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Bici Farrón

Me quito los tapones de odios y retiro mi cobertor de ojos, miro la hora, han pasado casi nueve horas de viaje.
Crucé la frontera por Samotillo, era un lugar donde no había mucha gente, algunas se acercan a ofrecer Lempiras o comprar Cordobas, entré a un salón para sellar mi pasaporte, veo gente esposada y alado unos policias con armas del porte de mi brazo.

En la ventanilla de migración hay una mujer y alado una cámara que graba todo; «¿Porqué viajas por tierra?» -preguntó-

Esta aventura la hago por tierra y mar le dije. Inclinó su cabeza, miró mi pasaporte y lo selló.
He tenido malas experiencias cruzando fronteras por tierra, una vez me hicieorn vaciar todo mi equipaje que llevaba sobre mi espalda, aofrtunadamente en esta ocasión no tuve que pasar ese mal rato. Hacer eso ¡es humillante!

Cambié lempiras y crucé un puente, me ofrecen llevar en tricimoto hasta la siguiente sala de migración, avanzo a pie, a mi lado derecho a orillas del río hay techos de plastico improvisados en los cuales habitan personas, no se ve higienico, hay infantes que están buscando en la basura, ver esta escena me parte el alma.

Llegué a la siguiente frontera, fué un kilometro lleno de casas de plástico y coches de carga pesada estacionados esperando en la fila.

Sin muchas preguntas sellan mi pasaporte, exactamente son las 15:57.
Me siento agotado pero debo seguir mi camino hasta la terminal de buses.
Compré mi boleto y me alisto a subir.
Revisaron que no lleve armas de fuego ni alcohol en mi equipaje.


Me coloque mis tapones de oidos y mi cobertor de ojos.



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