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Charles Spurgeon predicando en una ocasión, a una audiencia bastante numerosa, dijo estas palabras:

"No soy salvo por obra alguna, hecha por mí mismo; sino por lo que el Señor ha hecho. Dios quiere que todos nosotros lleguemos a esta conclusión: todos debemos confesar que, si somos salvos, es por la gracia gratuita, rica, soberana y no merecida que ha sido manifestada en la Persona de su Hijo amado...

Por tanto, pecador, mira a Cristo, a él solamente debemos mirar para obtener vida; a Cristo, que ha soportado la maldición para que nosotros no fuésemos malditos; a Cristo, muriendo a causa del pecado para destruir el pecado; a Cristo, herido en el calcañar por la serpiente antigua, cuya cabeza aplastó ¡Oh, pecador! ¡Mira a Cristo crucificado, porque Él es el único remedio capaz de curar todas las envenenadas heridas del pecado!"

El verdadero predicador no teme el número de su audiencia y apacigua el mensaje, sino que dice las verdades tal como están reveladas en las Escrituras.

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