+18
4. Desbloqueo
Página 7 de 52
4
Desbloqueo
DRAKE
10 de agosto de 2015
Nadie me dijo que viniera un lunes a una fiesta de chicas de diecisiete años.
¿Quién demonios hace una fiesta un lunes? Y, en serio, este ambiente parece sacado de una película como Proyecto X es una completa locura y admito que también me parece… bastante genial, es algo bueno que esté acompañando a Alaska, lo que me lleva a otro punto destacable:
Nadie me dijo que viniera a cuidar a Alaska.
Pero tuve una conversación con Jack sobre los posibles escenarios inciertos que pueden presentarse en una fiesta y luego, cuando fuimos al programa donde trabaja mi hermano y el de Alaska, reafirmé mi opinión y Jocker, con una mirada muy extraña, cedió porque dijo que le estaba causando dolor de cabeza con todas mis teorías.
Así que de ese modo acabé en la fiesta de diecisiete años de una amiga de Alaska. La misma Alaska que lleva unos pantalones de cuero demasiado ajustados y una camisa traslúcida con un top corto por debajo. Cada vez se hace más evidente que dentro de pocos días ella cumplirá diecisiete años. Que está creciendo.
Y todavía me siento demasiado culpable y avergonzado de mi sueño de hace unos meses. ¿Dice eso que soy una mala persona? No era mi intención. Entiendo nuestras diferencias de edad y la distancia entre nuestras etapas de vida. En realidad no nos separan tantos años, pero aun así está el hecho de que nos conocemos de toda la vida, desde niños…
Sacudo la cabeza, yo tengo diecinueve años, ella cumplirá diecisiete. Necesito calmarme. Me mantengo con la espalda recostada en una pared, observándola interactuar con sus amigos y veo a algunos mocosos devorarla con la mirada. Doy un sorbo al zumo de fresa. Alaska no mentía cuando dijo que era una fiesta sin alcohol.
Mi teléfono móvil vibra y, cuando veo el nombre de Natasha, maldigo porque la olvidé por completo cuando decidí ser niñera no deseada en esta fiesta. Respiro hondo y contesto, esperando que la música me deje escuchar.
—Hola, Natie —tanteo, y hay unos pocos segundos de silencio que me advierten que esto no será bonito.
—¿Dónde se supone que estás? Llevo más de una hora esperándote en mi casa… Sola, como habíamos quedado.
—Tuve un imprevisto.
—¿Por dónde andas? —ignora mi declaración. Puedo intuir que está molesta, pero todavía igual tiene ganas de que nos encontremos.
—Esa es la cuestión, que no estoy yendo a ningún lado —confieso.
Hay unos breves segundos de silencio que no presagian nada bueno. Natasha es una de esas amistades con las que quitarse la ropa es divertido, una con la que estableces límites en donde ambas partes son conscientes de que solo es sexo. Y no hago esa declaración porque quiera jugar a ser el mujeriego, simplemente me baso en hechos en los que descubrí que mis relaciones duran muy poco porque soy un pésimo novio, así que hace mucho tiempo decidí que no forzaría nada.
Si quieres un novio buscas a Dawson y si quieres una aventura me buscas a mí… Y también puedes buscar a Dawson. Sí, mi copia romanticona puede cubrir ambos papeles porque es así de versátil, mientras que yo me enfoco en mi área: sin compromisos, porque como novio soy un desastre total; aunque supongo que, el día que quiera una relación, sucederá, no me asustaré y correré en círculos, solo debo advertirle a la afortunada que no se lleva al mejor partido.
—¿Estás con otra?
—Depende. Quiero decir, no es cualquier chica. —Me giro para alejarme, aunque estoy muy seguro de que ella ya percibió muy claro que me encuentro en una fiesta, aun cuando no sabe que se trata de una fiesta de adolescentes—. No quiero sonar imbécil, pero no somos exclusivos. De acuerdo, soné imbécil, pero es la verdad, Natasha. No me comprometí a algo más que sexo. Lamento haber olvidado mencionarte que tenía planes, estuvo mal, pero eso es todo lo que debo lamentar, ¿verdad? ¿No te estás poniendo rara sobre nosotros?
—Busca a alguien que te la chupe. Jódete. No soy plato de segunda mesa.
Cuelga, es evidente que está molesta y quizá esta era la pista que necesitaba para darme cuenta de que las cosas con ella se estaban poniendo un poco intensas. De igual manera le debo una disculpa en persona, espero no olvidarme de ello. Guardo mi teléfono y vuelvo a la fiesta, pero ¡sorpresa, sorpresa! He perdido a Alaska de mi vista.
Camino hasta su amiga, esa que siempre va a su casa, y por un momento la chica solo me observa, pero luego sonríe como quien sabe un gran secreto.
—Romina, ¿cierto?
—Sí, y tú eres Drake, al menos que seas el otro, no logro ver si tienes los tatuajes.
—El otro se llama Dawson —bromeo—, y, sí, soy Drake.
—Oh, sí, el otro no vigilaría a Alas.
—¿La llamas Alas?
—Eh, sí.
—En fin. ¿Puedes decirme adónde se ha ido Alas? —pruebo el apodo en mi lengua, suena bien, de hecho, Alaska tiene un buen seudónimo.
Y eso me lleva de nuevo a pensar que hace mucho que no actualiza su historia, desde que la descubrí, sus lectores están a nada de caer en la locura debido a su desaparición.
—Rodrerick quería hablar con ella en privado. —Romina sonríe de lado, captando de nuevo mi atención con sus palabras—. ¿Qué crees que querría decirle él en privado?
Si planea decirle en privado lo que yo a su edad quería compartir con mis compañeras de clase, entonces, es mi deber de cuidador rescatar a la pequeña escritora. Así que comienzo a buscar a Alaska y la encuentro poco después debido a los susurros debajo de unas escaleras.
—Vamos, Alaska. ¿Acaso no has besado a nadie? Solo un beso, nena.
—No te creas tanto, no querer besarte no significa que nunca haya besado. Pensé que me dirías algo importante, apártate. —Reconozco su voz, la del infeliz no.
—¿Qué te cuesta darme un simple beso?
—Te apesta la boca, aléjate.
Cuando tenía diecisiete años, Holden nos dijo a Dawson y a mí que no siempre debemos imponernos como un salvador, porque algunas veces algunas chicas tienen el control y saben cómo resolver los problemas; aunque él iba con unos cuantos tragos encima y luego sugirió a Derek, su amigo y compañero de programa, que se tatuara el pene. Por lo que no sé si puedo catalogar como un buen consejo el que me dio en el estado en el que se encontraba.
Así que, pese al estado alcoholizado de mi hermano, tomo el consejo en este momento y me mantengo al margen escuchando a Alaska lidiar con esto. Por el momento lo maneja bien y, si ella me necesita, con gusto haré una intervención en su batalla.
—Dame un maldito beso, Alaska.
—Aléjate… ¡Quita tu mano de mi culo, asqueroso bastardo!
Oigo un quejido y me alarmo, pero justo entonces Alaska emerge de la oscuridad con las mejillas muy sonrojadas debido a la molestia. Entorna los ojos cuando me ve, luego acorta la distancia y me abraza. Le devuelvo automáticamente el abrazo.
—Quiero irme a casa.
—Bien, te llevaré a casa. —El bastardo tocador de culos sale y lo señalo—. Mantén tus manos y cualquier parte de tu cuerpo para ti. Dijo no y espero que lo entendieras.
El tipo comienza a caminar para pasar por nuestro lado y le veo las intenciones de chocar con mi hombro, pero me giro en última instancia y golpea al aire casi perdiendo el equilibrio. Alaska ríe y yo sonrío. No golpeo ni me meto en líos con niños menores de edad, pero si Alaska no hubiese podido con la situación, claramente eso me habría importado poco.
Bajo mi vista hacia ella, que aún me abraza. Ella aclara su garganta y da un paso hacia atrás, saliendo de mi abrazo. Me giro y flexiono mis rodillas para agacharme, apuesto a que se encuentra muy desconcertada.
—Vamos, te sacaré de esta fiesta a caballito.
Ella ni siquiera finge pensárselo, casi me hace perder el equilibrio porque literalmente salta sobre mi espalda mientras se aferra a mi cuello con sus brazos, y sus piernas rodean mis caderas. Su cabello lacio y oscuro hace cosquillas en mi mejilla.
—Corre, caballito —susurra.
Y tengo un grave problema, porque por un leve lapsus olvido que Alaska va a cumplir diecisiete años, que es mi dulce vecina, la menor de los Hans, y que siempre ha sido la chica a la que molesto y protejo, la hermana de mi amigo, pero nunca nada más. Trago con dificultad y me ordeno volver a mí.
Me perdí durante unos breves segundos, pero por suerte todo ha vuelto a su lugar.
Las personas nos miran al pasar y Alaska se despide como si fuera alguna especie de reina en su trono. Una manera bonita de decir que me usa como esclavo para salir con la pose de una reina en una fiesta que no es la suya. La dejo vivir su momento.
Camino hasta mi auto y me agacho para que pueda bajar de mi espalda. Creo imaginar que hay un roce de labios en mi cuello antes de que baje. Quiero creer que lo imaginé.
Ella abre la puerta del auto para mí, gesto que me toma por sorpresa y me hace reír. Esta chica me alegra el día con cada una de sus ocurrencias.
—Pase adelante, caballero que se coló en una fiesta para ser un dolor en el trasero fingiendo ser mi niñera.
—Ese es un largo mote de cariño. Gracias por abrir la puerta para mí. —Subo al auto y me encargo de encenderlo mientras ella lo rodea y sube al puesto de copiloto.
Mi teléfono vibra y pienso que se trata de Natasha de nuevo, pero es Dawson, así que no dudo en contestarle.
—¿Qué sucede? —pregunto.
—Necesito el auto, me llegó una invitación que no quiero rechazar. ¿Hay posibilidades de que vuelvas pronto y pueda usarlo?
—Estás de suerte, voy para allá y me quedaré en casa. Tienes el coche a tu disposición.
—Genial, límpialo si lo dejaste sucio de fluidos corporales.
—Ahora me encargaré de ensuciarlo. Te veo en breve, copia romanticona.
—Nos vemos, copia mal hecha.
Arrojo el teléfono móvil al portavasos y me pongo en marcha. Alaska tararea la canción que suena en la radio.
—Así que… ¿qué pasaba con el imbécil? —pregunto finalmente.
—¿Rodrerick? —Asiento como respuesta—. Nada, pensó que quería compartir una sesión de besuqueo con él. Según sus ojos, yo le envié señales. Le apestaba la boca, no besaré a alguien que tenga mal aliento y mucho menos a alguien que no me gusta—. Me divierte ver su evidente indignación—. Qué idiotas pueden ser los chicos a esta edad.
—Y a veces a cualquier edad, tenemos nuestros momentos.
—Seguro que sí. —Ella ríe repentinamente.
—¿Qué?
—Tomé bombones de chocolate con nueces y me los guardé en el top ¿Quieres?
Aprovecho el semáforo para darme la vuelta y verla justamente cuando mete la mano dentro de su top. Estoy entendiendo bien que Alaska quiere darme bombones de chocolate que guardó en sus pechos, ¿verdad? Esta ha sido una noche extraña.
—Abre la boca, te los daré.
—No creo que sea una buena… ¡Ay! —Me quejo cuando me pellizca y aprovecha para meter un bombón en mi boca. Mastico mientras la escucho reír—. No te quejes si algún día te pellizco yo a ti.
—Hummm, me pregunto en dónde me pellizcarías.
No sé si lo dice adrede, pero trato de ignorar la connotación de sus palabras y no le respondo al respecto. La siguiente vez que me da el bombón, no hay necesidad de pellizcarme; debido a que eran pocos, rápidamente se acaban y luego estamos en silencio. Veo que nos encontramos muy cerca de llegar a nuestros hogares, así que opto por realizar mi pregunta ahora, antes de que pueda perder la oportunidad.
—Aska, ¿por qué no seguiste tu historia?
—¿Qué? —Mi pregunta la ha tomado con la guardia baja.
—No te hagas la tonta, sabes de lo que hablo.
Permanece en silencio y la veo brevemente, está jugando con un mechón de su oscuro y largo cabello. Suspira.
—Me bloqueé. Me dio mucha vergüenza que lo leyeras y cuando intenté escribir de nuevo te imaginaba leyéndolo y me daba de todo. —Alcanzo a ver cómo cubre su rostro con sus manos—. Es demasiado vergonzoso.
—No era malo. Sí, me sorprendió bastante descubrir que esas ideas salieron de tu atolondrada cabeza, pero escribes muy bien. Seguro que hay cosas que debes mejorar, pero en el camino se aprende, ¿no? Y con respecto a todo ese sexo loco, solo algunas cosas parecían muy irreales, puedo darte mi opinión si quieres —le ofrezco con diversión, pero con sinceridad.
—No pretendo hablar de sexo contigo.
Entro en nuestra calle y me detengo frente a mi casa sabiendo que en cualquier momento Dawson saldrá y tomará las llaves del auto. Me giro a ver a Alaska, por suerte aún no baja y no parece querer huir de esta conversación.
—Bien, no hables de sexo conmigo, pero ya pasó lo peor, que ha sido que yo descubriera tu secreto. No se lo he dicho a nadie, ni siquiera a Dawson. —Me encojo de hombros—. Por la manera en la que lo hacías no parece un simple hobby. No te detengas por lo que yo piense, haz lo que quieras, no renuncies a ello. No tienes de qué avergonzarte. Vi todas las personas que te leen y es impresionante.
—Igualmente ya no importa, llevo tanto tiempo sin escribir que mis lectores deben de odiarme.
Parece muy afligida y baja la mirada. Estiro mi mano y tomo su barbilla alzando su rostro para que me mire. Se muerde el labio inferior y me mira como si yo pudiera ofrecerle todas las respuestas del mundo. Ojalá pudiera.
—Mentiras, casi hacen misas en tu honor para garantizar que estés bien —digo, y eso la hace sonreír—. Muchos estarán enojados, pero también habrá muchos felices de saber cómo continúa la historia de Harper y Cody. Y siempre vendrán lectores nuevos.
»Además, ¿no estabas entusiasmada con eso de conseguir quinientos mil seguidores para obtener la publicidad gratis y remuneración? ¡Vamos! Eres la reina de JoinApp.
—No es cierto —dice, sin embargo, me está sonriendo.
—No te miento. No suele gustarme leer y en pocos días lograste que devorara todas tus historias.
—¿No solo leíste Caída apasionada? —Parece muy sorprendida.
Le suelto la barbilla y le sonrío, parece tan curiosa por escuchar mis próximas palabras que me apiado y confieso:
—Antes de llegar a esa historia en concreto, leí las primeras, fui en orden. Eres bastante diversa sobre lo que escribes. Devoré esas historias sin darme cuenta. Confía en lo que te digo.
Por unos instantes no me dice nada, pero luego su sonrisa se torna amplia y sus mejillas se sonrojan mientras sus ojos brillan. Su alegría es evidente y eso me contenta.
—Gracias, Drake. Ahora puedo entender que no lo haces con intenciones de burlarte de mí.
—Mi intención nunca fue burlarme de ti, tal vez debí de abordarlo de una mejor manera, pero mi intención nunca fue esa.
—Ahora lo entiendo. —Muerde su labio y mira hacia sus manos antes de devolver su mirada a la mía—. Gracias por tus palabras, significan mucho para mí.
—No tienes nada que agradecerme y, si algún día necesitas algo de marketing o algún diseño con gusto, te lo haré gratis. Tal vez cuando tu libro salga a la venta, porque seguro que llegarás lejos.
Desabrocha su cinturón de seguridad y se inclina hacia mí presionando sus sonrosados labios, que admito que son perfectos y provocativos, contra mi mejilla.
—Muchas gracias por haber ido a cuidarme, incluso cuando no te lo pedí.
—Soy el protector de Alaska Hans —murmuro, y ella se aleja un poco para sonreírme.
Bien, creo que estamos demasiado cerca y que estamos jugando con un fuego con el que no estoy listo para quemarme.
—Drake, mueve el culo. Voy tarde —se queja Dawson tocando mi ventana y sobresaltándonos.
Con rapidez nos alejamos, desabrochamos los cinturones de seguridad y bajamos del auto. Dawson nos mira de manera sospechosa mientras le entrego las llaves. Sé que él puede notar que el ambiente es raro, pero espero que no lo comente, al menos no ahora.
—Aska, ¿cómo es que terminaste con mi copia mal hecha? —pregunta, al menos no es una pregunta tan grave.
—Cosas de la vida.
—Alice está en casa con Hayley, por si quieres unirte. —Dawson la besa en la mejilla antes de subir al auto—. Hablamos luego, copia mal hecha.
—Seguro —respondo de forma distraída.
Dawson no tarda en irse y me vuelvo hacia Alaska, quien me observa y luego finge no haberlo estado haciendo. Se balancea sobre sus pies.
—¿Quieres entrar en mi casa y reunirte con tu hermana? —pregunto tras unos instantes de silencio.
—No, tengo cosas que hacer en la mía —dice, y luego me mira—. Gracias por lo de hoy, te veo luego, Drake.
—Por la ventana, por ejemplo —bromeo, y ella se sonroja porque sé que a veces me espía.
Me quedo viendo cómo camina hacia su casa. Antes de entrar en ella se gira y parece sorprendida de encontrarme aún de pie afuera, observándola. Alza la mano en señal de despedida y le devuelvo el gesto.
—Buenas noches, Alas.
11 de agosto de 2015
Estoy comiendo avena todavía adormilado cuando Dawson aparece. Me mira brevemente mientras busca una caja de cereales y saca del refrigerador el envase de la leche. Una vez que su espléndido desayuno está listo, toma asiento frente a mí en la mesa.
Estamos en silencio, pero sé que eso no permanecerá durante mucho tiempo, así que decido que para cuidarme las espaldas, prefiero preguntar en primer lugar.
—¿Adónde fuiste anoche? No me di cuenta de cuándo volviste.
—Fui a estudiar con una compañera de clases —responde sin problema alguno.
Y es que, desde siempre, Dawson y yo nos lo decimos todo, entre nosotros no suele haber secretos y él es mi mejor amigo.
—Estudias para ser veterinario, no el cuerpo humano —le recuerdo.
Él comienza a toser cuando se ahoga por reír mientras come, y le sonrío. Pone los ojos en blanco y se encoge de hombros.
—Es verdad que la primera hora repasamos un tema que ella no entendió, pero también es verdad que luego follamos. Somos buenos amigos y ella parece que está conforme con que fuera cosa de una vez.
—Es que tienes una cara tan parecida a la mía que vives conquistando a todas a tu paso.
—Claro, lo que digas, idiota —se ríe—. Ahora, hablemos sobre ayer… Te encontré en un ambiente extraño con Alaska.
—No sucede nada —digo demasiado rápido y ese es mi error.
—Hum, me parece que protestaste demasiado rápido. Además, te conozco demasiado bien, mi querido Drake. ¡Vamos! Dime, sabes que no te juzgaré.
Dejo de comer para pasar las manos por mi rostro. De verdad siento que me estoy ahogando en un vaso de agua porque tal vez estoy haciendo el problema más grande de lo que es.
—Algo extraño me está pasando con Alaska —confieso—. Empezó hace tiempo, por eso tomé distancia, pero ahora parece mil veces peor. No sé qué es lo que pasa.
—¿Te gusta?
—Ella va a cumplir diecisiete años, no parece correcto.
—No te estoy preguntando sobre lo que es correcto, copia mal hecha. Aunque supongo que con eso ya me has dado tu respuesta.
—¿Qué respuesta?
—Solo espera, te darás cuenta con el tiempo de lo que yo ya veo —responde mientras se encoge de hombros.
No pregunto más y eso lo hace enarcar una ceja a medida que me observa continuar comiendo.
—¿No vas a preguntarme? ¿No vas a presionarme para que te cuente qué es lo que veo? —cuestiona. Esta vez soy quien se encoge de hombros.
—No estoy preparado para una respuesta.
—Pobre, copia mal hecha.
—Pobre de Alaska, que tiene que soportar a un vecino como yo. Debería patearme el culo.
—No creo que a ella vaya a ofenderle tener tu atención, es todo lo que diré por ahora.
Lo miro intrigado, pero de nuevo no pregunto. Luego él cambia de tema y me habla sobre cómo Martin, su amigo que no me cae muy bien, parece cabreado porque él se enrolló con su compañera ayer. Su amigo me da mala espina, siempre parece enojarle todo lo que Dawson logra, pero mi hermano, tan bueno como es, se lo deja pasar todo. Le recomiendo que abra los ojos y él le resta importancia.
Termino de comer y subo a mi habitación. Me siento frente a mi escritorio y enciendo el portátil mientras miro mi teléfono y respondo un par de mensajes, confirmo verme con una amiga más tarde y luego aparece una notificación nueva en mi teléfono.
Sonrío ante la notificación inesperada:
Alas Book H. ha subido un nuevo capítulo de Caída apasionada.