+18

+18


26. Hablemos del clima

Página 29 de 52

26

Hablemos del clima

ALASKA

18 de agosto de 2016

—¿Aún no lo haces con Drake? —me interrumpe Romina cuando le cuento que Drake y yo estamos compartiendo lectura, aunque no le digo qué libro es.

Alice, que se encuentra con nosotras, lo sabe perfectamente, puesto que la recuerdo quitándomelo frente a mamá. Mi hermana se ríe y mira su teléfono móvil. Frunzo el ceño hacia Romina.

—Estaba contándote algo bastante romántico —le hago saber a mi amiga.

—Seguro que en realidad era una historia sucia que has hecho apta para todos los públicos. Ya sabemos que tu novio es un príncipe sexi, pero quiero saber si es un príncipe ardiente en las sábanas o contra la pared, donde sea que lo hagan. Vamos, dime.

—No hemos tenido sexo —digo, y ella hace un puchero—. No se ha dado el momento…

Porque ha estado enseñándome otras cosas que me encantan. Sin embargo, sé que de la resistencia de Drake queda muy poco. No puedo evitar sonreír, me encanta todo de Drake. Incluso las cosas que en ocasiones me molestan, como, por ejemplo, que sea olvidadizo a la hora de responder mis mensajes. Eso me hace enojar, pero luego me hace sonreír cuando de algún modo se las arregla para enviarme algo que ocasiona esa reacción en mí. Es tan sencillo como admitir que creo que lo amo. Mucho.

—Bueno, eso no está mal, cuando pase, seguro que te diviertes mucho —me asegura Romina.

—¿Te divertiste en tu primera vez?

—No, fue más bien incómodo, pero antes de eso me divertí. —Me sonríe, luego mira a Alice—. ¿Qué hay de ti, Alice?

Mi hermana, con lentitud, retira la vista de su teléfono móvil y nos observa, ladea la cabeza a un lado y a otro, antes de suspirar.

—Fue más allá de lo incómodo, no me dio placer antes ni después. —Se encoge de hombros—. Pero eso fue porque en aquel entonces no supe que salía con un idiota y yo habría hecho cualquier cosa por él. Luego fue bueno. —Ella me mira—. Drake no es ese tipo de idiota, de alguna manera él conseguirá que sea una buena experiencia para ti, solo que no te apresures y deja que pase a su debido tiempo. No te digo que esperes mil años, solo que no presiones para que suceda.

»Mi problema fue que mi primera vez la viví como un estorbo que había que quitar, como algo con lo que demostrar a un chico cuánto lo quería. No esperé a sentirme lista o a estar loca de lujuria.

No puedo evitar hacer una mueca triste al oír las palabras de Alice. Siempre supe que Collin era un idiota, desde la primera vez que la vi hablando con él. Ella pensó que yo estaba celosa o que la extrañaba porque Alice comenzó a alejarse. Tuvo que estrellarse de la peor forma para entender que estaba metida en una relación tóxica basada en querer ser lo que él quería y en tratar de demostrarle siempre de mil formas estúpidas cuánto lo quería. Todavía celebro que Jack, nuestro hermano mayor, lo golpeara. Ese día lancé porras a mi hermano cuando estrelló más de dos veces sus puños contra Collin.

Me duele que, después de esa experiencia, Alice sea un tanto cínica respecto al amor, todo lo ve cuadrado y oscuro. No es que antes fuera un ángel y todo a su alrededor fuera algodón de azúcar, todos sabemos que a veces, muchas, podía resultar insoportable para muchas personas porque no era una adolescente fácil, pero al igual que yo, soñaba con el amor. Ella creía que entre lo malo habitaba lo bueno, pero eso era antes, cuando veía el mundo en diversas tonalidades, ahora solo es negro o blanco, no hay más colores.

—Eso es muy triste —rompe Romina el silencio—, pero ya verás cómo encuentras a un hombre rompedor de colchones que te dé pasión y amor.

—No necesito de eso. —Se ríe—. Tal vez algo de pasión no estaría mal para algo rápido, pero ¿amor? No, gracias, la simple palabra ya me genera arcadas. —Se pone de pie—. Ahora las dejo, he quedado con Georgia.

Estoy a punto de bromear con ella y preguntarle si le dirá a Georgia que Austin no sabe de su existencia porque le mintió. Supongo que algún día Alice entenderá la verdadera razón por la que la idea de esos dos juntos no le gusta. La veo entrar a la casa por su bolso y luego salir y alejarse. Romina y yo permanecemos sentadas en mi jardín.

—¿Me harás algún spoiler?

—No.

—¿Alguna muerte de un personaje para la que debo prepararme?

—Hum, creo que no. Creo.

—¿Tiene tu novio el pene genial?

—La verdad es que… —Sacudo mi cabeza dándome cuenta de su pregunta—. ¡Romi!

—¡Debía intentarlo! —Ríe golpeando su hombro con el mío—. Ahora, dime la verdad. ¿Cómo te sientes respecto a todas esas cosas con Drake?

—Lo suficiente bien como para inspirarme y ahora escribir mucho mejor mis escenas lujuriosas.

Ambas reímos y yo siento que me sonrojo. Ella me mira de manera soñadora mientras recoge su cabello en una cola alta.

—Creo que estoy muy enamorada de Drake. Es algo que venía sucediendo desde que descubrí que me gustaba como más que un amigo, pero ahora es diferente. Porque cuando nos miramos, me toca, me besa y hablamos, tengo a mi novio y también tengo a mi mejor amigo. —Entorna sus ojos hacia mí—. Me refiero a amigo masculino. Porque tú eres de mis mejores amigas femeninas. Tú y Alice.

—Vale, aceptaré esa excusa mediocre porque te quiero.

—Sabes que es así, pero basta de mí. Cuéntame algo de este chico que conociste que juega al fútbol con tu primo.

Ella da un pequeño grito, suelta una risa tonta y pestañea continuamente. Procede a contarme cada detalle, su plan sobre cómo conseguirá que la invite a salir y sobre cómo quiere lamerlo.

—Te prometo que creo que su piel sabe a chocolate. Está bueno y tiene una sonrisa preciosa. Y cuando hablamos, es inteligente. Está un poco loco por el fútbol, pero puedo lidiar con eso. Mira, le he robado una foto de su perfil de Facebook.

Me extiende el teléfono y observo a un chico moreno de piel oscura como el chocolate sonriendo. No lleva camisa y cuento las tabletas en su abdomen, ella tiene razón sobre lo bonita que es su sonrisa de dientes blancos, y es alto. De acuerdo, entiendo por qué Romina planea una loca estrategia para que este chico no la envíe a la zona de amigos.

—Está buenísimo, Romi. —Acerco el teléfono móvil a mi rostro—. ¡Jesús jugando al fútbol! Este tipo está que arde.

—¡¿Quién?! —Romina y yo gritamos ante el susto del intruso.

El teléfono móvil cae frente a mí y llevo la mano a mi pecho para comprobar que mi corazón aún late, alzo la vista y me encuentro a Drake con una ceja enarcada. Se agacha y toma el teléfono móvil, extendiéndomelo. Ni siquiera lo mira, ya que mantiene la vista clavada en mí. Me sonrojo. Con lentitud me da una pequeña sonrisa antes de dejarse caer sentado frente a mí, toma mis piernas y tira hacia él, haciendo que esté un poco más cerca y que mis piernas estén sobre las suyas. Yo lucho por respirar porque me afecta de todas las maneras posibles.

—Gracias —murmuro sosteniendo el teléfono móvil de Romina que acaba de entregarme.

—De nada. —Dirige su mirada a mi amiga—. Hola, Romina. ¿Qué tal todo?

—Genial ahora que mi padre adoptivo ha llegado. Porque ustedes van a adoptarme, ¿verdad? —Drake ríe de su petición como siempre—. Ni siquiera tienes que enseñarme a ir al baño, ya aprendí solita.

—No seas payasa. —Me río. La mano de Drake rodea mi rodilla por encima de la licra de mi pantalón deportivo con el que intenté hacer ejercicio, pero preferí sentarme y hablar.

—¿Me dirán quién está que arde? —pregunta.

—¡Claro! —Romina arranca el teléfono móvil de mi mano y se lo entrega—. ¿Verdad que es todo un muñeco? Me hace suspirar… Entre otras cosas.

—No sé qué decirte, mis gustos son más del tipo de una chica llamada Alaska y que ha sido mi vecina desde siempre.

—¡Bah! Tonterías, soy una chica y no temo decir que Alaska es un bombón, que si me gustaran las chicas haría de todo por comérmela y quitártela. —Romina se encoge de hombros—. ¿Si te gustasen los chicos no te gustaría comerte a este?

Drake se presta a su juego y se acerca para ver mejor la imagen, contengo las ganas de reír. Él ladea su cabeza de un lado a otro como si evaluara la respuesta en su mente antes de compartirla con nosotras.

—Unos cuantos rapiditos, seguro —responde finalmente. Romina y yo reímos, él nos guiña uno de sus peculiares y hermosos ojos—. Entonces ¿conseguiste algún spoiler, Romina?

—Ni uno solo, hoy está difícil de corromper. ¿Tú has conseguido alguno?

—No, pero he venido a trabajar para conseguirlo. —Sus palabras van acompañadas de una mirada que muy bien podría hacer desaparecer mi ropa.

—Bueno, me gusta ser la hija adoptiva, pero no me gusta ver a mis papis comerse. Así que iré a casa a conectarme en Facebook y hablar casualmente con mi futbolista. —Se pone de pie y sacude su pantalón—. Nos vemos, chicos, pórtense mal.

Nos despedimos y cuando ella desaparece al final de la calle, Drake tira más de mis piernas hasta casi hacerme subir a horcajadas en su regazo, casi. Sus manos ascienden por mis brazos hasta posarse en mi cuello, se inclina hacia delante y juega conmigo, torturándome con leves roces de sus labios hasta que finalmente me da un beso corto, pero nada inocente. Luego se aleja y con sus dedos acaricia mi pierna por encima de la licra.

—Romina me cae muy bien, está algo loca, pero ¿quién no lo está?

—Sí, es una amiga genial, es agradable saber que te cae bien. Tú también le gustas. —Me apoyo sobre las palmas de mi mano para sostener mi peso—. ¿Leeremos hoy?

—Lo siento, pero todavía no he terminado este trabajo. Las vi desde la ventana y pensé en venir a distraerme un rato, sin embargo, aún tengo que acabarlo.

No puedo evitar dibujar un puchero, llevamos cuatro días sin leer porque Drake tiene entre manos un importante trabajo. Nos quedan unos nueve capítulos y el libro está en una de sus mejores partes. Me muero por hacer trampa y leer, pero eso enloquecería a Drake y haría un drama.

—Está bien, es tu trabajo, puedo esperar.

—¿Y no hacer trampa? —Enarca una de sus cejas.

—¡Supéralo! No haré trampa.

Todo lo que hace es reír antes de inclinarse sobre mí y hacerme caer de espaldas, luego me hace cosquillas y mientras le imploro que pare, sé que no quiero que lo haga. No quiero que pare de ser feliz conmigo mientras reímos juntos.

Después de implorarle que se detenga, me encuentro de espalda sobre el césped con su cuerpo inclinado hacia mí, separados por una distancia pequeña. La manera en la que sus ojos vagan por mi rostro, como si absorbiera cada detalle, me provoca la sensación de tener insectos revoloteando en mi estómago.

Drake no me ha dicho que me ama y yo tampoco lo he hecho, pero a veces siento que sus ojos, gestos y besos me lo gritan. Es tan maravilloso que me paraliza el miedo de que algún día todo sea diferente, no quiero perder esta sensación, estas emociones, estos momentos increíbles que me mantienen sonriendo y viviendo las mejores experiencias de mi vida.

—Eres hermosa, Alaska, pero a veces lo que me sorprende es la manera en la que reflejas otro tipo de belleza en tu mirada. —Con su pulgar acaricia una de mis mejillas—. Cuando te miro siento tantas cosas que me parece absurdo no haber sospechado lo loco que estaba por ti.

—Tal vez no te dabas cuenta, pero sí que actuaste como un idiota celoso. —Lo pincho y él pone los ojos en blanco pellizcándome la mejilla.

Por supuesto que me quejo.

—¡Es la verdad! Primero cuando me encontraste de rodillas frente a Caleb.

—Por favor, no hablemos de eso. Aún lo odio.

—¿Porque tuve su pene en mi boca?

—No, porque fue un imbécil que casi te ahoga. Te dio la peor experiencia.

No tengo nada que objetar, Caleb siempre vivirá en mi memoria a través de ese vergonzoso recuerdo.

—Tu pene está mejor —eso lo hace reír— y fuiste un buen maestro.

—Y tú una increíble alumna.

—También te pusiste celoso con Norman —continúo.

—¿Puedes culparme? Estaba asustado, a diferencia de Caleb, él si parecía un tipo genial y no puedes quejarte, al final eso nos llevó a nuestro momento.

Sonrío porque tiene razón, aún no puedo creer que estemos viviendo nuestro momento.

Pasando los brazos alrededor de su cuello, lo atraigo hacia mí y abro mis piernas para que todo su peso descanse sobre mí antes de alzar el rostro en una clara indirecta de que me bese. Por fortuna, él lo capta dándome uno de esos besos que me tiene encogiendo los dedos de los pies. Cuando mis labios se sienten hinchados y palpitantes, han recibido mordiscos y han sido lamidos, él se aleja solo un poco y mantenemos una conexión visual que me desarma.

No entiendo cómo no me intimida sostenerle la mirada, esa mirada que me enamora un poco más en este momento. Es cierto que no es el novio perfecto, pero es increíble y cada día estoy un poco más loca por él.

—Te a… —comienza, y casi se me va la respiración esperando lo que podrían ser palabras que me sabrán a gloria.

Pero alguien se aclara la garganta y ese alguien es mi papá, con una taza de café en la mano, que nos mira con el ceño fruncido.

De inmediato Drake se aparta de mí con las mejillas terriblemente sonrojadas mientras yo balbuceo sin parar sobre el tiempo y sobre lo feliz que soy de ver a mi papá. Él nos mira con el ceño fruncido sin hablar.

Mi papá puede ser genial, el mejor, supermoderno y comprensivo, pero estoy segura de que nadie quiere encontrarse a su hija con el novio entre las piernas, ni siquiera si se encuentran con ropa.

—¿Todo bien, Drake? —pregunta papá dándole un corto sorbo a su café y sin despegarle sus ojos de encima.

—Eh… Todo bien, Albert.

—Me alegra. —Pasa su mirada de Drake a mí y la devuelve de nuevo a mi novio—. Deberían entrar y tomar una taza de café conmigo.

—Claro —digo—. Es una grandiosa idea.

Papá asiente y nos da una última mirada antes de entrar. Drake y yo suspiramos al mismo tiempo antes de reír de manera nerviosa.

—Casi había olvidado que tu padre puede resultar intimidante si te relacionas con sus hijas —masculla Drake sacudiéndome la tierra del trasero.

—No creo que nos haga sentir incómodos, entremos.

Entrelazamos nuestros dedos y llegamos a la cocina, en donde se encuentra leyendo el periódico. Mi padre reconoce nuestra presencia, pero no alza la vista.

—Así que sobre la charla del sexo seguro… —Rompe el silencio y doy un respingo.

Por favor no, no iremos ahí.

—Eh…, Drake me ha dicho que necesitábamos ayudar a Dawson con algo; dejaremos el café para otro día —digo empujando hacia la salida a mi novio, que está encantado de huir conmigo.

—Qué tontos —masculla papá antes de que logremos salir.

—¡Uf! Eso ha estado cerca —exhalo al estar fuera de casa.

—Supercerca —dice.

Casi tan cerca como el hecho de que creo que iba a decir que me amaba. ¡Jesús amoroso! ¿Ahora cuándo tendré mi declaración de amor?

20 de agosto de 2016

—¡Felicidades! —grito cuando Dawson abre la puerta, luego me arrojo sobre él con un fuerte abrazo que hace que retroceda, pero consigue mantener el equilibrio.

—¿Sabes que no soy Drake?

—¡Sí! —Río dejando de abrazarlo. Me alzo sobre las puntas de mis pies, tiro de la manga de su camisa para obligarlo a agacharse y beso su mejilla, luego las aprieto con mis dedos y se queja—. ¡Felicidades! Supe que aprobaste la tesis que casi acaba con tu cordura. ¡Básicamente terminaste! Tengo a un veterinario de vecino. —Aplaudo—. Debería conseguir alguna mascota para solicitar tus servicios.

—Gracias, Aska, y me temo que debo decirte que si consigues una mascota y yo la atiendo, entonces, le cobraré a mi hermano las consultas que llegue a hacer.

Eso me hace reír, de nuevo lo abrazo antes de entrar en la casa y escucharlo cerrar la puerta detrás de mí. Camino hasta la sala y encuentro a Irina Harris sentada en el sofá, leyendo una revista mientras Drake descansa la cabeza en su regazo. Momento de ser hijo de mami.

—Hola, Irina —anuncio mi llegada, ella alza la vista de la revista y me sonríe.

—Hola, cariño. ¿Cómo se prepara la futura cumpleañera?

—Genial, sorprendentemente aún no tengo canas —le sigo la broma, y me arrojo en el sofá, sobre las piernas de Drake, él se queja—. ¿Cómo va tu dolor de cabeza, cielito?

Sus labios se alzan en una sonrisa ante mi diminutivo en tono de burla. Con su mano me hace señas de que me acerque y por supuesto que lo hago.

—Si me besas, irá mejor —susurra contra mis labios, y casi caigo ahí mismo sobre él, pero escucho a Irina reír, por lo que me sonrojo y sacudo mi cabeza. La sonrisa de Drake crece, se alza un poco y me da un beso rápido. Me alejo apoyando mi espalda en el sofá—. Me siento mejor, mamá me ha dado un calmante.

—Y no es un paciente fastidioso, no se queja mucho —agrega Irina cerrando la revista y dándonos su atención—. ¿Está Jollie en casa?

—Sí, está con Miranda. Dijo que harían galletas —respondo.

—Cariño, te dejo con Alaska y tus hermanos, aprovecharé para hablar un rato con Jollie. —Besa la frente de Drake y levanta su cabeza para poderse poner de pie.

Veo a Irina alejándose y luego bajo la vista hacia las dos manos que hay en mi cintura antes de que estas tiren de mi cuerpo y me hagan permanecer encima de él con mis piernas entre las suyas. Me apoyo en mis codos y siento luego sus manos en mi trasero sobre el short. Él muerde mi barbilla.

—Esto me hace sentir mejor.

—¿Como una cura? —pregunto sonriendo.

—Sí. —Sus manos aprietan mi trasero y lame mis labios.

—Entonces deberíamos decirle a alguien que patente la cura; tendría que dejar que quien se sienta mal me sostenga de esta manera.

—Así ya no suena divertido —se queja. Baja mi rostro y rozo sus labios con los míos—. Esto sí es muy divertido.

—¿Te duele mucho?

—En este momento no tanto. —Hace una breve pausa antes de volver a hablar—. ¿Vas a acostarlos?

—¿A quiénes? —Me río, aunque creo conocer la respuesta.

—A tus protagonistas. Se tienen muchas ganas, se percibe la tensión sexual. —Me da una pequeña sonrisa—. Como otros dos que conozco.

—¿Cómo se llaman esos otros dos?

—Alaska y Drake, quienes con sus hormonas ensucian el aire que el resto debemos respirar —dice Dawson dejándose caer en el sofá individual. Me sonrojo e intento levantarme de encima de Drake, pero él no me lo permite.

—Dawson está celoso de que estos dos seamos tú y yo, y no él y su chica loca.

—¿Ya la has conocido? —pregunto a Drake. Sube una de sus manos, la otra permanece en mi trasero, para acariciar mi cabello. Asiente.

—Sí, es divertida, encajan perfectamente, y si Dawson es inteligente, no la dejará ir.

—Dawson considera que es muy descarado por parte de Drake emitir tal declaración cuando a él le llevó años salir con su vecina.

—Creo que eres tonto hablando en tercera persona —sentencia Drake.

—Creo que no me siento a gusto viéndote manosear a quien veo como una hermana —termina por decir Dawson.

—Pero no es tu hermana, es mi novia.

—En realidad soy Alaska Hans. —Me incorporo un poco y con una de mis manos acaricio su mejilla y sonrío—. Tienes rastro de barba en tu rostro de bebé.

—¿Rostro de bebé? —Se ríe—. ¿Ahora me llamarás bebé?

—Me gusta el romance, pero creo que me siento ligeramente incómodo con toda esta demostración de afecto, así que me parece que iré retirándome muy lentamente, tortolitos. —Me vuelvo, aún Drake me retiene sobre él, para verlo ponerse en pie y comenzar a alejarse. En última instancia se da la vuelta y me sonríe—. ¿Sabes que es cuestión de semanas que vuelvas a clases a sufrir por la química?

—¿Sabes que es solo cuestión de semanas que te obligue a ayudarme cuando Drake no pueda? —contraataco.

—Eres su opción B —se burla Drake. Dawson pone sus ojos en blanco.

—Uy, te sientes muy orgulloso de ser usado como primera opción para hacer su tarea, qué lamentable, hermano. Los veo luego, tórtolos.

Reímos y luego él desaparece. Nos quedamos solos y no tardo en sentir un beso en mi barbilla, bajo la vista y mi cabello simula ser una cortina que nos sumerge en nuestra propia burbuja.

—Cuando me sienta mejor, ¿querrás ir a cenar conmigo?

—Claro, lo hemos hecho antes…

—Pero diferente. Reservaré en un sitio especial y tendremos una cita genial. Sé que es algo que siempre has deseado.

Lo observo desconcertada. Eso es algo que solo lo he hablado con mi hermana y con Romina. Desde que entré en la adolescencia siempre he soñado con tener una cita de película. Llevar un bonito vestido, una deliciosa y romántica cena, y caminar de la mano, una escena muy típica de comedia romántica, pero nunca lo he expresado. ¿Cómo es que lo sabe?

Me sonríe y sus manos suben para enredarse en mi cabello y sostener mi nuca. Descubro que esta forma de agarrarme provoca cosas locas en mi cuerpo y mi corazón.

—¿Creías que no lo descubriría? Describes esa escena, de distintas formas, en todas tus historias. Lo he notado y deseo que lo vivas. —Habla como si le restara importancia a la magnitud de su gesto, a lo mucho que me conoce—. Así que en cuanto esté recuperado del todo, tú y yo tendremos una cita especial.

Lo observo durante largos segundos, creo que eso lo hace consciente de sí mismo porque de manera repentina sus mejillas se sonrojan y me da un beso en los labios, como si buscara desviar mi intención.

Recuerdo su intento en el jardín de decir que me amaba, ya no pienso esperar más. Puedo ser una mujer joven con iniciativa. ¡Sí, señor!

—Quiero decirte algo —susurro contra sus labios.

—¿Qué cosa?

Me remuevo posicionándome mejor entre sus piernas, exhala lentamente por su boca, por lo cual, debido a que nuestros labios se rozan, siento su aliento en mis labios… No es lo único que siento, en el vértice entre mis muslos hay una prominente dureza debido a nuestra posición.

No me quejo de ello.

—Quiero decirte que yo… —Juego al suspense.

—¿Tú…? —susurra con la voz ronca.

—Te amo. Yo te amo —susurro dándole un suave beso—. Y como soy muy valiente y quizá estoy loca, te lo digo como si habláramos del clima. Te amo.

Sus dedos, enredados aún en mi cabello, ladean mi cabeza hacia la derecha y, entonces, sus labios capturan los míos y me besa con una intensidad que hace que los dedos de mis pies se enrosquen. Su lengua acaricia la mía, sus labios codician los míos, me enloquece, me envuelve, me da tal nivel de pasión que en medio del beso suspiro más de una vez. Me deshace y me vuelve a unir con un beso que me corta la respiración. Cuando su boca se apiada de mí, su nariz acaricia con suavidad la mía. Mis párpados se abren con lentitud y estoy segura de que lo observo como si acabase de viajar en una nube de drogas. Su beso me drogó.

—Soy valiente y, aunque no estoy tan loco como tú, te lo digo como si habláramos del clima —susurra—. Oye, Aska, mira qué tiempo hace hoy, y ¡ah, por cierto! Te amo también.

La risa que escapa de mí es inevitable y él se une dándome besos cortos y repetitivos en la boca. Luego escuchamos un suspiro teatral, nos giramos sorprendidos y vemos a Dawson, que nos guiña un ojo mientras come una manzana.

—Soy el hermano romántico, pero veo que Drake ha aprendido algo. Creía que estaba viendo una película, sigan así, entreteniéndome. —Se ríe y vuelve a caminar hasta las escaleras. Drake y yo reímos.

—Dawson a veces me hace cuestionarme si es normal, si alguno de nosotros lo somos —comenta Drake.

—Eso te hace especial —aseguro. Por dentro estoy dando saltos de felicidad ante la declaración anterior de Drake sobre sentirse del mismo modo que yo.

—Ahora, ¿qué tal si leemos? Creo que escucharte leer escenas calientes me hará sentir mejor y nos queda poco para terminar el libro.

—Solo un capítulo —digo, aunque sé que será más de uno.

—Solo uno —repite. Me incorporo cuando retira su agarre de mí y me pongo de pie, toma mi mano antes de que pueda alejarme para ir a casa por el libro—. Te amo, escritora favorita.

—Y yo a ti, mi mayor fan.

Ir a la siguiente página

Report Page