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33. Drama, esperanza, fe… Drama

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Drama, esperanza, fe… Drama

ALASKA

17 de septiembre de 2016

—Mamá, olvidé la marca de arroz que me dijiste —admito con timidez apenas responde la llamada.

—Eso lo olvidas, pero las cosas que te convienen no —se queja antes de repetirme la marca una vez más.

Siento satisfacción al ver que esa es exactamente la marca que tomé y avanzo por el pasillo del supermercado haciéndoselo saber.

—Agrega leche a la compra. —Escucha a papá decirle algo—. Dice tu padre que va para allá, que irá a buscar unos libros.

—¡Sí! —Doy un salto emocionada—. Lo esperaré afuera para guardar la compra. ¿Algo más que deba comprar?

—Trae papas, una sandía. Oh, y papillas para la pequeña Jackie, Miranda va a traerla para que la cuidemos.

—Oh, eso me emociona, mamá. —Hago una pausa—. ¿Puedo comprar helado y galletas? ¿Sí? Di que sí, anda, anda.

—Bien, agrégalo a la compra.

—¡Sí! —Celebro con otro salto y ella ríe.

—Drake estuvo por aquí, lo invité a almorzar.

Me encanta que nadie hiciera un escándalo al enterarse de mi relación con Drake. De alguna manera las cosas entre nuestras familias siguieron casi igual en cuanto a trato, exceptuando algún que otro pequeño detalle. Le hago saber a mamá que es la mejor y ella, riendo, me dice que me dé prisa, que no olvide nada y me hace saber que papá ya viene en camino antes de que demos por finalizada la llamada.

Mientras pongo en las bolsas todo lo que me ha encargado mi madre no puedo evitar contener mi emoción por los libros nuevos que papá va a comprarme. Eso me hacer reír y seguramente parezco una lunática, pero no me importa. Con la bolsa de compras en mis brazos salgo del supermercado. Me ubico en la acera y espero el auto de papá, que no debe de tardar mucho en llegar, pero para distraerme saco mi teléfono sonriendo cuando encuentro un mensaje de Drake diciendo que soñó conmigo… Sin ropa. No dudo en responderle.

Rápidamente, con una sonrisa tonta, me encuentro enfrascada en una conversación con Drake entre divertida y caliente. Estoy tan ensimismada que me sobresalto cuando alguien agarra mi brazo, haciendo que el teléfono caiga al suelo: al darme la vuelta me encuentro con un tipo que se ve bastante adulto y que lleva puesta una gorra que le cubre los ojos.

No me da buen presentimiento, pero trato de actuar con calma para alejarme de esta incómoda situación.

—Eh, disculpa, pero suelta mi brazo.

—Vamos, nena. Déjame que te ayude con la bolsa.

—Eh, suelta —me quejo tirando de mi brazo, pero su agarre se hace más fuerte.

—Ya sabes que no me gustan estos juegos, cariño. Deja ya de hacerlos.

—¿Perdona? ¡Que me sueltes! —grito porque comienza a tirar de mí, obligándome a caminar.

Él ríe y me abraza con fuerza. Intento zafarme y dejo caer la bolsa con las compras, las pocas personas que transitan se detienen a observarnos. Él besa mi mejilla y siento asco.

—Mira lo que has hecho, tontita, siempre con tus bromas. No importa, compramos más de camino a casa.

—¡Suéltame! —Prácticamente me arrastra.

¡Está loco! Actúa como si me conociera, como si fuésemos una pareja y las malditas personas parecen creerlo.

—¡Ayuda! —grito, y él azota mi trasero—. ¡Asqueroso, suéltame!

—Lo siento —le dice a un señor al pasar por su lado—. Ella cree que estas bromitas son divertidas, es muy juguetona.

—Ayúdeme, no lo conozco de nada, no sé quién es. ¡No quiero ir con él!

Él continúa caminando, es mucho más alto y fuerte que yo, por lo que por más que intento frenarlo, no lo estoy consiguiendo y comienzo a ser presa de unos nervios y angustia que no me deja pensar. Cerrando una mano en puño golpeo su espalda con fuerza y eso parece afectarlo porque afloja su agarre en mi brazo, pero cuando pienso en echar a correr, me alza y me coloca sobre su hombro. El terror me invade y las náuseas me inundan cuando siento su pellizco en mi trasero.

—¡Ayuda! Oh, Dios. Esto no es un juego. ¡No le conozco! ¡No es mi novio!

El pánico es real cuando golpeo su espalda, se detiene frente a un auto y abre la puerta del copiloto obligándome a entrar.

—¡Ayuda! —grito.

—¡Eh! ¡Suéltala! —Alguien le grita. ¡Por fin!

Él maldice y sube al auto con rapidez, activa los seguros y golpeo la ventana. El hombre que gritó para ayudarme corre hacia el auto mientras le ruego que me ayude con lágrimas corriendo por el rostro, pero el auto se pone en marcha y grito con más fuerza mientras se aleja.

Oh, Dios. Oh, Dios. ¿Esto de verdad está pasando?

Siento mi rostro humedecerse con las lágrimas, el pánico me ataca de tal forma que no puedo moverme, pero siento los espasmos de mi cuerpo. Tiene que ser una pesadilla.

¿Las personas han creído que soy una mocosa juguetona que se ha ido con su novio? ¿Nadie me ha ayudado?

«Por favor, que ese hombre que me vio haga algo. Por favor».

—Al fin solos, te encantará el lugar al que vamos —dice el hombre.

»Pensé que este día nunca llegaría. Te encantaban mis mensajes en JoinApp, ¿verdad? Apuesto a que te calentaban tanto como a mí.

Con lentitud me vuelvo a verlo, se saca la gorra y reconozco al hombre que vi en la librería hace un tiempo. Trago con dificultad y llevo mi mano a la manilla de la puerta, pero esta no cede, tiene seguro. Se me escapa un sollozo.

—No llores, al menos que sean lágrimas de felicidad. —Su sonrisa se hace aún más amplia—. Veía tu hermoso rostro cuando me corría, imaginando cómo te verías debajo de mí mientras te follo duro. No puedo creer que finalmente pasará.

»Te haré sentir como tus protagonistas. Te haré todo lo que has escrito, cariño, y te mojarás tanto que me empaparás la polla. —Ríe—. Mira nada más cómo me la pones de dura. ¡Al fin puedo darte mis mensajes en persona y no en esa horrible aplicación! Aunque no odio la aplicación, ella me llevó a ti.

No digo nada, mi cuerpo tiembla.

—He esperado tanto esto, me desilusionó que no respondieras todos mis mensajes en JoinApp —continúa hablando, sin importarle mis reacciones—. He memorizado todo lo que escribiste porque voy a cumplir la fantasía de recrear cada una de las escenas.

»Casi actué demasiado rápido aquel día en la tienda ¿Te acuerdas? Traías esa sexi camisola, me masturbo cada noche con esa foto. Ese día no estabas preparada para conocernos ¡Y mierda! Odio a ese chico de la casa de al lado, por su culpa no pude volver a verte más que una vez. Lo odio, tal vez después me haga cargo de él.

Un sonido estrangulado escapa de mí cuando su mano se posa sobre mi rodilla. Cuando comienza a ascender por mi muslo, cierro las piernas con fuerzas y él ríe.

—Vamos, cariño, deja que papi te toque en donde más lo desea y te haga vivir todo lo que escribiste.

Miro hacia donde se encuentra el botón para desactivar los seguros de las puertas en tanto su mano está presionando para que abra mis piernas, algo que está consiguiendo. Mis piernas no tienen la suficiente fuerza y están cediendo.

—Te dije que nunca me rendiría. —Me sonríe brevemente y de manera temblorosa le devuelvo el gesto.

Tomo respiraciones profundas, prefiero morir en el intento que enfrentarme a cualquier tipo de destino de este psicópata. Así que tomo valor y con rapidez desactivo el seguro del auto, llevo mi mano a la manilla y tiro. La puerta cede de inmediato y me arrojo del auto en movimiento.

De inmediato siento un dolor lacerante mientras él grita mi nombre, no el mío, el de JoinApp. He saltado del auto y ruedo por la carretera, en plena vía, mientras los coches se desplazan a toda velocidad. Escucho la bocina de un auto venir y cierro los ojos, porque no quiero ver lo que va a suceder a continuación, sin embargo no puedo evitar el dolor que me embarga en cuestión de segundos cuando sucede.

Como escritora siempre creí que el día en el que mi final inminente se acercara, mi vida pasaría ante mis ojos, sería una clase de epifanía y no sentiría dolor antes de partir a lo que sigue después… Incluso aunque tengo mis dudas sobre religiones, creo que existe Dios e imaginé que me encontraría con el gran hombre y diría algo como: «Has sido buena persona, Alaska, bienvenida a mi reino celestial, aquí podrás escribir sobre todo lo que quieras menos de sexo».

O algo incluso más poético.

Pero la realidad es otra. Siento dolor en cada parte de mi cuerpo, percibo la sangre saliendo de mí y estoy tan aterrada sobre el hecho de que moriré que me es imposible en los próximos segundos poder recordar algo sobre la gran vida que he sido afortunada de vivir.

¿He sido arrollada? ¿Moriré justo ahora?

Los sonidos son muy distorsionados y no logro abrir los ojos. Hay un alarido perturbador llenando el aire y, cuando mi garganta quema, me doy cuenta de que soy yo. Intento abrir los ojos y lo logro por pocos segundos antes de que el dolor, cuando siento manos sobre mi cuerpo, me haga cerrarlos una vez más mientras intento gritar que no me toquen, que no me muevan.

Duele mucho y quisiera llorar por siempre ante la sensación dolorosa que no me abandona.

Escucho voces a lo lejos y luego intento gritar una vez más cuando noto que mueven mi cuerpo. Repentinamente parece que hay una conmoción alrededor de alguien que grita órdenes, algo quema mi garganta como si estuviese siendo perforada y hace frío. Mucho frío.

Afortunadamente no tengo que sentir dolor por mucho tiempo, porque mi cuerpo comienza a adormecerse y el dolor desaparece de manera gradual hasta quedar en la nada.

Entonces, ¿es esto lo que se siente al morir?

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