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37. Poco a poco

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Poco a poco

DRAKE

28 de septiembre de 2016

Observo a mamá hablar por teléfono, es algo sobre el trabajo y parece estresada. Siento que habla muy rápido y eso no me permite entender el cien por cien de sus palabras, pero en el fondo sé que se trata de mí, de que no soy el mismo y de que mi entendimiento en este momento es un poco lento; trato de no frustrarme y asustarme por ello, pero no lo estoy consiguiendo.

Es frustrante que mi lado derecho responda tarde a mis movimientos y que incluso en ocasiones parezca que duele hacerlo cooperar; Holden ha encontrado un excelente lugar de fisioterapia en donde me pueden ayudar a ser como era antes y supongo que eso me consuela un poco, trato de ser este tipo superoptimista ante las posibilidades futuras.

Suspiro sin despegar la mirada de mamá y ella hace una pausa en su conversación telefónica para mirarme, le sonrío y ella dice algo más antes de finalizar la llamada. Cuando sus dedos me peinan el cabello me es inevitable no cerrar los ojos.

—Quiero ir a casa, mamá —digo con unas pocas pausas y una lentitud a la que aún no me acostumbro.

—Sabes que todavía tienen que hacerte exámenes y no solo para evaluar si pudo haber otros daños con respecto al paro cardíaco, también debido a la cirugía a la que fuiste sometido.

—El doctor me explicó todo.

Él me dijo algo acerca de que durante seis meses tendré revisiones mensualmente para ver si mis intestinos se encuentran bien. También me habló de la posibilidad de que en el futuro se vuelvan a presentar los síntomas y se pueda repetir la situación. No es que obligatoriamente vaya a suceder, pero me habló de las probabilidades para estar atento a cualquier síntoma que pueda alertarme. Además, mi herida no está cicatrizando como debería.

—Estoy bien, mamá, quiero irme a casa.

—Lo siento, cariño, pero tenemos que esperar a que te den la orden de alta.

—Tengo mucho trabajo acumulado…

—Esa tendría que ser una de las últimas preocupaciones.

—No, porque quiero ser… —hago una pausa más larga buscando la palabra en mi cabeza, mamá espera pacientemente— independiente. Quiero mudarme, tener mi espacio, empezar una vida adulta y ahora tengo que aplazarlo… porque un lado de mi cuerpo es lento, porque olvido palabras y… porque no he estado trabajando.

—No necesitas correr, te apoyaremos en tu independencia, pero para ello debes estar sano y recuperado. Sé paciente, Drake, puedo ver cuán frustrado te encuentras sobre esta situación, pero deberías replantearte el hecho de que estás vivo y de que tus secuelas son mínimas comparadas con lo que pudo ocurrir.

»Como madre me frustra ver lo agobiado que estás sobre los nuevos cambios en tu vida, pero no te haces una idea de lo feliz que somos tu padre y yo de tenerte con nosotros, de no haberte perdido. Tienes los diez dedos completos en tu cuerpo, tus órganos se encuentran dentro de ti, hablas, ves, escuchas y razonas. ¿No es eso suficiente para estar agradecido, hijo?

De acuerdo, fui y volví de la muerte, pero algunas cosas no han cambiado; mamá todavía sabe cómo hacerme ver cuán idiota e inconsciente puedo ser sobre mis palabras. Miro su rostro detallando cuán profundas son sus ojeras y lo cansada que parece, está atrasada en su trabajo y hasta hace poco pensó que me perdería. Tiene que ser duro verme lamentándome de mi situación cuando tendría que estar saltando de alegría de que mi salud ya no sea tan precaria.

—Lo siento, mamá… Es solo que todo es abrumador —digo—. Me frustra no encontrar palabras… Ser lento al hablar y que mi lado derecho… no responda como quiero. Todo es nuevo y no me di cuenta de que mis emociones… los afectan a ustedes.

—Y estás en tu derecho, eres tú quien experimenta estos cambios en su cuerpo, pero no te entristezcas, con ayuda de la terapia y cuidado médico poco a poco recuperarás todo lo que estás extrañando en este momento.

—Tienes razón, soy afortunado de estar vivo y sano. —Le doy una sonrisa y ella besa mi frente—. Además… soy tu hijo favorito todavía.

Suelta una risa que luego termina en sollozo cuando comienza a llorar. Cuán asustada y angustiada tuvo que estar mi madre. La envuelvo con el brazo izquierdo, susurrándole que estoy bien y que lamento haberla asustado, prometo no hacerlo nunca más incluso cuando hay cosas que se escapan de nuestras manos. Mis propios ojos se humedecen porque no me gusta verla llorar de esa manera, menos por mi causa.

—Los hijos dan dolor de cabeza —murmura haciéndome reír—, pero son lo mejor que la vida nos da.

—Eres una madre increíble —aseguro—. Mis hermanos y yo somos afortunados de tenerte.

La abrazo durante un tiempo hasta que la enfermera entra para hacerme un chequeo trayendo con ella la insípida sopa con la que me han estado alimentando desde ayer; entiendo que debido a mi cirugía no puedo comer alimentos sólidos por el momento, pero al menos podrían esforzarse en que esta sopa tenga sabor.

Me quedo a solas con la enfermera, que hace su trabajo en tanto mamá está afuera de la habitación contestando alguna llamada del trabajo.

—Tienes una familia muy bonita —me dice midiendo mi presión arterial—. Nunca te han dejado solo y son muy entusiastas.

—Lamento si han sido ruidosos… Pero no son una familia… tranquila.

Ella me responde y tengo un leve momento de pánico porque no proceso lo que me dice, pero respiro hondo y le pido que lo repita de nuevo.

—Ellos han sido muy agradables, han sido amables y tus hermanos unos caballeros.

—Ah… —respondo tratando de no asustarme por no haber entendido algo tan sencillo.

«Poco a poco, Drake», me repito, será un proceso lento pero no imposible.

Le doy una sonrisa mientras la miro, parece que tiene unos veinte años, no es menuda ni delgada, es curvilínea, rellena y alta; y ha sido muy dulce conmigo desde que desperté. Si no tuviese una novia loca a la que amo, tendría un flechazo por mi dulce enfermera.

—Tengo un hermano mayor soltero —digo, y ella se sobresalta—. Está loco, ama las fiestas sorpresas y he visto encuestas en internet… donde dicen que es uno de los hombres… más sexis.

Pese a la lentitud de mis palabras, ella me escucha luciendo bastante divertida en tanto continúa chequeándome.

—¿Mencioné… que él trabaja en la televisión? Debes haberlo visto.

Ella acomoda mis almohadas y me hace estar totalmente sentado. Continúo vendiendo a Holden mientras ubica la mesa de apoyo para que pueda comer, leyendo su nombre en la identificación.

—Atenas… Ese es un nombre muy… bonito —señalo.

—Gracias.

—¿Eres de Grecia?

—No, fui engendrada en Atenas —me responde con seriedad, luego sonríe—. De acuerdo, sí tengo orígenes griegos y sigo pensando que me concibieron allá.

—Ah, era un chiste —lo proceso tarde.

—Trata de comerte toda la sopa, no es buena, pero te ayudará en tu recuperación y escuché que quieres irte de aquí. —Asiento a sus palabras—. Pasaré dentro de un par de horas a ver cómo estás junto al doctor antes de cambiar de turno.

—Eres mi… enfermera favorita.

—Gracias, eres un buen paciente. —Anota algo en el expediente al pie de mi cama y me sonríe—. Disfruta de tu comida.

—¿Qué pasa con… mi hermano? —pregunto antes de que se vaya.

Se da la vuelta para mirarme sin dejar de sonreír, hay diversión en su mirada.

—Me gusta el programa y tu hermano hace un trabajo genial, pero no es el presentador del programa que me gusta.

La veo irse sabiendo que no logré conseguirle una novia a mi hermano mayor, pero no me entristezco y comienzo a comer la insípida sopa.

Estoy por el cuarto bocado cuando la puerta de la habitación se abre de forma ruidosa y al alzar la vista me encuentro con Alaska, quien ya no lleva la bata de hospital, lo que me hace deducir que ha sido dada de alta durante el día de hoy.

Los moretones en su rostro casi han desaparecido del todo y el yeso en su brazo tiene más colores y escritos, apenas se ve blanco. Me da una amplia sonrisa y parece tan llena de energía como siempre, como si no nos encontráramos en un hospital.

—Hola —me saluda entusiasmada.

Acortando la distancia entre nosotros presiona su boca sobre la mía, es el primer beso desde el caos, es corto y me toma por sorpresa, con su mano libre paseándose por mi cabello y su nariz acariciando la mía, tiene que ser la cosa más tierna que me pasará hoy.

Es inevitable que no le sonría y que me sienta cálido cuando cierra los ojos al ampliar su sonrisa para luego sentarse al lado de mis piernas en la cama. Casi río al ver la mirada crítica que le da a mi comida.

—Oh, sopa. A mí me daban arroz muy blando con pechuga de pollo insípida. —Toma la cucharilla y da un sorbo a la sopa, arruga su nariz—. Esto es todavía peor, pobre Drake.

—Pobre de mí.

—Haré que sepa mejor porque te la daré con amor —informa guiando la cucharilla a mi boca—. Vamos, ah… Abre la boca.

Lo hago, sintiendo que en el lado derecho la sopa no la percibo tan caliente como en el izquierdo, es una mierda lo de la sensibilidad, pero es genial tener a Alaska jugando a la enfermera conmigo. Parece genuinamente feliz con la idea de alimentarme.

—Me hubiese gustado poder haberte cuidado así antes —dice—, pero estábamos inconscientes y luego yo en una silla de ruedas, pero no importa, ahora te cuidaré.

—¿Te han… dado de alta?

—Sí, tengo que estar una semana y media de reposo, pero ya no estoy hospitalizada. La gente aquí es muy discreta, nadie filtró que los hermanos de famosos estaban internados.

—Qué bueno.

—Deberé volver a clase, gracias a Romina me pondré al día…

Ella comienza a parlotear mientras continúa dándome de comer. Muchas de las cosas que dice no logro procesarlas o algunas palabras no las identifico de inmediato, sin embargo, parece no notarlo al estar divagando como si callara algo que realmente quiere decir. Termino de comer y permanezco mirándola mientras no detiene su conversación unilateral.

—¿Por qué me miras así?

—Porque te… amo —respondo, y sus mejillas se sonrojan, pero sonríe encantada.

Mi primer movimiento es querer retirar un mechón de cabello de su rostro y de hecho lo intento con mi mano derecha, pero no responde ante la primera insistencia, por lo que cierro los ojos y respiro hondo, para armarme de paciencia. Tomo la mano derecha con la izquierda, alzándola, y luego la libero siendo consciente de que tiembla, pero sin detenerme ante el objetivo de llevarla hacia su rostro, se siente pesada, pero al menos con lentitud va respondiendo a mis órdenes.

Capturo entre los dedos un mechón del cabello de Alaska y de manera torpe lo ubico detrás de su oreja. Ella me toma la mano en la suya y en un gesto dulce y de comprensión me deja un beso suave en un par de los nudillos.

—Sin prisas, no te esfuerces. —Entrelaza nuestros dedos—. Pero dime la verdad, ¿por qué me mirabas así?

—Porque estás dando… vueltas para decirme… —respiro hondo— algo que te inquieta.

Se mordisquea el labio inferior e identifico el gesto como uno pensativo en donde debate cómo comenzar a hablar.

—Cuando desperté y recordé todo lo que había sucedido, di de baja mi cuenta en JoinApp. —Hace una pausa y me lanza una mirada con los ojos entornados—. Les hablaste a mis padres de mi cuenta.

Antes de que pueda pensar bien en argumentar mi defensa, se inclina y me da otro beso rápido.

—Gracias, porque pese a que siempre protegí con fuerza mi cuenta, entiendo la gravedad del caso y que eso aportó mucha información para atrapar a esa basura. Hiciste bien, Drake.

—Quería ayudarte.

—Y lo hiciste, puedo vivir con la vergüenza de que lean mi historia cuando sé que ese hombre no dañará a nadie más.

—¿Qué vergüenza? Escribes… increíblemente bien.

—Bueno, mi familia no ha comentado si me leyeron, aunque el problema es que Caída apasionada es muy sucia…

—De buena… manera.

—Dawson dijo que leyó bastante de esa historia y, aunque bromeó mucho, dijo que era buena.

—Lo es.

—La cuestión es que di de baja mi cuenta, yo… siento miedo de escribir y que alguien intente hacerme daño.

Noto la tristeza en su mirada y sus labios hacen una mueca. Me llena de impotencia que algún enfermo volviera su sueño una pesadilla, que haya plegado de miedos algo que a ella le encantaba hacer, algo que le era tan natural como respirar. Desde que descubrí que Alaska escribía, no puedo imaginarla no haciéndolo.

—No todo… será malo.

—Tengo miedo de escribir de nuevo, pero también me aterra no volver a hacerlo. ¿Puedes entenderlo?

Con lentitud y pausas le hago saber que sería extraño que no sintiera miedo, pero también le recuerdo que JoinApp, además de ser un lugar en donde desgraciadamente ese enfermo la encontró, también es el lugar en donde ha hecho una familia virtual, en donde le han dado reconocimiento a su trabajo y en donde ha sido muy feliz a través de sus historias. No quiero presionarla para que vuelva a escribir si no lo desea, pero quiero recordarle que no debe dejar que un manchón dañe la historia de su vida.

—Si vas a cerrar… esa puerta de tu vida —respiro hondo organizando las palabras en mi mente— hazlo por ti. Ciérrala, pero no… lo hagas por él. Piénsalo.

—Lo pensaré, gracias, novio. —Apoya su frente de la mía—. Te amo mucho.

—Siempre que quieras… novia.

Durante los minutos de su visita me mantengo escuchándola hablar y algunas veces intervengo. Me gusta su voz y su entusiasmo, sin embargo, todavía me siento agotado, por lo que poco a poco me voy durmiendo, lo último que escucho es a ella diciéndome que tenga dulces sueños y que volverá a visitarme.

Espero salir pronto de este hospital, estar con ella y mejorar.

30 de septiembre de 2016

Veo en la pantalla del televisor a mi hermano riendo por el tonto programa de locuras animales que no me causa ni un poco de gracia. O tal vez se trate de que estoy algo amargado.

—Quiero ver otra cosa…

—Pero este programa es divertido —responde Dawson sin siquiera mirarme.

—Baja de mi cama.

—Estoy demasiado cómodo.

Le creo. Está acostado a mi lado en mi cama, tiene el control del televisor y vemos lo que él quiere, al menos es lo suficientemente cuidadoso para no golpear mi herida ni maltratar mi cuerpo.

—¿No deberías ir a ayudar a los animalitos? —pregunto con voz pausada.

Dawson quizá es el más paciente a la hora de escucharme, no me apremia, espera que encuentre las palabras y no se queja de mi entonación lenta, y eso tal vez sea porque es una persona paciente, pero él dirá que eso es debido a nuestra conexión de gemelos.

—Estoy atendiendo a un animalito importante —responde.

—¿Cuál? —pregunto, y ríe girándose para mirarme.

—Tú.

Muy a mi pesar, río y con mi mano izquierda le golpeo la nuca. Para cuando dejamos de reír, mi herida me duele, pero me encanta la sensación de haber reído por la cosa más tonta.

No me sorprende cuando me toma el rostro entre sus manos y me observa con una mirada cargada de mucha emoción contenida y significativa. No necesito ser capaz de leer su mente para saber cuán preocupado estuvo por mí.

—Nunca más me asustes haciéndome creer que vas a morir, copia mal hecha. No te haces una idea de lo mal que lo pasé. Me niego a imaginar lo que es una vida sin alguien que es igual a mí, pero menos atractivo.

—Algún día uno… de nosotros morirá, copia romanticona, y prefiero ser yo… que perderte a ti. —Palmeo su mejilla.

—No, me niego. Envejeceremos juntos y de manera dramática moriremos viejos uno al lado del otro diciendo: «Mi conexión de gemelo me dice que ya nos marchamos de este mundo».

—Qué imaginativo… —río sacudiendo mi cabeza ante su ocurrencia—, pero me gusta… ese plan.

—Es el plan perfecto. Drake y Dawson contra el mundo —dice sin dejar de sonreír—. Me alegra que estés vivo, Drake, de verdad no quería imaginar un mundo sin ti.

»No quiero ser el único que lleva esta cara, no quiero ser yo solo. Somos mi gemelo y yo, no quiero que eso cambie.

—No cambiará… Pero debes saber que algunas cosas… —Me quedo en silencio, siento que en mi mente se encuentran las palabras, pero no las asimilo.

Dawson me mira y vuelvo mi rostro, frustrado por no poder decir algo tan simple al hablar con él.

—Oye, copia mal hecha, mi conexión de gemelo me hace saber lo que querías decirme, lo entiendo. Debemos trabajar en esa impaciencia tuya.

—Me sienta mal… A veces no saber qué decir… Dudar sobre qué decir… Mis pausas… No me gusta.

Me repito «poco a poco», pero no sé cómo esperar a mejorar, no estoy acostumbrado a este nuevo yo y en parte no acaba de gustarme, pero recuerdo mis palabras con mamá, debo ser paciente y trabajar en mejorar, no desesperarme y frustrarme.

—Esta es una etapa de tu vida, vas a superarla. No hay que perder la paciencia, además, tienes a todo un equipo contigo animándote a conseguirlo.

—La enfermera dulce… dijo que mi familia es genial.

—Tienes una buena enfermera. —Se ríe—. Es encantadora, dulce y linda. Es cuidadosa cuando te atiende y tiene paciencia con todos nosotros.

—Le estaba…vendiendo a Hol…

—¿Pero?

Le hago saber que dijo que mi hermano no es su favorito en el programa y cuando me pregunta quién es, le digo que no tengo respuesta.

—¿De qué hablan? —pregunta Holden entrando en la habitación—. ¿Y por qué Dawson está en tu cama?

—Cosas de gemelos —responde Dawson.

—Cada vez que me dan esa respuesta, siento muchos celos de no tener cosas de gemelos. —Se acerca al pie de la cama y toma mi expediente médico—. Veamos qué dice esto.

—No lo entenderás… —garantizo.

—Soy bastante listo y he investigado. —Lee en voz baja—. Por cierto, Drake, ya te he concertado cita con el fisioterapeuta, el mejor de Londres. Te hará la primera revisión y desde allí un plan de recuperación.

»Es la semana que viene, para entonces creo que ya te habrán dado de alta. —Frunce el ceño mientras lee—. Aquí dice que estás teniendo mala cicatrización en la zona de tu herida… ¿Tienes problemas de azúcar, Drake?

—Eh… No lo sé.

—¿Mamá tiene los resultados de tus análisis de sangre? Puedes estar teniendo mala cicatrización si tus niveles de azúcar están muy altos, lo cual es peligroso… —Se calla abruptamente y alza la vista para verme—. Pero solo estoy especulando. No tiene que ser cierto, no te preocupes.

Me da una sonrisa demasiado amplia mientras deja el expediente en su lugar, rasca su barbilla y sé que quiere decirme algo más.

—¿Y…?

—Iré a hablar con mamá, revisaré tus análisis de sangre, pero todo está bien, tranquilo.

Sale de la habitación y Dawson baja de la cama, toma el expediente y lo trae hacia nosotros. Lo lee en voz alta, dice lo que me han estado suministrando, la razón por la que estoy aquí y habla sobre la mala cicatrización de la herida de la operación.

—¿Voy a morir? —le pregunto a Dawson.

—No, no lo creo, pero estás en período de observación y tienes varias pruebas médicas pendientes. No te asustes.

Demasiado tarde, ya tengo miedo.

3 de octubre de 2016

Trato de prestar atención a lo que el médico les dice a sus internos mientras me evalúa. Bajo la vista a la herida de la operación y luce como si fuese reciente, como si no llevara los suficientes días para ir cerrando. Incluso la enfermera Atenas comienza a limpiarla una vez más porque hay sangre seca alrededor de ella.

Por suerte, papá se encuentra aquí y es capaz de entender todo lo que van diciendo, o al menos eso creo porque él hace preguntas, pero su semblante luce preocupado mientras me echa una rápida mirada.

—¿Hay antecedentes diabéticos en su familia, señor Harris?

—No, ninguno de nuestros familiares pasados y presentes han padecido de diabetes —responde papá.

—Drake está teniendo una cicatrización muy mala, puede observar cómo su herida parece de dos días, reciente. —Señala el lugar—. Tememos que pueda presentar alguna infección si la herida no se cierra.

»Volveremos a coserla porque necesitamos cambiar los puntos y limpiar de mejor manera la herida, lo haremos en este momento, pero a largo plazo, necesitamos evaluar cualquier medida que pueda indicar por qué no está sanando de la manera adecuada. Sus niveles de azúcar en la sangre no son bajos y tiene varios valores por encima de lo que podemos establecer como normal.

Papá dice estar de acuerdo en que me hagan unos análisis nuevos de sangre, acepta que me cambien la medicación y luego toma mi mano cuando dicen que me harán los cambios de puntos mientras estoy consciente. No negaré que entro en pánico cuando se me comunica que me pondrán anestesia local, no soy fanático del dolor.

—Respira hondo, piensa en algo feliz, la anestesia debería adormecer lo suficiente el lugar para que no sientas tanto dolor —me dice la enfermera mientras me insta a acostarme.

Papá aprieta mi mano izquierda con fuerza y me pide que lo mire cuando siento cómo comienzan a retirar los puntos, ese dolor es tolerable. El problema y el dolor más fuerte vienen cuando comienzan a limpiar más profundamente la herida. No sé si la anestesia local está haciendo su trabajo, pero siento como si estuvieran a punto de sacar mis intestinos por esa herida. Aprieto con fuerza la mano de papá y noto que se me escapan un par de lágrimas.

—Todo irá bien, hijo, solo aguanta un poco más.

«No puedo. No puedo. No puedo».

El dolor me hace tener arcadas y rápidamente la enfermera ubica una cubeta a mi lado y empiezo a vomitar la sopa y toda el agua que he estado consumiendo. Eso hace que haga fuerza con mi estómago y que, por primera vez, escuche a mi doctor maldecir diciendo que le pasen gasas porque mi herida comienza a sangrar. Al cabo de pocos segundos la situación es caótica.

—Da vueltas… —murmuro viendo borroso.

—Drake, oye, Drake, mantén los ojos abiertos —me alienta la enfermera dando suaves palmadas en mi rostro para que no me duerma.

—Da vueltas, papá.

—No te duermas, hijo… ¡Drake!

Una vez más soy absorbido por la oscuridad.

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