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Igual lo he quemado ya, y puede que no signifique mucho, pero siento mucho haber hecho esto. Estabas mal, y yo he sido un egoísta y un gilipollas. No va a solucionar nada, el daño ya está hecho, pero bueno. Espero que mañana, que bueno, ya es hoy, te levantes mejor. Aunque igual soy yo el que necesita mandar este mensaje, más que tú recibirlo. Ahora mismo no lo sé. He borrado ya unos cuantos antes que este, y ni siquiera lo voy a enviar. Algún día lo encontrarás y lo leerás. Quizás ni siquiera te acuerdes de qué iba la cosa, o sí, seguramente sí te acuerdes. Pero tampoco importa demasiado. Te he cargado con la responsabilidad de venir a verme, sin darme cuenta, y sin querer hacerlo. Porque no debería ser una responsabilidad. No lo es. Nuestra relación es de todo menos fácil, y debería saberlo, pero hay días como hoy en los que se me olvida. A veces me apetece olvidarme de que no podemos hacer planes juntos, por mucho que queramos e imaginemos. Y a veces, simplemente, me entristece. Y lo pago contigo. Y no hay excusa. No sé muy bien a dónde quiero llegar con esto, y no sé qué voy a hacer con ello. Así que creo que es mejor que me vaya a dormir. Buenas noches.