿Qué sería mi vida sin ti? —comienza Dawson, y casi estoy tentado de darle un premio—. No puedo vivir sin saber que hay alguien más con mi rostro. Mi media mitad no es otra chica, eres tú, hermano. Por favor lucha contra esta enfermedad, no dejes que te gane y…
Me planteo recomendarle a mamá que lleve a mi copia a un especialista que atienda su mente o a una audición para que sea actor de algún fuerte drama que te haga llorar con ganas, porque mientras sigue hablando me entran ganas de abrazarlo para asegurarle que de alguna manera no lo abandonaré. Entiendo lo que dice, mi mitad es Dawson, no concebiría mi vida sin él.
—¿Qué está sucediendo? ¿Por qué le dices todas esas cosas a Drake?
—Oh, Aska, acércate. Por favor, háblale, quizá escucharte haga que él quiera quedarse. Esto es muy duro.
—Pero Irina dijo que él estaba recuperándose. —Su voz baja, luego siento la cama hundirse.
—Mamá solo es optimista, pero yo lo sé. Mi conexión gemelar con él se debilita, yo lo siento, Aska. —Sorbe su nariz—. No quiero perder a mi hermano…
—No digas eso. —Su voz ahora es temblorosa—. Drake no morirá, no digas eso.
—No llores, no, no. Mierda, no llores, Aska.
Y el llanto comienza. A veces, aunque considere a Dawson como un hombre inteligente, sus ideas no son las mejores y yo, como buen hermano, mayormente lo sigo porque, sean malos o buenos los resultados, siempre me hace reír. Excepto esta vez. No soporto escuchar a Alaska llorar por lo que debió ser una broma, abro mis ojos y Dawson me mira alarmado. Ella tiene su rostro cubierto con sus manos mientras su cuerpo se estremece con sollozos.
—Aska, estoy bien —susurro.
Creo que mi novia ha sido poseída cuando comienza a reír y quita las manos de su rostro. Tiene solo un par de lágrimas y luego frunce el ceño, toma una de mis almohadas y golpea a Dawson.
—Tú, estúpido, ¿crees que no sospeché de tu bromita? Ahora me debes un helado. ¡Claro que sé que Drake no se está muriendo!
—De acuerdo, creo que ustedes dos necesitan ir a una audición y luego a por el Oscar —comento incorporándome de nuevo y recostando mi espalda en el cabecero de la cama.
Alas trae su mirada a mí, empuja a Dawson para que se levante y ella ocupa su lugar, su mirada es determinada y me planteo si va a lastimar a un pobre moribundo. De acuerdo, no estoy a ese nivel.
Después de mi aparente desmayo, me llevaron a la clínica, donde pase la noche tras largos exámenes. Se determinó que tenía un malestar estomacal seguramente por una mala digestión o algún alimento que me pudiese haber caído mal, incluso se habló de que podía ser un parásito —asqueroso, lo sé—, me prescribieron medicamentos y me enviaron ayer por la mañana de regreso a casa. Me siento mucho mejor, aún estoy débil, pero nada de lo que no me vaya a recuperar del todo dentro de unos días.
—Voy a disculparte por seguirle la corriente porque sé que es esa cosa de gemelos y porque te ves terrible y enfermo.
—¿Pero sexi? —intento hacerla sonreír. Sus labios se curvan a un lado y se inclina hacia mí.
—Sexi siempre —susurra esa boca que tanto me gusta a centímetros de la mía.
—Un beso tuyo me curaría del todo —susurro de vuelta.
—O me enfermaría a mí. —Se aleja y finjo un gruñido. Me sonríe, toma mi mano y besa mis dedos.
—No tengo una enfermedad viral, tonta. —Tiro de su mano para que vuelva a estar cerca de mí, hago una mueca cuando su cuerpo colisiona con el mío, aún sensible—. Solo quiero un beso.
Me da una dulce sonrisa antes de cubrir mi boca con la suya. No es un beso apasionado, profundo o húmedo. Solo me deja percibir su dulzura en un tierno gesto. Dawson dice algo sobre estar estorbando y se va. Le pido a Alaska que se acueste a mi lado. Nos observamos y ella juega con mis dedos en los suyos.
—¿Obtuviste todas las insignias de exploradora? —bromeo.
—Era un campamento de ejercicio y pensé que moriría.
—A ver, ¿conseguiste un superabdomen? —Tanteo esa área de su cuerpo y ríe.
—No, pero fue la semana más larga de mi vida. No volveré a hacer nunca más esta locura.
—Pero si siento puros músculos. —Meto mi mano dentro de su camisa y palpo su torso, asciendo hasta el borde de su sujetador.
—No tienes que tocarme los pechos, no hice ejercicio para que me crecieran, por si eso es lo que quieres comprobar.
Río y siento un leve dolor de cabeza, asciendo hasta cubrir la copa de su sujetador con mi mano. Me observa y pasa una mano por mi cabello, cierro los ojos disfrutando de la caricia y sin alejar mi mano de donde está.
—Entonces ¿fue tan malo como Dawson me dijo al teléfono? Solo vi el mensaje cuando nos devolvieron el teléfono al final, parecía una academia militar y estuve muy preocupada de no haber venido antes. No vuelvo a inventar e inscribirme en un intensivo de ejercicio. Fue horrible y luego saber que estuviste enfermo…
—No fue nada grave. Ya ves, un virus. Ya me siento mucho mejor y agradezco que no estuvieras, yo apestaba. El baño fue uno de mis mejores amigos.
—Sí, en uno de sus tantos mensajes, Dawson dijo que olías muy mal.
—No era mentira. —Me acerco más a ella, terminando por acurrucarme y descansando mi barbilla en su hombro, sintiendo las caricias de sus dedos en mi cabello—. Pero ahora huelo bien.
—Hueles a mi novio.
—De verdad me encantaría seguir hablando mucho rato contigo, pero el medicamento me da sueño. —Bostezo y adrede no me cubro la boca—. Sin embargo, cuéntame sobre tu campamento, prometo escuchar hasta dormirme.
—Bueno, fue horrible. Mucho ejercicio y comida saludable. Los entrenadores parecían sargentos y…
—¿Con qué ropa entrenabas?
—¡Drake! Eso no es lo que importa de la experiencia.
—Depende de a quién se lo preguntes, si me lo cuestionas a mí, eso era importante.
Cierro mis ojos arrullado por su voz y estoy a instantes de dormirme cuando mi estómago se retuerce y me levanto rápidamente para correr al baño, sobresaltándola. Segundos después ella toca la puerta y pregunta si estoy bien, Dawson ríe.
—Ah, bienvenida a un nuevo nivel de confianza. Escuchar a tu novio cagar. Romántico —se burla mi gemelo, y yo cierro mis ojos. Disfruta de esto ahora que sabe que viviré.
16 de agosto de 2016
—¿No te gustaría probar este color en tu cabello? —pregunta mi hermano Holden antes de que Sara, una de las asistentes del programa, encienda el secador y le dé volumen a su cabello morado.
—Tengo intenciones de mantener mi cabello virgen.
—Oh, qué ternurita —se burla cuando apagan el secador. Le sonríe de manera encantadora a Sara—. Gracias, cariño.
—A la orden, ahora iré con Derek, si es que ha llegado.
La vemos salir, vuelvo mi atención a Holden, que ahora se encarga de los botones de su camisa. Observo cada uno de sus movimientos. Admiro mucho a mi hermano, es un hombre que se fijó metas y que poco a poco las ha ido alcanzando. Me ha demostrado que con esfuerzo y dedicación los sueños se alcanzan. Tiene el trabajo soñado, al que le dedica gran parte de su vida y del que disfruta. Estoy suponiendo que si se propusiera conquistar y encontrar a la chica de sus sueños, también lo lograría, solo que todavía parece seguir en la ola de aventuras sin compromisos.
—¿Te sientes mejor, hermanito?
—Sí, solo me duele la cabeza a veces, pero estoy recuperado. Esta semana ya termino el tratamiento —respondo—. Soy de nuevo el Drake sano.
—Eso es bueno. ¿Qué ha pasado con Dawson y sus bolas?
—No sabía que mi copia romanticona tenía un problema de bolas.
—¡Por supuesto que sí! Las perdió cuando decidió rendir lealtad a un amigo que lo usó y ahora pretende que deje ir a la mujer que lo trae loco. Dawson tiene un problema de bolas extraviadas, es un caso muy serio.
—Bueno, tendrás que hablar de eso con él. No me apetece hablar de sus bolas. En realidad además de venir aquí para verte…
—Y para pasar más tiempo con Alaska al traerla para que cene con su hermano. —Se encoge de hombros.
En eso tiene razón, pero no lo afirmo.
—También vine a hablar con Elise, así que si me disculpas, iré a su camerino.
—Bien, bien.
Salgo del camerino en dirección a mi destino y al llegar no tengo que tocar la puerta del camerino de Elise y Breana, porque está abierta y ambas parecen estar en una fiesta de vídeos en YouTube. Cantan bastante inspiradas mientras en la tableta se reproduce un vídeo de un cantante joven muy famoso.
—No son las mejores cantantes, pero les doy punto por cantar con el corazón. —Hago notar mi presencia con la declaración.
Ya las había saludado antes, por lo que avanzo y me dejo caer al lado de Elise en el sofá. Miro de reojo a Breana porque ¡vamos! Tuve un enamoramiento por esa mujer. ¿Y quién me culparía? Es como el amor de Dawson por Valerie. Mi hermano Holden trabaja con mujeres preciosas e inteligentes, sociables y agradables, mujeres que conocimos entrando en nuestra adolescencia y era evidente que como locos hormonados y soñadores no dejaríamos pasar eso por alto. Hasta el día de hoy me sorprende que Holden haya sobrevivido soltero entre ellas, pero quizá son ellas las que han huido lejos del tornado Holden Harris.
—Eres atractivo —me dice Breana sonriéndome. Contengo el suspiro, las viejas costumbres—. Y haces una pareja estupenda con Alaska.
—Gracias, nos gusta ser novios.
—Sabía tanto, pero tanto que este momento llegaría —asegura Elise.
Sonriendo, le doy mi atención a la pelinegra, esperando que de verdad pueda hacerme este no tan pequeño favor que quiero pedirle.
—Todavía eres novia del famoso escritor, ¿verdad? —Tanteo, como si no supiera que sí siguen juntos.
—Según lo que confirmé esta mañana, la respuesta para eso sería afirmativa.
Perfecto. Alaska tiene los libros de Matthew Williams, el novio de Elise y un muy aclamado escritor. Creo que todo aquel al que le gusta leer tiene algún libro de este hombre. Hasta no hace mucho a mí no me interesaba leer, así que ni siquiera he leído el último libro de ese autor, del cual Alaska afirma que es una maravilla, ya que está encantada de que él por fin escribiera una novela romántica. Literal suspiró al menos cinco veces en medio de una explicación con muchos spoilers porque no se podía contener.
—El cumpleaños de Aska es dentro de poco y ella está en una etapa de adoración por tu novio.
—Toda mujer pasa por esa etapa, supongo. Solo que yo me quedé estancada. —Se ríe de sí misma y yo río por compromiso porque no me hace gracia, pero como estoy en medio de la solicitud de un favor me reiré de cada chiste que diga.
—Como regalo de cumpleaños me gustaría brindarle la oportunidad de conversar al menos cinco minutos con él. Alaska escribe, no te diré qué, pero creo que piensa que no es algo serio a lo que pueda dedicarse en el futuro. Yo sé cuánto disfruta haciéndolo y solo necesita que alguien que haya cumplido ese sueño la aliente.
—Oh, eso es tan dulce… —suspira Breana.
—No creo que Matthew tenga problema, pero eso depende de su agenda y compromisos. Lo comentaré con él y te llamo en cuanto tenga alguna respuesta, ¿de acuerdo?
—Bien. Muchas gracias, quiero que sea un regalo especial.
—Y seguro que lo lograrás.
Converso un poco más con ellas hasta que deben comenzar a movilizarse porque están a punto de iniciar el programa. Encuentro a Alaska sola en el camerino que comparten su hermano y su cuñada, ellos ya deben de encontrarse en sus posiciones o al menos Jocker, porque a Adelaide no la vi, tal vez hoy no trabajaba. Alaska me sonríe de un modo travieso antes de meter la mano en su mochila y sacar nuestro libro, el cual debido a su campamento y luego a mi recuperación teníamos abandonado. Nos quedan muy pocos capítulos por leer.
—¿Seguimos, Drake?
Sonrío y asiento. Alerta de spoiler: mientras ella lee una escena de sexo fuerte, yo me imagino que somos nosotros dos.