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Luego de dos post en que recibiera fuego cruzado de tirios y troyanos, recibí un comentario desde la acera opuesta -casi un post-, que motivó una respuesta igual de larga. Tras escribirla pensé que valía la pena colgarla aquí, porque pone un poco en contexto todos los temas juntos.

Estuve tentado a identificar a la persona, e incluso a poner su vínculo en este post, pero una visita a su página me reveló cierta incoherencia entre el lenguaje allí y su respetuoso comentario en mi muro. Una pena, porque hubiera resultado interesante seguir intercambiando con él, de haber hallado alguna coherencia.
Con esto termino esta incursión en tres actos. El mundo real espera por mi regreso.

Estimado:

Me disculpo por la tardanza en mi respuesta. La página como que ha enloquecido. Algunos me acusan de quitar sus comentarios, cuando no puedo encontrar ni los míos. Tengo la impresión de que alguien está metiendo las garras. Va y pronto sale mi grupo sanguíneo o el color de mis muebles en alguna directa por ahí. Hay que prepararse para que digan que mi sangre es azul y mis muebles tejidos con hilos de oro.

Te agradezco la respuesta comedida, articulada y respetuosa. Airea un poco la página luego de cierta oleada de comentarios. Creo que de eso se trata en parte el contenido de este post, tanto en lo que se refiere a tu respuesta como a los otros casos.

Como coincidimos en el tema del bloqueo no le voy a dedicar espacio. Sencillamente reiterar que mata, y que ha matado, y bastante. Pero nunca ha venido solo. Siempre ha estado en buena -o mala, depende de como se mire- compañía. No haré la historia.

Antes de que se formara “la que se formó” -como se dice mucho en Cuba- había estado sopesando escribir un post sobre el tema en general -no sobre Karla, de la que ni conocía-, pero enfocado en ese hilo que a lo largo de la historia define lo que probablemente sea el crimen sustantivo y común a todo imperio: La extorsión. El genocidio, la agresión, la guerra económica, el chantaje, la agresión mediática, los cambios de régimen, el asesinato político, el terrorismo… en fin, todos los otros crímenes que podemos achacar a un imperio son subsidiarios de una extorsión: O haces lo que a mí me conviene o atente a las consecuencias.

Como en toda organización criminal, el esquema de extorsión muchas veces incluye a un pelele y – para usar un símil de actualidad- a La Montaña. El pelele es el tipo chiquitico, chillón, pendenciero; que va delante y humilla y provoca a la víctima, y la sonsaca, y la conmina a tumbarle la tablita del hombro; mientras La Montaña observa desde su corpulencia, siempre levitando sobre el blanco, amenazante, y listo para actuar si este se “atreve a abusar” del pelele. De esta forma se convierte a la víctima en victimario, y la respuesta de La Montaña es la “justa ira del hombre que sensibilizado defendió al pequeño frente a un abusador”. Aunque esa respuesta ha cambiado mucho de nombre, en el lenguaje imperial de hoy se ha dado en llamar “Responsabilidad de proteger”. Hace poco fue invocada por Orlando Gutiérrez Boronat en Washington, en una delirante arenga en que describía el baño de sangre con que sueña para Cuba, y la respuesta, aún más sangrienta, que espera de La Montaña, el US Army.

Es imposible que una organización criminal que se respete no apele al truco del pelele y La Montaña. Sería mucho pedir que la más destructiva y perversa de la historia -el imperialismo yankee- desaproveche un instrumento tan tentador y efectivo como ese, contando como lo hace con una Montaña como el US Army.

Ejemplos sobran en el mundo con peleles de todo pelaje, y resultados trágicos para muchos pueblos. Cuba no puede ser la excepción. A lo largo de 60 años hemos sufrido todo tipo de peleles, prohijados desde Washington y asistidos directa e indirectamente por el gobierno norteamericano y todas las estructuras de que se vale en el mundo para fabricarlos, promoverlos y venderlos. Que a ese esquema se le ha dado preferencia en los últimos tiempos de arremetida contra Cuba está a la vista, con personajes más o menos creíbles, de acuerdo a las circunstancias o a lo que pueda encontrarse disponible. A veces el esquema tiene cierto éxito, al menos en el plano de la propaganda, y los personajes terminan siendo más o menos creíbles, o se aprovechan de algún error nuestro. La mayoría de las veces fracasan, casi siempre por el pelaje del pelele que hallaron a mano.

Pero siempre hemos logrado evitar que sobre Cuba caiga, como sueña el señor O.G.B., La Montaña. Ese es un mérito importante bajo las circunstancias, y se debe a que hemos sabido defendernos. Tiene también que ver con el Partido, pero ese tema va luego.

Yo no voy a pasar juicio en un sentido o en otro -como algunos parecen desear implicar- sobre el caso específico de Karla. Nunca fue mi intención centrarme en ella, sino en lo que percibí como falencias de derecho en nuestras respuestas a esos esquemas. Creo en el debido proceso cuando se va a privar a un ciudadano de un derecho natural; como creo en el derecho de Cuba a defenderse de esos patrones, nada menos cuando implican a un grupo que autonombrándose representante del pueblo cubano va a pedir al presidente del imperio que les “ayude”, imponiéndonos toda la penuria posible, mientras en los mismos corredores de la Casa Blanca otra astilla del mismo palo tiene la prerrogativa de urgir a Biden que use a La Montaña en la “Responsabilidad de Proteger” que ese imperio se ha otorgado. Ambas cosas, nuestro derecho a defendernos y la aplicación del debido proceso en su ejercicio, forman para mí una unidad dialéctica que termina solidificando nuestra propia defensa y acercándonos al modelo social que nos hemos propuesto.

De cualquier forma, es imposible enfrentar una lucha tan desigual sin salir magullados. Abole las relaciones feudales que asolan tus campos, dignifica y alfabetiza al campesino, libera a la mujer, elimina la prostitución, electrifica el país, invierte en salud para todos, llena la isla de universidades en una generación, abre las playas, hoteles y clubes al pueblo, garantiza el derecho a un techo o arremete contra el racismo; y toda la furia de quienes disfrutaban de la plusvalía social que tuviste que utilizar para poder hacerlo caerá sobre tu país por más de 60 años. Luego se te acusará de sembrar el odio, por parte de tus victimarios, y hasta personas de buena fe como tú pudieran llegar a creerlo. ¿Dónde se genera el odio?

Es imposible que cuando se hace una revolución tan radical no se generen reacciones de odio. Bueno, realmente toma mucho menos. Puede que con que sólo la izquierda gane unas elecciones se genere odio. Baste con estudiar la historia contemporánea, y ver cuantos golpes de estado, con el costo de millones de muertes, ha propiciado el imperialismo alrededor del mundo. ¿Qué no harían para derrocar una revolución que invierte las prioridades, y otorga preferencia a la vida y la dignidad de la ciudadanía por sobre la acumulación del capital que sostiene su opulencia, su consumo y su hegemonismo? Ha sido un precio caro.

Yo no veo contradicción entre la doctrina social de la iglesia y el comunismo. Eso lo hemos dicho muchos comunistas, y también muchos creyentes, sin soslayar historia y dogmas que en un tiempo cegaron a muchos, de parte y parte. Antes de yo irme a la misión en Miami, durante las discusiones para cambiar la constitución entonces, se avanzó bastante en eso. También en que la militancia no fuera necesariamente un requisito para asumir cargos o responsabilidades. Yo hice ese planteamiento, entre muchas otras personas, porque me parecía que podía estimular el oportunismo.

Pero en Cuba hay un solo partido no porque sea un capricho de alguien. En ningún país se han discutido tan ampliamente tantas constituciones. Yo participé en la primera, en 1976, siendo un joven y desde ahí hasta la última. Algunas personas se han cuestionado el unipartidismo, con todo su derecho, y no les pasó nada. La mayoría hemos votado por el Partido, porque entre otras cosas ha sido garantía de la moral y la unidad con que hemos evitado que se creen las condiciones para que gente como O.G.B., invocando la responsabilidad de proteger, puedan hacer realidad los pedidos de “ayuda” que reclaman personas como Eliecer a Biden, dejando caer sobre Cuba todo el peso de La Montaña.

Desde luego, esto implica un costo. Es mucho más fácil tener dos partidos, ambos representando al capital, y hacer creer a la gente que está ejercitando sus opciones. Incluso hasta se facilita que dentro de uno de los partidos se dé un golpe de estado en plena campaña a un precandidato como Bernie Sanders sin que la gente se percate. Implica también, admito, que ampliemos los espacios de participación, y que seamos inclusivos, que aprendamos a vivir con todas las opiniones de manera natural y escucharlas. Una idea razonable puede venir de cualquier ciudadano, piense como piense. ¡Si sólo pudiéramos hacerlo en paz, sin la sombra de un imperio usando su poder y su dinero para tratar de imponernos a como sea sus candidatos! Admito, no obstante, que es un reto que tenemos que aceptar, con o sin ellos. Creo en nuestra fuerza para hacerlo, pero sin caer en ingenuidades. La torreta apuntando siempre al enemigo, pero sin dar a quien no lo sea. (Dicho sea de paso, también se me dio bien el T-34, aunque disfruté más el PT-76).

A mí me maravilla como a los que defendemos el socialismo se nos acusa de negar opciones y libertades, como si la historia contemporánea desde la Comuna de París y pasando por la Revolución de Octubre, por los experimentos democráticos de Mossadegh, Sukarno, Arbenz, Allende y tantas decenas de otros casos no demostrara, con creces, que el capitalismo jamás perdonará al pueblo que escoja una alternativa, hágalo como lo haga y pórtese como se porte.

En cuanto a sus criterios económicos no tengo mucho que argumentar ante la dialéctica de sus razonamientos. Ni el plan como un dogma ni el dogma del mercado, es mi criterio. Creo que el país lo ha reconocido, y aunque algunas cosas nos parezcan lentas hay que ponerse en los zapatos de los compañeros que tienen que transformar un modelo, que funcionó bajo circunstancias muy distintas y cumplió ciertos objetivos.

En fin, compatriota, usted me ofrece la alternativa de vergüenza contra dinero y me hace preguntarme si no es lo que hemos tratado de hacer por 60 años, contra viento y marea. El conflicto fundamental de nuestra época sigue siendo entre el ser humano y el capital. Todo lo demás es hojarasca para quienes deciden qué crímenes legitimar, cuando o no respetar la democracia, a qué pueblo condenan o a cuál no, los límites de la libertad de expresión, cuando se aplica el fascismo o cuando el voto, o si las elecciones de un país son legítimas o no, y por tanto la legitimidad del gobierno resultante de esas elecciones.

El dinero, todos sabemos donde se encuentra. La esperanza de la vergüenza, si hacemos las cosas bien, no la veo más cerca en algún otro lugar fuera de Cuba. Eso es lo que pienso.

Ojalá algún día pudiéramos sostener una conversación como esta personalmente.

Saludos.

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