+18

+18


8. Besos de chocolate

Página 11 de 52

8

Besos de chocolate

ALASKA

14 de febrero de 2016

Bien, así que es San Valentín y no tengo ninguna cita.

Sin embargo, no es algo que me haga sufrir demasiado porque prefiero estar sola a aceptar ser la cita de Caleb; no me malentiendan, aún me parece atractivo y encantador, pero no puedo olvidar la manera en la que fue desconsiderado y brusco con el primer acercamiento sexual que tuvimos. Y lo que es peor: cómo me abandonó mientras se salvaba a sí mismo.

Así que recibo un montón de mensajes de amistad y supuestos chicos que de manera indirecta dejan caer algo como: «Je, je, je me gustaría follarte». Pero de una manera más disimulada, solo que soy paranoica y leo entre líneas.

Mi consuelo es que Alice está tan sola como yo. Ella está escuchando música a gran volumen sobre mandar al diablo el amor, lo cual me hace reír. Ha declarado este día el antiamor. Estiro mis pies por los escalones mientras me mantengo sentada frente a la puerta de mi casa, escuchando la música ruidosa de mi hermana. Cierro los ojos moviendo mi cabeza al ritmo de la melodía.

Lo bueno del día de hoy, al menos para mis lectores, es que he terminado mi historia de comedia romántica corta y les he dejado un maratón con el final. Sí, es esa historia que Drake asegura que estuvo leyendo… Y, hablando de él, me pregunto si tiene alguna cita caliente para hoy, nunca lo he visto pasar un San Valentín solo. Me mata admitirlo, pero no voy a mentirme.

Y tiene sentido, los gemelos Harris siempre han sido como una leyenda entre las mujeres: atractivos, sexis, amables y galanes. Siempre hay una suertuda bajo su foco de atención. Alguna afortunada podría estar con Drake mientras a mí me quedan las fantasías.

Y, hablando sobre nosotros, la verdad es que hemos tenido unos encuentros muy torpes después de que me ayudara desde su ventana con mis tareas. Ese fue un día extraño, a veces cuando lo recuerdo me debato entre las mariposas de creer que pasó algo especial y entre la vergüenza de toda la torpeza del momento. Otra cosa que me dejó ese día fueron unas inmensas ganas de descubrir cuál de todos mis seguidores podía ser Drake. Es malditamente difícil dar con él.

Vuelvo a la realidad cuando alguien se acerca y se deja caer a mi lado. Lo reconozco de inmediato por su olor; mi corazón se dispara en el instante en el que siento los labios de Drake contra mi pómulo naturalmente sonrojado y con pecas, en un suave beso.

—Feliz San Valentín para mi pequeña escritora —susurra antes de alejarse.

Abro los ojos muy lentamente, como si despertara de un sueño para entrar en uno mejor en donde Drake está cerca. Se encuentra sonriendo, me inclino y beso su mejilla, huele a crema de afeitar.

—Feliz día de San Valentín, Drake.

Golpea mi pierna con la suya, lleva un short a pesar de que el clima, nada raro, es frío. No me quita la mirada de encima.

—Tengo un regalo para ti.

De inmediato me enderezo y mi sonrisa se amplía. Amo los regalos, pero que vengan de él significa más para mí.

—¿Qué es? —No oculto mi entusiasmo. Se acerca como si fuera a contarme un secreto por lo que yo también lo hago.

—Un beso —susurra.

¿He muerto y no me he dado cuenta o sí escuché muy bien lo que Drake Harris acaba de decirme? Un beso.

A mí.

Un beso para Alaska Brooke Hans. Quien resulta que soy yo.

—¿Un beso? —susurro con miedo a preguntarlo en voz más alta.

—Sí, Aska, un beso.

No sé qué hacer. Literalmente estoy teniendo una crisis en mi cabeza porque se queda observándome y quiero decirle: «¡Hazlo y dame más de uno!», pero no hay ningún movimiento y siento que en cualquier momento incluso podría comenzar a sudar.

Voy a decir cualquier cosa cuando en este momento extiende su mano cerrada hacia mí, aún con su sonrisa.

—¿Qué pasa? —pregunto desconcertada.

—Aquí tienes. —Abre su mano—- Un beso de chocolate por el día de San Valentín.

Me siento como una de esas caricaturas que se vuelven de cristal y se quiebran de manera cómica. Solo que no es divertido y no sé cómo controlar mi expresión de decepción. Incluso por un momento quiero llorar mientras lo golpeo.

Si tuviera una historia en curso en este momento, de nuevo mataría al protagonista por su culpa.

Todo lo que hago es parpadear y observarlo, sé que seguramente tengo una mueca en mi boca. Pone sus ojos en blanco, ajeno al hecho de que acaba de hacerme una broma de mal gusto, y abre el dichoso beso de chocolate Hershey.

—¿Por qué me estás haciendo un puchero? —Enarca una de sus cejas.

Incluso enojada, lo tengo tan cerca que no puedo evitar fijarme en el rostro de Drake. Esos rasgos aristocráticos, sus cejas arqueadas, esos labios provocativos y esos ojos de color distinto. Mientras que uno de sus ojos es de color verde intenso, el otro no deja de ser un bello avellana. Él cree que son raros, yo pienso que son hermosos.

—No estoy haciendo pucheros —digo, y soy consciente de que sueno molesta.

—Oh, claro que sí. Vamos, abre la boca y toma tu beso de chocolate.

No hay necesidad de avergonzarme, por lo que hago lo que me pide y él se queda con la vista clavada en mis labios. ¿Ahora qué? Que termine de una vez por todas con esto.

—Tus labios son…

—¿Qué? ¿Tengo algo? —Cierro de inmediato mi boca.

—No —se ríe—, solo tienes una boca muy…

—¿Qué? ¡Dime! O me harás acomplejarme.

—Toma el beso de chocolate —insiste.

Abro de nuevo mi boca y prometo que es totalmente un accidente cuando atrapo el chocolate y la punta de su dedo tiene conexión con mi lengua. No es intencionado, no es preparado, pero sucede: le lamo el dedo. Y estoy entre avergonzada, consternada y alborotada.

Su dedo sale de mi boca y hay un raro silencio mientras saboreo el chocolate que se derrite en mi lengua… La lengua incriminadora que lamió la punta del dedo de Drake. Creo que estoy imaginando que él se acerca a mí, pero siento la calidez de su respiración. Se mantiene muy cerca, mirándome fijamente a los ojos. Me da miedo hasta parpadear y que todo termine, no esperaba toda esta cercanía.

—Voy a darte otro beso.

—¿De chocolate? —susurro.

—Sí, de chocolate —sonríe.

Y espero otra broma que me desilusione, pero esta vez parece que va a ser un poco más… literal.

Primero siento un roce en la comisura izquierda de mi boca y luego el roce es completo contra mis labios. La suavidad de su boca rozando la mía hace que el aire escape lentamente de mí. No sé durante cuántos segundos hay un contacto superficial, simples roces que me llegan hasta el alma. Estoy a la expectativa, sin creerme que esto esté sucediendo.

Hay una parte de mí que es imposible de dominar, indomable y aventurera, porque durante un segundo él está rozando sus labios contra los míos y en el siguiente su labio inferior está encajado entre mis dientes. ¡Le estoy mordiendo el labio inferior!

Él se paraliza y quiero decirle que yo tampoco me esperaba ese movimiento atrevido de mi parte cuando claramente estábamos en un momento de «roce de labios». Tira de su labio, pero lo mantengo entre mis dientes y se siente increíble el sentirlo alejarse. Cuando él tira de su labio una vez más, siento una humedad en el mío, lo cual tiene que ser su lengua.

«Esto es muy loco».

No tengo claro si es un beso o alguna extraña cosa parecida, pero es sexi, torpe y pone mi corazón a mil por hora.

La puerta de mi casa se abre y ambos nos alejamos tan repentinamente que siento mis dientes raspar con demasiada fuerza su labio. Alice está enfrascada en una conversación telefónica y pasa por nuestro lado sin siquiera echarnos una mirada mientras se aleja. Luego se gira para prestarme un poco de atención.

—Ahora vengo, no notarás que me fui.

—Seguro —respondo viéndola alejarse a paso rápido.

Intento ver a Drake con el rabillo del ojo, pero el esfuerzo me resulta incómodo, por lo que encuentro la suficiente valentía para girarme y mirarlo del todo. Pasa su dedo pulgar por su labio inferior limpiando una gota de sangre y luego lo lame. Eh… Yo le hice eso.

Eso no ha sido un beso. Ha sido una locura: primero un roce, luego un mordisco y después una extraña lamida. No sé ni siquiera cómo se define lo que ha sucedido, pero sea lo que sea, me ha vuelto loca y no sé qué hacer ahora.

«Quiero más».

No me esperaba llegar hasta este punto.

—Gracias por el beso —suelto. «Mátame»—… de chocolate —agrego en última instancia, y por la manera en la que presiona sus labios creo que contiene las ganas de reír.

—Iré a casa… —Hace una pausa—. ¿Vendrás a la cena con nuestros hermanos?

—Sí. Alice y yo iremos, Jack dice que se quedará en casa con la bebé y Miranda.

Mi hermano mayor, Jackson, todavía está en esa etapa donde quiere vivir en una burbuja con mi hermosa y tierna sobrina Jackie, Jaqueline formalmente; a él y Miranda les encanta quedarse en casa y aprovechar el tiempo que tienen libre para pasarlo juntos los tres, algo que todos respetamos.

—Pueden venir con Dawson, Hayley y conmigo.

—Eso estaría bien —respondo intentando no gritar emocionada por lo que acaba de pasar.

—Bien, entonces te veo dentro de un rato… A ustedes dos, quiero decir. —Mientras habla no puedo evitar notar ese rasguño rojizo en su labio inferior, menos cuando pasa continuamente su lengua por ahí. Yo hice eso.

Porque yo tuve mi boca y mis dientes ahí. No lo besé, pero algo hice.

—Por supuesto, a nosotras dos.

Lo veo ponerse de pie y estirarse, la camisa se alza revelando la cinturilla de su bóxer blanco. Quisiera tener magia y ordenar a la camisa que se subiera un poco más.

—Me alegra que te gustara el beso —me sonríe—… de chocolate.

Lo sigo con la mirada hasta que entra en su casa. Me pongo de pie y sacudo mi pantalón holgado. Entro en casa, agradeciendo que Alice no la cerrara con llave y, solo cuando cierro la puerta detrás de mí, cubro mi rostro con mis manos y dejo salir un extraño sonido de mi garganta.

—¿Qué carajos ha sido eso? —Suelto una pequeña risa sin poder evitar sonreír—. ¡Jesús sin camisa! ¿Eso ha pasado de verdad? ¡¿Y por qué no lo hablamos?!

Seguro que parezco una maníaca riendo, por lo cual agradezco que mis padres no estén para poder tener mi momento loco en paz. Subo corriendo las escaleras y tomo mi portátil, el cual siempre está encendido. Abro un documento de Word y escribo rápidamente la que será mi próxima historia.

Quemaba no hacer nada.

Quemaba cuando algo sucedía.

La distancia ardía.

Su toque encendía.

Esa mirada era su perdición.

Esa boca una tentación.

¿Cuánto tiempo tomaría dar los pasos necesarios para consumarlo todo?

Pasión, entrega, drama y… ¿amor? Eran los ingredientes necesarios para su historia de amor.

Y ahí viene mi nueva historia… Y será sucia.

Inspirada en Drake. Nada raro. Solo que me gustaría que no fueran solo fantasías. Desearía que fuese realidad.

16 de febrero de 2016

—¿Qué hace mi niña?

Alzo la vista del libro y lo subo para que mamá lo vea. Ella ríe y deja algún libro que habrá estado leyendo en una de las muchas estanterías que hay.

Lo que llamamos «el paraíso Hans» consiste en toda una habitación llena de estanterías de libros, están por todas partes. Papá lo construyó poco a poco, desde su primer sueldo hasta ahora, que es un hombre exitoso y muy intelectual. Lo que me gusta de papá es que él siempre nos enseñó a querer todo tipo de libros, nunca discriminó y estuvo abierto a nuevas aventuras con nuevos géneros, cosa que nos inculcó.

Cuando no escribo, no tengo deberes y no actualizan las historias que leo en JoinApp, es fácil saber que me encontrarán aquí, perdida en este mar de libros. La novia de mi hermano Jocker, Adelaide, entiende el porqué, porque ella está tan enamorada de este paraíso como lo estoy yo.

Hoy he venido porque me apetecía leer, pero también traje mi portátil porque estoy trabajando en el prólogo de la que será mi nueva historia. Mamá me dedica una sonrisa dispuesta a irse y dejarme perdida entre los libros.

—Mamá.

—¿Sí?

—¿Se te ocurre algún nombre masculino?

—¿Por qué? —Parece desconcertada por mi rara pregunta.

—Bueno, ya sé que Jocker te ha contado que me gusta escribir un poco.

—¿Un poco? Vives pegada a ese ordenador.

—Bueno, la cosa es que estoy escribiendo algo nuevo, y no, no van a leerlo, pero estoy bloqueada sobre el nombre de mi protagonista masculino.

—Usa el nombre de alguien que conozcas —es su simple respuesta.

—No, eso podría ser raro. —Y más teniendo en cuenta que quiero escribir todas las cosas sucias que querría hacerle a Drake o escribir la historia apasionada de mis continuas fantasías con él.

—Hum. —Recuesta su espalda en una de las estanterías mientras piensa—. ¿Christopher? ¿Robert?

—Muy largo y muy serio.

—¿Frederick? ¿George? ¿William?

—No. No. No.

—¿Lennon?

—Oh, me gusta. Me gusta. —Asiento—. Gracias, mami.

—Un placer, cielo, solo espero que algún día me dejes leer tu magia.

«Créeme, no querrás leer el tipo de magia que quiero hacer aquí».

Quizá un día la deje leer una de mis historias dulces, rosas y cortas. Pero esta nueva historia, jamás.

Ahora que tengo nombre para mi protagonista me dedico a escribir el prólogo, dejando a un lado el libro que estaba leyendo.

Años de deseo acumulado.

Miradas entregadas y robadas.

Anhelos, sueños y fantasías sobre besar unos labios que parecían alejarse.

Conversaciones secretas.

Noches robadas.

Era todo lo que Lennon y Mía podían contar sobre su historia.

Mía es la soñadora que lo vuelve protagonista de su…

—No. Eso es demasiado parecido a la realidad. —Borro todo y decido hacerlo más simple.

Fuiste mi primer deseo.

Despertaste mi pasión.

Me llenaste de calor.

Déjame atraparte.

Dame más que tus palabras.

De una Mía atrapada, para un ignorante Lennon.

Yo siento, Lennon…

Y quiero sentirte a ti.

Me gusta, suena un poco como mis antiguos poemas guardados para Drake, bueno, a veces en mis momentos de aburrimiento los sigo escribiendo. Sirven para drenar mis hormonas afectadas por fantasías irreales.

Tomo una foto de la sinopsis y prólogo, se la envío a Romina junto a una breve explicación, no explícita y llena de mucha intriga, para que entienda el concepto de la historia, y pregunto si puede ayudarme con la portada. Ella está, tal como lo esperaba, entusiasmada con la idea y rápidamente me pide que me conecte por Skype.

Cuando nos vemos por videollamada le cuento un poco más sobre este proyecto, siempre procurando crear algo de intriga y sin hacer mención sobre el hecho de que es una manera de descargar todas estas sensaciones que Drake me provoca. Reímos un montón durante un par de horas en busca del concepto de la portada.

En última instancia tengo un arrebato de locura y descontrol. Lo suelto, doy la idea que ronda mi cabeza.

—Besos. Besos de chocolate.

—¿Eh?

—¡Eso! Puedo hacerlo simbólico. Busca una imagen de ello.

La portada acaba con besos de chocolate en una sábana de seda roja y me sorprende la cantidad de sensualidad que hay en ello. Antes de que pueda acobardarme subo la portada junto a la sinopsis en JoinApp con una nota de autor que hace saber que próximamente la estaré publicando.

Una hora más tarde, después de haber finalizado mi videollamada con Romina, ya me estoy arrepintiendo de mi arrebato de locura. Mi teléfono vibra.

Señor Caliente: ¿Nueva historia?

Señor Caliente: Veo un poco de suciedad en ella… La huelo.

Alaska: ¡Oh, por favor! Ya basta de leerme. NO VAS A LEERME.

Señor Caliente: Seré tu fan número UNO :D

No respondo. ¿Cómo me lo saco de encima para que no me lea? Ni siquiera doy con su usuario para bloquearlo, y si doy con él, tengo que cumplir el trato de dedicarle un capítulo.

Me llega un nuevo mensaje suyo y me muerdo el labio cuando veo de qué se trata. Claramente él captó bien el mensaje que tal vez le enviaba.

Señor Caliente: ¿Besos de chocolate? Buena portada.

Alaska: Me gustan.

Señor Caliente: Qué bueno ;)

Alaska: :D Sí.

Señor Caliente: ¿Puedes asomarte un momento? Tengo algo importante que preguntarte.

No le respondo, me pongo de pie y abro mi ventana, pasa al menos un minuto antes de que él note que estoy en la ventana y abra la suya.

—¿Qué vas a preguntarme?

Tras unos segundos de silencio, sonríe. Oh, no, ahí viene…

—¿En qué te inspiras?

—Oh, por favor, de nuevo con eso. —Cierro mi ventana y lo veo sonreír, luego cierro mis cortinas.

Mi teléfono móvil vibra y esta vez se trata de una nota de voz. La reproduzco.

Grosera, me cerraste la ventana en el rostro. —Silencio—. Así que ¿en qué te inspiras? Sí, seguiré insistiendo hasta el día en el que lo reveles… Por cierto, realmente me gusta tu portada.

Otro audio.

Y si un día necesitas ayuda con el marketing, puedo ayudarte… Gratis. No tengo problema.

Otro audio más. ¿No puede enviarlo todo junto?

Y me gusta ver que tienes otra idea en la mente. Que estás escribiendo.

Audio.

Y no, no te acoso. Me llegó la notificación.

Por supuesto que viene un nuevo audio.

Leeré de nuevo tus pensamientos sucios. —Se ríe, me llegan mensajes de Romina a la vez—. Porque sé que será una novela de contenido adulto.

Le ignoro y leo los mensajes de Romina, papá me llama mientras doy clic en contestar la nota de voz, así que le respondo rápidamente antes de volver mi atención a mi respuesta para Romina.

Romina, de acuerdo, tengo algo que confesarte. Drake, mi vecino, el de los tatuajes como le llamas, está leyendo mis historias. ¡No sé cuál es su usuario! Pero leyó mi historia caliente y ahora va a leer la nueva —me aclaro la garganta—. ¿Qué debo hacer? Aunque creo que ya no será una historia caliente porque quiero escribir algo dulce, pero le haré un par de escenas de sexo suave.

La estúpida cosa se interrumpe y envía, vuelvo a grabar otra.

¿Qué crees que piensa cuando lo lee? ¡Imagina que piensa en lo que yo pienso cuando escribo! ¿Qué hago?

—¡Alaska! No está. Ven a buscarlo —grita papá de nuevo, y me quejo por tener que bajar.

Busco el libro que dejé donde le dije y donde él asegura que no lo ve. Efectivamente no está ahí, y después de sermones y negaciones, con una llamada a Jocker se descubre que él se llevó el libro de choques religiosos a su apartamento.

Subo de nuevo a mi habitación y tomo mi teléfono para ver las respuestas.

Está claro que estas cosas me tienen que pasar a mí:

Señor Caliente: Fácil explicación, no soy Romina, pero soy amable y te doy respuestas.

Señor Caliente: Tu vecino es genial por leerte y dejarte corazones. Y darte un seguidor más.

Señor Caliente: Cuando él te lee seguro que imagina lo que tú quieres que imaginen tus lectores cuando escribes tus escenas.

Señor Caliente: Él, quizá, piensa que cuando escribes estás MUY inspirada. Y seguro que se pregunta QUÉ TE INSPIRA.

Señor Caliente: Lo que tienes que hacer es seguir escribiendo, que seguro que él seguirá leyéndote. Es tu mayor fan.

Señor Caliente: ¿No hay sexo duro? No importa, seguro que él disfrutará igualmente leyéndolo, incluso si solo son dos escenas de «sexo suave» como tú lo llamas.

Señor Caliente: Tu torpeza y capacidad de ponerte en evidencia con estas equivocaciones me encantan :p Dulces sueños, Alas.

Ir a la siguiente página

Report Page