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¿Cuándo se inventó el tampón?
El tampón es uno de los productos mas imprescindibles para la mujer en verano cuando se encuentra en sus días difíciles. Los modelos actuales son cómodos y eficaces. Parece ser un invento moderno, pero nada mas alejado de la verdad. Este artículo es uno de los más antiguos de la humanidad.
En el Antiguo Egipto como unos 3500 años las mujeres usaban una suerte de tampones primitivos. Las de clase alta utilizaban papiro enrollado para absorber el flujo menstrual y también con otro fin completamente distinto, el anticonceptivo. Por su parte, las mujeres de clases bajas se conformaban con tampones de caña suavizada.
Milenios más tarde, entre 500 y 600 a.C., Hipócrates médico de la Antigua Grecia, describió el uso de un tampón hecho de gasa de hilo enrollado a un trozo de madera ligera. También, se tiene constancia del uso de tampones de papel en Japón, fibras vegetales en Indonesia y rollos de hierba en África Ecuatorial.
Una mujer en sus días, hacía que se agriara el vino.
En Europa en pleno siglo XX todavía estaban arraigadas algunas supersticiones relacionadas con la regla. En el norte de Francia se les prohibía la entrada en las refinerías de azúcar por miedo a que se tornara negra. En algunos pueblos de España, una mujer en sus días no podía tocar a un niño porque le daba mal de ojo o se pensaba que, si el perro lamía algo de flujo, este se volvía rabioso. Otras supersticiones aseguraban que la visita de una mujer menstruante, hacía que se agriara el vino, se cortaran las salsas en la cocina o se le cortaba la leche del pecho a las nodrizas.
Plinio El Viejo se dedicó a difundir la creencia de que las mujeres con regla tenían el poder de matar cosechas, controlar el clima y volver locos a los perros, las mujeres de esa época usaban lana para absorber el flujo.
La primera “fábrica” de tampones de la historia puede considerarse que estuvo situada en la península de Crimea durante el siglo VI. Los griegos que habitaban en ese lugar fabricaban y surtían a las mujeres pudientes del Imperio Bizantino de un artículo de higiene hecho con la mejor de las lanas, que se peinaba y enrollaba de una manera especial para servir como tampón menstrual.
Como en cada lugar del mundo se disponía de diferente material según las zonas, los tampones se confeccionaron con lo que las mujeres tenían a mano. En Japón se fabricaba con papel y las mujeres los mantenían en su lugar con una especie de vendaje. En Hawái se hizo con la parte afelpada de un helecho que crece en las islas llamadas Hapu’u.
Durante la Edad Media, el Renacimiento y hasta el siglo XIX, los médicos utilizaban tampones de algodón, pero estos solo para aplicar antiséptico o cortas hemorragias uterinas. A finales del siglo XIX y principios del XX, por cuestiones morales, los utilizaron de cualquier tipo de tampón y solo los usaban las bailarinas y actrices que los fabricaban de manera casera con algodón. Según investigaciones, demostraron que en una época de la historia de las mujeres no se inmutaban en añadir ropa extra cuando se encontraban en sus días, solo que dejaban que la sangre cayera libremente. Ropa absorbente era lo que utilizaban antes de la aparición del tampón propiamente dicho. Básicamente era ropa absorbente que evitaba que se filtrara el flujo.
El tampón moderno llegó en 1929 con el médico osteópata Earle Haas. Lo inventó debido a las constantes quejas y molestias de su esposa por el fastidio de lavar los paños que usaba como compresas. Tras la charla que sostuvo con una amiga, quién le comentó que se introducía a su parte íntima una esponja.
Haas patentó su inventó en 1931. Lo llamó “aparato catamenial”, consistía en un cilindro de algodón y rayón comprimido muy absorbente. Lo más original era el hilo cocido a la base del algodón para recuperarlo y el aplicador, que era un tubo recubierto de cera que se deslizaba en dentro de la parte genital de la mujer. Una vez colocado se presionaba un segundo cilindro situado dentro que empujaba como un émbolo la bala de algodón. Una vez dentro esta se expande con la humedad y puede absorber unos 10 gramos de flujo. La estructura del producto es exactamente el mismo hasta nuestros días.
Haas pretendió vender el invento a varias empresas farmacéuticas, pero no lo logró, el tema menstruación era tabú por ese entonces. Por cierto, en aquella época se vendía compresas desechables sin mucho éxito. Los comerciantes las colocaban en estanterías fuera de sus mostradores con una caja para dejar el dinero del costo, de tal manera que las clientas que las necesitaran no tenían que pasar vergüenza por pedirlas personalmente al dependiente.
En 1933 Gertrude Schulte Tenderich, una pequeña empresaria conciudadana de Haas en Denver Colorado, le compró la patente. Ella misma los fabricaba con una máquina de compresión para aplastar el algodón. Le puso TAMPAX como nombre comercial y lo vendió como una toallita sanitaria “moderna e invisible”.
Muchos lo consideraban sexual el hecho de introducirlo en la parte íntima de la mujer.
Costó mucho la aceptación en el mercado, pero se lo logró. En 1936 Ellery Mann compró la patente, creó TAMPAX Inc. mas tarde convertida en Tambrands Inc. y lanzó una campaña publicitaria en todos los Estados Unidos. Dos años después de su uso había normalizado. En 1940 los tampones se vendían en más de 100 países. Desde 1997 maneja el producto la empresa Procter & Gamble.
Años más tarde, el doctor Hahn, inventó el tampón llamado “digital” que se vende sin aplicador y Johnson & Johnson le compró la idea lanzándolo al mercado. A partir de ese momento y especialmente después de la Segunda Guerra Mundial, empezaron a llegar a todas las mujeres del mundo haciéndoles la vida más considerable. de la Historia/wara201220﴿